Luego mandó governar el Piloto al Hueste y á la quarta del Norueste por apartarnos de tierra de tan poca altura, y meterse en nueve ó diez grados, para ir en demanda de las Filipinas como nos era mandado, y ansi fuimos corriendo aquel dia por este rumbo, y en siendo de noche se tomaron las velas de Gavia por temor de algunas Islas, ó arrecifes, y viniendo el quarto del Alva vimos tres Isletas pequeñas puestas en triángulo: arribamos sobre la una dellas para tomar agua y leña, y aguardar los diez dias, y dexar las señas que por la Instruccion se mandaba, y llegados que fuimos cerca dellas vimos que eran pobladas, y que andava la playa llena de gente, y cargados de hazes de varas, y hondas, y macanas como los pasados; llegamos á dar fondo encima de la punta de la Isla que era todo arracife, y no havia otro lugar en toda la Isla: llegaron á bordo ciertos canaluchos, dimosles de lo que traiamos por contentarlos y estar en paz con ellos; y entraron dos principales en nuestro Navio: dixeronnos por señas que si queriamos agua y leña que fuesemos á tierra por ella, y ansi les señalabamos que se quedasen ellos en el Navio, y que iria uno de los nuestros en tierra con otros Indios, y ellos fueron contentos, y ansi dimos tres botijas á tres canaluchos, y un mozo en el uno dellos, que dixo que queria ir allá, pues los dos Principales se quedaron en el Navio, y ansi fué en tierra y truxo una botija de agua y un racimo de plantanos verdes, y un coco de vino de palmas, el qual mozo bino tan contento de la tierra y de la gente, que le bino á costar la vida; y ansi por su dicho echamos el Batel fuera con proposito de tomar agua y leña, que tanta necesidad teniamos y traiamos, y ansí entramos el Piloto é yo, con ocho hombres entre soldados y Marineros, y los Principales en sus canaluchos delante para enseñarnos por donde haviamos de llegar con el Batel, y ansi ellos entraron por encima del arrecife y vararon sus canaluchos en tierra: dixeronnos que entrasemos por alli, y no pareciendonos que era bien dar con el Batel en las piedras, por que no podian dexar de perderse, y paresciendole mal lo que via hacer á los Indios que fué (á) repartirse en dos ó tres partes, y meterse dentro del monte y baxarse todos cargados de varas; y ansi me dixo, que no era bien ir en tierra, por que lo que los Indios pretendian era muy gran traycion, y ellos á esto nos davan gran priesa que entrasemos por encima del arrecife, y diximosles por señas, que haviamos menester una piedra para surgir, y ansi aquel mozo que havia ido primero, dixo: que él se echaria á nado, y que iria por la piedra, y ansi se echó y la traxo él y un Indio: yo le pregunté ¿qué hacian los Indios? él dixo, que alli estavan sentados con sus hazes de varas cabe sí, y sus hondas, y todos embijados: oyendole esto, le dimos priesa el Piloto y yo, que se echase á la mar y dexase la piedra y se viniese luego á la hora, y él respondió que no havia de que temer, por que los Indios lo hacian de miedo, que él solo bastava para ellos; y ansí dandole priesa se echó á nado al Batel y nos vinimos á nuestro Navio, certificandome el Piloto que estas eran las Islas donde habian hurtado los Bateles á Magallanes, por que segun eran bellacos y atrevidos no podia haber otra parte ninguna donde se los tomaron; y ellos visto esto bolvieron á botar sus canaluchos y vinieron á nuestro Navio, y llegaronse cerca, y digimosles por señas, que se llegasen á bordo y entrasen dentro, y ellos se recelaron de entrar, pensando que nosotros les haviamos entendido la traycion que tenian ordenada, y lo que nos dixeron fué ¿que por que nos haviamos vuelto? yo le respondí por señas, que por amor de las peñas, y por que no se nos quebrase el Batel, y por darles á entender que nosotros no los entendiamos, y ansi se llegaron á bordo, y nos pidieron basijas, y que nos traerian agua, y que fuese con ellos quien la truxese: respondimosles por señas, que eramos contentos con que quedasen en el Navio dos ó tres dellos, y ansí entraron dos, y luego les dimos botijas á tres canaluchos, y en cada uno un hombre dentro, y ansí se fueron á tierra, y los dos dellos llegaron primero que el otro á tierra, y el