Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк 18 стр.


—Aguassucias, ?puedo fiarme de ti? —pregunta el viejo todavia medio llorando.

—?Hasta la mas cruel de las muertes! —tomo al viejo de la mano, se la apreto y dijo—: Ese secreto tuyo: ?habla!

—Aguassucias, ?soy el delfin desaparecido!

Podeis apostar a que Jim y yo nos quedamos aquella vez con los ojos bien abiertos. Despues el duque dice:

—?Eres, que?

—Si, amigo mio, es cierto: estas mirando en este momento al pobre delfin desaparecido, Luis el 17, hijo de Luis el 16, y la Maria Antoneta.

—?Tu! ?A tu edad! ?No! Quieres decir que eres el difunto Carlomagno; por lo menos debes tener seiscientos o setecientos anos.

—Han sido tantos los problemas, Aguassucias, tantos los problemas que han hecho encanecer el pelo y traido esta calvorota prematura. Si, caballeros, ante vosotros veis, vestido de vaqueros y en la miseria, al vagabundo, el exiliado, el perseguido y el sufriente rey legitimo de la Francia.

Bueno, se echo a llorar y se puso de tal modo que ni Jim ni yo sabiamos que hacer, de pena que nos daba, y al mismo tiempo de lo contentos y orgullosos que estabamos de que fuera en la balsa con nosotros. Asi que pusimos manos a la obra, igual que habiamos hecho antes con el duque, y tratamos de consolarlo tambien a el. Pero dijo que no valia la pena, que lo unico que lo podia consolar era morir de una vez y acabar con todo; aunque dijo que a veces se sentia mas a gusto y mejor si la gente lo trataba conforme a sus derechos y bajaba una rodilla para hablar con el, le llamaba siempre «vuestra majestad» y le servia el primero en las comidas y no se sentaba en su presencia hasta que el lo decia. Asi que Jim y yo nos pusimos a «majestearlo», a hacer por el todo lo que nos pedia y a estar de pie hasta que nos decia que nos podiamos sentar. Aquello le sento la mar de bien y se puso muy animado y contento. Pero el duque como que se enfado con el y no parecio nada satisfecho con la forma en que iban las cosas; pero el rey estaba muy amistoso con el y dijo que el bisabuelo del duque y todos los demas duques de Aguassucias contaban con la mejor opinion de su padre y podian ir muchas veces al palacio, pero el duque siguio enfadado un buen rato, hasta que por fin el rey va y dice:

—Lo mas probable es que vayamos a pasar mucho tiempo en esta balsa, Aguassucias, asi que, ?de que vale enfadarse? Solo sirve para fastidiarnos. No es culpa mia no haber nacido duque y no es culpa tuya no haber nacido rey, asi que, ?para que preocuparnos? Lo que yo digo es que hay que aprovechar las cosas tal como son: ese es mi lema. Y no es mala suerte haber caido aqui: bien de comer y una vida facil; vamos, dame la mano, duque, y seamos amigos.

El duque se la dio, y Jim y yo nos alegramos mucho de ver aquello. Asi que dejamos de sentirnos molestos y nos alegramos mucho porque habria sido una pena no llevarse bien en la balsa; porque lo primero que hace falta en una balsa es que todo el mundo este contento, que se sienta bien y se lleve bien con los demas.

No me hizo falta mucho tiempo para comprender que aquellos mentirosos no eran reyes ni duques en absoluto, sino estafadores y farsantes de lo mas bajo. Pero nunca dije nada ni lo revele; me lo guarde para mis adentros; es lo mejor; asi no hay peleas y no se mete uno en lios. Si querian que los llamaramos reyes y duques, yo no tenia nada que objetar, siempre que hubiera paz en la familia, y no valia de nada decirselo a Jim, asi que no lo hice. Si algo aprendi de padre es que la mejor forma de llevarse bien con gente asi es dejarla que vaya a su aire.

—?Por Dios santo! ?Iba un negro fugitivo a huir hacia el Sur?

