Perdona Pero Quiero Casarme Contigo - Федерико Моччиа 25 стр.


Al final consiguen llegar a la salida sin que se produzcan nuevos incidentes. Niki le sonríe.

 No es cierto, la clase de literatura italiana es preciosa, el profesor

parece un poeta cuando menciona esas citas y da esos saltos temporales, establece unas relaciones absurdas me parece genial.

 «Para conservar durante largo tiempo el amor de un amante es indispensable que nunca falten ni la esperanza ni el temor.» Émilie du Châtelet. ¿Ves?, yo las hago continuamente y no veo que me aprecies tanto

 ¡No es cierto! Estoy aquí contigo

 ¿Y eso qué tiene que ver? Sólo estás ahora aquí porque te he salvado la vida. Pero tengo una duda, ¿no te habría gustado que te aplastasen para que tu fotografía y tu nombre salieran después en todos los periódicos?

 Pero ¿de qué hablas?

 ¡Aquí todos quieren exhibirse! ¿Sabes lo que pagarían éstos por estar en «GH» en lugar de aquí?

 ¿«GH»?

 Sí, en la casa de «Gran Hermano» o en «La isla de los famosos». En fin, en cualquiera de esos reality shows que te hacen sentir rico y famoso por un momento y que, a raíz de ello, te empujan a dejar a tu esposa o a tu marido, o a cambiar de trabajo. Sales de allí pensando que te vas a comer el mundo y, en cambio, al cabo de unos cuantos meses vuelves a ser un don nadie, mejor dicho, vuelves a ser la persona que eras antes y te sientes de nuevo insignificante

 ¡Eh, eso es pura filosofía!

Guido sonríe.

 Pues sí El ser y la apariencia en la sociedad moderna, de Guido Desio. No estaría mal como tratado, ¿verdad?

 No, es cierto. Sólo que me parece que tú estás demasiado al día sobre esos reality, ¿no será que te has presentado a alguna prueba?

 No, pero los he vivido en primera persona: mi ex quería entrar como fuese en «GH» y, como la rechazaron, montó un pollo increíble, cayó en una depresión y luego quiso intentarlo con todos: «La granja», «La isla de los famosos» ¿Moraleja? Dado que al final no podía ser importante para el público, optó por serlo para el profesor ¿Te das cuenta? Puede parecerte absurdo, pero a uno puede sucederle de todo con las chicas, porque las tentaciones de esta sociedad son infinitas

 De nuevo el tratado Desio. En realidad yo creo que tu teoría puede aplicarse también a algunos hombres

 Más en el caso de las mujeres

Guido sonríe, pero Niki se percata por primera vez de que sus palabras traslucen cierta amargura, un disgusto sincero, el sabor del fracaso. Lo esperaba todo de ella. No hay nada peor que creer en una persona, en el amor, sobre todo, y lanzarte sin pensarlo dos veces En un segundo pasan por la mente de Niki mil imágenes. Lanzarse desde un trampolín con los ojos cerrados a una piscina vacía. Y ese extraño ejercicio que hacen en el gimnasio en el que uno se deja caer hacia atrás mientras otro, que está a sus espaldas, debe cogerlo Cierras los ojos y te lanzas demostrando que confías en tu compañero, pero ¿y si por casualidad éste se mueve de repente porque, pongamos por caso, alguien lo llama? «Eh, amigo, ven aquí un momento.» Y el tipo en cuestión se va sin advertirte y alza las manos en el preciso momento en que tú te dejas hacia atrás. Niki entorna los ojos ¡Madre mía, menudo batacazo! En realidad, alguien ha volcado al suelo un banco de madera. Un chico se levanta masajeándose las nalgas.

 Ay, qué daño ¡Qué caída tan tonta!

 Ya te he visto ¡Estabas en la ventana con los pies apoyados en el respaldo y te resbalaste! -Se aleja riéndose con sus dos amigos, ¡sobre todo porque el porrazo no se lo ha dado él!

