Este libro es fruto de la colaboración entre profesionales de la alta sensibilidad, y se ha desarrollado en forma de un proyecto de investigación. El libro aporta la información recogida en terapias de grupo y sesiones individuales de psicología, realizadas durante varios años en departamentos de salud mental y aborda algunos temas centrales de la labor diaria de los profesionales de la Alta Sensibilidad en la infancia y adolescencia. Los menores son un campo de gran interés asistencial, de estudio y tratamiento, y sobre todo en aras a la prevención de posibles trastornos mentales. Los jóvenes son el potencial humano del futuro próximo en las empresas.
Los síntomas que pueden derivar de la presencia del rasgo altamente sensible en un individuo, se han enfocado bajo la perspectiva de los ejes diagnósticos del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM 5). Los factores de riesgo, tratamientos actuales y prevención, se han basado en terapias cognitivo-conductuales. El diagnóstico y evaluación aporta la comparativa y confusión con trastornos que asemejan algunos signos patológicos. Respecto a los modelos de investigación descritos, incluyen las teorías científicas a nivel internacional que hacen del rasgo un descubrimiento de la Alta Sensibilidad.
En la actualidad existen numerosas investigaciones que avalan la existencia de este peculiar rasgo en una parte de la población mundial. Numerosos científicos de diferentes países aportan datos contrastados sobre esta particular forma de sentir, pensar y actuar.
La ciencia nos ha demostrado hasta la fecha, mediante los estudios realizados que aproximadamente el 20% de la población posee Alta Sensibilidad (Aron y Aron, 1997). Se trata de personas con una capacidad innata para observar los mínimos detalles y lo hacen de manera inconsciente. También necesitan más tiempo de descanso ya que reciben demasiada estimulación y deben aprender a gestionar sus emociones ante el exceso de ruido o los lugares multitudinarios. Muestran fuertes respuestas emocionales y en ocasiones requieren más tiempo de inactividad. Así mismo, los autores afirman que dentro de dicho porcentaje de personas que poseen el innato rasgo, hay aproximadamente un 70% de introvertidos.
El desarrollo de la escala infantil altamente sensible e identificación de grupos de sensibilidad (Pluess, 2017), publicado en Developmental Psychology, es también un estudio estadístico. Entre sus resultados se marca la existencia de tres grupos distintos con diferentes niveles de sensibilidad ambiental. Se indica que todos los seres vivos deben ser sensibles a su entorno. Clasifica como altamente sensibles al 25-35%, grupo intermedio el 41-47% y grupo bajo el 20-35%.
La Persona Altamente Sensible presentan características desde que nacen y las acompañan a lo largo de su vida, afectando a su bienestar y por tanto a su salud mental. La psicóloga investigadora pionera en Estados Unidos, Elain Aron, destacó las siguientes particularidades de las personas PAS: la capacidad de reflexión inconsciente y profunda ante los estímulos del entorno; reacción emocional intensa derivando en que a los PAS les afecta todo más, tanto lo positivo como lo negativo; altos niveles de excitación debido a la estimulación sensorial ante ruidos, olores y otras sensaciones; capacidad de empatía; y mayor sensibilidad sensorial que proviene de los estímulos y le llevan a mostrar alta capacidad para diferenciar sensaciones.
La persona altamente sensible y los niños altamente sensibles, son individuos que poseen estos rasgos de personalidad por naturaleza y que pueden encaminarlos hacia lo positivo, o bien, evitar tomar el camino negativo, gracias a tener conocimiento de su particularidad y las herramientas suficientes para hacer frente a las dificultades que se presenten en el camino, así como, potenciar las fortalezas. Se trata de personas con un don, debido a su forma de procesar la información y con gran creatividad, pero también son personas que pueden llegar al estrés fácilmente o que evitan determinadas áreas sociales. De ahí la importancia que tiene saber si eres o no eres persona PAS y si tu hijo es o no es niño o niña NAS.
La persona altamente sensible se puede identificar en atención a los altos niveles de sensibilidad que presenta. Se trata de personas que se excitan fácilmente ante los estímulos que le rodean. Otras características para tener en cuenta son, la empatía y la capacidad para captar la información proveniente del medio ambiente.
Aquellos que poseen el rasgo de la alta sensibilidad, reciben la información de forma peculiar, lo analizan todo de forma más minuciosa, comprenden cómo se siente la otra persona y llevan a los extremos las emociones que perciben. Por lo tanto, cuando las emociones del día a día son positivas (alegría, tranquilidad, optimismo, etc.), la persona es capaz de controlar lo que siente para su beneficio. En este caso, es una ventaja ser una persona altamente sensible. Aunque, al tratarse de algo genético, no se puede elegir, simplemente nacemos o no nacemos con el rasgo de la sensibilidad.
En cambio, cuando la persona se encuentra ante una rutina compleja y llena de emociones negativas (enfado, tristeza, angustia, etc.), pueden aparecer problemas psicológicos. Es habitual que a lo largo de la vida encontremos situaciones difíciles. En eso consiste vivir, en tener todo tipo de experiencias y aprender a resolverlas. Sin embargo, muchas veces resulta complicado tomar decisiones, ya que intervienen factores emocionales, difíciles de controlar.
