Robert Johnson Hijo De Diablo - Barrera Patrizia 2 стр.


Cuando vuelva a casa dos días después encontrará a la mujer muerta... y sepultada, y el ostracismo de toda la comunidad que lo acusa de disoluto, libertino y esclavo del demonio. Asaltado por la cuñada Bessie, que lo acusa públicamente de haber vendido el alma al diablo y de haber así asesinado a su mujer, el muchacho es literalmente echado fuera de casa, humillado, herido y con el ánimo completamente destrozado. Desapareció el mismo día e comenzó a vagar por los trenes de mercancías de ciudad en ciudad, adoptando cada vez nombres diversos: Robert Spencer, Robert James, Robert Barstow y Robert Sacks. Lo reencontramos por un breve periodo en Hazlehurst, probablemente a la búsqueda de consuelo. Quizá lo encontrará en uno de los hermanastros del padrino Charles, que le enseñará los rudimentos de la guitarra, e incluso le regala una, una Gibson Kamalazoo che él tendrá consigo hasta la muerte. Aquí conquista a una mujer mucho mayor que él, Calletta Craft, con la que se casará en gran secreto en mayo de 1931 y que no solo le dará un hijo, sino que le permitirá (incluso favorecerá) las visitas a aquel que fue llamado el Diablo en persona.

HIJO DEL DIABLO

El Maestro oscuro


¿Pero quién era esa oscura figura de siempre parangonada al diablo? ¿Fue a causa de esta que Robert Johnson hizo el famoso PACTO vendiendo la propia alma para obtener éxito y habilidad al tocar la guitarra? ¿Fue de verdad este hombre el famoso mentor que lo acompañó al cruce donde el Maligno fue evocado? Veamos cómo fueron los hechos.

La leyenda de Ike Zimmerman nace de un famoso testimonio de Son House, que conoció a Robert en 1930 en uno de los locales del Misisipi.

En la época, la euforia del blues era palpable y acontecía que a los músicos se unieran los clientes y las promesas tocando todos juntos, justo como en una Jam session de hoy. Pues bien, Son House refiere que Robert Johnson tocaba la guitarra como una hazada y que muchos clientes ¡le pidieron que se callase a aquel muchacho que provocaba dolor de cabeza a la gente! A distancia de un solo año de este episodio, los dos se encontraron de nuevo, y esta vez Johnson deja a todos con la boca abierta ¡por las capacidades increíbles y la velocidad al pellizcar las cuerdas que había desarrollado en un solo año!. Y fue todavía Son House, junto con su alter ego Willie Brown, quien sugirió que ¡solo vendiendo el alma al diablo se puede llegar a ser tan bueno en tan poco tiempo!. Y dado que en aquel breve año todos recordaban haber visto al joven Robert en compañía de Ike Zimmerman tocar el blues y para colmo sobre las lápidas del cementerio fuera del pueblo, la unión entre Talento-Zimmerman-Demonio fue casi automática.


Aquí Son House en la época de los hechos.

Los rumores se expanden y la leyenda del pacto con el diablo cogió inmediatamente forma: finalmente fue el mismo Robert Johnson quien la estableció definitivamente, dándole voz en su CROSSROAD BLUES. Después, como sucede en estos casos, la leyenda salió a caminar más rápidamente que él y quizá lo fagocitó, transformándolo en un artista bello y dañado destinado (como después resultó) a una intensa y breve vida de éxitos y a una muerte dramática e improvista. Y Zimmerman en todo aquello... ¿qué papel tuvo?

He encontrado muchas noticias sobre él... sobre una radio de Alabama, que hizo una entrevista a la hija de él algún año atrás, con la ocasión de la reivindicación de algunas piezas del padre, después publicadas por Robert Johnson. ¡La imagen que sale es muy distinta a aquella que veis por ahí!

Isaías Ike Zimmerman (pero el apellido originario parece ser Zinnerman) nació en Grady, Alabama, en 1907. Si bien desarrolla prontamente el amor por la música, se ve obligado a trabajar desde niño como agricultor en la pequeña empresa familiar. En su tiempo libre le gustaba sin embargo irse a tocar por los locales y parece que en Montgomery era bastante conocido. En esta soleada ciudad tomará como mujer a una cierta Ruth, que era cocinera en uno de los mejores albergues del lugar. Con ella se muda a un lugar llamado The Quarters, en Beauregard Road.