No, reconocieron que no. Tenia que explicar las cosas de alguna forma, asi que dije:

—Mi familia vivia en el condado de Pike, en Missouri, donde yo naci, y se murieron todos menos yo y padre y mi hermano Ike. Padre dijo que preferia marcharse e irse a vivir con el tio Ben, que tiene una casita junto al rio, cuarenta y cuatro millas mas abajo de Orleans. Padre era muy pobre y teniamos algunas deudas, asi que cuando lo arreglo todo no quedaban mas que dieciseis dolares y nuestro negro, Jim. Con aquello no bastaba para viajar mil cuatrocientas millas, ni en cubierta ni de ninguna otra forma. Bueno, cuando crecio el rio, padre tubo un golpe de suerte un dia; se encontro con esta balsa, asi que pensamos en ir a Orleans en ella. La suerte de padre no duro mucho; un barco de vapor se llevo la esquina de proa de la balsa una noche y todos caimos al agua y buceamos bajo la rueda; Jim y yo salimos bien, pero padre estaba borracho e Ike solo tenia cuatro anos, asi que nunca volvieron a salir. Durante unos dias tuvimos muchos problemas, porque no hacia mas que llegar la gente en botes y trataba de llevarse a Jim, diciendo que creian que era un negro fugitivo. Por eso ya no navegamos de dia; por las noches no nos molestan.

El duque va y dice:

—Dejadme que piense una forma de que podamos navegar de dia si lo deseamos. Voy a pensar en ello e inventar un plan para organizarnos. Hoy seguiremos asi porque naturalmente no queremos pasar por ese pueblo de ahi a la luz del dia, quiza no fuera saludable.

Hacia la noche empezo a nublarse y parecio que iba a llover; los relampagos recorrian el cielo muy bajos y las hojas estaban empezando a temblar: iba a ser bastante fuerte, resultaba facil verlo. Asi que el duque y el rey se pusieron a preparar nuestro wigwam para ver como eran las camas. La mia era de paja, mejor que la de Jim, que tenia el colchon de hojas de maiz; en esos colchones de maiz siempre quedan granos que se le meten a uno en la piel y hacen dano, y cuando se da uno la vuelta, las hojas de maiz secas suenan como si estuviera uno aplastando un lecho de hojas muertas y hacen tanto ruido que te despiertan. Bueno, el duque preferia quedarse con mi cama, pero el rey dijo que no. Senalo:

—Diria yo que la diferencia de graduacion te sugeriria que un colchon de maiz no es lo mas adecuado para mi. Vuestra gracia se quedara con la cama de maiz.

Jim y yo volvimos a preocuparnos un momento, pues temiamos que fuera a haber mas problemas entre ellos, asi que nos alegramos mucho cuando el duque va y dice:

—Es mi eterno destino: verme aplastado siempre en el lado bajo el ferreo talon de la presion. El infortunio ha quebrado mi talante, antano altivo; cedo, me someto; es mi destino. Estoy solo en el mundo: tocame sufrir y soportarlo puedo.

Nos fuimos en cuanto estuvo lo bastante oscuro. El rey nos dijo que fueramos hacia el centro del rio y que no mostrasemos ni una luz hasta haber pasado bastante lejos del pueblo. En seguida llegamos a la vista del grupito de luces que era el pueblo y nos deslizamos como a media milla de distancia, todo perfectamente, todo perfectamente. Cuando estabamos tres cuartos de milla mas abajo usamos nuestro farol de senales, y hacia las diez empezo a llover, a soplar y a tronar, y a relampaguear como un diablo; asi que el rey nos dijo que nosotros dos quedaramos de guardia hasta que mejorase el tiempo; despues el y el duque se metieron a cuatro patas en el wigwampara pasar la noche. A mi me tocaba la guardia hasta las doce, pero no me habria acostado aunque tuviera una cama, porque no todos los dias se ve una tormenta asi, ni mucho menos. ?Cielo santo, como aullaba el viento! Y cada uno o dos segundos se veia un resplandor que iluminaba las olas en media milla a la redonda y las islas parecian polvorientas en medio de la lluvia y los arboles se agitaban el viento; despues sonaba un ?brrruuum!… ?booom! ?booom! ?boom, boom, boom, boom, boom, boom! y los truenos se iban alejando grunendo y zumbando hasta desaparecer, y despues, ?zas!, se veia otro relampago y sonaba otra descarga. A veces las olas casi me tiraban de la balsa, pero como yo no llevaba nada puesto, no me importaba. No teniamos ningun problema con los troncos que bajaban; los relampagos lo iluminaban todo, de forma que veiamos llegar los maderos con tiempo mas que suficiente para aproar aca o alla y evitarlos.