otro que iva cerca, dice el Marinero que iva dentro, que vió venir en tierra tras un mozo de los nuestros, que fué el que havia ido á verla primero, y le vió que le ivan dando de macanazas, y el venia huyendo á la playa, y alcanzaronlo en el agua, y le echaron mano, y lo mismo al que havia llegado con él, y ansi los asieron y se los llevaron arrastrando: y visto esto, el otro que no havia llegado á tierra con el otro canalucho, dixo á los Indios que diesen la vuelta al Navio, y ellos no querian sino ir por tierra, y él les quitó un remo para virar el canalucho, y alzó el uno dellos una macana y diole con ella en la cabeza, y todos echaron mano á las macanas para matallo; y él llevava un puñal en la cinta, y echó mano dél y arremetió con ellos de manera que los hizo saltar al agua, y mató dos dellos, y ansi se quedó en el canalucho defendiendose de los otros canaluchos que lo maltrataban con piedras tiradas con hondas; y viendo esto dende el Navio acudimos á echar mano de los dos Indios que havian quedado en él, y ellos se arrojaron al agua; y ansi entraron luego en el Batel de la gente que mas apercevida se alló, á socorrer al que andava en el canalucho y de camino á tomar los Indios que se havian echado á nado, y por presto que acudimos, estaban cerca de tierra, y tirole uno del Batel con el arcabuz por que vió que no le podian alcanzar y diole en mitad de la cabeza de manera que lo mató; y ansi, llegaron á tomar el Marinero el qual estaba bien herido, y mal apedreado, de manera que no pensamos que se escapara, el qual Marinero lo hizo como hombre de bien. Acordé de ir en tierra con todos los que eramos, para ver si podiamos saltar en ella, para traer los dos que nos havian tomado ó morir en la demanda; y ansi rodeamos todo el arrecife por ver si hallavamos donde poder sabordar el Batel, y no pudimos hallar sino era peña viva, y haviamos de saltar á nado, y pareciome que no era justo perder el Batel y no poder hacer nada: dimos vuelta al Navio con arta pena y dolor de haber visto llebar á nuestros compañeros, y no poder vengarlos, y en todo esto que anduvimos rodeando, no hacian otra cosa sino tirar piedras con hondas, las quales tiran tan bien que creo que no hay hombres en el Mundo que tan bien las tiren, por que muchas dellas alcanzaban donde el Navio estava surto; luego hicieron grandes aumadas en lugar de señas á las otras Islas, y luego bino un canalucho grande á vela, de una de las otras Islas muy embijados y endemoniados, y luego se volvieron á su Isla á dar mandado: segun en lo que vimos tenemos entendido, que aquel canalucho llevaba alguno de los muertos para comer. Y pareciendome que no era bien aguardar alli mas, lo uno por el daño que nos havian hecho, y lo otro por el peligro del Navio y de los que dentro estavamos, acordé que era mejor ir adelante, y no parar allí, por que no resciviese gente de las otras Islas y no viesemos mas de lo pasado, por que ella es una gente ademoniada, y grandes ladrones, que nunca andan mirando sino que podran hurtar, y no ven cosa que no la codician: es gente bien dispuesta, y barbudos, el cabello largo, y anudado en la cabeza: están estas tres Islas en siete grados y tres quartos, partadas las unas de las otras dos leguas, y terná cada una de estas Islas á las de atrás como media legua: hay de estas Islas á las de atrás 25 leguas.
Partimos de estas Islas Viernes, en la tarde que se contaron 18 del dicho mes: mandó governar el Piloto al U-este, y guiñar para la quarta del Norueste, y corrimos por este rumbo hasta el Lunes siguiente que se contaron 22, y el mismo dia en la tarde descubrió el que iva al timon una Isla, y luego fué el Piloto á la Gavia por verla, y vió que era pequeña, y ternia como media legua de tierra y junto á ella dos ó tres cayos chiquitos, todos llenos de cocales: amuramos para ir á surgir en ella, pensando que por estar sola estaria despoblada, y ansi yendo á dar fondo vimos un humo en ella, y salir Indios á la Playa: pasamos de largo á dar fondo en uno de los cayos por estar apartados de la Isla, para que si los Indios quisiesen hacer alguna vellaquería, estuviesemos en parte que nos pudiesemos aprovechar, y ansí dimos