Esta nueva generación de vampiros que Tadamichi habÃa creado era un lote paranoico... listo para disparar a la primera verdadera señal de problemas. Una cosa que no se les habÃa enseñado era que sólo los fuertes sobrevivÃan más allá de la muerte.
Estaba empezando a enojarse nuevamente preguntándose dónde estarÃa llevando a la niña ese imbécil. Las aceras comenzaban a hacerse más abarrotadas cuando se acercaban al centro del centro de la ciudad. Hyakuhei ignoró los pases que le hicieron las prostitutas... no eran mejores que los demonios de la noche. De vez en cuando una lámpara de la calle se rompÃa repentinamente mientras caminaba bajo ella debido a su ira reprimida.
"¿Cuál es tu prisa bebé?", Preguntó una puta mientras se abrÃa paso en su camino. "Si estás persiguiendo a alguien entonces estarÃa más que feliz de dejarme perseguirme."
Hyakuhei le dirigió a la mujer una mirada de muerte. En el mismo momento, el parabrisas del coche a su lado sopló hacia fuera, haciendo que la gente a su alrededor gritara con sorpresa. La puta se apartó del camino y Hyakuhei reanudó su acecho. SabÃa que en ese momento la chica no se alejarÃa de él... no lo permitirÃa. Y si alguien trataba de detenerlo, no pensarÃa dos veces en arrancarle el corazón y empujarlo por la garganta.
El mestizo Romeo llevó a la mujer en sus brazos por la acera. No podÃa creer su suerte cuando sus sanguinarios amigos desaparecieron de repente. Rápidamente tomó la decisión de mantenerla para sÃ, no queriendo compartir su cena o el sexo que iba a pasar de antemano. TenÃa prisa por hacerla gritar de una manera u otra.
Llevó a la niña más allá del centro de la ciudad y sonrió cuando miró hacia arriba y vio el hotel más elegante de la ciudad. Con una sonrisa arrogante, dirigió a la niña más allá de la entrada principal y alrededor de la espalda a una de las áreas de la piscina que siempre estaba cerrado a esta hora de la noche... perfecta.
Alcanzando hacia fuera, el vampiro hambriento apenas utilizó cualquier esfuerzo en todos como él rompió la cerradura en la puerta. Deslizándose por la valla de privacidad, condujo a la niña a una de las cabañas de la piscina privada y se detuvo. Volviendo a la chica en sus brazos, supo que ni siquiera recordaba la caminata que acababan de tomar. Ni siquiera necesitaba ponerla bajo su esclava... lo que habÃa estado bebiendo habÃa sido suficiente.
Ãl sonrió perversamente antes de inclinarse para besarla... devolviendo su cuerpo a la vida para poder quitarle esa vida.
Kyoko gimió de aprecio, tan alto en el alcohol que se preguntó por qué no habÃa hecho esto antes. Ella jadeó cuando sintió que las manos empujaban hacia arriba debajo de su cima para pastar lentamente sobre sus pezones endurecidos antes de tirar la camisa por encima de su cabeza. El hombre empezó a besarle el cuello... haciéndola estremecer y arquear contra él.
Las manos que vagaban por su cuerpo la empujaron suavemente hacia atrás para aterrizar en algo suave. Ella giró su cabeza para mirar perezosamente la piscina justo más allá de la entrada de la cabaña. Una mano en su mejilla volvió su rostro hacia delante y sonrió cuando vio los intensos ojos azules del hombre frente a ella.
Esto habÃa sido lo que ella querÃa... esto resolverÃa todo. Cerró los ojos, adorando el hecho de que su cuerpo estuviera en llamas, pero aun cuando el pensamiento acariciaba su mente, las llamas se convirtieron en un infierno que la hacÃa sentirse desesperada.
Ella arqueó la espalda cuando sus manos tomaron posesión de sus pechos esta vez, ahuecándolos y amasándolos hasta que ella se quejaba con el dolor profundo dentro de su cuerpo. Kyoko se dio cuenta de que no podÃa quedarse quieto mientras su cuerpo se movÃa en el ritmo como si todavÃa bailara sólo ahora acostada.