Las dificultades más habituales que surgen tras una mala gestión de la alta sensibilidad son: baja autoestima, ansiedad, estrés, miedos, depresión, e incluso trastorno límite de personalidad. Algunos de los síntomas que alertan sobre la necesidad de buscar ayuda profesional están relacionados con problemas de insomnio, dolores musculares, bajo estado de ánimo, tensión emocional, ira, etc. En los menores destacan los síntomas relacionados con la inseguridad, timidez, falta de atención e irritabilidad.
Con todo esto no queremos decir que las personas altamente sensibles sean más propensas a experimentar síntomas psicológicos sólo por haber nacido con el rasgo de la alta sensibilidad. Queremos decir que, es posible pensar que el hecho de tener mayor sensibilidad a los estímulos, aumenta la activación de la persona en general. Es decir, si una persona altamente sensible vive muchas experiencias que le generan emociones extremas negativas, se estará exponiendo a mayor presión. Su cuerpo se estará estresando ante situaciones que a las personas que no son altamente sensibles, les pueden pasar desapercibidas. También es posible que la suma de experiencias de tensión, le genere a la persona altamente sensible síntomas físicos, que a cualquier otra persona ni siquiera le afectarían.
El cerebro de la persona altamente sensible presta más atención a las sensaciones de su cuerpo que son de menor importancia. Otro tipo de personas no perciben estas sensaciones. Aún queda pendiente demostrar si las personas altamente sensibles acuden más al médico debido a problemas o quejas, que realmente no constituyen una enfermedad.
Algo que sí sabemos es que las personas altamente sensibles se saturan más con menos estimulación que el resto de las personas. Su umbral sensorial es más bajo. Es decir, se ven más afectados por los estímulos y por eso se sobreexcitan o se sobre estimulan con mayor facilidad. Nadie trabaja bien bajo presión ni bajo los efectos de la sobreestimulación. Tampoco todos rendimos igual ante las tareas que suponen demasiada tensión emocional, ya sean tareas laborales o escolares.
Es por tanto una labor importante de la persona altamente sensible, aprender a gestionar esa intensa entrada de información cuando le causa problemas en su rutina. Así podrá llevar a cabo su labor diaria con tranquilidad y naturalidad. La solución no debe ser rechazar actividades, más bien se trata de conocerse bien y adquirir estrategias psicológicas. Las habilidades sociales también se pueden aprender o fomentar. Sobre todo, cuando es necesario conseguir una buena valoración de uno mismo, que esté en consonancia con las propias emociones.
Algo que sí sabemos es que las personas altamente sensibles se saturan más con menos estimulación que el resto de las personas. Su umbral sensorial es más bajo. Es decir, se ven más afectados por los estímulos y por eso se sobreexcitan o se sobre estimulan con mayor facilidad. Nadie trabaja bien bajo presión ni bajo los efectos de la sobreestimulación. Tampoco todos rendimos igual ante las tareas que suponen demasiada tensión emocional, ya sean tareas laborales o escolares.
Es por tanto una labor importante de la persona altamente sensible, aprender a gestionar esa intensa entrada de información cuando le causa problemas en su rutina. Así podrá llevar a cabo su labor diaria con tranquilidad y naturalidad. La solución no debe ser rechazar actividades, más bien se trata de conocerse bien y adquirir estrategias psicológicas. Las habilidades sociales también se pueden aprender o fomentar. Sobre todo, cuando es necesario conseguir una buena valoración de uno mismo, que esté en consonancia con las propias emociones.
También la reacción emocional de una persona altamente sensible es más extremista o llamativa que la de cualquier otra persona, incluso ante la misma situación. Por ejemplo, dos hermanos de similar edad viendo una película dramática, uno de ellos llora desesperadamente y el otro no. Estas situaciones no tienen por qué suponer un trauma para la persona altamente sensible, siempre que haya aprendido a identificarse con su rasgo y a aceptar aquello de su forma de ser que no puede modificar.
Una repercusión bastante habitual en aquellas personas altamente sensibles que no han identificado su rasgo, es intentar cambiar su forma de ser. Luchar contra la propia naturaleza de la persona es imposible y desaconsejable. El perfeccionismo y la autocrítica que desarrolla la persona altamente sensible, deben orientarse hacia el propio beneficio. Evitar que se conviertan en desventajas o en problemas psicológicos es la clave de una sana autoestima para las personas altamente sensibles.
Una buena gestión de la alta sensibilidad consiste por tanto en aprovechar la ventaja que le da su sensibilidad. Y así evitar los habituales inconvenientes que surgen, para que no deriven en problemas psicológicos, tales como ansiedad, depresión o estrés.