fondo sobre un arrecife: quando el Navio vino á hacer por el amarra cayó el Reson del arracife abaxo, de manera que no pudimos tomar fondo, aunque tuviera el cable mil brazas, y ansi metimos nuestro cable y ancla dentro, y vinieron á la vela dos canaluchos, y llegaron cerca de nuestro Navio, y comenzaron á andar al rededor aperciviendo sus varas y armas que traian, y nosotros por señas los apaciguamos diciendoles, que queriamos tomar agua, y ellos no curaron de nada de eso, sino ponerse en armas; y al fin visto esto tomó el Piloto una chamarra colorada y comenzó á hacerles señas que la tomasen, y luego que la vieron arremetieron con los canaluchos por tomarla el que primero llegase, y por que no se fuesen riyendo como los demas, estaba ya la gente presta con los arcabuzes, y un berso lleno de piedras para tirarles, como llegaron colgose un hombre del bordo, y echó mano á un muchacho por los cabellos y metiolo dentro, y luego (dió) fuego al berso é á los arcabuzes, y el berso dió en el un canalucho que hizo gran daño en ellos, aunque no tanto como merecian, segun el mal proposito que ellos traian, y al otro canalucho descargaron todos los arcabuzes que hicieron arto daño, y fué parte para que los Indios se echasen á nado heridos y no heridos y se fuesen á tierra: nosotros echamos mano de los canaluchos y tomamos las armas que traian dentro que eran varas y macanas, y de los dichos canaluchos hicimos leña, que teniamos gran necesidad porque havia algunos dias que por falta della no guisabamos de comer. Al muchacho le quitamos el cabello que lo tenia largo como muger, y bestimosle por que andaba desnudo en carnes, pusimosle por nombre Vicente por ser el dia del Señor San Vicente: está esta Isla en ocho grados, es vaja, con la mar; está arrumada de Norte Sur; hay de esta Isla á las otras cien leguas.
Partimos de estas Islas Viernes, en la tarde que se contaron 18 del dicho mes: mandó governar el Piloto al U-este, y guiñar para la quarta del Norueste, y corrimos por este rumbo hasta el Lunes siguiente que se contaron 22, y el mismo dia en la tarde descubrió el que iva al timon una Isla, y luego fué el Piloto á la Gavia por verla, y vió que era pequeña, y ternia como media legua de tierra y junto á ella dos ó tres cayos chiquitos, todos llenos de cocales: amuramos para ir á surgir en ella, pensando que por estar sola estaria despoblada, y ansi yendo á dar fondo vimos un humo en ella, y salir Indios á la Playa: pasamos de largo á dar fondo en uno de los cayos por estar apartados de la Isla, para que si los Indios quisiesen hacer alguna vellaquería, estuviesemos en parte que nos pudiesemos aprovechar, y ansí dimos fondo sobre un arrecife: quando el Navio vino á hacer por el amarra cayó el Reson del arracife abaxo, de manera que no pudimos tomar fondo, aunque tuviera el cable mil brazas, y ansi metimos nuestro cable y ancla dentro, y vinieron á la vela dos canaluchos, y llegaron cerca de nuestro Navio, y comenzaron á andar al rededor aperciviendo sus varas y armas que traian, y nosotros por señas los apaciguamos diciendoles, que queriamos tomar agua, y ellos no curaron de nada de eso, sino ponerse en armas; y al fin visto esto tomó el Piloto una chamarra colorada y comenzó á hacerles señas que la tomasen, y luego que la vieron arremetieron con los canaluchos por tomarla el que primero llegase, y por que no se fuesen riyendo como los demas, estaba ya la gente presta con los arcabuzes, y un berso lleno de piedras para tirarles, como llegaron colgose un hombre del bordo, y echó mano á un muchacho por los cabellos y metiolo dentro, y luego (dió) fuego al berso é á los arcabuzes, y el berso dió en el un canalucho que hizo gran daño en ellos, aunque no tanto como merecian, segun el mal proposito que ellos traian, y al otro canalucho descargaron todos los arcabuzes que hicieron arto daño, y fué parte para que los Indios se echasen á nado heridos y no heridos y se fuesen á tierra: nosotros echamos mano de los canaluchos y tomamos las armas que traian dentro que eran varas y macanas, y de los dichos canaluchos hicimos leña, que teniamos gran necesidad porque havia algunos dias que por falta della no guisabamos de comer. Al muchacho le quitamos el cabello que lo tenia largo como muger, y bestimosle por que andaba desnudo en carnes, pusimosle por nombre Vicente por ser el dia del Señor San Vicente: está esta Isla en ocho grados, es vaja, con la mar; está arrumada de Norte Sur; hay de esta Isla á las otras cien leguas.
