Una felicidad sana sería un estado puntual, en el que la persona pudiese disfrutarla y compartirla, pero que le permitiese luego volver a su nivel basal, donde el organismo se pueda recuperar de esta emoción para llevar una vida normal.
Pero no todo el mundo va a poder sentir la felicidad del mismo modo, ya que para ello la persona debe de tener un adecuado desarrollo emocional, así la atrofia del sistema límbico, va a descolorar la vida de la persona, no sólo en el aspecto emocional, sino en todos los ámbitos.
Igualmente van a tener dificultades para sentir y expresar la felicidad las personas con altos niveles de alexitimia, que van a mostrar problemas en sus relaciones sociales y a la hora de tomar decisiones, ya que son incapaces de conocer qué siente su propio cuerpo o cuáles son los sentimientos de los demás, lo que le va a convertir en un incompetente social, ya que el resto de los de su alrededor van a manejarse por claves emocionales, que él va a ser incapaz de ver ni de procesar adecuadamente, mostrándose frío y distante.
Éste tipo de personas van a tener un correcto funcionamiento del sistema límbico, lo que sucede es que no han aprendido a ponerlo en valor o simplemente se ha desecho de su mundo emocional por considerarlo una debilidad o algo inútil.
La toma de decisiones de los alexitímicos sería lo más parecido a las lógicas, frías y calculadas, las que a todos convendrían y que escasamente se toman, basadas en cálculos de pros y contras, donde aquella columna que más sume, se convierte en la decisión óptima, sin dar pie a la improvisación.
Son personas que les da lo mismo leer una receta de cocina, que un libro de derecho, o una novela rosa, ya que su vivencia va a ser la misma. Con marcados rasgos de personalidad encuadrados dentro del tipo D, hiperactivas, autoexigentes y con baja autoestima.
Pero estas personas lejos de vivir sin emociones, como cabría pensar, lo que sufren es una desconexión entre el mundo emocional interno y su expresión externa, con lo que el cuerpo se va a convertir en el vehículo a través del cual dar salida a dichas emociones, produciéndose una somatización de las mismas.
Mostrando una mayor probabilidad de llegar a enfermar psicosomáticamente, con la aparición de colitis ulcerosa, úlceras péptidas, trastornos vasculares como hipertensión o cardiopatías isquémicas, además de trastornos del estado de ánimo como depresión y ansiedad.
Y todo ello precisamente por su incapacidad de darle salida por otros medios, como la palabra, la escritura, o simplemente rompiendo a llorar.
Un estudio realizado por la Universidad Banaras Hindu (India), cuyos resultados han sido publicados en la revista científica S.I.S. Journal of Projective Psychology and Mental Health, analiza la relación entre la salud y la alexitimia.
Para ello estudiaron a ciento cincuenta adultos donde se evaluaba los niveles de alexitimia, la salud mental y las vivencias de emociones positivas y negativas.
Los resultados indican que altos niveles de alexitimia están relacionados con una mayor probabilidad de enfermar con trastornos psicológicos, explicado en parte, por el componente de anhedonía de la propia alexitimia, con el que se pierde la vivencia positiva de las emociones, favoreciendo de ésta forma mayores experiencias negativas.
Con lo que las personas con altos niveles de alexitimia no sólo van a estar expuestos a sufrir mayores problemas de salud física con la aparición de úlceras y otros trastornos psicosomáticos, sino que también van a ser más propensos a padecer problemas psicológicos y todo ello por un inadecuado desarrollo de la I.E. (Inteligencia Emocional).
Cabe esperar que estas personas, tal y como indican los resultados del estudio, tengan dificultades para alcanzar adecuados niveles de felicidad, y eso a pesar de haber conseguido muchos de sus objetivos en la vida.
Son esas personas, las que a pesar de tenerlo todo, son incapaces de ser felices por ello.
CAPÍTULO 2. DESCUBRIENDO LA FELICIDAD
En este apartado se exponen las distintas variables y factores que van a estar facilitando el estado de felicidad sabiendo que existen muchos beneficios asociados tanto en el estado de ánimo como en las relaciones sociales.