También Guido se echa a reír.

 ¡Vaya susto te has llevado!

 Sí Madre mía, menudo golpe se ha dado Si me hubiera ocurrido a mí, me habría quedado tiesa.

 No Pareces una persona muy atlética -Guido observa su cuerpo, pero sin segundas intenciones-. Lo digo en serio, es más, me gustaría retarte ¿Te apetece?

 ¿Retarme, a qué?

 Es una sorpresa ¿Te apetece o no?

Niki reflexiona por un instante. Hoy no tiene que hacer ningún Preparativo para la boda y la clase se ha suspendido. Quizá podría ir a casa a estudiar Guido comprende que titubea.

 Venga, no es nada peligroso Vendrán también Barbara, Luca, Sara y Marco. Vamos, no lo pienses más, nos divertiremos sin correr ningún riesgo.

Niki se deja convencer.

 Vale.

De manera que se encaminan hacia la salida de la facultad hablando de sus cosas. No corres ningún riesgo ¿Qué habrá querido decir?

Noventa y cuatro

Por la tarde. Un tibio sol ilumina los senderos de Villa Borghese. Varios jóvenes hacen jogging mientras escuchan música con sus auriculares. Un grupo de niños juega mientras sus madres, algo apartadas de ellos, hablan de los temas que comparten. Una pareja joven se besa sentada en un banco.

 Qué día tan bonito, ¿eh, cariño?

 Sí, precioso

 ¿Cómo estás? ¿Has tenido más molestias?

 No, todo está bajo control. Además, ya oíste lo que dijo la doctora Rossi cuando le llevamos los análisis de sangre, dijo que era normal, que incluso los síntomas no son demasiado molestos. Me siento bien, ¿sabes? Cuando pienso que llevo una vida dentro de mí me emociono muchísimo No imaginaba que sería así

Filippo da una patada a una piedra, pero ésta apenas se mueve, de manera que lo intenta de nuevo. Esta vez lo hace mejor y la piedra sale volando; en unos instantes empieza un dribbling imaginario hasta que acaba en un seto.

 ¡Gol! ¿Has visto, cariño? -Filippo regresa risueño-. Soy un as. ¡Tu campeón!

 ¡Muy bueno, ya lo he visto! Puede que algún día estés aquí con tu hijo haciendo eso mismo y que él quiera jugar contigo. ¿No sería estupendo?

Filippo vuelve a su lado y le da un abrazo. Prosiguen su paseo.

 No lo sé, no lo he pensado ¿Sabes? Para mí ha sido una sorpresa enorme, algo que no había programado.

 ¡Pues imagínate yo! No obstante, tenemos que pensar en ello aunque todavía nos queda tiempo para decidir Decírselo a nuestro padres, pensar si queremos

 ¡Mira! -Filippo se detiene en seco y le señala algo-. ¡Ahí abajo! ¡Son Pier y Fabrizio! -dice, y echa a correr hacia dos chicos que están jugando a la pelota en el centro de una avenida.

Filippo llega a su lado, los saluda y les indica a Diletta, que mientras tanto se aproxima a ellos y los saluda con la mano. Filippo se pone a jugar con sus amigos. Diletta lo mira y sacude ligeramente la cabeza. Pero ¿qué hace? ¿Por qué no quiere hablar del tema? ¿Qué cree, que a mí me resulta fácil? Lo necesito, esta decisión debemos tomarla juntos. Un hijo te cambia la vida, sobre todo cuando eres tan joven. Pero un hijo es también una cosa maravillosa, es la razón de nuestra presencia aquí, nuestro verdadero puente hacia el futuro. Mira a su alrededor. Ve a una chica empujando tranquilamente un cochecito mientras le habla al niño que va dentro, sin importarle que éste no pueda entender lo que le dice. Sin embargo, ese contacto es importante, es el vínculo que los une, de manera que ella sigue hablando. Diletta sonríe. Siente una gran ternura. A continuación se vuelve de nuevo hacia Filippo. Lo contempla mientras juega, se divierte y bromea. Como un niño.

