Yellow Peril: Aquella Horrible Cara Amarilla - Patrizia Barrera 3 стр.


Bilderraine afirmo que la noche del 24 de octubre se encontraba en Negro Alley con otros hombres porque fue atraído por algunos disparos.

Entro en un callejón fue herido y parece que haber pedido ayuda al agente Thompson, que murió por los disparos recibidos del mismo Yuen. El homicidio a sangre fría parece haber incitado a la gente que en poco tiempo había organizado y asaltado la zona, llegando finalmente a la masacre. Si bien fue atroz, todo el episodio fue pues liquidado como una locura general causada por un clima de descontento contra los Chinos, que por lo visto arruinaban y hundían en el vicio la ciudad obteniendo cifras increíbles. Incluso fue retomado el cuento que los Chinos estaban juntando dichas cantidades de dinero en nombre de un Mandarin que aspiraba en ser gobernador de California: una farsa que databa a la fiebre del oro que termino como verdadera por algunos libros de la época y que desgraciadamente fue usada para publicar las Leyes Raciales según las cuales

Ningún Chino podía declarar contra un blanco en un juicio

A pesar de que la masacre tuvo lugar a los ojos del mundo, gracias a los informes despiadados escritos en tiempo real por H. M. Mitchell, reportero del Star, el juicio concluyó rápidamente absolviendo básicamente a la ciudad victima de los horrendos comercios de los Chinos y del clima de violencia de su Mafia. No cabe duda que los poderes políticos influyentes hayan determinado el almacenamiento del juicio, aquellos que sucesivamente recurrieron al recuerdo de la masacre para imponer el tristemente famoso Chinese Exclution Acts de 1882.

La verdad de los hechos, como siempre, es mucho más triste e incluso simple que la masacre que escarbó a fondo dentro del alma mezquina y racista de los falsos moralistas de aquella época, la codicia y el robo.


La Autoridades Americanas, en primer lugar, la Policía siempr e tuvo relaciones privadas con la Mafia China. Se ejercía un control exclusivo no solo sobre el opio y las especias sino sobre todo en el comercio (oficial o clandestino) de mano de obra y de productos Chinos que eran importados en América de bajo coste, influyendo negativamente los precios nacionales, que estaban colapsando. Además, los grandes empresarios, como las ferrovías que recibían grandes subvenciones estatales, utilizaban a menudo los trabajadores Chinos prefiriéndolos a los Americanos y Europeos ya que costaban menos y trabajaban el doble. Durante el periodo de los primeros Sindicatos los Chinos fueron utilizados como esquiroles por los mismos empresarios para bloquear las reivindicaciones de la clase obrera. Todo esto reforzó la opinión pública, que comenzó a ver los Chinos como peligrosos e intencionados a la competición desleal. En la foto, la parte de atrás de un clasico negocio de especias en Chinatown, 1880.


El escándalo seguido por la tragedia puso en evidencia cuan pobre y cruel fuese el corazón de los protagonistas, gracias a las varias investigaciones y testimonios de los sobrevivientes, sobre todo el mismo Huang que mostró pruebas documentales de la conclusión entre él mismo, la Mafia, la policía local y favores mantenidos entre ellos. Poco después toda la documentación y los actos judiciales fueron almacenados y toda la masacre se escondió debajo de la alfombra. Muchos años después habrían aparecido gracias a la extenuante búsqueda de los Históricos y a las. Situaciones favorables, que hoy ven a China como la gran Potencia económica del futuro.

Más allá de cualquier consideración posible, el interés de este libro es el de informar y ayudar a conocer los grandes eventos del pasado, relacionados al old America y su primera relación con la comunidad China. Por lo tanto, solo voy a contar lo que realmente sucedió aquella noche del 24 de octubre de 1882 en Chinatown.

