DEL FAMOSO
Ernest Hemingway, autor del clásico "El viejo y el Mar", mezclaba momentos de dura actividad física con períodos de inactividad total. Antes de sentarse a escribir las páginas de un nuevo romance, pasaba horas desgajando naranjas y mirando el fuego.
Cierta mañana, un reportero notó este extraño hábito.
– "Usted no encuentra que está perdiendo el tiempo?", preguntó el reportero. "¿Usted que es tan famoso, no debería hacer cosas más importantes?"
– "Estoy preparando mi alma para escribir, como un pescador prepara su material antes de salir al mar", respondió Hemingway. "Si él no hace esto, y cree que solo el pez es lo más importante, jamás conseguirá nada".
DEL PERDERSE
Marcelo, marido de una productora de televisión, estaba perdido en Los Angeles, California. Durante horas vagó sin rumbo, y, ya tarde en la noche, terminó entrando en un área peligrosa. Percibiendo el ambiente a su alrededor, se puso nervioso y resolvió tocar el timbre de una casa con luz encendida. Un hombre de pijama atendió. Marcelo explicó la situación y pidió que le llamase un taxi. En lugar de hacer esto, el hombre se vistió, sacó el auto del garaje y lo llevó hasta su hotel.
En el camino, le explicó: "hace cinco años atrás, estuve en Brasil. Cierta noche, me perdí en San Pablo. Yo no hablaba una palabra en portugués, pero un muchacho brasileño terminó entendiendo lo que yo quería, y me llevó hasta el hotel. Hoy, Dios me permitió saldar esa deuda".