Intente resumirla lo apremió el investigador.
Está bien. Oficialmente Riario fue asesinado por la tarde en la Sala de las Ninfas de ese palacio por tres conjurados a los que consideraba amigos de confianza. Uno de ellos, mientras los demás esperaban fuera, entró con una excusa en aquella sala que ya no existe y lo apuñaló.
»Después de la primera puñalada, Riario cayó al suelo y trató de esconderse detrás de una mesilla, pero enseguida lo alcanzaron y liquidaron los otros dos conjurados, que lo sujetaron y apuñalaron hasta matarlo, mientras Catalina Sforza se parapetaba con unos sirvientes en la habitación de al lado y gritaba pidiendo ayuda.
»Después de cerca de media hora, fue arrojado de mala manera al exterior por la ventana por otros conjurados, que entretanto se habían apoderado del palacio comunal y su cuerpo fue despedazado por otros amotinados que gritaban libertad mientras lo arrastraban por la plaza respondió el testigo de un tirón.
Parece una historia muy fea respondió el investigador, pensando en ella por un momento. Luego, tratando de intuir más o menos cómo pudieron haber pasado las cosas, añadió: Por tanto, si lo he entendido bien, ¿podría ser que Riario, cuando fue arrojado por la ventana, cayera de cabeza como un peso muerto y se la rompiera?
No. No he dicho eso ni tampoco me cuadra. Más bien creo que Riario cayó de pie y no de cabeza explicó el testigo.
¿Entonces cómo se produjo la fractura de la cabeza?
Existen muchos modos de romperle al cabeza a alguien respondió el testigo.
Entonces, ¿cómo habrían pasado las cosas?
Hay que conocer un poco otros hechos para entender bien todo.
¿Y usted los conoce?
Bastantes sí respondió el testigo.
¿Y cómo consiguió saber todas estas cosas? ¿Es que se las contó el fantasma? preguntó sonriendo un poco el investigador.
No. Soy hijo del hijo del hijo del hijo de gente de Forlí desde hace muchas generaciones y algo he heredado de ellos respondió el testigo.
Vamos cómo puedo creerle El investigador sonrió de nuevo. ¿Tal vez está intentando ocultarme la realidad?
No.
¿Entonces se lo ha contado todo el fantasma? pregunta el investigador.
No, él solo ha dicho algunas cosas. Otras, en cambio pasaron después de su muerte y tal vez tampoco él las sepa explicó el testigo.
¿Y usted sí las sabe?
Ya le he dicho que bastantes sí.
Perdone, pero ¿quién es el fantasma? ¿Usted o él? preguntó en broma el investigador.
Él, naturalmente.
¿Y usted quién es?
Un ciudadano de este lugar respondió el testigo.
¿Y cómo consiguió saber todo esto?
Lo sé y basta respondió el testigo, que no parecía querer entrar en detalles.
¿Tal vez ha leído todo en libros de historia?
Algunas cosas he tratado de comprobarlas en libros de historia, pero muchas no están escritas en ningún libro de historia respondió el testigo.
¿Y entonces cómo las sabe? insistió el investigador.
Ya se lo he dicho. Soy hijo del hijo del hijo de gente de estos lugares y he heredado algo
Es usted muy curioso. ¿Qué más le ha dicho el fantasma? preguntó el investigador que cada vez se sentía más envuelto en esta historia.
Prometía venganza y muerte a quien lo mató y le hizo todo esto.
¡Usted le preguntó algo?
Sí.
Usted también es muy valiente. ¿Qué le preguntó?
Le pregunté acerca de algunos detalles.
¿Y qué le dijo?
No me respondió.
Espere un momento. ¿Realizó una sesión de espiritismo o algo similar para hacer esas preguntas? preguntó el investigador, empezando a sospechar que debía haber ocurrido algo por el estilo.
No, yo no. No soy espiritista respondió el testigo.
¿Entonces quiénes las han hecho?
Muchas personas, por lo que sé, pero no han conseguido nada.
¿Y por qué no están aquí entonces en su lugar?
Ha pasado muchísimo tiempo y muchos ya han muerto respondió el testigo.
¿Quiénes eran?
Prefiero no contarle eso tampoco.
¿Por qué?
Me temo que no lo entendería.
Adelante me lo puede decir con toda tranquilidad. Soy un investigador y he visto muchas cosas a lo largo de mi vida.
Creo que yo he visto más, pero si eso es lo que quiere añadió en testigo.
Eso quiero.
Está bien, póngase cómodo, que la historia no es breve dijo el testigo, mientras se preparaba para contar el resto de la historia.
