Después de caminar un par de cuadras sin ser atacada, Kyoko comenzó a molestarse. Ella incluso se volteó el cabello sobre un hombro para exponer su cuello como un plato de la cena... esperando que el demonio se apurara a hacer su movimiento porque estaba cansado, y querÃa ir a casa.
Probablemente Tasuki ya habÃa llamado para controlarla... o al menos esperaba que lo hubiera hecho. Ella tuvo un flashback de estar entre su auto y su cuerpo... haciéndola gemir de frustración. Ella iba a patear el culo de este demonio por interrumpirla, si alguna vez llegaba a atacar.
Su caminata la llevó a otra calle del vecindario, y ella oyó un perro gruñendo profundo y bajo de algún lugar cerca. Sus labios se adelgazaron, sabiendo que los perros odiaban a los vampiros. Probablemente los odiaban porque si un vampiro no podÃa encontrar a un humano para alimentarse, entonces el perro de repente harÃa el menú. Sus dientes apretados cuando un sonido agudo seguido del gruñido... el mismo sonido que usted oye cuando un perro se daña muy mal.
El sonido la hizo parar... y Kyoko sintió frÃo sabiendo que el pobre estaba muerto.
Ella frunció el ceño mientras ella se arrodillaba y colocaba sus libros en el suelo pretendiendo atar su zapato. "Venga ya" añadió, como si la declaración estuviera dirigida a la cuerda de la que estaba tirando.
El demonio probablemente vendrÃa detrás de ella porque la mayorÃa de los vampiros que habÃa luchado eran cobardes por naturaleza... y no querÃa dar a su vÃctima una oportunidad de pelea. Es por eso que ella hizo un buen objetivo con su pequeña figura y sus 110 libras... si hubiera sido una chica humana normal, no tendrÃa ninguna oportunidad.
Ella rodó los ojos cuando no pasó nada. De pie, Kyoko se volvió hacia el cÃrculo y trató de encontrar su objetivo... y se estremeció cuando lo vio. Miró al otro lado de la calle una sombra, donde un niño pequeño la miraba fijamente. El perro sin vida estaba a sus pies. La piel y el cabello del niño eran blancos como la nieve, pero incluso a esa distancia podÃa distinguir que sus ojos eran negros.
Qué extraño... la mayorÃa de los vampiros se parecÃan exactamente a los humanos. Eso era lo que los convertÃa en los más peligrosos de todos los demonios que vagaban secretamente por la tierra. Este chico no parecÃa humano en absoluto. Mientras lo observaba, estaba atrapada entre la tristeza de que alguien se volviera tan joven... y el conocimiento de que ya no importaba.
Yuuhi la miró con los ojos cerrados... casi deseando que fuera él quien la iba a beber. Le gustaban los bonitos. Llamó a sus hijos mestizos, preguntándose cuánto tiempo iba a durar contra ellos. Inhaló, pero no pudo encontrar el olor del miedo que normalmente calentaba su sangre frÃa. Ãl sin embargo encontró su olor para ser una mezcla de pureza y peligro... y se preguntó en ello. Yuuhi observó cómo los vampiros bajo su esclavo venÃan de las sombras detrás de ella.
Sintiendo un cosquilleo de advertencia barrido por la parte de atrás de su cabeza, por su cuello y columna vertebral, Kyoko se dio la vuelta sabiendo que habÃa sido un arreglo para llamar su atención y bastante seguro... ella estaba rodeada. HabÃa estado esperando a un vampiro, no a tres... cuatro si contaba al niño.
"Bueno, supongo que tengo lo que pedÃ", se burló Kyoko mientras trataba de concentrarse en todos ellos a la vez.
Un vampiro de aspecto de alumno de colegio privado se burló, lo que realmente arruinó su buena apariencia. -Tengo lo que querÃas, ¿eh? Tengo lo que quieres bebé. "Ãl le dirigió los dientes mientras intentaba capturar su mirada y ponerla bajo su esclavo.