De esta Isla partimos el mesmo dia; luego el dia siguiente que fue Martes, que se contaron 23 del dicho mes, vió el Piloto una Isla baxa, y por ver que era como las demas, y ser ya de noche pasamos de largo: está en el altura de la otra: mandó gobernar al U-este, y á la quarta del Norueste hasta meternos en altura de nueve grados, y por los nueve grados fuimos corriendo hasta 29 del dicho mes que fue Lunes á medio dia. Yendo el Piloto y yo asentados en la popa, descubrió tierra y me la mostró, y dixo, que era Mindanao, porque iba en su altura, y se hacia con élla, y por ser tierra diferente de la que hasta allí haviamos visto, y ser alta mucho, es Isla principal de las Islas Filipinas: llegados que fuimos á ella era ya tarde, y abonanzó la brisa tan de golpe, y la mar andaba hecha de la brisa que andava fuera, que dentro de una hora nos echó tan en tierra que nos fue forzado botar el Batel, aunque con arto trabajo por que dava grandes valanzes el Navio que quando el Batel fue al agua iva hecho pedazos: dimosle un cabo para ver si podiamos salir de la costa, por que estabamos ya metidos en ella, y acabado de hacer esto se puso el Sol y abonanzó algun tanto la mar, aunque no tanto como quisieramos, segun el travajo en que nos veiamos, y asi con remos desde el Navio y el Batel por la proa no aprovechava, y con todo esto nos echava la mar tan en tierra, que quando bino dos horas de la noche se podia echar una piedra dende el Navio á tierra; y visto que no aprovechava nada, se abaxó el Piloto de la Gabia con proposito que hiciesemos al Maestre del Navio que era oficial de carpintero, que aparejase unas tablas para con ellas saltar al Batel y tener presto algun bastimento, para con ello en el Batel procurar de salvar las vidas, y estando con este travajo saltó el viento á la tierra embiado por nuestra Señora de Consolacion y de Guadalupe, y ansi vino el viento con el mas suave olor, por que quedamos todos con él como si no huvieramos pasado travajo ninguno, y ansi luego cazamos á popa la vuelta de la mar: hasta el dia fuí prolongando la costa que era de Norte Sur: corren las aguas de Nordeste Sudueste, que no da lugar á hacer camino sino es tomando primero mas altura de la Isla, que era el remate de la tierra donde fenece la costa de Norte Sur: demostrava la carta estar el Puerto principal de aquella Isla de Mindanao, que está en principio de la costa de Nordeste Sudueste, el qual Puerto hallamos y entramos dentro, y dimos fondo á un ancla que fue á 30 del dicho mes: tiramos tres bersos en señal de paz, por que asi lo havia oido á algunos de los que havian entrado en estas Islas de las Armadas pasadas, y decian que ansi se usaba en estas Islas. Luego como surgimos entró en el Batel Pedro de Rivero, Gentil hombre del Governador, el qual me havia dado por me hacer merced para que fuese en mi compañia, para que si Dios dispusiese de mi, quedase en mi lugar, y entraron con él seis ó siete soldados y Marineros, y fueron á ver una quebrada que estaba enfrente del Navio, por que vimos venir agua por ella abajo hasta la mar, y fueron á tierra con el Batel y vieron el agua ser dulze y buena, de que dimos muchas gracias á Dios por las muchas mercedes que siempre nos hacia por havernos aportado en la tierra que tanto deseamos, que luego en el semblante della vimos ser buena y la gente tambien, por ver no venir canaluchos abordo como en las Islas de atrás, que aun no eramos llegados, quando ya estabamos cercados dellos; y ansi comenzamos este dia á enchir pipas de agua, por si nos sucediese alguna cosa tuviesemos alguna agua para podernos sustentár hasta dar con el Armada, que era la cosa que mas el Piloto é yo deseabamos, por desviarnos de tanto travajo como de nosotros pendia, y ansi enchimos este dia siete ó ocho pipas de agua, y ansi estuvimos aquel dia y aquella noche con gran vela, y venida