Noventa y cinco

 He pasado las vacaciones de verano en Elba con mis padres

 Ah, debe de ser una isla preciosa ¡Nunca he estado allí!

 Pues alguien como tú, a la que le gusta el surf, debería haber estado en la Toscana. Hay un lugar a la altura de Civitavecchia desde el que se ven unas marejadas increíbles Tipo El gran miércoles

 Sí, bueno, en nuestro mar no hay olas así.

Las únicas Olas fuertes y hermosas que conozco son mis amigas, piensa Niki.

 ¡En ese caso mejor decir Un jueves de mierda! ¡Aun así, hay alguna que otra ola que merece la pena! Tenemos que ir alguna vez

Niki sigue caminando y sonríe para sus adentros. «Tenemos que ir» ¿Cuándo? Dentro de nada me caso. Me temo que a partir de entonces será más complicado. Guido la mira.

 Con los demás, ¿eh? -No comprende la verdadera perplejidad de su amiga-. Organizamos un grupo y vamos todos juntos. Es fantástico hacer surf por la noche.

 Pero ¿no es peligroso?

 No, en absoluto, ponemos los faros de los coches enfocando hacia el mar y no veas lo guay que es. Te pone la adrenalina a mil. Y si, además, hay luna llena y estrellas Bueno, entonces es inevitable enamorarte

Niki arquea las cejas.

Guido vuelve a sonreír.

 Del mar. Y para siempre. Ya no puedes pasar sin él. No entiendo a los que se drogan. A veces la naturaleza me emociona tanto que se podría decir que para mí es como una verdadera droga. ¿Sabes? he estado en Brasil, en Fortaleza, donde hay unas dunas blancas tan altas como montañas. A veces, al atardecer, se organiza una especie de peregrinaje y se sube a pie hasta lo alto de una de esas montañas blancas. Hay gente de todas partes y se llega a la cima para contemplar el sol rojo que, poco a poco, se va hundiendo en el mar. Todos se sientan en esas enormes dunas con las piernas cruzadas. Es un espectáculo único.

 Te creo Basta oír cómo lo cuentas para comprender que se te ha quedado grabado en el corazón.

 Allí, las olas eran espectaculares, y también la arena. Todas las noches subíamos para ver el atardecer y a veces algunos de nosotros nos llevábamos unas tablas cortas de madera para poder deslizarnos sobre la arena, por la pendiente más rápida, hasta llegar abajo.

 No me digas

 Pues sí, yo lo hice; sin embargo, es peligroso.

 ¿Por qué?

 Porque si te caes no hay quien te pare hasta que llegas a los pies de la duna. Ruedas muy rápido porque la pendiente es muy pronunciada.

 ¿Y a ti te pasó alguna vez?

 Sí, pero ya casi había llegado abajo Fue un descenso increíble, más espectacular que otra cosa No me pasó nada.

 Ah, a propósito de problemas -Niki apoya las manos en las caderas-. La otra noche casi me creas uno enorme con el mensaje que me mandaste.

 ¿Por qué? Que yo recuerde, no escribí nada malo

 No deberías haberlo escrito y punto.

 ¿Por qué? ¿Acaso no somos amigos?

 No, y lo sabes O, al menos, todavía no. En cualquier caso, habría sido fácil explicarle tu mensaje a mi novio.

 ¡Qué exagerada! Imagínate que hubiese escrito una frase como ésta: «Me falta el aliento cuando estás lejos» ¡Es de Keats! ¡Entonces debería haberse enfadado con él!

Niki sacude la cabeza.

 Ya puestos, podrías haberme enviado directamente esa tan estupenda de Oscar Wilde: «Resisto a todo excepto a la tentación.»

