Dramas - Уильям Шекспир


William Shakespeare

Dramas / El Mercader de Venecia, Macbeth, Romeo y Julieta, Otelo

ADVERTENCIA PRELIMINAR

Sale á luz este primer tomo de la version de Shakspeare, sin la biografía y juicio del autor que debian encabezarle. Ocupaciones y tareas de todo género, falta de reposo, y áun obstáculos literarios que fuera largo enumerar, nos hacen diferir para remate del último volúmen lo que debió ir en el primero. Quizá con la tardanza resulte menos imperfecto nuestro estudio.

En la traduccion he procurado, ante todo, conservar el sabor del original, sin mengua de la energía, propiedad y concision de nuestra lengua castellana. Muchas veces he sido más fiel al sentido que á las palabras, creyendo interpretar así la mente de Shakspeare mejor que aquellos traductores que crudamente reproducen hasta los ápices del estilo del original, y las aberraciones contra el buen gusto, en que á veces incurria el gran poeta. Como la gloria de Shakspeare, el más grande de los dramáticos del mundo (aunque entren en cuenta Sófocles y Calderon), no consiste en estas pueriles menudencias, sino en el vigor y verdad de la expresion, y sobre todo en el maravilloso poder de crear caractéres y fisonomías humanas, reales y vivas, que es entre todas las facultades artísticas la que más acerca al hombre á su divino Hacedor, pareceria mezquindad y falta de gusto entretenerse en recoger las migajas de la mesa del gran poeta, cuando nos brindan en el centro de ella los más sabrosos y fortificantes manjares. Mi traduccion no es literal ó interlineal, como puede hacerla quienquiera que sepa inglés, con seguridad ó de no ser entendido ó de adormecer á lectores españoles. Yo he querido hacer, bien ó mal, una traduccion literaria, en que comprendiendo á mi modo los personajes de Shakspeare, colocándome en las situaciones imaginadas por el gran poeta, y sin omitir á sabiendas ninguno de sus pensamientos, ninguno de los matices de pasion ó de frase, que esmaltan el diálogo, he procurado decir á la española y en estilo de nuestro siglo lo que en inglés del siglo XVI dijo el autor. No he añadido ni un vocablo de mi cosecha, ni creo haber suprimido nada esencial, característico y bello. En conservar las rudezas de expresion y las brutalidades de color he puesto especial ahinco, como quiera que forman parte y muy esencial de la índole del poeta. Algo he moderado el pródigo lujo de su expresion, sobre todo cuando degenera en antítesis, conceptillos y phebus extravagante. Sírvame de disculpa el que lo mismo han hecho los alemanes que han traducido á Calderon, y por análogas razones los extraños que sólo ven en el gran poeta la alteza del pensamiento, y no la expresion casi siempre falsa y desconcertada, ponen á Calderon sobre su cabeza mucho más que los nuestros. Quizá me haya llevado demasiado lejos mi amor á la sencillez, á la sobriedad y al nervio del estilo. Por si fuese así, anticipadamente pido perdon, declarando que mi principal objeto ha sido hacer una traduccion que pueda leerse seguida con facilidad y sin tropiezo de notas y comentarios, en suma, popularizar á Shakspeare en España.

De las cuatro obras dramáticas incluidas en este tomo hay excelentes traducciones castellanas. El Macbeth fué puesto en versos castellanos, algo duros y parafrásticos, pero fidelísimos y robustos, por D. José García de Villalta (que escribia el inglés con tanta facilidad como el castellano), y silbada estrepitosamente (para vergüenza nuestra debe decirse, aunque muy bajo y de modo que no lo oigan los extranjeros) por el público del teatro del Príncipe en 1835. Despues le ha traducido con mayor fluidez y armonía D. Guillermo Macpherson, á quien debemos otra elegante version de Julieta y Romeo. Villalta publicó tambien un fragmento de Otelo, y así ésta como el Mercader de Venecia y Julieta fueron bien interpretadas, con ciertas escabrosidades de diccion pero con mucho sabor shaksperiano, por el malogrado Jaime Clark. Tambien hemos oido aplaudir, aunque sin llegar á verlas, las traducciones del Marques de Dos Hermanas.