El vampiro sonrió burlonamente hacia ella y decidió probarla antes de que entrara en su cuerpo. Sus colmillos repentinamente crecieron y él bajó la boca a su cuello, donde susurró como si partiera un oscuro secreto, "Una cosa que te puedo prometer... esto va a doler".
Una fuerte mano en la parte de atrás de su chaqueta de repente lo apartó de su comida y se fue a navegar hacia atrás a través del aire de la noche en la piscina, aterrizando con un chapoteo enorme. Rompió la superficie del agua, pero se congeló cuando de repente se encontró cara a cara con un verdadero vampiro señor.
CapÃtulo 4 "Calor de la Posesión"
"Esta chica ya ha sido reclamada", gruñó Hyakuhei tratando de sacudir el sitio de su respuesta a este humano convertido en canÃbal.
El mestizo se levantó repentinamente del agua como si fuera levantado por cuerdas invisibles y flotó sobre la superficie del agua. Hyakuhei arqueó una ceja ante la tenacidad de éste. Por supuesto, él era sólo un mestizo, pero no un niño completo a su manera... él resumió que éste habÃa sido convertido décadas atrás.
"Perdida, ella es mÃa," el vampiro siseó. "La encontré."
Hyakuhei lo fulminó con la mirada, su ira alcanzando nuevas alturas haciendo que el agua de la piscina empezara a burbujear como un jacuzzi.
-¿Quieres pelear conmigo por una sola comida? -preguntó Hyakuhei en voz baja, que habÃa enviado a más de una criatura corriendo por sus vidas. "Que asà sea."
El agua de la piscina estaba hirviendo ahora, chapoteando en la cubierta de la piscina y lo suficientemente caliente como para causar quemaduras graves. Hyakuhei se movió más rápido de lo que la mitad de la raza habÃa visto nunca y nunca volverÃa a hacerlo. Ni siquiera tuvo tiempo de intentar protegerse a sà mismo, y mucho menos luchar cuando su cabeza cayó en el agua hirviendo, cortada del resto de su cuerpo.
El cadáver cayó al agua con un plop y comenzó a disolverse en una sustancia que le recordó a Hyakuhei el limo que se encontraba en las máquinas expendedoras para niños.
Se alejó de la piscina chisporroteante, entró en la cabaña donde la niña todavÃa estaba tumbada. Ni siquiera se habÃa dado cuenta de que su pareja estaba desaparecida y se estaba acariciando con los ojos cerrados, desesperadamente necesitados. PodÃa sentir lo alto del estimulante sexual que la otra habÃa puesto en su mente y sacudió la cabeza en descontento ante la persistente mancha de otro hombre... la borrarÃa de la historia.
Apoyándose sobre su cuerpo marchito, él extendió la mano y agarró su barbilla, volviendo su cara a la suya. Esperó pacientemente hasta que ella lo estaba mirando con esos ojos de esmeralda demasiado brillantes antes de iniciar su propio proceso, colocándola bajo su propio poder. Normalmente, cuando una hembra fue colocada dentro de su poder... simplemente se convertirÃan en muñecos de trapo obedientes que se sometieron a todos los deseos del vampiro.
Esta chica parecÃa estar luchando con tanta pasión... tal anhelo que era casi doloroso presenciar... como si estuviera exhibiendo una esclava propia. Si un vampiro tan débil pudiera enviarla a este tipo de altura sexual, entonces su necesidad ahora se convertirÃa en un anhelo de que coincida con la suya.
El aroma que provenÃa de ella casi le hizo perder el control sobre su deseo de edificio para la chica. Esta mujer movió esa parte latente de él a un nivel peligroso. TenÃa que entrar en ella y rápidamente.
Kyoko miró al hombre que estaba encima de ella y por un momento no lo reconoció. Sintiéndose completamente inmóvil, se fijó en lo que habÃa pensado que eran ojos azules, pero ahora se habÃan vuelto más oscuros que medianoche y fascinantes. ParecÃa que estaba hambriento mientras la miraba fijamente. Su mirada se centró hambrienta en sus labios y ella vio el anhelo crudo en las profundidades de esos ojos de medianoche.
