Suki sonrió, encogiéndose de hombros. â Asà que esta es la tercera vez â. Le sonrió contenta a Tasuki mientras traÃa las bebidas agarrando uno para ella ansiosamente.
Kyoko mordió sus labios, luego balbuceó algo sobre âtres strikes y estás fueraâ, pero se volteó y sonrió a Tasuki de todas formas. HabÃa algo como presión de grupo después de todo, y siendo lo inocente que era, se rindió.
â Tres tés Long Island como se solicitó â. Tasuki se sentó entre las chicas y dio un sorbo a su bebida. Sintió el calor alzarse de repente dentro de la habitación porque la bebida estaba muy fuerte. Mirando de reojo detrás de Kyoko vio a su primo detrás de la barra. La sonrisa traviesa en el rostro de su primo le hizo saber que las bebidas estaban más fuertes de lo normal.
Tasuki sacudió la cabeza y miró de vuelta a las chicas. â Por los finales, para que los pasemos todos brillantemente â, brindó Tasuki. Luego mirando a Kyoko a los ojos agregó: â Y porque no perdamos contacto con el otro de nuevo, sin importar qué.
Kyoko se sonrojó y sonrió tÃmidamente mientras tomaba su bebida de su mano extendida. Tomando un sorbo apresurada, sus ojos se abrieron cuando decidió que en realidad le gustaba el sabor. â Si no puedes vencerlos, úneteles â, guiñó el ojo a Suki con cordialidad.
Metió de golpe una pajilla en la bebida y a los diez minutos siguientes de risas y payasadas, el té helado Long Island desapareció. A Kyoko se le ruborizaban las mejillas en tanto que los efectos del alcohol lentamente fluÃan por su cuerpo.
Y Tasuki, habiendo tomado el suyo a la misma velocidad que Kyoko, ahora se sentÃa más cómodo y con un poco más de valor al preguntar a las chicas si querÃan bailar. Sus ojos se oscurecieron atractivamente mientras tomaba la mano de Kyoko y la guiaba a la pista de baile con Suki sosteniendo la otra mano de Kyoko.
Ãl solo supo que esta noche serÃa la mejor de sus noches en la universidad y nunca olvidarÃa un solo momento de ella.
A tan solo unos metros de distancia, Kyou observó al joven llamado Tasuki estirar el brazo y tomar la mano de la chica de ojos verdes y sintió la necesidad de romper los dedos ofensivos del joven atreviéndose a tocarla. Los sentimientos inocentes por la chica se podÃan leer claramente en sus ojos y pensamientos, pero aún no confiaba en él.
Kyou lo habÃa visto suceder muchas veces observando la vida nocturna. Un joven les da bebidas a las chicas y luego toma ventaja de su inocencia. Sus ojos se tiñeron de carmesà mirando al chico guiar a las chicas a la pista de baile. Kyou sintió la necesidad de tomar a la chica de cabello caoba y esconderla de cualquiera que quisiera herirla o poseerla.
Se preguntó ligeramente por su propia posesividad hacia la chica. Si ella era la que retenÃa el Corazón de Cristal del Guardián, entonces, ¿qué deberÃa él hacer? Una cosa que Kyou sabÃa era que, antes de dejar que Hyakuhei la tuviera, la matarÃa con sus propias manos.
Si la leyenda era cierta y Hyakuhei ponÃa sus manos en el poder del Corazón de Cristal del Guardián, no habrÃa forma de detenerlo.
*****
Kamui se sentó invisible, encima de uno de los altavoces enormes en frente del DJ viendo la pista de baile donde Kyoko y Suki estaban bailando con un joven. Levantó una ceja cuando se dio cuenta de quién era este chico. Una sonrisa muy secreta ladeó sus labios viendo la tonalidad amatista que se adherÃa al chico.
Su atención volvió al otro hombre que estaba acosando a la Sacerdotisa. Ya habÃa tratado de detener la atracción una vez cuando Kyoko aún estaba en la fila, pero el viejo guardián era terco como siempre. Las vibras que Kyou daba eran pesadas y algo contaminadas.
