–Viva la Fontana, el rey de los clubs!
–Y el club de los reyes—dijo uno que se escurrió como si hubiera dicho una imprudencia.
–¿Quién ha dicho eso?—exclamó el Doctrino furioso.
–No hagas caso: es uno de los que creen esas calumnias—indicó Javier.—Vamos, señores: esta noche hay gran sesión en la Fontana.
–Mañana me llevarás allá—dijo Lázaro á su amigo con empeño.
–¿Cómo mañana? Esta noche misma, ahora mismo. ¿Vas á perder la más importante sesión que se ha visto ni verá?
–¿Pero cómo puedo ir esta noche? Si acabo de llegar. Tengo que ir á casa de mi tío.
–¿Tienes aquí un tío? ¿Es liberal?
–Presumo que sí: no le conozco.
–¿Y ahora vas allá?
–Naturalmente.
–¡Qué disparate! Déjate ahora de tíos. Vente á la Fontana. Son las ocho: ya va á empezar. A la salida irás á tu casa.
–Hombre … eso no me parece bien—dijo Lázaro suspenso.
–¿Pero cómo vas á perder esta sesión? Habla Alcalá Galiano, Romero Alpuente, Flórez Estrada, Garelli y Moreno Guerra. No habrá otra sesión como ésta. ¿Qué más da que vayas á tu casa ahora ó á las doce? Tu tío creerá que no ha llegado la diligencia.