Dersu Uzala - Арсеньев Владимир Клавдиевич


Annotation

En 1902, un oficial del zar, explorador y etnógrafo, Vladímir Arséniev, visita en los confines de Siberia y China algunas regiones hasta entonces desconocidas para los europeos. Una noche, en el corazón de la taiga siberiana, se encuentra con un viejo cazador. Dersu Uzala, quien a partir de entonces se convierte en su guía y amigo. Con sagacidad e intuición prodigiosas, Dersu revela todos los secretos de la naturaleza; conoce y siente todas las manifestaciones de la vida al aire libre; lo mismo habla con los animales que con las nubes y el sol, el fuego y la noche... De esta obra, verdadero canto a la naturaleza y la amistad, el prestigioso semanario parisino L'Express ha dicho: «Por su ritmo y por su maravillosa simplicidad, Dersu Uzala puede compararse con las obras maestras de la literatura clásica rusa». En suma, un magistral relato en el que se inspiró la película que, con este mismo título, dirigió el realizador japonés Akira Kurosawa en 1974.

Vladímir Arséniev

Dersu Uzala

La taiga del Ussuri

Traducción de Teresa Ramonet

grijalbo mondadori

Título original: DERSOU OUZALA

Traducido de la edición de Éditions Pygmalion, París, 1977

Cubierta: Jordi Solé

© 1977, ÉDITIONS PYGMALION

(por acuerdo con la Agencia de la URSS para Derechos de Autor, Moscú, 1997)

© 1978 de la traducción castellana para España y América:

GRIJALBO MONDADORI, S. A

Aragó, 385, Barcelona

Primera edición en esta colección

ISBN: 84-253-3105-6

Depósito legal: B. 1.303-1997

Impreso en Hurope, S. L., Recared, 2, Barcelona

Prólogo

El nombre de Vladímir Arséniev es conocido en todos los países. Sus expediciones por la región del Ussuri, que recorrió en todas direcciones durante muchos años, le dieron renombre universal.

Actualmente, la curiosidad por el extremo oriente ruso es más viva que nunca. Las obras de Arséniev constituyen una fuente inagotable de hechos referentes a esta zona, y una de las lecturas más atrayentes. Máximo Gorki ha escrito a propósito del libro que presentamos hoy al lector español que, además de «su valor científico indudable y tan importante», él estaba «encantado y entusiasmado por su poder de evocación». «Usted ha logrado —le escribía al autor— ser a la vez Brehm y Fenimore Cooper, lo que no es poco, que digamos.»

Y Fritjof Nansen, que había tenido ocasión de conocer a Vladímir Arséniev en Jabarovsk, expresaba así su opinión sobre él, en el prólogo a la edición alemana de una de sus obras: «Este explorador nos descubre un mundo desconocido hasta ahora. Lo asombroso es que nosotros, habitantes del Viejo Mundo, conocíamos mejor a los indígenas de América del Norte que a los de Siberia, y sobre todo a los de la Siberia oriental, que presentan ciertamente un interés más considerable para nosotros. Espero que la obra magnífica y llena de interés de Arséniev encontrará un gran número de lectores.»

El autor nos conduce a la región montañosa de Sijote-Alin, a las selvas que han quedado hasta nuestros días impenetrables para los europeos. Los golds,que ocupan la región del Ussuri hasta la desembocadura del Daubi-khé, son ante todo cazadores apasionados. Habitantes de un país donde el pescado es poco abundante en los ríos, pero donde la taiga, esa especie de selva de la Siberia, abunda en caza, consagran toda su actividad a ésta. Siempre a la caza de cibelinas; de bosques poblados de jóvenes marales [1], llamados panty,que son particularmente apreciados para diversos usos; a la búsqueda de la raíz del gin-seng,considerado como un poderoso medicamento, penetran a menudo en los rincones más remotos de Sijote-Alin. Son cazadores maravillosos y de una sagacidad prodigiosa en el arte de descifrar las huellas de los animales.

Dada la importancia del papel que representó en estas expediciones el cazador goldDersu, Arséniev comienza por describir su primera expedición, a principios de nuestro siglo, a lo largo de los ríos Tzimu-Khé y Lefu, donde encontró a Dersu por primera vez. Después, relata otras dos expediciones realizadas más tarde en la misma comarca.

Observador atento, escritor de talento, Arséniev ha sabido revivir la vida misteriosa de la taiga del Ussuri y las montañas de Sijote-Alin. Su mérito consiste en haber destruido la leyenda según la cual la taiga sería un reino muerto y de silencio; en verdad, la taiga y las montañas están llenas de animación, de sonidos que hay que saber comprender, y de dramas ocultos.