Pero antes de ello hay que aclarar que la felicidad es un concepto abstracto, que se ha convertido en algo que continuamente está siendo buscado, siendo un fin de la sociedad actual, pero a diferencia de lo que se pueda pensar, no existe una única definición y menos una forma de alcanzar este estado de felicidad.
Esto hace que existan todavía muchas incógnitas al respecto, tanto de cómo se produce, mantiene o recupera una vez que se ha perdido esta condición.
Es por ello que se realizan constantes investigaciones que tratan de comprobar qué variables influyen en el estado de felicidad, o expresado de otro modo, ¿Qué factores son los que determinan una mayor felicidad?
Esto es lo que se ha tratado de responder con una investigación realizada por la Universidad del Oeste de Carolina (EE.UU.) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Europes Journal of Psychology.
En el estudio participaron ciento nueve adultos con edades comprendidas entre los 19 a 61 años, de los cuales sesenta y seis eran mujeres, encuestados a través de Internet que recibían dinero por su participación.
Todos ellos respondieron a tres cuestionarios estandarizados, uno sobre el estilo afectivo denominado Affective Style Questionnaire, otro sobre el estilo de humor denominado Humor Style Questionnaire y el último donde se evaluaba subjetivamente el nivel de felicidad del participante mediante el Subjective Happiness Scale.
El estilo afectivo da cuenta de cómo se relaciona emocionalmente con los demás, puede ser de forma confiada frente a desconfiada; generosa frente a uraña
El estilo de humor, se relaciona con cómo se toma la vida, con humor, serios, o viéndolo todo negro
El nivel de felicidad subjetivo, es la medida que da uno mismo a la felicidad que se siente en la vida.
Los resultados indican una relación entre el estilo afectivo y el del humor; y todo ello a su vez relacionado positivamente con el nivel subjetivo de felicidad.
Por lo que cultivar alguno de estos dos factores, el estilo afectivo o el estilo de humor, es suficiente para incrementar positivamente el nivel de felicidad subjetivo de los participantes y las personas en general.
Resultados que por otra parte están dentro de lo esperable, si se tiene en cuenta que de forma individual ya se había observado esta relación positiva, entre el estilo de humor y la felicidad, es decir, que una persona sea alegre y bromista, facilita que ella misma y los demás muestren un mejor estado general, que se convierte en felicidad.
Como se ha indicado hasta ahora, la felicidad es un constructo que se relaciona con muchas variables externas e internas, pero ¿Hasta qué punto depende del nivel de autoestima de la persona?
Teniendo en cuenta que a su vez la autoestima es un constructo que se va conformando desde pequeño con las experiencias, tanto positivas como negativas, y que indica cómo se ve uno así mismo, es decir, el propio reflejo, independientemente de la realidad interna y externa.
Una persona con autoestima alta, se cree capaz de conseguir las metas que se propone, es constante y lucha por lo que quiere, y cuando encuentra inconvenientes, los considera como pruebas o enseñanzas en la vida, que hay que asumir y seguir adelante.
Una con autoestima baja, se siente inferior a los demás, sin capacidad para hacer lo mismo que el resto, e incluso para buscar y conseguir sus propias metas, mostrando gran dependencia a las opiniones de los demás sobre uno mismo, teniendo escasa tolerancia a la frustración, convirtiéndose hasta la más mínima piedra en el camino, como una losa insuperable, que no hace sino reforzar la idea de inutilidad.
Aunque estos son ejemplos extremos, cada uno tiene una mejor o peor autoestima, y en función de ello se relaciona de una forma u otra con los demás, ya sea en el ámbito laboral o personal.
Pero si bien la autoestima se conforma con la experiencia esta puede cambiar con el tiempo, sintiendo que se tiene una buena racha o una mala racha, lo que hace que ante un mismo acontecimiento se muestre una actitud positiva o derrotista, pero ¿Se relaciona directamente la felicidad con la autoestima?
Esto es lo que se ha tratado de averiguar mediante una investigación realizada desde la Oficina del Estudiante con Discapacidad, Centro de Counseling para estudiante, Universidad de Nagoya junto con el Centro de Investigación Experimental en Ciencias Sociales, y el Departamento de Ciencias del Comportamiento, Escuela de Graduados de Letras, Universidad de Hokkaido (Japón), cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Frontiers in Psychology.