Me tocaba la guardia en medio, ya sabeis, pero para esa hora tenia bastante sueno, asi que Jim dijo que me haria la primera mitad; Jim siempre se portaba muy bien en ese sentido. Me meti a cuatro patas en el wigwam, pero el rey y el duque habian estirado tanto las piernas que no quedaba sitio, asi que me quede fuera; no me importaba la lluvia, porque hacia calor y ahora las olas no llegaban tan altas. Pero hacia las dos volvieron a levantarse y Jim me iba a llamar, aunque cambio de opinion porque calculo que no eran lo bastante altas para hacernos ningun dano, pero en eso se equivoco porque muy pronto llego una de esas enormes y me tiro al agua. Jim casi se murio de la risa. De todas formas, era el negro que mas se reia de todos los que he conocido.

Tome la guardia y Jim se tendio y se puso a roncar; al cabo de un rato la tormenta amaino y se fue, y en cuanto se vio la primera luz de una cabana lo desperte y metimos la balsa en nuestro escondrijo para aquel dia.

Despues de desayunar el rey saco una baraja toda sobada y el y el duque jugaron a las siete y media a cinco centavos la partida. Despues se aburrieron y dijeron que iban a «planear una campana», como lo llamaban ellos. El rey fue a buscar en su bolson, de donde saco un monton de octavillas impresas y las leyo. Una de ellas decia que «El famoso doctor Armand de Montalban, de Paris», daria una «conferencia sobre la Ciencia de la Frenologia» en tal y tal sitio y en tal y cual fecha, a diez centavos la entrada, y que iba a «trazar graficos de la personalidad a veinticinco centavos cada uno». El duque dijo que ese era el. En otra octavilla era el «actor tragico shakesperiano de fama mundial, Garrick el joven, de Drury Lane, Londres». En otras octavillas tenia otros nombres y hacia otras cosas maravillosas, como encontrar agua y oro con una «varita magica», «exorcizar los hechizos de brujas», etcetera. Despues va y dice:

—Pero mi favorita es la musa histrionica. ?Tienes experiencia en las tablas, realeza?

—No —respondio el rey.

—Pues la tendras antes de que pasen tres dias, grandeza caida —dice el duque—. En el primer buen pueblo al que lleguemos alquilamos una sala y hacemos el duelo de «Ricardo III» y la escena del balcon de «Romeo y Julieta». ?Que te parece?

—Yo hago lo que sea con tal de que de dinero, Aguassucias; pero ya veras que no se nada de interpretar ni nunca lo he visto hacer. Era demasiado pequeno cuando padre tenia teatro en el palacio. ?Crees que me podras ensenar?

—?Facil!

—Muy bien. De todas formas ya tengo ganas de hacer algo nuevo. Podemos empezar inmediatamente.

Asi que el duque le conto quien era Romeo y quien era Julieta y dijo que el estaba acostumbrado a ser Romeo, asi que el rey podia hacer de Julieta.

—Pero si Julieta es una muchacha tan joven, duque, con esta calva y esta barba blanca a lo mejor parece demasiado raro.

—No, no te preocupes; estos campuzos ni se enteran. Ademas, ya sabes, iras disfrazado y eso lo cambia todo; Julieta esta en el balcon contemplando la luz de la luna antes de irse a la cama y lleva puesto el camison y el gorro de dormir con encajes. Aqui tengo los dos disfraces.

Saco dos o tres trajes hechos con calico para cortinas, que dijo que eran las armaduras medievales de Ricardo III, y el otro tio, un camison de algodon largo y blanco y un gorro de dormir de volantes a juego. El rey se quedo convencido, asi que el duque saco su libro y leyo los papeles con un entusiasmo esplendido, dando saltos y representando al mismo tiempo, para ensenar como habia que hacerlo; despues le dio el libro al rey para que se aprendiera su papel de memoria.