De todas las demas nos hemos aprovechado en la interpretacion de los pasajes difíciles, así como de la comparacion de algunos textos ingleses y de varios comentadores.

M. M. P.

EL MERCADER

PERSONAS DEL DRAMA

EL DUX.

EL PRÍNCIPE DE MARRUECOS.]

EL PRÍNCIPE DE ARAGON.] ]Pretendientes de Pórcia.

ANTONIO, mercader de Venecia.

BASANIO, su amigo.

SALANIO. ]

SALARINO. ]

GRACIANO. ]

SALERIO.]] Amigos de Antonio.

LORENZO, amante de Jéssica.

SYLOCK, judío.

TÚBAL, otro judío, amigo suyo.

LANZAROTE GOBBO, criado de Sylock.

EL VIEJO GOBBO, padre de Lanzarote.

LEONARDO, criado de Basanio.

BALTASAR. ]

ESTÉFANO.]] Criados de Pórcia.

PÓRCIA, rica heredera.

NERISSA, doncella de Pórcia.

JÉSSICA, hija de Sylock.

Senadores de Venecia, Oficiales del Tribunal de Justicia, Carceleros, Criados y otros.

La escena es parte en Venecia, parte en Belmonte, quinta de Pórcia, en el continente

ACTO I

ESCENA PRIMERA

Venecia.  Una calleANTONIO, SALARINO y SALANIOANTONIO

No entiendo la causa de mi tristeza. Á vosotros y á mí igualmente nos fatiga, pero no sé cuándo ni dónde ni de qué manera la adquirí, ni de qué orígen mana. Tanto se ha apoderado de mis sentidos la tristeza, que ni áun acierto á conocerme á mí mismo.

SALARINO

Tu mente vuela sobre el Océano, donde tus naves, con las velas hinchadas, cual señoras ó ricas ciudadanas de las olas, dominan á los pequeños traficantes, que cortésmente les saludan cuando las encuentran en su rápida marcha.

SALANIO

Créeme, señor: si yo tuviese confiada tanta parte de mi fortuna al mar, nunca se alejaria de él mi pensamiento. Pasaria las horas en arrancar el césped, para conocer de dónde sopla el viento; buscaria continuamente en el mapa los puertos, los muelles y los escollos, y todo objeto que pudiera traerme desventura me seria pesado y enojoso.

SALARINO

Al soplar en el caldo, sentiria dolores de fiebre intermitente, pensando que el soplo del viento puede embestir mi bajel. Cuando viera bajar la arena en el reloj, pensaria en los bancos de arena en que mi nave puede encallarse desde el tope á la quilla, como besando su propia sepultura. Al ir á misa, los arcos de la iglesia me harian pensar en los escollos donde puede dar de traves mi pobre barco, y perderse todo su cargamento, sirviendo las especias orientales para endulzar las olas, y mis sedas para engalanarlas. Creeria que en un momento iba á desvanecerse mí fortuna. Sólo el pensamiento de que esto pudiera suceder me pone triste. ¿No ha de estarlo Antonio?

ANTONIO

No, porque gracias á Dios no va en esa nave toda mi fortuna, ni depende mi esperanza de un solo puerto, ni mi hacienda de la fortuna de este año. No nace del peligro de mis mercaderías mi cuidado.

SALANIO

Luego, estás enamorado.

ANTONIO

Calla, calla.

SALANIO

¡Conque tampoco estás enamorado! Entonces diré que estás triste porque no estás alegre, y lo mismo podias dar un brinco, y decir que estabas alegre porque no estabas triste. Os juro por Jano el de dos caras, amigos mios, que nuestra madre comun la Naturaleza se divirtió en formar séres extravagantes. Hay hombres que al oir una estridente gaita, cierran estúpidamente los ojos y sueltan la carcajada, y hay otros que se están tan graves y sérios como niños, aunque les digas los más graciosos chistes.