Kyoko miró al hombre que estaba encima de ella y por un momento no lo reconoció. Sintiéndose completamente inmóvil, se fijó en lo que habÃa pensado que eran ojos azules, pero ahora se habÃan vuelto más oscuros que medianoche y fascinantes. ParecÃa que estaba hambriento mientras la miraba fijamente. Su mirada se centró hambrienta en sus labios y ella vio el anhelo crudo en las profundidades de esos ojos de medianoche.
Kyoko recordó de repente que lo describÃa a Yohji y sonrió cuando ella se levantó, deslizando sus dedos a través de su largo pelo negro y tocó su pulgar a su pálida mejilla... él era aún más hermosa de lo que recordaba.
Hyakuhei bruscamente la empujó hacia abajo contra el relleno suave de la silla de la sala y la sostuvo allà por un momento... mirando a ella y su atrevimiento para cautivarlo. Al oÃr su gemido con necesidad envió calor golpeando a través de su cuerpo y casi lo llevó a sus rodillas. Sus ojos se estrecharon preguntándose quién estaba más cautivado.
Incapaz de enjaular su hambre por más tiempo, rápidamente se inclinó para capturar sus labios en un beso abrasador y tarareó cuando ella gimió en respuesta. Aprovechando el beso, lentamente se arrastró sobre ella, dejando que su mano se deslizara por su muslo. Colocando su otro brazo alrededor de ella y levantándola ligeramente, él tomó su centro completamente en la palma de su mano y apretó su agarre.
La mujer instantáneamente se inclinó contra él y Hyakuhei se sorprendió al aprender algo que nunca habÃa esperado... no llevaba ropa interior y el calor que irradiaba de ella se sentÃa como un fuego lÃquido. Se sintió endurecido en respuesta, esforzándose hacia arriba contra su ropa. Gruñó negándose a perder el control tan rápidamente y su necesidad de dominar surgió con una venganza.
A pesar de su deseo por ella, Hyakuhei seguÃa enojado con su ingenuidad y querÃa enseñarle una lección sobre ser más cuidadoso con los hombres... especialmente los vampiros antiguos que tenÃan una tendencia a seguir regresando a una fuente de sangre que era pura e intacta por otra. Si no hubiera aparecido... habrÃa sido condenada de cualquier manera.
Arrancando sus labios de la de ella con un duro aliento, él le arrancó la mano de entre sus piernas y la colocó alrededor de su garganta para mantenerla inmóvil... tratando de calmar a los dos.
-¿Por qué alguien tan puro querrÃa librarse de su inocencia? -preguntó Hyakuhei con un gruñido hipnotizante. -¿Estás tan ansiosa por convertirte en mujer?
Kyoko tragó saliva, todavÃa bajo su esclavo y lo miró fijamente. Luchando por recordar, sus ojos se agrandaron cuando las palabras en la carta de su abuelo volvieron a atormentarla. "Ya no puedo ser virgen... ¿me ayudarás?" Susurró la súplica y tiró de su camisa sin querer nada más que arrancársela.
Hyakuhei gruñó en su pecho antes de levantarse y llevarla con él. Ãl serÃa el único que ella harÃa esa pregunta... él se ocuparÃa de ello. Después de darle la oportunidad de ponerse de pie, rápidamente se quitó la camisa por encima de su cabeza y la barrió dentro del Grand Hotel y en uno de los ascensores vacÃos.
Hace unos meses, Hyakuhei se habÃa encontrado en las primeras horas de la mañana sin llegar a tiempo a su casa. HabÃa sido atraÃdo por el Gran y ahora tenÃa uno de los áticos allà para su uso personal. Con esta comodidad en la punta de sus dedos, nunca tuvo que registrarse.