A la vuelta de una curva habia un pueblecito de nada, y despues de comer el duque nos comunico que ya habia pensado como navegar de dia sin que hubiera peligro para Jim; asi que dijo que iria al pueblo para arreglarlo todo. El rey dijo que tambien iria a ver si sacaba algo en limpio. Como nos habiamos quedado sin cafe, Jim y yo dijimos que tambien nos ibamos con ellos a comprar algo.

Cuando llegamos no habia nadie; las calles estaban vacias y totalmente muertas y silenciosas, como si fuera domingo. Encontramos a un negro enfermo tomando el sol en un patio y nos dijo que todos los que no eran demasiado jovenes ni estaban demasiado enfermos o eran demasiado viejos habian ido a una mision en el bosque, a unas tres millas. El rey pregunto como se llegaba y dijo que iba a trabajar con aquella gente tan religiosa a ver lo que sacaba, y que yo podia acompanarlo.

El duque dijo que iba a buscar una imprenta. La encontramos; un taller pequenito encima de una carpinteria; todos los carpinteros y los impresores habian ido al sermon y las puertas estaban abiertas. El sitio estaba muy sucio y desordenado, con las paredes llenas de manchas de tinta y de octavillas con dibujos de caballos y de negros fugitivos. El duque se quito la chaqueta y dijo que ya estaba todo arreglado. Asi que el rey y yo nos fuimos a la reunion religiosa.

Llegamos en una media hora y empapados, porque hacia un calor horrible. Habria por lo menos mil personas que habian llegado de veinte millas a la redonda. El bosque estaba lleno de animales de tiro y carretas, atados por todas partes, comiendo lo que habia en las carretas y coceando para alejar a las moscas. Habia cobertizos hechos de palo y techados con ramas, donde vendian limonada y pan de jengibre, con montones de sandias, maiz verde y cosas asi.

Los predicadores estaban en cobertizos del mismo tipo, aunque mayores y llenos de gente. Los bancos estaban hechos de pedazos de troncos, con agujeros en el lado de abajo, para introducir unos palos que hacian de patas. No tenian respaldo. Los predicadores disponian de unas tarimas altas para subirse a un extremo de los cobertizos. Las mujeres llevaban pamelas, y algunas, vestidos de un tejido de lino y lana, otras de holanda, y algunas de las jovenes, de calico. Algunos de los muchachos iban descalzos, y habia ninos que no llevaban mas ropa que una camisa de lino burdo. Algunas de las mujeres mayores tejian ylas mas jovenes flirteaban a escondidas.

En el primer cobertizo al que llegamos el predicador estaba cantando un himno. Recitaba dos lineas, todo el mundo las cantaba, y resultaba muy bonito oirlo, porque habia mucha gente y cantaba muy animada; despues les recitaba otras dos lineas para que las cantaran, y asi sucesivamente. La gente se iba despertando cada vez mas y cantando cada vez mas alto, y hacia el final algunos empezaron a gemir y otros a gritar. Entonces el predicador empezo a predicar, y ademas en serio, y fue a zancadas primero a un lado de la tarima y despues al otro, y luego se inclino por encima de todos, moviendo los brazos y el cuerpo todo el tiempo y gritando con todas sus fuerzas, y de vez en cuando levantaba la Biblia, la abria y la pasaba de un lado para otro, gritando: «?Es la serpiente de bronce del desierto! ?Miradla y vivid!» Y la gente gritaba: «?Gloria! ?Amen!» El predicador seguia y la gente gemia, gritaba y decia amen:

—?Ah, venid al banco de las lamentaciones! ?Venid, ennegrecidos por el pecado! (?Amen!) ?Venid, los enfermos y los llagados! (?Amen!) ?Venid, los cojos y los tullidos y los ciegos! (?Amen!) ?Venid, los pobres y los necesitados, llenos de verguenza! (?Amen!) ?Venid, todos los que os sentis cansados, sucios y sufrientes! ?Venid con el animo destrozado! ?Venid con el corazon contrito! ?Venid con vuestros harapos, vuestros pecados y vuestra suciedad! ?Las aguas que purifican son gratuitas, las puertas del cielo estan abiertas, ah, entrad y descansad! (?Amen!) (?Gloria, gloria, aleluya!).

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