(Salen Basanio, Lorenzo y Graciano.)

SALANIO

Aquí vienen tu pariente Basanio, Graciano y Lorenzo. Bien venidos. Ellos te harán buena compañía.

SALARINO

No me iria hasta verte desenojado, pero ya que tan nobles amigos vienen, con ellos te dejo.

ANTONIO

Mucho os amo, creedlo. Cuando os vais, será porque os llama algun negocio grave, y aprovechais este pretexto para separaros de mí.

SALARINO

Adios, amigos mios.

BASANIO

Señores, ¿cuándo estareis de buen humor? Os estais volviendo ágrios é indigestos. ¿Y por qué?

SALARINO

Adios: pronto quedaremos desocupados para serviros.

(Vanse Salarino y Salanio.)

LORENZO

Señor Basanio, te dejamos con Antonio. No olvides, á la hora de comer, ir al sitio convenido.

BASANIO

Sin falta.

GRACIANO

Mala cara pones, Antonio. Mucho te apenan los cuidados del mundo. Caros te saldrán sus placeres, ó no los gozarás nunca. Noto en tí cierto cambio desagradable.

ANTONIO

Graciano, el mundo me parece lo que es: un teatro, en que cada uno hace su papel. El mio es bien triste.

GRACIANO

El mio será el de gracioso. La risa y el placer disimularán las arrugas de mi cara. Abráseme el vino las entrañas, antes que el dolor y el llanto me hielen el corazon. ¿Por qué un hombre, que tiene sangre en las venas, ha de ser como una estatua de su abuelo en mármol? ¿Por qué dormir despiertos, y enfermar de capricho? Antonio, soy amigo tuyo. Escúchame. Te hablo como se habla á un amigo. Hombres hay en el mundo tan tétricos que sus rostros están siempre, como el agua del pantano, cubiertos de espuma blanca, y quieren con la gravedad y el silencio adquirir fama de doctos y prudentes, como quien dice: «Soy un oráculo. ¿Qué perro se atreverá á ladrar, cuando yo hablo?» Así conozco á muchos, Antonio, que tienen reputacion de sabios por lo que se callan, y de seguro que si despegasen los labios, los mismos que hoy los ensalzan serian los primeros en llamarlos necios. Otra vez te diré más sobre este asunto. No te empeñes en conquistar por tan triste manera la fama que logran muchos tontos. Vámonos, Lorenzo. Adios. Despues de comer, acabaré el sermon.

LORENZO

En la mesa nos veremos. Me toca el papel de sabio mudo, ya que Graciano no me deja hablar.

GRACIANO

Si sigues un año más conmigo, desconocerás hasta el eco de tu voz.

ANTONIO

Me haré charlatan, por complacerte.

GRACIANO

Harás bien. El silencio sólo es oportuno en lenguas en conserva, ó en boca de una doncella casta é indomable.

(Vanse Graciano y Lorenzo.)

ANTONIO

¡Vaya una locura!

BASANIO

No hay en toda Venecia quien hable más disparatadamente que Graciano. Apenas hay en toda su conversacion dos granos de trigo entre dos fanegas de paja: menester es trabajar un dia entero para hallarlos, y aún despues no compensan el trabajo de buscarlos.

ANTONIO

Dime ahora, ¿quién es la dama, á cuyo altar juraste ir en devota peregrinacion, y de quien has ofrecido hablarme?

BASANIO

Antonio, bien sabes de qué manera he malbaratado mi hacienda en alardes de lujo no proporcionados á mis escasas fuerzas. No me lamento de la pérdida de esas comodidades. Mi empeño es sólo salir con honra de los compromisos en que me ha puesto mi vida. Tú, Antonio, eres mi principal acreedor en dineros y en amistad, y pues que tan de veras nos queremos, voy á decirte mi plan para librarme de deudas.

ANTONIO

Dímelo, Basanio: te lo suplico; y si tus propósitos fueren buenos y honrados, como de fijo lo serán, siendo tuyos, pronto estoy á sacrificar por tí mi hacienda, mi persona y cuanto valgo.

