La Joven De Las Rosas - Kretser Michelle de


Para mi madre

y en memoria de mi padre.

Una despejada tarde de verano de 1789, unos labriegos que trabajaban en los campos de Montsignac, un pueblo de Gascuna, vieron caer del cielo a un hombre.

El globo habia sobrevolado unas crestas boscosas hasta llegar a ese valle. Los labriegos, irguiendose uno tras otro, se protegieron los ojos del resplandor del sol contra un fondo de seda azul y carmesi. Suntuoso y amenazador, el objeto pendio del cielo como un signo de Dios o del diablo.

A continuacion se produjo un gran estruendo seguido de fuego, y un hombre cayo en picado a tierra.

Era el 14 de julio. El mundo estaba a punto de cambiar.

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Stephen abrio los ojos y se enamoro.

Era justo y natural que pasara eso: como tantos de su generacion, el creia en el

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Jean-Baptiste Saint-Pierre tenia veinticuatro anos cuando Jean Jacques Rousseau publico

Candido

Era heredero de una de las grandes familias surenas de la

Tenia contactos sociales, en el sequito real, y legales, en los tribunales supremos del soberano. Asi fue como obtuvo una sinecura menor -Guardian de Esto y lo Otro Reales- en el Versalles de Luis XV, y tambien un cargo en el tribunal de apelacion de Paris. Un ano despues contraia matrimonio con la hija del presidente del tribunal. Su futuro se desplegaba ante el cual alfombra de oro.

Entonces descubrio dos cosas de si mismo: tenia aficion y talento, o eso creia, para el juego, y estaba enamorado, desesperada e irreversiblemente, de una mujer que no era su esposa. Acudia de noche a las mesas de juego con una bolsita de oro en cada mano, y se marchaba silbando al amanecer con los bolsillos vacios. Le parecia necesario gastar cada vez mas en Versalles, para estar cerca de la belleza de cabello castano que sostenia en su regordeta mano su corazon, como un tembloroso pajaro cantor. En las ocasiones en que la suerte lo acompanaba le compraba esmeraldas, que era lo que ella mas amaba en el mundo.

Su hijo asociaba Paris con ruidos (su madre llorando y tosiendo, voces enojadas) y Versalles con olores (su padre tenia una serie de pequenas habitaciones mal ventiladas cerca de los aposentos privados reales). Jean-Baptiste vivia para los veranos que pasaba con los padres de su padre en su hacienda de Montsignac, en Gascuna; dias largos, irreflexivos, solitarios, jugando en bosques y senderos llenos de flores. Habia perros, prados, vinedos, trinos de pajaros, la verde extension del rio. Era el preferido de su abuela, el orgullo de su abuelo. Alli no habia ninguna madre con los ojos enrojecidos farfullando detras de un panuelo, ni ningun padre con la cara colorada gritando que tenia que hacerse, que la tierra tenia que ser vendida y que, de todos modos, solo era una medida provisional. Ningun nino de expresion severa se mofaba de el -sus picos picoteando, pee, pee, pee- a causa de que el padre de Jean-Baptiste solo fuese un magistrado de provincias con infulas y no un verdadero cortesano (a diferencia del padre del nino) ni un comandante militar (a diferencia del padre del nino), y estaba terriblemente endeudado (al igual que el padre del nino, pero eso no es lo mismo cuando se es cortesano y comandante militar).

Su madre llego tosiendo a una muerte prematura. Su padre lloro de remordimientos, estrechando a su hijo contra su pecho. A traves del abrazo, el hijo vio a su padre coger un brazalete de piedras rojas y verdes del tocador de la fallecida y meterselo en el bolsillo.

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