la mañana que fue á postrero del dicho mes de Enero, vinieron tres Indios á un zerro alto frontero del Navio y comenzaron á dar vozes, y nosotros haciamos lo mismo, aunque no los veiamos bien, por estar dentro del monte, y visto que no querian llegarse á la playa, entró el Piloto en el Batel con tres ó quatro hombres, y ellos se baxaron á la marina des que los vieron cerca de tierra, y dixeronles por señas, que saltasen en tierra, él les dixo, que viniesen al Batel, uno dellos se arremango para entrar en él, y los otros no se lo consintieron: entonces les hechó un bonete colorado en tierra, y tomaronlo, y alzaron las manos hacia el cielo como señal de paz: venian vestid os de algodon con sus dagas en la cinta y tablachinas, y lanzas, y en esto vimos que estabamos en las Filipinas, y en el buen tratamiento dellos: dixeronle por señas que esperase alli, que luego bolverian, y ansi se despidieron del, y se fueron corriendo, y el Piloto se volvió al Navio luego á la tarde. Pareciendo en la playa como treinta ó quarenta Indios con sus lanzas y tablachinas, delante de los quales venia uno que era el Principal á quien todos respetavan, hicieronnos señas que fuesemos en tierra, y ansi fuimos el Piloto é yo con algunos del Navio, y llegamos á la orilla del agua, y el Principal dixo, que saltasemos en tierra, y al tiempo que saltabamos este Principal se metió en el agua, y tomó en la mano una poca della, y comenzó á persignarse como uno de nosotros, y dixo por señas, que lo hiciesemos ansi, por que ansi se deve de hacer la paz ó salua entre ellos, y luego yo hize lo que el hacia, y él como vió esto olgóse mucho: saltamos en tierra y abrazamosle, y él á nosotros con mucho amor, y para mas confirmar la paz sacó este Principal su daga, que en la cinta traía, e hizonos señas que se queria cortár en la barriga, ó en el brazo para sacarse sangre para confirmar mas la amistad con nosotros, por que asi es costumbre entre estos Isleños: yo le quité la daga por que no se cortase, y le dixe por señas, que sin eso teniamos mucha amistad, y ansi quedó contento, y se asentó y dixo, que nos asentasemos, y ansi lo hicimos, y éllos sacaron de unas cañas muy grandes y gordas llenas de vino, y comenzaron á darnos de beber, y antes que nosotros lo bebiesemos, bebio el una vez delante de todos nosotros, por darnos á entender que era cosa buena y sin ponzoña, é ansi bebimos cada sendas veces: era el vino dulze, requemaba un poco como gengibre, tenia la color como agua de canela, la qual creo yo que le echan por el color que tiene, de lo qual se holgaron todos éllos en ver que bebiamos su vino sin asco, y dieronnos cantidad de cañas dulzes, y ñames cosidos, y nosotros les dimos de lo que teniamos, y al Principal se le dió con otras cosas un pedazo de hierro que lo tuvo en mucho, al qual éllos llaman en su lengua puntas: preguntamosle por señas, si havia en la tierra bacas ó cabras, dixeron que si, y señalavan con las manos grandes cuernos, y que por la mañana traerian algunas cosas de comida; y ansi por ser tarde nos despedimos dellos y venimos para el Navio, y éllos se fueron para su pueblo muy contentos por dexar hecha la paz con nosotros, y nosotros mucho mas con las mercedes que Nuestra Señora nos havia fecho en haber topado gente de tanta razon, é haber hallado aparejo para hacer agua y leña, y Puerto para poder esperar el Armada. Y luego otro dia por la mañana bino este Principal, que fue 1.º de Hebrero, con obra de doscientos Indios cargados de puercos y gallinas de castilla, y unos perrillos como raposos, y arroz, y millo, y ñames, y miel, y cera muy fina, y encienso, y muchas cañas de vino adobadas con gengibre y canela, de lo que traxeron cantidad, y muchas cañas dulzes tan gordas como el brazo, y de dos brazas, cosa para mirar bellas tan largas y tan gruesas; y tambien truxeron naranjas y limones, y verengenas, y plantanos de tres maneras, las mejores que yo he visto, y á dicho de todos los que ivamos alli ninguno las havia visto tan buenas9, por que son como camuezas, y de las muy buenas de España, y hay muchas porcelanas muy buenas y muy finas, con muchas pinturas de diferentes maneras, el qual barro de