 Eso es Oscar Wilde siempre me ha gustado. ¿Sabes por qué? porque no fingía y decía siempre la verdad.

Llegan a la salida de la facultad. Guido se detiene delante de su Harley Davidson y abre un gancho que sujeta el casco.

 Ten

Niki se lo pone. Guido sube a la moto mientras se coloca el suyo y alarga el brazo izquierdo para que ella se apoye en él y pueda subir más fácilmente. A continuación la pone en marcha y da un poco de gas. El tubo de escape suena potente y resuelto en el gran piazzale Aldo Moro. Algunos chicos que charlan sentados en su moto se vuelven a mirarlos. Otros sonríen al ver salir como un rayo la espléndida 883, que, serpenteando veloz entre el tráfico, desaparece por los pasos subterráneos rumbo a la piazza del Popolo.

Guido se vuelve hacia ella.

 Si tienes miedo puedes abrazarme, Niki.

Ella esboza una sonrisa y sus miradas se cruzan en el espejo retrovisor.

 ¡Ya te he dicho que no tengo miedo!

Guido sonríe.

 ¿Estás segura? -Acelera de repente.

La moto da un salto hacia adelante y Niki se ve obligada a abrazarse a él para no caerse. Se aferra a su cazadora y lo estrecha con fuerza, mientras él acelera de nuevo y enfila a toda velocidad una curva bajando por la strada del Muro Torto.

 Muy bien, así irás más segura

Niki se siente ligeramente molesta, pero no le queda más remedio que agarrarse a él. Guido sigue corriendo entre los coches, los adelante por la derecha y por la izquierda, sale y entra, ladeándose, como si estuviese esquivando unos bolos. Poco a poco, esos movimientos lentos y constantes la van calmando. Niki se pierde en el viento, ensimismada en sus pensamientos. Pero ¿qué hago yo aquí, detrás de este tipo? ¿Y si tenemos un accidente? ¿Qué iba a contarle a Alex? ¡O, peor aún, si llego a la boda con una pierna rota! Vestida de blanco y escayolada. No podría escribir nada en el yeso, o quizá sí: «¡Recién casados!» Además, podría colgar de él unas latas vacías. No estaría mal. Ya me imagino a los padres de Alex ¡Y a sus hermanas! Mientras piensa eso, abraza más fuerte a Guido y se deja llevar perdiéndose aún más en el viento.

Noventa y seis

Llaman a la puerta. Olly va a abrir y entra Erica con una bandeja de pizzettas.

 ¡Aquí estoy! ¡La doctora Erica a su servicio! -Pasa junto a su amiga y se dirige a la cocina. Abre la nevera, coge dos Coca-Colas y dos vasos, y a continuación regresa junto a Olly y le tira de un brazo.

 Pero ¿qué haces?

 ¿Cómo que qué hago? Cuando hemos hablado por teléfono me has parecido muy triste, y he decidido que necesitabas a alguien que te levantara la moral

La obliga a sentarse en el sofá y lleva hasta allí la bandeja con las pizzettas, los vasos y la botella de Coca-Cola. Después se sienta a su lado. Olly la mira risueña. Es una amiga de verdad. Empiezan a bromear y a parlotear.

 ¿Sabes que a mi amiga Ilenia la han aceptado para un programa de televisión, en el cuerpo de baile? Es una cadena local, pero aun así ella está encantada. Un cabaret con cómicos romanos.

Olly se vuelve hacia ella.

 ¿Ilenia?

 Sí, ¿te acuerdas de ella? La invité también a la fiesta de Niki.

Olly coge una pizza.

 La recuerdo, la recuerdo

 Es muy simpática, y vale mucho. Su padre murió hace poco y ella se ocupa ahora de su madre. Además, estudia y baila, y ahora ganará también algo de dinero. Lleva toda la vida enamorada de su novio, ¿sabes? Una de esas relaciones eternas que cuesta creer que puedan durar tanto y, sin embargo, se adoran después de todos estos años. Yo jamás viviré algo así

Olly acaba su pizzetta y coge otra.

