Parábolas Del Reino Y La Sabiduría - Arturo Juan Rodríguez Sevilla 2 стр.


El gran manzano

En un jardín lleno de árboles frutales había un gran manzano. Era el árbol más hermoso y frondoso del huerto. Cada año, la cosecha aumentaba y el señor también se beneficiaba del huerto. El jardinero regaba dos veces al día: una con agua dulce y otra con agua salobre. La cosecha siguió siendo plena, pero poco a poco los beneficios fueron disminuyendo debido a que algunos frutos se estaban echando a perder antes de ser cosechados. Con el tiempo, los ingresos de la extracción de los frutos ya no se compensaron para mantenerla. Entonces el jardinero decidió hablar con el señor del jardín sobre el manzano.

- "Papá, estoy pensando en cortar el manzano porque la cosecha se está arruinando. ¿Qué me dices a mí?

- "Antes de cualquier decisión, tengo que verla. Puede ser que el problema tenga una solución.

Al analizarlo, el jefe encontró que todas las frutas se estaban estropeando menos una del medio. Sintió su tallo leñoso principal y lo tocó,

- "La corte, no." Este es un buen árbol que ya me ha dado mucha alegría. Las manzanas se están echando a perder porque absorben agua salobre en lugar de dulce. Mira ese fruto del medio: es perfecto. Esta es una señal de que ella lo protegió haciéndolo absorber sólo agua fresca. Por este fruto, que se mantiene entero, no lo derribaré.

El gran manzano (significado)

El manzano representa la vida concretamente expresada en la creación. La cosecha es todo lo bueno que produce la vida. El agua fresca es la palabra de Dios y las maneras de cumplirla. Las aguas salobres son todas direcciones contrarias a la palabra. Los frutos podridos son todos aquellos que se desvían del verdadero camino de Dios: amar y servir al prójimo. El fruto del medio ambiente es el pequeño contingente que cree y sigue los preceptos del bien sin mirar atrás. Incluso si sólo hay un fiel, Dios bendecirá la tierra en su nombre.

Los humildes y los orgullosos

En un campo grande, lleno de árboles frutales y plantaciones, había dos siervos: Josué y Jeroboam. Cultivaban el campo y cuidaban el rebaño de las ovejas del jefe. Josué era un teniente y obediente a Dios, reservándose para hacer su trabajo. Jeroboam, por el contrario, se jactaba de sus innumerables talentos y trataba de seducir a las ovejas para que le siguieran. El orgullo de Jeroboam creció de tal manera que se declaró hijo de su amo, para asumir el trono y el poder que no le pertenecía. Entonces el jefe decidió convocarle para que se presentara. Él dijo:

- "Te oí llamarte a ti mismo", hijo mío. ¿Quién te dio esa autoridad? ¿Quieres emparejarme?

- "Revive mi ser de gloria tan esplendorosa que he venido para ser tu hijo amado. Sé que has ocultado este secreto a todo el mundo. Ahora, quiero mi parte de la herencia”.

- Estás loco. Tú no eres mi hijo. Sólo tengo un hijo: el primogénito. Le daré el trono y el poder. Si fueras mi hijo, no estaría tan orgulloso. A pesar de haber creado todo y a todos y de tener el universo en la palma de la mano, no cuento las ventajas. Mis obras son las que hablan por mí. Además de mi alumno, adopté a varios de mis empleados por ser fieles. Un ejemplo viviente es Josué. Él reconoce mi autoridad y realiza la obra que para esto… Declaro hoy: "Él también es mi hijo". Lo he engendrado." Y además, "El que se humilló a sí mismo será exaltado, y el que se exaltó a sí mismo será humillado".

La parábola del hombre insensato

El maestro reunió a sus discípulos a la orilla del mar, y una gran multitud se reunió a su alrededor. El maestro guarda todos los secretos del universo y fue enviado a la oveja perdida. Sin embargo, les habló en parábolas para que los "ciegos" y los "sordos" no entendieran. Estos tenían sus corazones y sus mentes cerrados y por eso no entendían lo que él estaba diciendo. Por otro lado, aquellos comprometidos con el reino podían ver en sus enseñanzas el verdadero camino. Entonces comenzó a enseñar: He aquí que el necio es semejante a un barco que se hunde poco a poco en alta mar. Con cada transgresión cometida, una cámara se inunda, y con ella una multitud de buenos sentimientos y virtudes naufraga; (vicios) comienzan a ejercer una fuerte opresión sobre él y, en consecuencia, los actos dañinos para el prójimo y para sí mismo se vuelven más frecuentes. Por el contrario, los ángeles (las buenas intenciones y los actos) comienzan a debilitarse y son olvidados en su vida. En un momento inconsciente, los ángeles buscan en un último esfuerzo hacerle ver la manera de restaurar el equilibrio y la unión entre el creador y la criatura. Pero los defectos actúan e impiden la regeneración del hombre porque son muy fuertes. Cuando todos los compartimentos están inundados y la salvación ya es imposible a los ojos del hombre, el padre puede realizar el milagro. Pero, para eso, se necesita la rendición, la confianza, el arrepentimiento y la intención sincera de cambio por parte del necio.

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