estas porcelanas es tan fuerte, que tomando un pedazo dello corta qualquier clavo como una lima, la qual esperiencia la hize con un pedazo: de ella hay superabundancia en la tierra, por que los naturales se sirven con éllas. Despues que llegamos á este Principal, que ellos en su lengua le llamaban Buian, dixonos, que nos asentasemos por ver las cosas que traian, y ansi comenzamos á rescatar algunas cosas de comida, por que teniamos mucha necesidad, la qual fué grande alivio para toda la gente; las quales cosas no querian rescatar si no era por hierro, que es la cosa que éllos en mas tienen, y ansi estuvieron este dia rescatando con nosotros, y aunque era tan poco lo que podiamos rescatar segun la miseria que teniamos, que todo era nada. Nos preguntavan ¿que de acia donde veniamos? respondimosles por señas, que de acia Lebante, que eramos vasallos de S. M., y ellos alzaban las manos al cielo, y se holgavan mucho de estar alli con nosotros, aunque se recelavan, por que decian haberles hecho mal otra gente del parecer de nosotros; y ansi les abrazabamos y deciamos por señas, que nosotros no les hariamos mal ninguno, ni daño, sino que antes les dariamos de lo que teniamos; y siempre que este Principal venia le daba de lo que tenia por contentalle, como era hierro, y cosas de vestidos, con lo qual iva contento, y á los demas Principales juntamente con él: ansi se apartaron de nosotros este dia, y se fueron á su pueblo, al qual en su lengua llaman Atocco, diciendonos que otro dia vernian y traerian muchas cosas de comida; y ansi otro dia vinieron el Viban y un hermano suyo con otros dos Principales, los quales respetavan á este con ser mozo de hasta veinte años, y consigo traian sus mugeres, y otras mozas que venian como criadas; todas muy bien vestidas con sus naguas largas, y unos cuerpezuelos baxos, y unas camisas de pecho muy galanas, con unas tocas muy delgadas en la cabeza á uso de Labradoras de España, y bino mucha gente con ellos con sus armas, como que venian en guarda dellas, y llegados enfrente del Navio pararonse á mirar: llamaronnos por señas: yo fui en tierra con la demas gente, y ansi en llegando los abraze al Viban y á los demás Principales con sus mugeres, y las otras mugeres criadas estavan aparte, y luego les mandaron que se fuesen á su pueblo, y holgaronse mucho éllas con vernos; y nosotros viendo la buena voluntad que mostravan se les dió algunas cosillas que convenian para mugeres, y sendos pedazos de hierro, que como digo, es la cosa que mas quieren: ellas me dieron á mi una toca de palma muy galana y otra al Piloto, y á Pedro de Rivero, las quales eran de muchas colores; tambien nos dieron un puerco muy bueno que llevasemos á nuestro Navio, y otro mataron alli, y asaron parte dél, y convidaronnos á comer, y ansi comimos nosotros y estos Principales y sus mugeres, y á la demas gente les mandó el Viban que se apartasen á un cavo y quitoles las lanzas y alfanjes que traian; y ansi yo mandé á la gente que conmigo ivan, que dexasen los arcabuzes á un cavo, de suerte que si los huviesen menester fuesen señores dellos, y ansi se pusieron de suerte, que no solamente de las suyas mismas, pero aun las de los Indios si se ofreciera lo eramos; y con ver esto, estos Principales y sus mugeres fueron muy contentos, por que tenian gran temor á los arcabuzes, y ansi comenzamos á beber y á comer del vino que traian, aunque no tanto como ellos nos davan, por que en estos negocios convenia ansi; despues de haver comido nos dixo este Principal, que los Indios traian cosas que rescatar, y llegaron cargados de gengibre berde y canela berde; el gengibre acabado de sacar de la tierra, que es una raiz grande, como raiz de caña; la canela traian berde con que se limpiavan los dientes, y desto grandísima cantidad ansi le rescatamos de lo que traian, que era esto y otras cosas, mas por que no volviesen cargados, que no por el interese dello; ansi se fueron á su pueblo aquella tarde, y no vinieron en quatro ó cinco dias sino eran á diez ó doze Indios, y siempre venia con ellos un Principal como guarda, para que no se desmandasen ninguno dellos, y ansi todas las demas cosas rescataban por mano de este.