En resumen, las personas altamente sensibles perciben los estímulos de forma más intensa, generando mayor viveza en sus emociones. Las emociones que cualquier persona genera en su vida diaria pueden ser positivas o negativas. Las positivas, son por ejemplo la alegría, la felicidad o la ilusión. Y las negativas pueden ser la tristeza, la apatía o la angustia. La persona altamente sensible presenta mayor sensibilidad a los estímulos. Esto supone mayor activación en general y, por tanto, mayor presión y malestar ante las emociones negativas. Mayor tensión emocional, sumado a no saber gestionar las propias emociones, puede llevar a generar síntomas psicológicos e incluso problemas de salud manifiestos. Por todo ello, es importante que las personas que se identifican con el rasgo de la alta sensibilidad, aprendan a gestionar sus emociones. Conseguir este logro puede ser en ocasiones todo un reto, o simplemente se puede adquirir de forma natural. Al conseguir controlar esta habilidad, se evitarán problemas psicológicos, tales como la ansiedad o el estrés.
Referencias
Aron, A., Ketay, S., Hedden, T., Aron, E. N., Rose Markus, H. y Gabrieli, J. D. (2010). Temperament trait of sensory processing sensitivity moderates cultural differences in neural response. Social Cognitive and Affective Neuroscience, 5(2-3), 219-226.
Aron, E. N. y Aron, A. (1997). Sensory-processing sensitivity and its relation to introversion and emotionality. Journal of Personality and Social Psychology, 73(2), 345368.
Aron, E. N., Aron, A., y Jagiellowicz, J. (2012). Sensory Processing Sensitivity: A Review in the Light of the Evolution of Biological Responsivity. Personality and Social Psychology Review, 16(3), 262282.
Dabrowski, K. (1964). Positive Disintegration. Little Brown.
Dabrowski, K. (1967). Personality-shaping through positive disintegration. Little Brown.
Dabrowski, K. (1972). Psychoneurosis is not an illness. Gryf Publications.
Dabrowski, K., Kawczak, A. y Piechowski, M. M. (1970). Mental growth: through positive disintegration. Gryf Publications.
Dabrowski, K. y Piechowski, M. M. (1977). Theory of levels of emotional development. Vols I y II. Dabor Science Publications.
Díaz-García, M. I. y Díaz-Sibaja, M. A. (2005). Problemas cotidianos del comportamiento infantil en M.I. Comeche, y M.A. Vallejo (Coor.), Manual de terapia de conducta en la infancia. Dykinson.
Pluess, M. (2017). Vantage Sensitivity: Environmental Sensitivity to Positive Experiences as a Function of Genetic Differences. Journal of Personality, 85(1), 38-50. doi: 10.1111/jopy.12218
Capítulo 2. Características de la persona altamente sensible
La persona altamente sensible percibe los estímulos que recibe del medio ambiente que le rodea, fijándose en los detalles. Se trata de un proceso que realiza de forma inconsciente, casi sin darse cuenta. Toda la información que la persona recibe a través de los sentidos, en situaciones nuevas, la analiza detenidamente. Vista, oído, gusto, tacto y olfato están al mismo nivel de desarrollo que en una persona no-PAS, sin embargo, la percepción que se recibe a través de estos órganos se ve más beneficiada en los PAS.
Percibir como un PAS es similar a sentir los dos extremos de un estímulo. Perciben un ruido demasiado alto, o bien percatarse de uno demasiado suave. Disfrutan con sabores intensos, o pueden notar un suave ingrediente añadido a una receta. Aquello para lo que cada cual es más sensible suele variar de una persona PAS a otra, unos demuestran su sensibilidad ante sabores, otros ante los sonidos, las luces, los olores o los tejidos. Pero todos tienen una sensibilidad extrema y manifiesta.
La diferencia con personas no-PAS radica en los gustos o intereses que éstos presentan. Las personas no-PAS difieren con los PAS en que eligen por propios intereses o gustos si prefieren un tipo de comida, o un tipo de música. En cambio, los PAS poseen una necesidad superior a un interés o gusto, se trata de algo innato que no está determinado por el simple hecho del propio gusto. Podríamos decir que hay una fuerza biológica que lleva al PAS a percibir sentir los dos lados de una moneda. Muchas de las quejas van hacia sentir demasiado calor o bien, demasiado frío. Parece no haber término medio. En ocasiones demandan rodearse de mucha gente y en otras requieren la soledad. Así con multitud de situaciones, generando una incongruencia entre las personas con las que conviven.
El aspecto positivo nos demuestra que una persona altamente sensible disfruta de los detalles de la vida. Lo muestran a través de la sensación que les producen diversas particularidades, tales como, una conversación profunda, la luz del amanecer o visitar un museo. En las relaciones personales, el amor y la amistad adquieren un sentido superior. Al mismo tiempo disfrutan de la privacidad que obtienen en esos momentos a solas, dónde pueden dar rienda suelta a su creatividad. Muchos de ellos son buenos dibujando, bailando o cocinando, otros tienen la inteligencia de tomar buenas decisiones o bien, la de ayudar a los demás. Son muy diversos los aspectos en los que puede destacar la persona altamente sensible gracias a su creatividad y su emocionalidad.
Respecto a la noción del tiempo, las personas PAS requieren de un tiempo en solitario, para desconectar de la rutina. En especial después de vivir experiencias de mucha estimulación, su cuerpo les pide un espacio de relajación, silencio y tranquilidad.