 Así que tiene novio

 Sí, y está enamorada, que es lo más importante.

Olly da buena cuenta de la segunda pizzetta. Se sirve un poco de Coca-Cola en el vaso y da un sorbo. Erica se levanta y enciende el equipo de música. Pone una canción y empieza a bailar en medio de la sala.

 ¡Venga, Olly, acércate! ¡Terapia para el cuerpo! ¡Vamos, no te hagas de rogar! -insiste sin dejar de balancearse.

Olly permanece pensativa en el sofá, y entiende hasta qué punto son estúpidos sus celos. Piensa en cómo se comportó aquella noche, en la fiesta, cuando poco menos que ignoró a Ilenia. Y en cómo trató después a Giampi, acusándolo de nada. Qué imbécil. Me dejé engañar por mis temores. Dejé que la superficialidad me venciese. Yo, que siempre estoy lista para aconsejar a los demás, para criticar a los que son demasiado celosos, justo yo me caí con todo el equipo. Mira a Erica mientras su amiga baila ligera, despreocupada y alegre. Se levanta y se une a ella. Se deja llevar por la música, por las palabras de Tiziano Ferro y, después, al azar, por R.E.M, Coldplay, The Fray, Oasis, Nelly Furtado La radio no sigue un orden preciso. Como los pensamientos de Olly.

Noventa y siete

Lungotevere, piazza Cavour, la moto corre ligera. Piazza Belle Arti, de nuevo el Lungotevere, piazza Mancini. La moto parece como hechizada, todos los semáforos que va encontrando en su camino están en verde, ponte Milvio, corso Francia, lungotevere dell'Acqua Acetosa. La moto frena gradualmente y, tras doblar una amplia curva, entra en el aparcamiento.

 ¡Ya está! ¡Hemos llegado!

Niki se quita el casco mientras baja.

 ¡Caramba! ¡Así que la sorpresa era ésta! ¡Estamos en la bolera!

 Sí, y ahora puedes decidir si aceptas o no el desafío, ¡o si prefieres hacer de bola!

 Idiota Ten -Niki le lanza el casco a la barriga. Guido lo coge al vuelo inclinándose hacia adelante-. ¿Ves? Lanzo con fuerza ¡Derribo los bolos! -Niki sube apresuradamente la escalera y entra en la gran sala de la bolera.

Guido se echa a reír, pone el candado a la moto y corre en pos de ella.

 Espérame.

Nada más llegar a su lado oye que alguien los llama.

 ¡Eh, vosotros dos! ¡Al final os habéis decidido a venir!

Marco, Sara, Luca y Barbara se aproximan a ellos desde la pista central.

 ¡No me lo puedo creer! -Marco da un empujón a Luca.

 ¿Has visto? Guido dijo que vendría con Niki y tú te negaste a creerlo

Niki se vuelve, irritada con él. Guido abre los brazos.

 Les dije que con tu ayuda les ganaríamos ¡Tenían miedo! Nos temen Has sido muy amable de aceptar Venga, vayamos a cambiarnos de zapatos.

 ¡Sí, daos prisa, que en seguida empezamos otra partida!

Guido y Niki se encaminan hacia el rincón donde la gente se cambia los zapatos.

 ¡Yo no te dije que sí! ¡No sabía que el reto era éste!

Él trata de calmarla.

 En cualquier caso me habrías dicho que sí, ¿no?

 ¡No!

 Pero ¿por qué? Mira que eres cabezota ¡Ya verás como nos divertimos!

 Eso sin duda Pero no me ha gustado que les dijeses de antemano que vendrías conmigo.

 Lo hice para reservar la pista, de lo contrario quizá se habría apuntado otro y luego habríamos sido demasiados. Si no hubieses querido acompañarme habría venido de todas formas, pero con otra

Niki se sienta y lo mira enojada mientras se descalza. Guido se disculpa.