Arséniev recorrió durante veinte años las selvas del Ussuri, la cadena del Sijote-Alin, que tiene una longitud de mil kilómetros, y los ríos del mar del Japón y del golfo de Tartaria. Desde el punto de vista geográfico, este país constituye una región aparte. El relato luminoso y documentado de la expedición de Arséniev, sus hojas de ruta, nos transportan a los lugares por donde él ha pasado. Y, además de sus riquezas naturales, que pueden compararse con una especie de Parque de Yellowstone, esta tierra tiene un pasado histórico del más profundo interés.

Hace un millar de años, formaba parte del Imperio de la China del Norte, bajo la dinastía de los Leao. Investigaciones geológicas muy recientes han establecido que, en aquella época, la explotación del oro, la plata y el cobre, así como los trabajos de forja del hierro eran de lo más activos. Ciertos geólogos han pretendido que las minas de oro del país del Ussuri suministraban metal precioso al Asia entera, y que se encuentra oro proveniente de los bordes lejanos del golfo de Tartaria en los antiguos ornamentos de los rajás hindúes actuales.

Cuando el Imperio de Leao sucumbió, en el siglo VIII, la región del Ussuri dejó de existir para la historia, pero en ella tuvieron lugar numerosos movimientos de población, y en el siglo XVI constituyó la parte oriental de las posesiones de los dauro-diutcheros,pueblo inteligente, de un grado de cultura bastante elevado, y que logró mantener su independencia junto a la potencia china.

Por esta región pasaban las vías comerciales que iban de China al extremo norte de Asia. Los chinos exportaban pan y arroz y recibían en cambio ricas pieles y pescado. El Ussuri era entonces una vía de tránsito importante.

En el siglo XVIII aparecieron sobre el Amur los primeros destacamentos moscovitas. Los cosacos, a la búsqueda de tierras fértiles, habían conquistado la mayor parte de Siberia y alcanzaban el Océano. Los indígenas les resistieron primero heroicamente, pero tuvieron que ceder ante el número. Entonces emigraron a China; pero cuando más tarde los chinos recuperaron la región del Ussuri, no dejaron volver a los dauro-diutcherosa su territorio y establecieron frente a Rusia, para protegerse, una zona desértica que frenó el desarrollo del país.

Los rusos no volvieron hasta el siglo XIX. En 1860, un barco de guerra ruso echó el ancla en la bahía del Gran Trepang, en el emplazamiento de la actual Vladivostok; la China, debilitada, cedió al gobierno ruso la orilla izquierda del Amur, y millares de colonos cosacos fundaron en toda la región una cadena de puestos militares. Se construyeron pequeñas ciudades y se organizaron estaciones de avituallamiento, pero el centro de la comarca quedó salvaje. Las bellezas naturales, la flora la fauna del Ussuri son actualmente tan variadas y tan ricas, como lo fueron en los tiempos primitivos. La grandiosa cordillera del Sijote-Alin deja un recuerdo imborrable a los poquísimos europeos que la visitan.

Todos estos tesoros de la naturaleza son revelados por Vladímir Arséniev en su libro, que nos abre las puertas de un mundo insospechado.

Vladímir Arséniev murió en 1930. Los relatos de sus expediciones y de sus cacerías son muy leídos en su país. Se han publicado ediciones especiales para la juventud ansiosa por conocer la Siberia Oriental, esta tierra virgen tan llena de futuro que puede ser un día para la Unión Soviética lo que fuera el Far-West para los Estados Unidos.

Los editores

Primera parte

1

El valle de cristal

En el transcurso del año 1902, con motivo de una misión que emprendí a la cabeza de un equipo de cazadores, remonté el río Tzimu-khé, que desemboca en la bahía del Ussuri, cerca del pueblo de Chkotovo. Mi convoy se componía de seis tiradores siberianos, junto con cuatro caballos cargados de equipaje. El objeto de esta misión era el estudio —para los servicios del ejército— de la región de Chkotovo y la exploración de los desfiladeros del macizo montañoso de Da-dian-chan [2], donde nacen las fuentes de cuatro ríos: el Tzimu-khé, el Maia-khé, el Daubi-khé y el Lefu. A continuación, debía señalar todas las pistas vecinas al lago de Janka y al ferrocarril del Ussuri.