En el estudio participaron quinientas treinta y siete jóvenes, de las cuales ciento setenta y seis eran chicas.
El 64% fueron estudiantes de primer año universitario, mientras que el resto pertenecían al segundo año universitario.
A todos ellos se les pasó una serie de cuestionarios estandarizados para evaluar tanto la felicidad como la autoestima, para comprobar si existen correlaciones entre ambos, a través de la escala estandarizada Life Scale y la Rosenberg Self-Esteem Scale.
Los resultados indican que la relación entre la felicidad y la autoestima varía en función de las circunstancias que tenga que atravesar la persona, así, cuando se afronta una situación de incertidumbre y cambio, como el ingreso en un centro de estudio, donde todo es nuevo, las materias, los profesores, los compañeros, el centro la felicidad tiene una relación más fuerte con la autoestima, esto es, las personas que tienen una alta autoestima van a sentirse más felices que los que tienen baja autoestima.
Pero cuando la persona se encuentra en un ambiente estable, por ejemplo los estudiantes de segundo curso, que ya conocen el medio ambiente en el que se desempeñan, y a pesar de pequeños cambios como las materias o algunos profesores, el mantener el resto de las condiciones iguales debilita esta relación, haciendo que otras variables adquieran mayor protagonismo en la felicidad, es decir, ahora, en un ambiente estable, el que tiene una alta autoestima no tiene por qué ser necesariamente el más feliz.
A pesar de que los resultados son claros en cuanto a la relación entre felicidad y autoestima, la investigación se ha desarrollado en un ámbito muy específico, el mundo académico, y en unas etapas de formación de la autoestima como es la etapa estudiantil; por tanto, para poder dar por establecida esta relación, hay que realizar nuevos análisis en otros ambientes, y a otras edades, pues puede ser una característica propia de los jóvenes.
Tal y como se observa este análisis sobre la felicidad se puede hacer en el ámbito específico sobre una población concreta, como la de los jóvenes o la de los estudiantes, pero también se puede analizar la felicidad a un nivel más global.
Uno de los indicadores más sensibles de cómo están funcionando las cosas en un país es precisamente cómo se sienten sus habitantes con respecto al nivel de felicidad.
Muchos son los índices que se pueden emplear para conocer la salud de los habitantes de un país ya sea en cuanto a recursos disponibles tanto de infraestructuras como humanos, como la tecnología empleada al respecto, pero la felicidad, que es un constructo muy personal, no puede ser medido de esta manera.
A cualquiera que se le pregunte por la calle, ¿Qué es la felicidad?, seguro que es capaz de dar una visión única y particular de la misma. Para unos será el tener un trabajo, para otros la familia, o el ocio, y así se obtendrían tantas respuestas como personas se entrevistasen, entonces ¿Se puede medir la felicidad de un país?
Si se tiene en cuenta que el país está constituido por ciudadanos, únicamente habría que evaluar de alguna manera la felicidad de cada uno de los ciudadanos que componen ese país.
Para ello la forma más sencilla es preguntar a cada uno de los habitantes, algo que se convierte en una tarea imposible de llevar a cabo cuando se trata de millones de personas.
Es por ello que se hace necesario reducir las preguntas a unos tantos miles de sus habitantes elegidos al azar, con la esperanza de que sea en una adecuada muestra del resto de la población.
Esto es precisamente lo que se ha hecho desde el gobierno de España para conocer sobre la felicidad de sus habitantes.
Un poco más de dos mil personas al mes han participado en una encuesta denominado BARÓMETRO del C.I.S. (Centro de Investigaciones Sociológicas) en el que se les realiza una serie de preguntas para que puedan dar su opinión.
Entre estas preguntas hay una que se va repitiendo en el tiempo y es relativa a la evaluación de la felicidad de sus habitantes: En términos generales, ¿En qué medida se considera usted una persona feliz o infeliz?
Para responder a esta cuestión se le solicita al participante que use una escala de cero a diez; en la que cero significa que se considera Completamente infeliz y diez que se considera Completamente feliz.
Como se puede observar se trata de una valoración personal en una escala de once puntos, es decir desde cero hasta diez, donde la persona se debe situar según su opinión.