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Pero luego empecé a trabajar mucho. Primero fue un proyecto de escuela internacional, luego otro de dos años y después uno transfronterizo durante tres años. Estuve dando clases de inglés en un colegio y haciendo tareas de proyecto después de las clases.... ¡Chico, era agotador! - ¡6 años a la carrera! Así que en febrero de 2015 empecé con los mismos síntomas: cansancio, aburrimiento, no dormir lo suficiente, sensación de agotamiento.
Justo antes de empezar el último proyecto de 3 años supe que tenía que decir ¡Basta! Tuve una corazonada, una sensación intuitiva de no aceptar la oferta. Pero en lugar de escucharla y decir ¡Basta! ¡Necesito un descanso! Hay otras personas que hablan inglés en esta escuela, no rechacé el trabajo. Y hasta hoy me arrepiento de mi decisión. La depresión nº 3 me golpeó como un huracán. Esta vez no fue leve, sino grave. Así que hice lo que sabía que funcionaría. Fui al médico. Me recetó medicación y seguí trabajando -enseñando y haciendo proyectos- luchando cada día por las fuerzas para pasar el día. Y así, desde febrero hasta finales de mayo estuve dando clases y trabajando en el proyecto. Fue insoportablemente duro. No quería que mis colegas se dieran cuenta. Y mi madre no me dejaba abandonar el proyecto.
Así que durante 4 meses estuve como una prisionera, yendo a trabajar, haciendo lo mejor que podía y volviendo a casa cansada, sin fuerzas, a pesar de que tomaba 4 tipos de medicamentos. Mi cuerpo había acumulado tanto estrés y fatiga. Así que cada día tachaba el día en el calendario y esperaba poder terminar el curso escolar. Por suerte, de alguna manera llegó mayo y con él se acabaron la mayoría de mis clases. Y tuve fuerzas para terminar el proyecto pero sabía que esto tenía que terminar. Así que en agosto de 2015 dejé mi trabajo de profesor.
Cuando miro atrás supongo que no fue el trabajo lo que me causó el estrés sino lo adicional, lo del proyecto extracurricular. Había pasado 18 años enseñando. No tenía ningún deseo de convertirme en subdirector. Era profesor titular y jefe del departamento de inglés. Además, gané una beca para un curso de formación de profesores en Cambridge, Reino Unido, así que más o menos lo había conseguido todo en esta profesión. Era realmente el momento de cambiar.
En 2007 una empresa de mi ciudad necesitaba un traductor y empecé a hacer traducciones para ellos como trabajo a tiempo parcial. A veces había traducciones in situ con algún visitante extranjero de la empresa. Y me gustaba hacer traducciones. Así que durante 4 años, hasta 2011 estuve traduciendo documentos e informes, contratos y algunos manuales de máquinas. Por supuesto no dejé mi trabajo de profesor. Hacía las traducciones por las tardes, en verano, durante las vacaciones. La empresa era comprensiva: me llamaban y me preguntaban cuánto tiempo necesitaba para ...xx... muchas páginas y teníamos muy buenas relaciones laborales. Estaba adquiriendo experiencia y lo disfrutaba mucho.