Kyoko sabÃa lo que estaba haciendo... y sintió una satisfacción instantánea de que ningún vampiro hubiera podido quitarle la voluntad durante una pelea. Lo miró de arriba abajo. "Lo dudo", ella se burló cuando se preguntó si la bocina harÃa el primer movimiento. "Los sexualmente frustrados no son realmente mi tipo," Ella sonrió cuando él gruñó.
Al menos estos vampiros parecÃan normales. Bueno... casi tan normal como tres hombres jóvenes que parecÃan pertenecer al equipo de debate de la universidad, con los colmillos colgados. No era todos los dÃas que viste a un vampiro que llevaba un Armani. Diablos, estos tres probablemente gritarÃan sus ojos de no-muertos si se ensuciaban. Y, por supuesto, no podÃa olvidar al mortal niño que los miraba como un voyeur enfermo.
Ese pensamiento la hizo temblar interiormente. HabÃa oÃdo historias sobre ese tipo de cosas entre vampiros. Algunos de ellos descendÃan sobre la vÃctima de su elección, y comenzaban a beber o violar mientras otros miraban. Una cosa que las pelÃculas tienen derecho es que los vampiros eran criaturas muy sexuales y muchos de ellos no tenÃan ninguna preferencia... hombre o mujer que no importaba... No tanto.
"Yo no dejarÃa tu trabajo del dÃa si yo fuera tú," Ella se rió de su propio juego de palabras... y luego lo arrojó justo en la ingle. Otra cosa acerca de los vampiros, que podrÃa ser más rápido y más fuerte, pero los hombres todavÃa tenÃan las mismas debilidades que sus homólogos humanos.
Ella se agachó justo cuando alguien se acercaba y se sorprendió por la velocidad que tenÃa... Mucho más de lo normal. Ella nunca habÃa tratado con algo tan rápido antes. Apretó el puño sintiendo el poder del dardo del espÃritu en la palma de su mano.
Desviando otro demonio, ella torció la parte superior del cuerpo cuando uno de los vampiros se lanzó hacia adelante, golpeándolo con el dardo. Una mano frÃa y pegajosa envolvió su muñeca y tiró, haciendo que su cuerpo se retorciera más... casi dolorosamente. Kyoko utilizó el Ãmpetu y dejó que el resto de su cuerpo siguiera el movimiento, agarrando al vampiro por la manga de su chaqueta y golpeándolo contra el suelo.
Rodaron una vez en el suelo y se detuvieron con Kyoko sentada en el estómago de la bocina. TenÃa que moverse con rapidez o sabÃa que no tendrÃa otra oportunidad.
-Aquà hay algo para ti -le informó. Levantando el brazo, ella apuñaló con el dardo del espÃritu. El tercer vampiro se estrelló contra ella desde el costado... haciéndola rodar y deslizarse por el suelo. Esta vez, se encontró en el fondo mirando hacia arriba.
De acuerdo, esto estaba empezando a enojarla. Alzando la vista, notó que este tipo parecÃa un estudiante "A" directo que habÃa decidido traer un arma a la escuela. La señal sádica de asesinato en sus ojos era un regalo muerto.
"Yo no creo que seas tan amable". Se dobló la muñeca con un ángulo extraño, tocó el dardo en su mano y lo cortó con una pequeña herida. Ella fue recompensada cuando la piel del vampiro empezó a humear... haciéndole gritar en agonÃa. Llevando sus rodillas contra su pecho, utilizó sus pies y piernas para lanzar al demonio. Navegó a unos metros de distancia, todavÃa gritando mientras su brazo se derretÃa lentamente del resto de su cuerpo.
En unos momentos, no serÃa más que un charco burbujeante de polvo en la acera que desaparecerÃa antes de que el sol anunciara un nuevo dÃa. Kyoko nunca habÃa pensado mucho en dónde iba; Ella estaba feliz de no tener que limpiar el desorden.
"Tirón", Kyoko lanzó el insulto mientras recuperaba rápidamente su equilibrio. HabÃa sido mimada con pelear uno a uno a lo largo de los años... asà que ésta era una nueva para ella.