â Kyou, ¿en qué estás pensando? â se preguntó Kamui en voz alta sabiendo que nadie podÃa escucharlo o verlo. Observando a Kyou observar a Kyoko, reconoció el destino cuando lo vio. El destino siempre habÃa atraÃdo a los Guardianes hacia la Sacerdotisa⦠sin importar el mundo o la vida.
Secretamente deseó poder organizar un lugar donde Toya y Kyou se vieran pero aprendió a no tratar de usar sus poderes en Kyou. Sintió escalofrÃos subir por su brazo al pensar en molestar al peligroso Guardián dorado.
Su mirada escaneó la multitud de nuevo sabiendo que Kyou no era por quien deberÃa estar preocupado. HabÃa otros dentro del club que no eran humanos, pero podÃa sentir la verdadera obscuridad acercarse por momentos. Se preguntaba si Kyou podÃa sentirlo también.
Kamui asintió para sÃ. Lo mejor que podÃa hacer por ahora era ayudar a esconder los poderes de Kyoko de ojos entrometidos. Con ese pensamiento, saltó de los altavoces pero sus pies nunca golpearon el suelo del club de baile.
CapÃtulo 4
Mientras el trÃo entraba en la abarrotada pista de baile, Suki y Kyoko inmediatamente comenzaron a mover sus cuerpos al ritmo de la música dejando a Tasuki mirar con fascinación. Los cuerpos calurosos a su alrededor hicieron que su piel se ruborizara mientras el alcohol fluÃa por sus venas.
El cuerpo de Suki se movió más cerca del de Kyoko poniendo sus brazos alrededor del cuello de la otra y comenzaron a bailar. Riéndose de las payasadas de la otra, bailaron como amantes perdiéndose en el ritmo de la música. Se habÃan enseñado a bailar asà en la escuela elemental hacÃa mucho tiempo.
Atrapadas en el momento de pura diversión sin adulterar, las chicas se habÃan olvidado momentáneamente de su tercer acompañante.
Tasuki miró a ambas amigas bailando apasionadamente juntas y sintió calor en sus mejillas. â¡Guao!â Su cuerpo reaccionaba a la escena que se interpretaba en frente de él. Se sentÃa como si su respiración fuera golpeada fuera de sus pulmones. Mirando el cuerpo de Kyoko frotándose contra el de Suki mientras sus manos vagaban por el cuerpo de la otra casi era más de lo que podÃa soportar.
Tasuki decidió que querÃa sumarse a la diversión, y obligó a sus pies moverse antes de que perdiera el valor.
Deteniéndose justo en frente de Kyoko, pudo ver que sus ojos estaban cerrados mientras se movÃa contra Suki. Su mirada enzarzada con la de Suki en tanto ella sonreÃa y bajaba detrás de Kyoko lentamente volviendo a subir, acariciando con sus dedos las caderas de su amiga. Esperaba que Tasuki tuviera suficiente valor para bailar con Kyoko asÃ.
â ¿Por qué no te nos unes? ¡Esto es demasiado divertido! â se rio agarrando a Tasuki por la hebilla del cinturón, tirando de él sonrojándose contra Kyoko.
Los ojos de Kyoko se abrieron como platos de la sorpresa sintiendo un cuerpo duro, definitivamente masculino golpearla de una manera muy Ãntima. Un rubor encendió sus mejillas cuando se dio cuenta de que Tasuki la sostenÃa cerca. â ¡Ey! â sonrió tÃmidamente, y decidió que le gustaba la forma en que se sentÃa su cuerpo contra el de ella. SabÃa que podÃa confiar en que él no pasarÃa los lÃmites. Ãl siempre era un caballero.
Sintiéndose osada, Kyoko continuó bailando con Suki moviéndose detrás de ella poniendo una mano en el hombro de Tasuki⦠alentándolo silenciosamente.
Tasuki no necesitaba nada más que ese simple movimiento para agarrar las caderas de Kyoko y comenzar a moverse con su cuerpo. SentÃa que estaba en el cielo con la chica de sus sueños bailando seductoramente contra él. Sintiendo cada curva de su cuerpo frotarse contra él era una dulce tortura que nunca habÃa experimentado.