 Sólo en el caso de que tú no hubieses querido venir Aunque no habría sido lo mismo, eso seguro

 ¡Por supuesto!

 También podría haber venido con un amigo.

 Sí, tú con un tío Cuesta de imaginar. -Niki entrega sus zapatos a un empleado-. El treinta y ocho, por favor

También Guido se los da.

 Para mí el cuarenta y dos.

Les entregan los zapatos para jugar a bolos. Luego se sientan uno al lado del otro en un banco para atárselos. Guido la mira y le sonríe.

 ¿Por qué has dicho esa maldad?

 ¿Cuál?

 Que no me imaginas saliendo con un amigo.

 No es una maldad, creo que es cierto.

 La verdad es que después de ella no he vuelto a salir con ninguna

chica

 ¿Me estás diciendo que te han dado calabazas? ¡No me lo creo!

 No, la verdad es que

Niki se ata el segundo zapato y se levanta apresuradamente del banco.

 Venga, muévete -y se encamina hacia la pista dejándolo con la palabra en la boca.

 ¿Cómo jugamos? ¿Chicos contra chicas o por parejas?

 Como queráis

Barbara y Sara se miran.

 Venga, chicas contra chicos es más divertido.

 ¡Pero ellos lanzan más fuerte!

 Sí, pero aquí lo que cuenta es la precisión.

 ¡Vale, en ese caso chicas contra chicos!

Niki pasa junto a Guido.

 Os machacaremos

 ¡No me cabe la menor duda! Niki levanta una bola. Pesa mucho, así que opta por otra más ligera. Veamos Ésta es perfecta.

 Hago dos lanzamientos para calentar y después empezamos, ¿os parece bien?

Niki toma impulso, echa el pie derecho hacia atrás y lanza la bola dejando que ésta se deslice perfectamente por el centro del parquet. A continuación se incorpora y la observa avanzar a toda velocidad hasta llegar al fondo. La bola parece frenar un poco, pero al final golpea el primer bolo y a continuación todos los demás.

 ¡Caray! ¡Buen comienzo! ¡Strike!

Guido mira a Marco y a Luca.

 Ay, mal lo veo

 Claro, ¡has traído a la mejor de la universidad, mejor dicho, de Roma!

 Pero ¿es que vienes todos los días aquí, Niki?

Ella coge una nueva bola y la sopesa.

 ¡De eso nada, la última vez que estuve aquí fue cuando hice

novillos en el instituto! Tenía dieciséis años. ¡Eso fue en la prehistoria!

 Sea como sea, hay cosas que una vez las aprendes jamás se olvidan. Como montar en bicicleta.

Guido lanza una bola en ese momento. Ésta sale disparada, pero después se frena, se desvía hacia la derecha y va a parar al pasillo lateral antes de chocar contra los bolos. Cero puntos.

Marco mira a las chicas.

 Eh, podríamos dejarlo como handicap. ¡De lo contrario, se acabó la partida!

Guido se echa a reír.

 Venga, estaba emocionado Además, como dice Frak Wilczek: «Si no cometes errores significa que no intentas resolver los problemas verdaderamente difíciles. Y eso es ya de por sí un grave error.»

 ¿Qué? Pero ¿de qué estás hablando? ¡¿Se puede saber a qué problema verdaderamente difícil te refieres?! -dice Marco.

 Confiad en mí, joder, confiad en mí Y cuando yo os lo diga, ¡desencadenad un infierno!

 Eso era lo que decía el gladiador Perdona, pero ¿qué tiene que ver?

 Bueno, sólo era por decir algo Ahora hay que combatir y ha sido lo primero que se me ha ocurrido.

 Faltaría más, el poeta ha descendido entre nosotros -responde Marco-. ¡Pero para hacernos perder!