Arqueó una ceja cuando el grito del vampiro desapareció rápidamente. "Obviamente no es un descendiente directo", pensó. Su abuelo los llamó la basura de los demonios, no vampiros puros de la sangre o demonios... apenas media-casta. Pero... todavÃa llevaban el mismo nombre. El mejor grado de vampiro, el más lento que se derritió... bruto pero cierto.
SabÃa que se decÃa que los antiguos eran mucho más poderosos que esto, pero incluso el abuelo Hogo no estaba seguro de si los puros vampiros de sangre podÃan resistir sus dardos espirituales. Una vez le habÃa dicho que el dardo del espÃritu no era más que la luz del sol aprovechada en un arma que sólo podÃa ser evocada por una sacerdotisa o un guardián.
Kyoko vio un puño acercarse a su rostro y giró la cabeza hacia un lado sabiendo que no tenÃa tiempo para hacer nada para detenerla. Si se tomaba el tiempo para jugar a la bola de esquivar, entonces habrÃa consecuencias y ella estarÃa en el lado perdedor de ellos. Sintiendo el impacto de los nudillos dividir la piel en su mejilla, de repente cruzó la lÃnea de contrariada a ajumada.
Lo último que necesitaba era ir a casa como si hubiera estado en una pelea de pandillas. Ella gruñó cuando la bocina se acercó lo suficiente para rasgar su camisa casi abierta, dejando cuatro rasguños profundos en su pecho izquierdo.
"Pervertido," Ella le silbó, sabiendo que lo habÃa hecho a propósito. La sonrisa lejana que él le dio lo confirmó.
Su madre se preocuparÃa si llegara a casa herida, pero el abuelo Hogo sólo la ayudarÃa a que le arreglaran y la dejaran ir a la cama. SabÃa que sanaba diez veces más rápido que un ser humano normal. HabÃa pasado los últimos años entrenándola para que fuera lo que ella se habÃa convertido.
El abuelo habÃa sabido de ella mucho antes de que ella hubiera nacido... o asà lo dijo. Los viejos pergaminos pasados a través de la familia hablaban del guardián del corazón de cristal... y de la sacerdotisa que lo poseÃa.
Al principio ella no le habÃa creÃdo, pero su mente cambió abruptamente cuando tenÃa sólo diez años. Ella lo vio luchar contra un vampiro mientras él la llevaba a su casa una noche de la fiesta de cumpleaños de Tasuki. Se habÃa divertido tanto que se habÃa quedado incluso después de que los otros chicos se hubieran ido a casa.
Cuando fueron atacados, habÃa sido muy extraño ver a un hombre de su edad moverse con la misma gracia letal de un guerrero hábil. Lo que era aún más extraño era que el demonio habÃa sido muy real. HabÃa salido corriendo para ayudar a su abuelo y golpeó al monstruo en la espalda con su puño... eso fue cuando habÃa visto por primera vez el dardo del espÃritu. TodavÃa estaba en su mano mientras el vampiro se derretÃa.
Una vez terminada la pelea, Kyoko recordó haber preguntado a su abuelo qué le habÃa atacado. El abuelo Hogo entonces explicó que mientras él era bastante fuerte para luchar contra los demonios, él no tenÃa el mismo poder que Kyoko ni la capacidad de curar tan rápidamente de lesión.
Insistió en que habÃa nacido con un regalo. ParecÃa sentirse orgulloso de haberlo visto durante su vida. Esto llevó a una larga explicación de que el vampiro estaba en realidad detrás de ella, que los demonios la habÃan acosado desde su nacimiento... debido al poder sagrado que ella albergaba en su alma.
No sabÃa por qué las criaturas podÃan usarlo, pero su lujuria por ella sólo se habÃa vuelto más fuerte a lo largo de los años. El abuelo habÃa llegado a la conclusión de que tal vez habÃa sido colocado dentro de ella sólo para atraer a los demonios hacia ella, para poder destruirlos.
