Cosas Peligrosas - Amy Blankenship 7 стр.


Ella había crecido pensando que todos los vampiros eran monstruos porque eso era lo que Nathaniel les había enseñado a sus hijos pero Nathaniel estaba equivocado. Si Kane no hubiera sido liberado de la tumba a la que su padre lo había condenado, entonces seguramente habría sido asesinado en el cementerio la otra noche.

Se sentía agradecida de que Kane hubiera estado allí para salvarla, pero no iba a dejar de buscar a su amado hermano. Esta vez tendría más cuidado. Podía agradecerle a Kane una cosa más... gracias a él, Michael la había besado. Se preguntaba si Michael sólo veía a una niña cuando la miraba pero de alguna manera lo dudaba. Sonrió ante el espejo. Había sido un beso increíble.

Se dio una vuelta delante del espejo para asegurarse de que no se parecía a la niña que todos creían que era. La falda de cuero negro tenía una cremallera que iba desde el dobladillo en la mitad del muslo hasta arriba, y ella la llevaba medio abierta a propósito. La camisa negra estaba hecha en su mayor parte de un material ligero, con una pequeña camisa de seda debajo.

Se metió un par de mechones de cabello rubio debajo de la peluca de Cleopatra que había encontrado en un baúl de disfraces de Halloween almacenados en el ático. Incluso ella tuvo que admitir que aquel atuendo elegante la hacía parecer muy sexy.

Apostaría dinero a que si Quinn o alguien que ella conociese la viera ahora, no tendrían ni idea de que era ella. Quinn estaba tan ocupado persiguiendo a Kat y tratando de actuar como si nada, que de todos modos no le había prestado atención. Ahora que él y Kat estaban juntos... había puesto toda su atención en su pareja. Todo lo que había hecho era poner dos cambia formas vigilando a Alicia y le ordenó a esta que se mantuviera quieta hasta que ellos decidieran que era lo suficientemente seguro para que ella saliera a jugar afuera.

Sus guardaespaldas eran tontos perdidos, musculosos y sin cerebro. No se necesitaría mucho para ser más listo que ellos y escapar de su pequeña prisión. Iba a buscar a Micah esta noche con o sin su aprobación.

Quinn le dijo que Micah los había dejado solos y que conocía el camino de regreso si quería volver a casa, pero ella sabía que Micah no se marcharía... no sin llevarla con él. Micah tenía problemas.... podía sentirlo. Alicia alzó los hombros e inclinó su barbilla hacia arriba desafiante.

Con aquella vestimenta, parecería una prostituta para los hombres lobo que pretendieran secuestrarla o una especie de merienda a los ojos de un vampiro ingenuo. Estaba segura de que si podía luchar contra cualquiera de ellos, podría hacerles hablar antes de matarlos.

Había hecho el suficiente espionaje para darse cuenta de lo que realmente estaba pasando y no culpó a Kane en absoluto. Mientras el vampiro no fuera Michael o Kane, entonces era mortal. En cuanto a los hombres lobo... si se dedicaban a la trata de esclavos o tenían a Micah, entonces no eran mucho mejores que los vampiros sin alma.

Deslizó el pequeño cristal en forma de corazón alrededor de su cuello. Era más que una simple baratija. Había estado estudiando magia desde muy joven y este cristal haría imposible someterla a la esclavitud de los vampiros... incluso de un vampiro poderoso como Kane o Michael. Y también recordaba algunos de los hechizos más simples del libro que Kane le había quitado.

Esta noche iba a descubrir lo que era ser parte de esta familia... iba a luchar en esta guerra, les gustara o no a sus hermanos y a los jaguares.

*****

Damon se reclinó en la silla y miró fijamente a la chimenea, observando cómo las llamas se entremezclaban con las sombras que se proyectaban en el interior del recinto de ladrillos. Levantando la copa de vino tinto, lo vio arremolinarse en el vaso y sintió cómo se desvanecía su tranquilidad. Podía oír a Syn susurrándole de nuevo.

Cuando el vaso se rompió contra el ladrillo, apretó los dedos contra la sien izquierda sabiendo que su acababa de despertar a su snack de medianoche.

La seductora chica morena se sentó en el lado izquierdo de la cama y se puso a hacer pucheros al ver que se encontraba sola entre las sábanas. Moviéndose entre las cubiertas, le ofreció un espectáculo de sensualidad arrastrándose hacia él a lo largo y ancho del colchón, pero aquello no iba a funcionar con él. A la velocidad del rayo, Damon se posicionó a un lado de la cama mientras sus dedos se aferraban con firmeza a la garganta de ella. No pretendía herirla ni estropear su belleza, sino mantenerla quieta mientras sus pupilas se dilataban y la sometía completamente a su esclavitud.

Hasta este punto, no había tenido necesidad de hacerlo. Había sido una compañera muy dispuesta, pero ahora era el momento de poner fin a su amistad. Abriendo la boca, lentamente reveló sus afilados colmillos. No sabía por qué lo hacía, las chicas siempre reaccionaban igual.

Sus ojos se abrieron de par en par horrorizados y rápidamente ahogó el grito que se abría paso a través de su mente ahora nublada. Las chicas mortales eran inútiles.... al igual que Katie lo había sido. Todavía podía oír el crujido del metal y ello le puso de mal humor.

Te voy a hacer un favor, pequeña. Su labio hizo una mueca que derivó en una sonrisa sarcástica: Viniste a Los Ángeles para ser modelo, pero esta ciudad está llena de otras chicas que quieren lo mismo que tú, así que esto es lo que vas a hacer. Confía en mí.... es lo mejor.

La estrechó contra él mientras la miraba profundamente a los ojos. Odias estar aquí. Odias Los Ángeles y quieres volver a cualquier pueblo pequeño del que hayas salido. Si te quedas aquí, los monstruos te usarán como yo lo hice. Vete a casa y encuentra al chico cuyo corazón rompiste cuando te fuiste a la ciudad, y pídele perdón porque nadie te querrá nunca aquí.

Le soltó el cuello mientras veía cómo se le salían las lágrimas al golpearse contra el colchón. No estaba de humor para escucharla llorar. Tienes que irte... ahora. Le dio la espalda y cruzó la habitación para mirar por la ventana. Por lo que a él respecta, acababa de hacer su buena acción del día. De todos modos esta ciudad era un desastre.

Por el rabillo del ojo, vio a unos cuantos vampiros jóvenes revolotear por la esquina de un edificio y entrar en un callejón. Se preguntó de dónde habían venido todas las criaturas desalmadas, parecía que Los Ángeles estaba repleta de ellas.

Se había olvidado de la chica en su cama hasta que oyó la puerta del ático cerrarse de golpe... sí, le había hecho un favor. Tuvo suerte de que la hubiera encontrado él en lugar de los monstruos que se arrastraban ahora mismo por las calles de Los Ángeles.... y no sólo hablaba de lo paranormal. Abrió las puertas del balcón y respirando profundamente se adentró en la atmósfera de la noche.

Había dejado atrás las suaves colinas de su tranquila ciudad cuando sintió que Syn empezaba a revolverse dentro de su tumba. Al estar tan cerca del vampiro, durante meses había intuido que Syn despertaría y no había querido quedarse para la ocasión. Syn tenía poca tolerancia con los desalmados y ahora mismo Damon era muy consciente de que su alma era débil. Recordó lo mal que se veía el alma de Kane en la iglesia y se preguntó si su propia alma estaba en tan mal estado.

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