No era la primera vez que alguien veía el fantasma de Girolamo Riario en el palacio comunal
dijo el testigo al investigador. Luego explicó: Ya en el año 1500 se afirmaba que el lugar donde cayó Riario estaba manchado y sucio para siempre por su sangre y, casi doscientos años después, en torno a 1650, algunos cristianos llegaron a escribirlo.6
»En el año 1700 había quienes hablaban del espíritu o alma de Riario y en el 1800 corrían algunas historias de cómo, a partir de su homicidio, su fantasma vagaba en busca de alguien.
»En la segunda mitad del siglo XIX se llegó a la culminación y varios grupos de espiritistas y masones dijeron estar en contacto, no solo con él, sino también con Catalina Sforza7 y con algún otro que estuvo en la fortaleza de Ravaldino.8
»En pocas palabras, después de su asesinato ocurrido en la Sala de las Ninfas, sala que fue destruida y ya no existe, ese fantasma fue visto más veces y en distintas épocas dando vueltas por el palacio, alguno incluso decía haberlo visto en la fortaleza de Ravaldino. Solo que la mayor parte de la gente prefería olvidarlo o callárselo todo.
»También la tercera ventana del primer piso contando desde la izquierda delante de la fachada del palacio comunal fue considerada maldita por muchos, porque algunos pensaban que fue desde allí desde donde fue arrojado Riario tras su asesinato, bajo una multitud que gritaba y que despedazó su cadáver. Pero esa no era la verdadera ventana desde la que fue arrojado Riario después de su asesinato.
¿Y desde dónde fue arrojado? preguntó el investigador.
Desde otra ventana. Riario fue asesinado en la Sala de las Ninfas, pero luego su cuerpo se trasladó fuera y se llevó a otra sala.
¿Y entonces cuál fue la ventana desde la que fue arrojado? le interrumpió el investigador.
La ventana estaba en la parte opuesta de la fachada del palacio, la tercera ventana contando desde la derecha.
Pero esa es la ventana donde la mujer ha dicho haber visto bailar al fantasma dijo estupefacto el investigador.
Exactamente, esa mujer lo ha visto en esa ventana, solo que en realidad no estaba bailando respondió sonriendo un poco el testigo.
¿Entonces qué estaba haciendo?
Es demasiado pronto para entenderlo, hay muchas otras cosas que debería saber antes explicó el testigo al investigador.
Está bien. Entonces, ¿la Sala de las Ninfas es aquella en la que se le vio bailar? preguntó el investigador.
No, esa era solo una ventana junto a la cual se trasladó su cadáver después de su muerte. La Sala de las Ninfas la destruyó su esposa Catalina Sforza después de su homicidio y hoy ya no existe.
¿Y después de cinco siglos usted conoce aún detalles similares?
A decir verdad, conozco muchos otros.
Entiendo, continúe entonces respondió el investigador.
Volviendo a la ventana desde la que fue arrojado, el punto en que Riario cayó a la plaza permaneció señalado por mucho tiempo y muchas personas en todas las épocas y todos los siglos sabían esto. Solo que hoy pocos o nadie lo recuerda ya. Desde entonces muchas personas en todas las épocas dijeron haber visto su fantasma y alguno haberlo escuchado explicó el testigo.
¿Cómo sabe todo esto? preguntó el investigador.
Corre demasiado. Ya le he dicho que hay que saber otras cosas respondió el testigo mientras se preparaba para contar más.
La Romaña hace cinco siglos
Mercado de Faenza a inicios de 1488. Un maestro de esgrima se acerca en medio de la plaza a un campesino adinerado de Forlí, que ha viajado al mercado de Faenza rodeado de amigos, para pedirle que entregue un libro de profecías a un cronista de Forlí 9
El maestro de esgrima llega delante del campesino y sus amigos y le pide en alta voz:
Señor, necesito de vos un favor.
¿Quién sois? responde el campesino.
Soy Cesare Scrimidore,10 de Faenza y conozco desde hace mucho tiempo a Leone Cobelli,11 pintor y cronista de vuestro ayuntamiento de Forlivio.12
»Sé que lo conocéis bien y debo entregarle a través de vos una cosa que le debo desde hace mucho tiempo. Ambos os estaremos muy agradecidos por vuestro favor.
Sí, Conozco bien al cronista Leone Cobelli. Decidme de qué se trata respondió el campesino.
Me pidió que le hiciera llegar personalmente este libro que me ha entregado un fraile adivino menor de San Francisco, y, al no tener la posibilidad de ir a Forolivio, os pido a vos, que sois amigo suyo, que se lo entreguéis en mi lugar dijo el espadachín.
Está bien. ¿Quién debo decirle que sois? respondió el campesino.
Decidle que soy un espadachín de Faenza y que le mando un libro de un fraile astrólogo para que sepa que el destino de vuestro señor y de vuestras tierras ya está predestinado, deseado y escrito en los cielos.
¿Pero de qué destino celeste escrito estáis hablando, maestro de la espada? intervino un escribano amigo del campesino.