También ayudó que la mayorÃa del personal de la noche eran vampiros y eran lo suficientemente inteligentes para tratarlo con respeto. Más tarde se enteró de que Tadamichi era dueño del hotel, pero no le importaba nada mientras su gemelo se mantuviera inmóvil.
Una vez cerradas las puertas, empujó a la niña contra la pared, deslizando sus dedos entre los suyos y levantando sus manos sobre su cabeza. Mantener las manos cerradas por encima de ella serÃa la única manera de llegar a sus habitaciones con toda la cordura que quedaba. Incapaz de resistirse a la mirada seductora en sus ojos, él cortó sus labios con los suyos con hambre sabiendo que habÃa más de una forma de estar dentro de ella.
Sacudiendo las manos, Kyoko envolvió sus brazos alrededor de su cuello y levantó sus piernas hasta que fueron enganchadas alrededor de su cintura. Cuando él molió sus caderas hacia adelante y hacia arriba... Kyoko lanzó un gruñido agudo y lo empujó contra él en respuesta. Ella jadeó por el aire cuando se apartó de sus labios y comenzó a dejar un rastro ardiente de besos a través de su mejilla y por su cuello.
Sus dientes se hundieron en su labio inferior cuando la punta de su lengua cepilló contra la parte superior de sus pechos debajo del dobladillo de su top sin tirantes.
Sus uñas se clavaron en su espalda mientras ella presionaba en el duro beso. Ella no tenÃa ni idea de lo que estaba haciendo, asà que dejó que su cuerpo respondiera de la única manera que se sentÃa bien. Su cuerpo gritaba para que él la tomara y se preguntó por qué no lo habÃa hecho todavÃa. Con toda la necesidad de reprimida... el beso se volvÃa rápidamente salvaje.
Después de lo que parecÃa una eternidad, el ascensor se sacudió haciendo que ambos se movieran ligeramente al escuchar el sonido.
Hyakuhei dio un paso atrás pero no la dejó caer. Poniéndole las manos bajo los muslos, la mantuvo donde ella la necesitaba... la deseaba. La llevó a la puerta de su suite del ático mientras sus labios se alimentaban de los suyos. Alzando la mano, apretó el pulgar contra la pequeña pantalla negra junto a la puerta. Hubo un pitido y la puerta desbloqueada. Hyakuhei abrió la puerta con el pie sólo para patearla detrás de ellos.
El interior era oscuro, pero eso no importaba. Con una mirada impaciente... la chimenea se encendió como si obedecÃa a su orden. Necesitaba volver a concentrarse, Hyakuhei la soltó y dejó que sus piernas se deslizaran por él para pararse en el suelo. Colocó una mano firme en su hombro para mantenerla inmóvil, querÃa mirarla, sabiendo que esta pasión no era normal y se estaba poniendo fuera de control... en ambos lados.
Cuando la mujer lo empujó contra la pared con más fuerza de la que deberÃa haber tenido y comenzó a besarlo de nuevo, un gruñido salió de lo profundo de su garganta y la empujó suavemente contra la pared opuesta del vestÃbulo... manteniendo su cuerpo a sólo unos centÃmetros de suyo. Su rostro estaba enrojecido y su cabello se habÃa caÃdo en desorden, dejando mechones suaves colgando en su cara para balancearse con cada respiración irregular que ambos tomaron.
ParecÃa que estaba lista para luchar contra él y sus ojos de esmeralda se habÃan vuelto tempestuosos, haciendo que los rayos de deseo se desparramaran por su estómago y por sus muslos mientras la miraba. Hyakuhei de repente lo sintió en su sangre... golpeando profundamente bajo su piel. HabÃa estado esperando algo mientras pudiera recordar y ahora lo habÃa encontrado... ella.
Sus manos estaban en su chaqueta de cuero negro, casi rasgándola de él. Lo echó a un lado y Hyakuhei oyó que golpeó el respaldo del sofá antes de caer al suelo. Su camisa no duró mucho mientras la abrÃa, enviando botones volando por todas partes. TenÃa la sensación de que iba a necesitar ropa nueva durante años, porque no tenÃa la intención de dejarla ir.