Guido lo coge del brazo.

 Te juro que me esforzaré. Sólo puedo mejorar.

 ¡Eso sin lugar a dudas!

Guido se dirige entonces a los demás.

 ¿Os apetece algo de beber?

Luca mira a Marco.

 ¡Intenta sobornarnos!

 Digamos que me gustaría remediar el error. Vosotras también chicas, ¿queréis algo?

 Vale. Yo, una Coca-Cola.

 ¡Yo también!

 ¡A mí me gustaría una cerveza!

 Para mí un zumo de pifia

Guido los mira preocupado.

 No sé por qué, pero tengo la impresión de que, de ahora en adelante, me conviene no equivocarme más -y se dirige desconsolado al bar a buscar lo que sus amigos le han pedido.

Noventa y ocho

 Es un lugar precioso La vista es verdaderamente espectacular.

Alex sonríe al ver el entusiasmo de Raffaella.

 Ése es el Altar de la Patria, ¿verdad?

 Sí, creo que sí.

Leonardo vuelve a la mesa.

 Entonces, ¿os gusta este sitio?

 ¡Es de ensueño!

 Sí, es magnífico, en serio -responde Alex sinceramente. Mira a su alrededor. A las mesas contiguas hay sentada gente muy elegante y una música dub ambienta el local con el volumen justo, sin molestar-. ¿Cómo consigues encontrar estos restaurantes tan especiales?

 Me gustan los sitios vanguardistas pero que, a la vez, sean excelentes. El otro día probé Gusto, en la piazza Augusto Imperatore, sirven salad bar, brunch

 ¡Menudo riesgo! ¿Qué sabes tú de todo eso?

 ¡Es cierto! Sólo que a mí me gusta arriesgarme Leo un artículo, oigo lo que se comenta por ahí y me lanzo, pruebo, me aventuro

Alex lo mira asombrado.

 Pues esos canallas del despacho aseguran que tu secretaria es la que se ocupa de todo

Leonardo se pone serio.

 Bueno Sí, en parte es cierto, quiero decir que es ella la que se ocupa de las reservas, pero digamos que la creatividad, la elección del local, las cosas más importantes, vaya, ¡ésas las hago yo!

Alex observa con más detenimiento el restaurante. Zodiaco. En la cima de Monte Mario, junto al observatorio científico universitario y a la base militar para las radiocomunicaciones. Según parece, en una ocasión Claudio Baglioni estuvo allí y eso le sirvió de inspiración para La vita é adesso. Es cierto, la vida es ahora. ¿Cómo decía? «Giran las nubes sobre el café al aire libre y te preguntas quién eres, si eres tú el que empuja hacia adelante el corazón y la ardua tarea de ser un hombre y de no saber qué te deparará el futuro.» Alex sonríe. Era algo así. Qué canción tan maravillosa. La ardua tarea de ser un hombre y de no saber qué te deparará el futuro A continuación desdobla la servilleta y se la coloca sobre el regazo.

Cuando llega el camarero Leonardo decide pedir.

 Veamos, ¿qué les apetece comer?

Raffaella se ha concentrado ya en el menú.

 Mmm Qué rico, me lo comería todo.

 Sí, los nombres hacen pensar en grandes cosas. -Alex también echa un vistazo a la carta. Hum, sí, me apetece un primer plato, pero debo conservar la línea. Yo, al menos, sé lo que me depara el futuro próximo: mi boda-. Una ensalada y un filete.

Raffaella sonríe.

 Ah Veo que ya estás pensando en el traje de boda, ¿eh?

No se le escapa nada.

 Ja, ja

 ¡Pero si todavía tienes tiempo! ¡Podrías saltarte la dieta por una vez! ¡Hoy celebramos tu ascenso!

 También es verdad. Pese a que todavía no he aceptado. Está bien, en ese caso añada unas patatas fritas.

Raffaella arquea las cejas como diciendo: ¿sólo eso?