Bilderrain fue a Negro Valley para robar el oro de Yuen junto a otros compañeros, un favor pedido por el mismo Hing para ajustar las cuentas con el canalla de Yuen. La alianza y la protección de Hing, no fue lo suficiente para salvar a Bilderrain de la ráfaga de disparos de los matones de Yuen que estaban de guardia en el callejón. Hay que decir que Bilderrain no era un sheriff oficial sino uno de esos tantos vigilantes autorizados por la misma Policía, para mantener el orden en el barrio: por esto cerraban un ojo sobre los acuerdos privados que había entre los vigilantes y la Mafia China, y ambos ojos cuando se trataba de favorecer tráficos clandestinos o asesinatos privados. Por otro lado, la Policía recibía una buena cantidad de los ingresos y controlaba todos los eventos en programa, gracias a una amplia red de informadores. Aquella noche también fue habitualmente informada sobre las intenciones de los vigilantes; su único deber era observar, dejar que hagan y despejar el campo de posibles obstáculos. El mismo Comisario Frances Baker, jefe de la policía de Los Ángeles, tenía tráficos personales con la Mafia, específicamente era especialista en recuperar las esclavas Chinas que en ocasiones lograban escapa, intentando embarcándose clandestinamente hacia Europa. Las recompensas por el acto heroico de recuperar las pobres mujeres, legalmente acusadas de robo, era muy alta: la codicia ataba fuertemente a la Policía con una u otra banda, generalmente con la que pagaba más.

De acuerdo a las siguientes declaraciones de Yuen, que sobrevivió a la masacre, aquella noche Bilderrain estaba incluso con Hing y por eso se abrió fuego contra él. Mirando hacia atrás hay que creerle. Las dos facciones mafiosas se encontraban en la hora de la verdad: el único deber de la Policía era ser neutral.


Aquí una extraña imagen de la masacre de Chinatown. Las victimas del linchamiento fueron 19, pero toda la zona fue saqueada, quemada y muchos resultaron heridos.


Con tal fin, fueron puestos como vigilantes dos viejos conocidos de Los Ángeles, dos policías heroicos que se destacaron en acciones difíciles durante las revueltas Mexicanas, como la captura y la muerte del bandido Tiburzio Vasquez . Estos dos se llamaban Emil Harris y George Garde ; su orden era quedarse en la zona sin involucrarse, cualquier cosa que pasase. Delante de la gente enfurecido no solo no movieron un dedo, sino que, al contrario, amenazaban a aquellos que intentaban hacer cualquier cosa per impedir los linchamientos, según testimonios reputados. Sin embargo, nunca se presentaron ante el juez de instrucción como imputados y más tarde fueron promovidos a los grados más altos de la Policía.

Thompson fue abatido muy pronto, y esto es cierto.

Un evento frecuente y ya libre de sorpresas en Chinatown, donde solo en la semana anterior a la masacre habían sido registrados 44 víctimas en los callejones, las cuales 4 policías. Al final, Robert Thompson no era un santo como se decía, sino que la mayoría lo conocían como un traficante, estafador y extorsionista, así como propietario del vil local Blu Wings cuya obligación era el sexo y las drogas. Entonces, ¿ QUÉ fue lo que desencadenó aquella noche la ira de 500 personas, una tal locura que permitió a la gente torturar, matar y mutilar a sangre fría 19 pobres Chinos capturados al azar, pero también saquear, desmantelar y quemar gran parte de negro Alley ante los ojos de la Policía y de la ciudad de Los Ángeles? Lo sorprendente de aquella noche no es solo el eco de un homicidio al orden del día, pero también la extrema velocidad con la cual la multitud se organizó y, como un solo hombre, irrumpió en el barrio dividiéndose en tramos, cada uno de ellos con una tarea específica. De inmediato salió a la luz del mundo que la masacre fue un evento planeado la cual fueron involucrados por su propia confesión varios peces gordos de la ciudad, así como grandes políticos. He aquí algunos nombres: empezamos por H. M. Mitchell, periodista del Star, Sheriff del Condado que después se unió a la riquísima familia Glassel. En poco tiempo se habría convertido en líder del Partido Democrático, se dice que fue gracias a su artículo relacionado con la masacre, que justificaba con fuerza la ciudad victima de los Chinos y de la incapacidad de la Ley