Es interesante notar cómo el pequeño aglomerado de 6 casas residía justamente al lado de un cementerio y que la casa de Ike se encontraba al extremo de un cruce, como narra la hija. Aquí la pequeña familia se extiende, él cambia de trabajo, pero no pierde nunca la pasión por el blues que, como por lo general, no está bien visto por la gente del lugar. Sin embargo, es muy habilidoso no solo con la guitarra, sino también con otros instrumentos, además de buen maestro, y parece que en un cierto punto haya comenzado a interesarse por la enseñanza de la guitarra... ¡a las mujeres! El enésimo punto de contraste con la pequeña comunidad, si pensamos que en los primeros años 20, la sociedad, tanto negra como blanca, no veía con buen ojo que las mujeres "fuesen cultas". ¡Imaginémonos entonces tocar el blues!

Zimmerman acaba así por dar clases en los cementerios, y no solo en el de Beauregard, sino más bien en todos los de la zona, ya que siempre estaba viajando.

El porqué de esta lúgubre elección es muy simple: se trataba de lugares sacros, tranquilos y un poco apartados, sitios en los que ni siquiera la desencadenada cabeza caliente del distrito hubiese salido con diatribas... o peor. Con el tiempo, la figura de Ike es "absorbida y tolerada" y comienza a formar parte del paisaje. Sus breves paseos sin rumbo lo llevan a Martinsville, donde habitaba el hermano Herman y donde él se paraba a menudo en un local de la época llamado ONE STOP porque toda la zona tenía una única parada de autobús. Precisamente aquí tiene lugar el fatídico encuentro entre Zimmerman y Johnson.

Escuchando los testimonios, Robert no tenía ni un duro y había parado en el bar para reponer fuerzas y tocar un poco. Los dos se gustaron al instante e Ike invitó al muchacho arruinado, que demostraba un gran amor por la guitarra y una fuerte voluntad de aprender a tocarla, a su casa. Johnson se quedará un año entero.

Toda la familia Zimmerman se encariñó con el muchacho y los niños jugaban con él.

Por la tarde se reunían todos en torno al fuego para tocar baladas tradicionales o también canciones típicas de la familia Zimmerman. Escuchando los testimonios de los hijos, parece que la famosa Ramblin' on my mind y Come on into my kitchen, publicadas por Johnson, eran en realidad canciones compuestas por Ike, de las cuales después Johnson se apoderó.

En cualquier caso, los dos se organizaban mucho: los sábados y los domingos salían a pie por una calle de tierra a través de los bosques, atravesaban un cruce (!) y después se encaminaban a la derecha para entrar en un cementerio donde se ejercitaban en el tocar, tanto de día como de noche. ¡De hecho, mucho más de noche, visto que el buen Ike por el día trabajaba como obrero para mantener a la familia! A veces Robert volvía a casa de su mujer Callie, pero por brevísimas pausas.

En cualquier caso, los dos se organizaban mucho: los sábados y los domingos salían a pie por una calle de tierra a través de los bosques, atravesaban un cruce (!) y después se encaminaban a la derecha para entrar en un cementerio donde se ejercitaban en el tocar, tanto de día como de noche. ¡De hecho, mucho más de noche, visto que el buen Ike por el día trabajaba como obrero para mantener a la familia! A veces Robert volvía a casa de su mujer Callie, pero por brevísimas pausas.

Además de la guitarra, parece que Zimmerman lo haya ayudado a afinar el arte de la harmónica y que haya sido coautor de muchas canciones entre aquellas que después fueron escritas por la Okeh, algún año después.

Al poco empezaron a exhibirse en duelos musicales en toda la zona entre Juke y Martinsville: se desafiaban a golpes de guitarra en medio de las calles y finalmente partieron hacia Texas, donde sus caminos se separaron. Robert regresó al norte a impresionar a sus colegas músicoscon las habilidades adquiridas, e Ike dejó después Beauregard para mudarse con la familia primero a Los Ángeles y al final a Compton, en California, donde adoptó una actividad pastoril. No dejó nunca de tocar el blues y murió plácidamente en su cama en 1974.


Ike Zimmerman cuando hacía de mentor del joven Johnson...

¿Nada más? Y entonces, ¿el pacto con el diablo?

Digamos que, si realmente no queremos sacar el tema del pobre DOCTOR FAUSTO, la idea de vender la propia alma al Maligno... ¡es historia antigua! Toda la tradición afroamericana y europea está llena de referencias a esta práctica; basta recordar el famoso cuento de Irving Washington El diablo y Tomás Walker del 1824, o El diablo y Daniel Webster de Stephen Vincent Bennet de 1936.