 ¡Y como entrante, un poco de foie-gras!

Ahora sonríe contenta.

 ¡Yo también me comeré un buen entrante y después un estupendo primer plato! Y luego un segundo. Todo pescado, eso sí, una ensalada templada, unos espaguetis con almejas y tomatitos, y después gambas y cigalas. ¡Con una vista así uno tiene la impresión de poder tocar el mar!

Leonardo cierra su menú.

 ¡Yo no tengo ninguna justificación! Debo seguir la dieta y lo haré. ¡Una deliciosa amatriciana! Para empezar.

Alex y Raffaella se miran y sueltan una carcajada.

 ¿Qué pasa?

 No, no, nada -Alex lo mira preocupado-. Dime una cosa, ¿tu secretaria se ocupa también de la dieta?

 Bueno -Leonardo no puede mentir-, para serte sincero, sí. Pero, en cualquier caso, sigo una dieta disociada. De manera que a mediodía puedo comer un primer plato, ¿verdad?

Raffaella lo mira titubeante.

 Sí Claro ¡Aunque quizá no precisamente una amatriciana!

Alex se encoge de hombros.

 Sí, ¡pero él ya está casado!

 ¡En efecto!

 ¡En ese caso, tráiganos también una botella de champán!

 Perdonad un momento, tengo que hacer una llamada.

 Alex se levanta y sale del restaurante.

Echa a andar por la pequeña avenida que hay justo delante y marca el número de Niki. Tuuuu, tuuuu. Está libre. Alex contempla la ciudad que tiene a sus pies. Autobuses abarrotados de gente se alejan por el camino que bordea el río, algunos coches avanzan en fila por las circunvalaciones que se ven a lo lejos; al fondo, las cimas de las montañas nevadas cierran esta maravillosa tarjeta postal. Alex mira el móvil. Nada. No responde. Cuelga y vuelve a probar. Mira la hora. Qué extraño, debería haber acabado ya las clases. Quizá esté yendo en moto. Después se lleva de nuevo el aparato a la oreja y espera un poco más confiado. Su mirada se posa sobre la placa de la calle. Alex sonríe. Un día tengo que traer a Niki aquí arriba. La avenida de los enamorados.

Noventa y nueve

El teléfono de Niki vibra silencioso en el bolso que está sobre el banco, a espaldas de la pista donde los seis están jugando. La bola rueda rápidamente por el mismo centro de la pista hasta alcanzar los cuatro bolos que quedan en pie y derribarlos.

 ¡Caramba! ¡Otro strike! -Niki salta de felicidad y abraza a Sara y a Barbara-. ¡Los estamos machacando!

 Sí, somos demasiado buenas

Luca espera a que el mecanismo cargue de nuevo los bolos al fondo de la pista.

 No, esperad, que ahora nos recuperamos

Luego, convencido y con los cinco sentidos puestos en el juego, lanza la bola. Un tiro rápido, seguro y preciso que da de lleno en el bolo central y hace saltar todos los que están detrás.

 ¡Caray! ¡Esta vez el strike lo hemos hecho nosotros, y a la primera! -Luca hace chocar la palma de la mano con la de Marco y a continuación con la de Guido-. Guapas -dice dirigiéndose a las chicas-. El strike a la primera vale el doble, ¿no? Ni se os ocurra intentarlo

 ¿Y quién pretende hacerlo? -Niki comprueba los puntos que llevan hasta ese momento-. Ni siquiera con cuatro seguidos lograríais superarnos

Marco sacude la cabeza y se acerca a Sara.

 La próxima vez jugaremos por parejas ¡Nosotros dos les habríamos ganado a todos! -La abraza y le da un beso en la boca, pero Sara se separa de él-. No trates de comprar al enemigo ¡No servirá de nada!

Luca estrecha entre sus brazos a Barbara a la vez que alza la barbilla en dirección a Marco.

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