Y qué del rico comerciante JH Weldon que, terminada la masacre, se fue a beber un bar de la zona con la camisa toda manchada de sangre gritando con alegría ¡ Soy feliz! ¡Esta noche he matado a tres Chinos! Harris Newmark , uno de los empresarios más reputados y ricos de Los Ángeles, confesó sinceramente de haber visto a Thompson en el suelo y de haberse ido a su casa a festejar. QUE COSA , no se sabe. Aun así el empresario no pareció ser ajeno a los hechos, sobre todo cuando se descubrió durante el juicio que tenía estrechas relaciones con los policías Celis y Kerren , a su vez sospechosos de haber disparado a Thompson o de haberlo metido en el callejón donde estaban escondidos los mafiosos. ¿Y qué pensar del Policía Francis Baker ? En el juicio que en todo ese alboroto de gritos, torturas e incendios después de haber rodeado el edificio Coronel, donde los mafiosos se habían refugiado, aquella noche se había ido a dormir dejando así la ciudad a merced de la locura.

La verdad sobre los hechos, los actos procesales y toda la documentación sobre el juicio de pega que mostró el lado oscuro de toda una ciudad salió a la luz gracias al minucioso trabajo John Johnson Jr. que, 140 años después de la masacre, logró tener acceso a la célebre biblioteca de Hungtington .

Los datos muestran claramente que Política, Instituciones e Intereses Personales estaban en la raíz no solo de la masacre sino también de la crisis económica y del clima de desesperación general que habían hundido California, y sobre todo la ciudad de Los Ángeles, al caos total. Apoyado sobre un sustrato de Racismo Constitucional que había privado a los Chinos de cualquier derecho humano y de una dimensión jurídica fue fácil indicarlos como enemigos de la comunidad, y por lo tanto de la opinión pública.

LA VERDAD SOBRE LA MASACRE

Antecedentes

Todo comenzó en 1869, cuando fue terminado el transcontinental en Utah , el Pacific Transcontinental , éxito de un gran plan de reconstrucción por el Gobierno de los Estados Unidos, para incrementar la economía después del desastre de la Guerra de Secesión.

Los transcontinentales, es decir la unión de las Costas del Pacifico con las del Atlántico, significaban comercio, expansión y riqueza en un periodo donde las grandes ferrovías comenzaban a propagarse en Europa con timidez. La empresa Americana fue enorme y de gran respeto en línea con su tradición, y fue el modelo para el Sistema Capitalista que a partir de ahí se difundió. Para un negocio como ese claramente fue necesario invertir muchísimo dinero y el Gobierno tuvo una enorme deuda pública, contando con el hecho que habría recuperado los gastos con la venta del oro gracias al sistema New York Gold Exchange, que tenía el deber no solo de favorecer el campo abierto sino también controlar el valor del oro y mantenerlo estable.


La Pacific Railroad inaugurada en 1869 fue una empresa colosal, que involucro dos grandes compañías que nacieron a tal fin, la Union Pacific y la Central Pacific, pero también comprometió mucho al Gobierno de los Estados Unidos. La construcción de la ferrovía, que unía dos puntos estratégicos para los comercios Americanos, es decir la costa Atlántica con California y el Pacifico, representó el comienzo de la era moderna no solo para América sino también para el mundo entero, poniendo en marcha el sistema de las ferrovías. Fue una hazaña descomunal, pero el escándalo que implicó los presupuestos inflados y las subvenciones Estatales por poco no generó la caída del Sistema Democrático Americano, dada la probada implicación del presidente Ulysses Grant.