Sus ojos marrones se suavizaron seductoramente en tanto todo su cuerpo se sentÃa como si estuviera quemándose y querÃa sentir tanto de ella como fuera posible. Presionándose más cerca de Kyoko, comenzó a bailar contra ella, moviendo su cuerpo caliente con el suyo como un amante perdido hace mucho tiempo.
Kyoko miró hacia arriba a los ojos de Tasuki y se dio cuenta por primera vez de que eran bonitos copos amatista rociados de orbes chocolate. âHermosoâ¦â era la única palabra que le vino a la mente. Mientras más profundo mirara⦠más le recordaba a Shinbe.
*****
El humor de Toya no habÃa mejorado desde que fue al dojo de la universidad esperando quemar un poco de vapor. HabÃa decidido que mejor se iba rápidamente cuando estropeó el saco de boxeo de quinientos dólares. No era su culpa que estuviera imaginando el rostro de Kotaro cuando lo golpeaba.
â ¡Chica estúpida! â gruñó. â¿Por qué siempre era tan difÃcil de manejar?â Miró hacia nada en particular pensando en el molesto guardia de seguridad con el que Kyoko habÃa salido.
Aún se sentÃa lÃvido de cuando escuchó la voz de Kotaro en el apartamento de Kyoko más temprano. Nada le hubiese gustado más que arrancar la cabeza del hombre y meterla donde el sol no le alcanzarÃa. Toya siempre tuvo un sexto sentido sobre cosas y sus sentidos le decÃan que Kotaro no era lo que aparentaba ser.
â Un lobo con ropa de oveja va más como él â. Sonrió, luego se sintió ligeramente culpable porque también le escondÃa cosas a Kyoko. Cosas que él no podÃa explicar.
HabÃa aprendido desde pequeño a esconder sus habilidades inusuales de otros, habilidades como fuerza inhumana y velocidad, asà como sus intensificados sentidos del olfato y la vista. El único problema era que venÃan y se iban cuando querÃan. No podÃa evocarlos en un momento y quizás era algo bueno.
Perdido en sus pensamientos, la piel de Toya se erizó al notar al guardia apoyado contra la puerta del edificio de seguridad. âHablando del rey de Romaâ. Toya miró a Kotaro, casi caminando más allá de él y luego se detuvo sobre sus pasos. â ¿Qué demonios estás haciendo aquÃ? â gruñó.
Sin prisa, Kotaro se levantó a su máxima altura y caminó hacia donde la supuesta cita de Kyoko estaba de pie gruñéndole. Mirando alrededor y sin verla por ninguna parte, su comportamiento relajado se tensó y Kotaro perforó a Toya con una mirada furiosa. â ¿Dónde está Kyoko? Pensé que estarÃa contigo esta noche.
Si habÃa algo que Toya odiaba era ser confundido y ahorita no estaba de humor para eso. â Tú estúpido malparido⦠pensé que tenÃa una cita contigo â, le espetó sin pensarlo.
La jaula de Kotaro ahora estaba seriamente agitada. Kyoko le habÃa dicho que iba a salir con Toya y habÃa sido una mentira. â ¡Maldición!
Sin darle una segunda mirada, se fue en dirección al lugar donde vivÃa Kyoko esforzándose contra la necesidad de usar su velocidad antinatural. ¿Por qué le habÃa mentido? Si él hubiese sabido que no estarÃa con el imbécil, la hubiese seguido.
Toya sintió pánico por un momento cuando vio que la preocupación se filtraba a los ojos de su rival y la forma en que se fue a una velocidad vertiginosa no lo hacÃa sentirse mejor. Algo dentro de él confiaba en Kotaro completamente, pero nunca le dirÃa eso.
Sin siquiera pensar lo que estaba haciendo, se fue detrás de Kotaro a ver a dónde iba. Fácilmente alcanzándolo pero dándose cuenta de la velocidad a la que ambos iban, algunas de las sospechas de Toya se confirmaban. Kotaro era más de lo que parecÃa⦠¿tenÃan el mismo ADN o algo? Apretó sus dientes sin gustarle ese pensamiento.