Señor, no os pongáis a pelear o discutir conmigo sobre las cosas decididas y queridas desde lo alto de las esferas celestes. Todo está escrito en este libro y no puedo decir nada más13 respondió el espadachín.
No pretendo pelear ni discutir con vos delante de todos, pero sabed que muchos en Forlí saben bien lo que está ocurriendo en nuestras tierras y al conde Girolamo Riario. Y no necesitan ni de frailes adivinos ni de astrólogos para saber lo que está pasando en nuestra ciudad14 respondió el escribano.
Estáis hablando de cosas que no conocéis. Debéis saber que este libro fue escrito hace diez años por un astrólogo de estas tierras y cuenta cosas que ya han pasado y otras que todavía tienen que pasar en el gobierno de vuestra ciudad hasta el año 1500.
¿Y qué? Hay muchas profecías sobre estas tierras dominadas por los enemigos del conde Riario.
Pues que narra cosas todavía destinadas a pasar, queridas por Dios y la mecánica celeste15 replicó el maestro de esgrima.
Vos decís que fue escrito hace diez años. Vamos, decidme quién lo ha escrito. ¿Quién es el fraile que os lo ha entregado? preguntó el escribano.
Esto no es de vuestra incumbencia.
Entonces apuesto a que ha sido el astrólogo Girolamo Manfredi, 16 fraile y astrólogo curandero, emparentado por su nombre con vuestros señores de Faenza, amigos de Florencia y enemigos de los Riario respondió el escribano.
Tampoco esto es de vuestra incumbencia, pero ¿qué importaría que fuera así? respondió el espadachín.
¿Quién ha pagado entonces a este fraile astrólogo para que haga este libro? Los astrólogos y los horóscopos cuestan bastante y alguien rico debe haberlo pagado preguntó aún más crítico el escribano.
Tampoco sé esto, pero no pretendo discutirlo con vos. Pero si intentáis decir que soy un ciurmadore17 y queréis averiguar la verdad en una giusta d'arme18, estoy dispuesto a ello respondió el maestro de esgrima.
Soy escribano y no pretendo decir que seáis un estafador, ni pretendo pelearme con vos en una justa de armas, solo quiero saber de vos cómo estaban las cosas para tomar nota para mí y mis ciudadanos El escribano bajó la voz.
Entonces dejad hacer esto al cronista Leone Cobello y terminemos la conversación, que es mejor así concluyó el maestro de esgrima con el escribano.
Vos ordenó el esgrimista al campesino, tomad este libro y entregadlo al maestro Leone Cobello y él sabrá qué hacer. Os agradeceremos todo lo que hagáis.
Está bien, no nos peleemos por esto dijo el campesino, tomando el libro y dándose la vuelta para ponerlo en un lugar seguro de su bolsa de viajeEscuchad, ¿cómo habéis dicho que os llamabais? preguntó el campesino volviéndose a girar hacia el espadachín, pero este ya se había ido en silencio entre el bullicio del mercado.
Una vez llegado a Forlí, el campesino entregó al cronista Leone Cobelli el libro y se lo contó todo, pero Cobelli, por mucho que esforzara en recordar quién podía ser el espadachín y ese fraile, dijo no recordar a nadie que le hubiera prometido algo parecido. En todo caso, el cronista Cobelli también era astrólogo y tuvo en gran consideración esas profecías.
»Y en cuanto aparecía en el cielo cualquier señal extraña, escribía que había llegado de Faenza y se había visto encima del convento de los frailes franciscanos concluyó la explicación de su relato el testigo.
El investigador le había escuchado atentamente y preguntó:
En pocas palabras, ¿quiere decir que el libro lo escribieron los asesinos de Riario para preparar a la gente de Forlí ante su muerte y hacer creer al pueblo que era alguien destinado a morir?
Algo parecido, pero mejor planificado. En realidad, se ordenó un libro similar diez años antes en el entorno de Lorenzo de Médicis y este contenía el modo y la manera en que debía morir Riario respondió el testigo.
¿Lorenzo de Médicis? ¿Lorenzo el Magnífico? preguntó sorprendido el investigador.
Él mismo.
¿Qué tenía contra Riario? preguntó el investigador.
Mucho, para empezar, fue un ajuste de cuentas entre ellos.
Pero ¿qué me está contando?
Le cuento que eso es lo que pasó. Todo empezó cuando al papa Sixto IV y a su sobrino Girolamo Riario se les metió en la cabeza tomar Florencia para derrocar a Lorenzo de Médicis y su hermano Juliano.
¿Y luego?
Luego no encontraron nada mejor que tratar de asesinarlos juntos durante una misa solemne en la catedral de Florencia, donde dejaron sobre charco de sangre a Juliano de Médicis, mientras Lorenzo el Magnífico conseguía salvarse encerrándose en una sacristía.
¿Está hablando de la conjura de los Pazzi? preguntó el investigador.