Esto atrajo a un grupillo de especuladores, como James Fisk y Jay Gould y otros canallas como ellos, los cuales tramaron alrededor del entonces Presidente Ulyses Grant , para encargar el trabajo principal de compra y venta del metal amarillo a un compañero, el tal General Daniel Butterfield , que entonces se convirtió en tesorero principal de los Estados Unidos. Daniel convenció a Grant que era necesario que el Gobierno comprase oro, el cual tenía que ser puesto de nuevo en circulación para mantener estable la economía. Sin embargo, Grant no lo vendió, sino que lo compro a nombre de Gould y Fisk , y esto causó un fuerte aumento de los precios y una peligrosa inflación.

El Gobierno, dándose cuenta de la estafa, vendió cuatro millones de dólares en oro en 24 horas, causando la caída del valor. Claramente el mecanismo infame es más complicado, pero espero que esta simple narración de los hechos de una idea de lo que generó la tremenda crisis económica, agravado por el siguiente escándalo del Pacific Transcontinental Road la cual se descubrió que había especulado a su vez sobre las subvenciones Estatales exagerando los informes de gastos, estableciendo un verdadero monopolio sobre los territorios de su competencia del que había expulsado el Estado.

La crisis llevó a muchos inversores en bancarrota, bloqueó las industrias y obligó a millones de empresas a cerrar; entre ellos el estado de California, que acababa de terminar la ferrovía dejando millones de desempleados en la calle, fue el más afectado. La mayoría de los trabajadores eran Chinos, contratados en cantidad por las Compañías gracias a las presiones Gobernativas, que como hemos visto había organizado muchos tráficos desde China procurándose trabajadores de precio bajo. Éstos, juntos a los desocupados de la ferrovía de Utah, claramente se fueron a Chinatown, único lugar en América capaz de acogerlos, donde la Mafia proveyó para colocarlos y hacerlos entrar en las compañías. A parte del mercado clandestino y de la importación de los productos Orientales, aun así, había poco trabajo; los únicos a sobrevivir, una vez más, eran los Chinos, que se adaptaban a un trabajo de 15 horas al día por pocas monedas.


Thomas Nast criticó abiertamente el sistema político Americano y sus leyes raciales como mordaz y perspicaz en uno de sus periódicos más prestigiosos de aquella época el Harpers Weekly. He aquí uno de sus diseños intitulados Go West- Go East- donde expone de impacto las desastrosas leyes de Jim Crow.


Muy pocos en América estaban al tanto de las graves condiciones las cuales los esclavos modernos estaban forzados, raptados de su Patria a menudo por cuenta de los Estados Unidos o inmigrados en América para escapar del hambre. Con las familias retenidas en China y las Leyes Americanas que, con la excusa de frenar la introducción clandestina de mujeres destinadas a la prostitución prohibía la esposas de encontrar sus maridos, esta pobre gente no tenía una vida propia y se encontraban entre tres hogueras: la tierra natal, América y la Mafia, que trabajaban unánimes para aprovecharlos. La prosperidad de las bodegas de Chinatown a menudo eran ficticias y muy poco se beneficiaban; los ingresos de las apuestas, de las casas de opio y de los licores pasaban directamente por las manos de la mafia, que a su vez abonaba una buena cantidad a las Autoridades locales. La mismas América se enriquecía con el comercio de los productos Chinos, que en 1870 llegaron a incluir también la fruta, la verdura, pescado y productos de primera necesidad que venían comprados en el extranjero a muy bajo precio, mandando en bancarrota las empresas locales que no lograban competir con los precios. Alrededor de 1880 toda la economía nacional comenzó a depender de la importación-exportación con China la cual, basándose en la filosofía del todo oriental por la cual si no puedes acabar con tu enemigo desde afuera, hazlo desde adentro impuso un Comisariado para verificar las condiciones de sus súbditos en la Patria extranjera. Prácticamente, gracias a su Mafia, se aseguró el control total de la inmigración China en América para llenarla de Chinos y mantener los Estados en un tipo de sumisión oculta. Para parar el golpe y retomar el control de su País sin perder los beneficios de los tráficos con China he aquí que fueron promulgadas las famosas Leyes Raciales , la cual siguió una oleada de libros, carteles y seminario sobre el Peligro Chino

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