LA CEREMONIA DEL TÉ
Consigo que mi editor, Maseo Masuda, finalmente me invite a la tradicional ceremonia del té. Él piensa que no voy a entender bien: "no pasa nada especial", me repite varias veces.
Nos vamos hacia una montaña cerca de Hakone, entramos en un pequeño cuarto, y su hermana, vestida ritualmente con un kimono nos sirve el té. Sólo eso: pero todo se hace con tanta seriedad y protocolo, que una práctica cotidiana se transforma en un momento de comunión con el Universo.
El maestro de té, Okakusa Kasuko, explica lo que acontece: "la ceremonia es la adoración de lo bello. Todo el esfuerzo se concentra en la tentativa de llegar a lo Perfecto a través de los gestos imperfectos de la vida cotidiana. Toda su belleza consiste en respetar las cosas simples que hacemos, pues ellas pueden llevarnos a Dios".
Si un simple encuentro para beber té puede llevarnos a Dios, qué decir de las otras oportunidades que se presentan a diario -sin que nos demos cuenta.
LA CERTEZA, LA ESCUELA Y LA DUDA
Buda estaba reunido con sus discípulos cierta mañana, cuando un hombre se aproximó:
– ¿Existe Dios? -le preguntó.
– Existe -respondió Buda.
Después del almuerzo se aproximó otro hombre:
– ¿Existe Dios? -quiso saber.
– No, no existe -dijo Buda.
Al caer la tarde, un tercer hombre hizo la misma pregunta:
– ¿Existe Dios?
– Usted tendrá que decidir -respondió Buda.
Cuando el hombre se marchó, un alumno comentó, indignado:
– Maestro, ¡qué absurdo! ¿Cómo da usted respuestas diferentes para la misma pregunta?
– Porque son personas diferentes, y cada una llegará a Dios por su propio camino. El primero confiará en mi palabra. El segundo hará todo para probar que estoy errado. Y el tercero sólo cree en aquello que es capaz de escoger por sí mismo.