La cadena de montañas de que se trata aquí comienza cerca del Iman y desciende hacia el sur, paralelamente al río Ussuri, dirigiéndose del nor-nordeste hacia el sud-sudoeste, de tal manera que tiene al oeste el río Sungari y el lago de Janka, y al este el río Daubi-khé. Después, la cordillera se separa en dos partes: una de ellas se extiende hacia el sudoeste y forma la cadena llamada «La Rica Cabellera» ( Bogataia Griva),que corre a lo largo de la península de Muraviev-Amurski, mientras que la otra se dirige hacia el sur y se confunde con la alta cadena que separa los ríos Daubi-khé y Sui-chang.

La parte norte de la bahía del Ussuri se llama ensenada de Mai-tung. En otro tiempo, esta ensenada entraba mucho más profundamente en el continente. Eso salta a la vista en seguida. Ahora, los acantilados han retrocedido algunos kilómetros de la costa. En otro tiempo, la desembocadura del Tanegouze se encontraba en el emplazamiento actual de los lagos Sane y El-Pouza, mientras que la desembocadura del Maia-khé se ubicaba un poco más arriba del lugar en que este río está cortado hoy día por la vía férrea.

Todo este espacio, en una superficie de veintidós kilómetros cuadrados, representa una llanura pantanosa rellenada por los aluviones del Maia-khé y del Tanegouze. Entre los pantanos, quedan todavía algunos lagos pequeños, marcando los lugares que eran antiguamente más profundos. Este lento proceso de retirada del mar y de crecimiento de la tierra firme continúa todavía. La misma suerte espera también a la ensenada de Maitun, que ya actualmente es muy poco profunda. Sus costas occidentales están formadas de pórfidos; sus costas orientales son terrenos terciarios. En el valle del Maia-khé abundan los granitos y las sienitas, mientras que al este del río dominan las formaciones basálticas.

El pueblo de Chkotovo se encuentra en la orilla derecha del Tzimu-khé [3], cerca de su desembocadura. Construido en 1864, fue quemado por los hundhuzesen 1868 y reconstruido en 1869. Prjevalski, en 1870, no encontró más que seis casas con treinta y cuatro habitantes. A mi llegada era ya un pueblo de cierta importancia.

Nosotros pasamos dos días recorriendo los alrededores y preparándonos para nuestro lejano viaje.

El río Tzimu-khé, de treinta kilómetros de largo, corre en dirección este-oeste y no tiene a su orilla derecha más que un solo afluente, el Beitza, cuyo valle es llamado por los habitantes del país el Valle de Cristal. Este nombre le viene de una fanza [4]china de cazadores en medio de cuya ventana había un pequeño trozo de vidrio. En esa época, la región del Ussuri no poseía ninguna fábrica de vidrio y éste tenía un gran valor entre sus atrasados pobladores. En el fondo de las montañas y de los bosques el vidrio servía como moneda de cambio, y se podía trocar una botella vacía por harina o sal.

Los ancianos cuentan que, en caso de disputa, los adversarios trataban de penetrar unos en casa de otros para romper la cristalería. En estas condiciones, no hay que asombrarse de que un pedazo de vidrio en la ventana de una famachina se considerase como un gran lujo. Los primeros colonos quedaron tan sorprendidos que, más allá de la famachina y del río, llamaron a toda la región Valle de Cristal.

De Chkotovo, remontando el valle del Tzimu-khé, se sigue primero una pequeña ruta que, después del pueblo de Novorossisk, se transforma en sendero. Este conduce al Sutchan y al río Kangouzon [5], en la dirección del pueblo de Novonéjine. La ruta atraviesa el río varias veces, lo que hace que en los momentos de crecida las comunicaciones se encuentren interrumpidas.

Partiendo temprano de Chkotovo, alcanzamos el mismo día el Valle de Cristal y nos adentramos en él. El Beitza corre hacia el oeste sudoeste, casi en línea recta; después, dobla hacia el oeste, pero ya en las proximidades de su desembocadura. La anchura del Valle de Cristal varía según los lugares. Tan pronto disminuye hasta reducirse a cien metros como, por el contrario, excede de un kilómetro. Como la mayor parte de los valles de la región del Ussuri, éste es uniformemente llano. Las montañas que lo encuadran, recubiertas de escasos encinares, tienen pendientes muy abruptas. El paso de la llanura a la montaña es extremadamente brusco, lo que señala importantes fenómenos de erosión. En tiempos antiguos, este valle era mucho más profundo; no se rellenó hasta más tarde, con los aluviones del río.

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