Cegados Parte I - Fransánchez 3 стр.


Bueno, había que empezar a organizarse y solucionar prioridades. Tenía que pensar en la comida, en la seguridad, en las medicinas, que suerte que contaba con un médico en casa. Ya resolvería improvisando como buen español los problemas que fueran surgiendo.

Entró en el supermercado que se encontraba debajo de su casa, allí se reencontró con su vecino el encargado. Bajo protestas y un forcejeo le sacó a la calle, le arrebató las llaves, cerró las puertas y bajó las persianas de seguridad. El encargado quedó afuera impotente, golpeando la puerta y gritando.

Ya se cansará dijo Rafa.

Realizó una pequeña inspección, estaba surtido de alimentos y todo tipo de productos. Todos los congeladores funcionaban y estaban repletos de mercancías. El supermercado tenía una puerta trasera con acceso independiente al pasillo del bloque, podría entrar y salir con comodidad de la tienda sin necesidad de salir al incómodo exterior.

Al pasar por la zona de la frutería tuvo un inesperado encuentro, la ayudante del supermercado, una chica joven y rubia, se encontraba tumbada en un rincón. Se acercó con sigilo y comprobó que estaba dormida, Rafa no contaba con este contratiempo. Ahora tendría que volver a abrir las pesadas persianas metálicas de la gran puerta para sacarla de allí o la podría sacar por la puerta de atrás y salir por la entrada del bloque. Lo pensó unos momentos, mientras la observaba. La verdad es que la joven era atractiva, vestía una bata corta que dejaba al aire un muslo terso y suave, sus labios eran carnosos y rosados. Lo pensó mejor y tras una sonrisa lasciva, se le ocurrió que su situación era ideal para conseguir saciar sus bajos instintos reprimidos durante años. Ahora era su momento y no iba a desaprovecharlo, su imaginación evocó los instantes placenteros de un sultán con sus concubinas, de un harén, su particular harén. Se sintió poderoso, fuerte, eufórico y un subidón de autoestima le animó.

Allí había mucha comida, podría alimentar otra boca más. Decidido a no expulsarla pensó que no podía dejarla allí, era un peligro para su despensa, podía, por accidente, estropear algo, romper, o provocar un incendio, no quiso arriesgarse. Podría instalarla en su casa junto a Alicia, aunque lo reflexionó mejor, quizás más adelante. Tenía que pensar, pensar, se le ocurrió una idea brillante, la casa de su vecino, «fallecido por accidente», era la vivienda contigua a la suya, por su cercanía era mucho más práctico para sus planes.

Necesitaba las llaves, así que salió por el portal del edificio, se acercó al cadáver. Buscó las llaves y al encontrarlas subió al piso, estaba vacío. Con rapidez lo preparó, lo ordenó un poco, eliminó los elementos peligrosos para un invidente y descendió de nuevo a por la chica. Seguía dormida, tenía que inventar una historia coherente para conseguir que subiera al piso sin problemas. Buscó en la oficina y encontró una radio portátil, sintonizó la emisora que antes había escuchado, allí seguía aquel locutor con su corto parte de noticias, más cansado, pero allí continuaba. Despertó con suavidad a la chica, que tras unos instantes reaccionó de forma brusca:

Sigo sin poder ver, no veo nada, ¿quién es usted?, ¿qué ha pasado? interrogó nerviosa la chica.

Tranquilízate, me llamo Rafa, soy amigo, escucha la radio un momento y comprenderás la situación.

La chica oyó las noticias, enmudeció sorprendida. Tras un breve llanto, preguntó por su encargado, Rafa le dijo que no sabía, que allí no había nadie más, pero la chica oyó los golpes en la puerta y preguntó por ellos. Rafa le explicó que eran bandas que querían entrar a robar al supermercado y que debían de marcharse de allí ya que no estaban seguros. La chica asintió y ambos subieron hacia el piso del vecino donde la instaló lo más cómoda posible.

Rafa le dio una larga charla sobre la nueva situación, el mundo había cambiado y había que sobrevivir. Ella estaba ciega, era débil e indefensa, no podía valerse por ella misma. El exterior se había vuelto peligroso, por las bandas y porque para ella, ahora, el exterior era un nuevo y desconocido mundo, con sus barreras arquitectónicas y su dificultad para conseguir alimentos, medicinas, bienestar. Le dijo que no se preocupara, que él la iba a cuidar, la alimentaría, la ayudaría, la protegería. De momento su hogar sería este, que debía memorizarlo y aprender la ubicación de los enseres para desenvolverse con seguridad.

La chica le agradeció mucho la ayuda, le comentó que no sabía cómo podría pagárselo, Rafa aprovechó la ocasión y en un tono amigable, le tomó la mano y le hizo saber que era soltero sin novia. Que necesitaba compañía, que tenía necesidades, que ella podría llegar a ser una gran carga y una gran responsabilidad, pero haría un gran esfuerzo por atenderla. Se inclinó sobre ella y le robó un beso, ella se sobresaltó, se revolvió y se apartó asustada. Le hizo saber muy nerviosa que no le gustaba aquella situación, que la dejara marchar, que por favor la llevara a su casa.

Rafa entró en cólera, le gritó que en su casa no habría nadie, o estarían ciegos o muertos. ¿Qué quería?, ¿qué la dejara en la calle?, ¿a merced de los alborotadores?, con seguridad que la violarían entre todos y después la matarían. Le dijo que ya había visto muchos cadáveres tirados en la calle, y si esto no ocurría, de todas formas moriría de hambre y sed. Mientras ella sollozaba le dio un ultimátum, lo que quizás necesitaba era un tiempo para reflexionar y para que aprendiera lo que le esperaba sola, sin ayuda. Le provocaría vivir una situación similar, padeciendo hambre, sed y necesidades. Cortó la llave del agua y sacó del apartamento toda la comida y las bebidas que encontró en los armarios de la cocina. Salió dando un portazo, girando la llave para que no pudiera salir.

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