En un minuto, Kotaro estaba golpeando la puerta del apartamento de Kyoko esperando contra todo pronóstico de que realmente estuviera allÃ. Golpeando ambas palmas contra la inocente puerta gritó: â ¡Demonios, Kyoko! ¿Dónde estás? â temor y preocupación se filtraron por cada poro de su ser. â Esto no es bueno â, gruñó.
â ¿Qué no es bueno? â reclamó Toya de pie detrás de Kotaro.
Las vibras que transmitÃa Kotaro hacÃan que el pecho de Toya doliera con su intensidad. Si hubiese sabido que Kyoko no estaba con Kotaro, hubiese venido para estar cerca de ella. Debió haber seguido sus instintos y venir de todas formas. TendrÃa que ponerle una correa a esa chica tarde o temprano.
Kotaro se balanceó habiéndose olvidado de Toya completamente en su prisa de llegar con Kyoko. Ahora teniendo a alguien con quien descargar su ira, se descargó. â ¡Pensé que estaba contigo! â Kotaro tensó su puño y atrajo su rabia dentro de sà antes de ir demasiado lejos. â ¿Y cómo demonios fuiste capaz de mantener el paso? No importa, no respondas eso.
Toya lo miró fijamente, sorprendido de que el guardia de seguridad se diera cuenta, pero que se encogiera de hombros a ello. â Simplemente soy asà de rápido imbécil.
Calmando su lado dominante, Kotaro abrió sus perforadores ojos azul hielo, entrelazándolos con la persona que lo iba a ayudar a encontrar a âsu Kyokoâ. Era suficientemente malo que Toya no hubiese renacido como vampiro para que pudieran simplemente resolverlo a puñetazos, pero ahora Toya estaba recuperando sus habilidades del pasado y no tenÃa idea de por qué. Para colmo, el mejor amigo de Toya era Shinbe y Shinbe no tenÃa idea de su pasado tampoco.
Kotaro golpeó la palma de su mano contra su sien preguntándose por qué carajo confiarÃa en Toya para cuidarla⦠por segunda vez, cuando habÃa fallado la primera. El hecho de que Toya no recordara nada, hacÃa imposible para Kotaro vociferarle. Inhaló profundamente ante la verdad, ambos le habÃan fallado. Sus labios se estrecharon mientras miraba silenciosamente.
Toya lanzó una sonrisa poco entusiasta. â Asà que te mintió y te botó diciendo que iba a salir CONMIGO. ¡Ja! â aunque sabÃa que eso era más o menos lo que ella habÃa hecho con él, no dejarÃa que Kotaro lo supiera.
Kotaro tomó otra respiración profunda tratando de mantener su temperamento bajo control. Era como hablar con un maldito chiquillo. â Esto no es un juego, punk. Chicas han desaparecido de derecha a izquierda del campus y de la ciudad por más de un mes. Ahora, ninguno de los dos sabe dónde está Kyoko â. Kotaro podÃa escuchar el pánico en su propia voz, pero lo ignoró. â ¿Tienes alguna idea de a dónde pudo haberse escapado?
Toya podÃa sentir su pecho destrozarse de preocupación pensando que Kyoko estuviese en peligro. â ¡Maldita sea! â Se volteó hacia la puerta de Suki y comenzó a golpear hasta que escuchó la puerta agrietarse haciendo que aflojara el golpeteo. Sin respuesta.
â ¡Mierda! â Cerca de un estado de pánico, Toya buscó a tientas su celular esperando que Shinbe supiera dónde estaban las chicas. â ¡Sátiro libidinoso, atiende! â gritó al teléfono que aún llamaba. Después del cuatro timbrazo Shinbe finalmente respondió.
â ¡Shinbe! ¿Sabes dónde están Suki y Kyoko? â miró a Kotaro cuando se le acercó como esperando escuchar la respuesta.
En el otro extremo del teléfono, Shinbe sonrió una sonrisa reveladora. â Quizásâ¦