BASANIO

Cuando yo era muchacho, y perdia el rastro de una flecha, para encontrarla disparaba otra en igual direccion, y solia, aventurando las dos, lograr entrambas. Pueril es el ejemplo, pero lo traigo para muestra de lo candoroso de mi intencion. Te debo mucho, y quizá lo hayas perdido sin remision; pero puede que si disparas con el mismo rumbo otra flecha, acierte yo las dos, ó lo menos pueda devolverte la segunda, agradeciéndote siempre el favor primero.

ANTONIO

Basanio, me conoces y es perder el tiempo traer ejemplos, para convencerme de lo que ya estoy persuadido. Todavía me desagradan más tus dudas sobre lo sincero de mi amistad, que si perdieras y malgastaras toda mi hacienda. Dime en qué puedo servirte, y lo haré con todas veras.

BASANIO

En Belmonte hay una rica heredera. Es hermosísima, y ademas un portento de virtud. Sus ojos me han hablado, más de una vez, de amor. Se llama Pórcia, y en nada es inferior á la hija de Caton, esposa de Bruto. Todo el mundo conoce lo mucho que vale, y vienen de apartadas orillas á pretender su mano. Los rizos, que cual áureo vellocino penden de su sien, hacen de la quinta de Belmonte un nuevo Cólcos ambicionado por muchos Jasones. ¡Oh, Antonio mio! Si yo tuviera medios para rivalizar con cualquiera de ellos, tengo el presentimiento de que habia de salir victorioso.

ANTONIO

Ya sabes que tengo toda mi riqueza en el mar, y que hoy no puedo darte una gran suma. Con todo eso, recorre las casas de comercio de Venecia; empeña tú mi crédito hasta donde alcance. Todo lo aventuraré por tí: no habrá piedra que yo no mueva, para que puedas ir á la quinta de tu amada. Vé, infórmate de dónde hay dinero. Yo haré lo mismo y sin tardar. Malo será que por amistad ó por fianza no logremos algo.

ESCENA II

Belmonte.  Gabinete en la quinta de PórciaPÓRCIA y NERISSAPÓRCIA

Por cierto, amiga Nerissa, que mi pequeño cuerpo está ya bien harto de este inmenso mundo.

NERISSA

Eso fuera, señora, si tus desgracias fueran tantas y tan prolijas como tus dichas. No obstante, tanto se padece por exceso de goces como por defecto. No es poca dicha atinar con el justo medio. Lo superfluo cria muy pronto canas. Por el contrario la moderacion es fuente de larga vida.

PÓRCIA

Sanos consejos, y muy bien expresados.

NERISSA

Mejores fueran, si álguien los siguiese.

PÓRCIA

Si fuera tan fácil hacer lo que se debe, como conocerlo, las ermitas serian catedrales, y palacios las cabañas. El mejor predicador es el que, no contento con decantar la virtud, la practica. Mejor podria yo enseñársela á veinte personas, que ser yo una de las veinte y ponerla en ejecucion. Bien inventa el cerebro leyes para refrenar la sangre, pero el calor de la juventud salta por las redes que le tiende la prudencia, fatigosa anciana. Pero si discurro de esta manera, nunca llegaré á casarme. Ni podré elegir á quien me guste ni rechazar á quien me enoje: tanto me sujeta la voluntad de mi difunto padre.

NERISSA

Tu padre era un santo, y los santos suelen acertar, como inspirados, en sus postreras voluntades. Puedes creer que sólo quien merezca tu amor acertará ese juego de las tres cajas de oro, plata y plomo, que él imaginó, para que obtuviese tu mano el que diera con el secreto. Pero, dime, ¿no te empalagan todos esos príncipes que aspiran á tu mano?

PÓRCIA

Véte nombrándolos, yo los juzgaré. Por mi juicio podrás conocer el cariño que les tengo.

NERISSA

Primero, el príncipe napolitano.

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