Paki lo miró extrañado, aún no entendía cuál era la gracia.
“No, aún no termino. La cosa divertida es que al final hay un post scriptum en el que el di cuius hace una rectificación, y precisamente luego de los eventos bélicos que se subsiguieron y a causa de la bolsa negra sus ahorros se dilapidaron”. Y, continuando con la sonrisa, agregó: “Imagino la cara de los herederos, jajaja”.
Paki se quedó sin palabras. El hombre, notando que Paki no compartía su sarcasmo y solo tenía la intención de comprar la moneda e irse, le dijo: “¿Usted colecciona también sellos? Porque en el mismo altillo, del que tomé el testamento, había una caja llena de cartas”. Y con la mano le indicó a Paki una caja llena de cartas con sellos de los años 40 a 60 bien conservadas y enlazadas entre ellas con bellísimas cintas de colores.