Kyoko todavÃa temblaba de repugnancia ante aquella noticia. A veces le hacÃa preguntarse qué más le habÃa estado ocultando su abuelo. Una cosa era cierta... ella no lo habÃa mirado igual desde entonces... tampoco Tasuki, porque Tasuki los habÃa seguido a casa esa noche y era testigo de la pelea. Eso sólo la habÃa vinculado a ella y a Tasuki aún más cerca.
Sacudió el recuerdo de su mente mientras se concentraba en la lucha. Rápidamente decidió que el bocón necesitaba ser el siguiente en morir antes de que de alguna manera descubriera una manera de desnudarla lentamente.
Ella bajó los brazos... fingiendo dolor para que él volviera a ella una vez más. A pesar de su naturaleza generalmente sexual, se preguntaba si todos los vampiros eran pervertidos o si eran sólo los que conoció. Justo cuando él la golpeó y la bajó, ella observó cómo el miedo se reflejaba en sus brillantes ojos. El dardo del espÃritu lo habÃa empalado en el último lugar que habÃa pensado.
Yuuhi silenciosamente miró a su pelea preguntándose cómo una simple hembra humana podrÃa tomar tanto castigo y seguir luchando. Una chica normal no pelearÃa en absoluto. Simplemente caerÃan bajo la esclavitud de los vampiros y harÃan lo que le pidieran. No estaba satisfecho con este desarrollo. HabÃa engendrado a esos tres vampiros en el último año... queriendo saber cómo serÃa tener hermanos.
La única otra familia que tenÃa era su padre... Tadamichi. En los últimos tiempos, la atención del capitán se habÃa vuelto de él... al hermano gemelo que habÃa regresado a la ciudad.
Deseando alejar a su nueva familia de la hÃper vida nocturna de la ciudad y el peligro del conflicto que se aproximaba entre los gemelos, Yuuhi habÃa decidido hacer un viaje fuera de la ciudad, donde su atención se centrarÃa solamente en él.
La ciudad era un lugar crudo para aprender los fundamentos de su clase, y pensó que los suburbios serÃan mejores para probar sus habilidades. La raza de la ciudad de los nuevos vampiros era descuidada, y le recordó nada más que animales hambrientos. Durante su excursión dentro de este pequeño pueblo, en realidad habÃan sido capaces de traer nuevos reclutas. Pero, los vampiros novatos continuaron desapareciendo sin dejar rastro.
Yuuhi al principio creyó que las nuevas media-castas acababan de mudarse... abandonándolo. Pero ahora sabÃa de otra manera. Estaban siendo asesinados uno a uno por nada más que una hembra humana. El niño demonio ocultaba sus emociones mientras veÃa matar a sus hermanos auto-hechos. En el fondo, estaba algo enojado... pero más curioso.
Tal vez esto le quitarÃa la atención a Tadamichi de su hermano gemelo. ¿Le importarÃa que alguien matara a su familia?
Kyoko observó con satisfacción que el último vampiro comenzó a derretirse y ella supo que sólo tomarÃa una hora antes de que los charcos se hubieran ido sin dejar rastro. Se frotó el dorso de la mano sobre la mejilla, dejando un rastro de sangre manchada en su estela mientras ella sacudÃa su mirada hacia atrás para buscar al espeluznante niño.
Yuuhi se trasladó a las sombras donde ya no podÃa verlo. Un sexto sentido le dijo que no querÃa enredarse con la niña en este momento, aunque no apartó los ojos de ella ni de la forma en que sostenÃa con fuerza esa extraña arma brillante en su mano.
Kyoko parpadeó en la oscuridad pensando que era inquietante en muchos niveles que el niño habÃa desaparecido.
"¿Lo asusté?" Se preguntó a sà misma negándose a moverse. Ella miró fijamente el punto donde el niño habÃa estado parado. Minutos pasaron... horas... o tal vez fue sólo un par de latidos. Finalmente soltó su puño cerrado y dejó que el dardo del espÃritu desapareciera... ella se encogió de hombros.