¿Y qué decir de uno de los ilustres predecesores de Robert Johnson, el músico negro TOMMY JOHNSON, que, triste y alcoholizado y en la estela del igualmente famoso CHARLIE PATTON estaba de gira por el Misisipi gritando su BIG ROAD BLUES? Y si de verdad queremos decirlo todo, ¿no fue todavía Son House quien mostró la familiaridad entre la historia de Robert Johnson y aquella del hombre del blues de St. Louis PEETIE WHEATSTRAW, que se autoproclamaba hijo legítimo de Satanás? Por último, si queremos recurrir a las historias de Casa Nostra, ¿que me decís de Nicolás Paganini y de muchos de sus piezas que se decía que le estuviesen sido dictadas por el demonio?



Ike Zimmerman pocos meses antes de su muerte, acaecida en 1974.

En suma, hacer de un talento adquirido, nacido de un duro esfuerzo y de una predisposición innata, una leyenda, y bordarlo por vanagloria de Robert Johnson y después para puros fines comerciales por parte de las discográficas que lo produjeron, no fue difícil. ¡Una lástima que luego elmúsico CONDENADO se haya destrozado solito alimentando sus propios cuentos!


Tommy Johnson, hijo del diablo D.O.C....

De todas maneras, su comportamiento no era ciertamente edificante: entretenido en satisfechas reuniones sexuales con la señorita Virginia Mae Smith ya dos meses tras la muerte de su pobre mujer, embarazada esta de un hijo que no quiso reconocer nunca y huido con gran secreto para casarse con la adinerada y pluridivorciada Callie Craft, diez años mayor, solamente por motivos... económicos, iba dejando a su paso rencores, disputas y corazones rotos.

A diferencia de muchos hombres del blues que se metían en la cama de cualquiera con el único objetivo de obtener algún centavo, una botella y un poco de calor, Robert Johnson aprovechaba sus dotes amatorias con el cálculo preciso de un hombre de negocios, vendiéndose a quien ofrecía más.

No consideraba vergonzoso hacerse mantener por mujeres ancianas y adineradas, que seducía, explotaba y las más de las veces golpeaba para al final abandonarlas cuando encontraba algo mejor. Su segundo matrimonio se acabó cuando Callie enfermó (algunos dices por un aborto o un hijo nacido muerto) y era necesario estar a su lado.

De la noche a la mañana, Robert la dejó para ser acompañado en sus fechorías por una estrellita de paso...

Entre 1932 y 1933 lo encontramos a menudo de viaje: hacía autoestop o subía a trenes como polizón, y a veces cogía también el autobús. Por un breve periodo se estableció en Helena, en Arkansas, comenzando a hacer prosélitos entre los músicos del lugar como Howlin' Wolf, Honeboy Edwards, Memphis Slim, Robert Nigthawk, Sonny Boy Williamson... solo por nombrar a algunos. Estrechó también una relación (¿otra?) con la bella Estella Coleman, ayudando después al hijo de esta, el futuro hombre de blues Robert Lockwood Junior, a enfilar la calle del éxito.


Un maduro Robert Lockwood en 1940...

Pero su compañero preferido de peregrinaciones fue Johnny Shine, con quien llegó hasta Nueva York y Canadá.

Seguimos el rastro de esta preferencia en una foto que se remonta quizá a 1933 y que ha dado la vuelta al mundo como la tercera desconocida foto del gran Robert Johnson...

EL MISTERIO EN UNA FOTO

Del polvo a Ebay


La historia de esta foto es tremendamente singular: descubierta por casualidad en Ebay en 2007 por una coleccionista, publicada en la revista Vanity Fair en noviembre de 2008, fue finalmente autentificada en enero de 2013 después de largas y atentas disertaciones sobre su orginalidad. Aquello que hacía pensar, aparte de la expresión del joven Robert que aquí no parece tener absolutamente NADA de demoníaco, es que los botones de la chaqueta de Shines parecen estar al femenino. A menos que el joven Shines no soliese ponerse la chaqueta de la hermana, es entonces plausible que la foto original fuese girada y que por tanto el músico individuado como Johnson fuese en realidad... zurdo, otro punto a favor con respecto a su naturaleza... ¡luciferina!

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