El Escritor - María Acosta 5 стр.


«¡Caray!» exclamó Elisa como si acabase de salir de un extraño trance. «No se me había ocurrido... Así que nosotros no podremos jamás ponernos en contacto con entidades de un nivel superior ni imaginar qué es lo que puede existir más allá de la dimensión en que vivimos.»

«Esto no lo sabemos. Parece ser que alguien, gracias a la energía particular aprisionada en las pirámides de las que hablábamos antes, podría haber sido capaz de saltar uno o más niveles. Por desgracia incluso nuestros conocimientos en esta materia tan particular son todavía muy limitados.»

«Fascinante» susurró la doctora completamente alucinada. «Así que también vosotros estáis buscando vuestro Dios.»

«Efectivamente, es un tema que llevamos estudiando desde hace mucho tiempo.»

«Y, si ni vosotros habéis conseguido llegar al fondo del asunto, figuraos cuantas esperanzas tendremos nosotros.»

«A menudo las mejores intuiciones nacen de la casualidad» sentenció Azakis. «Nuestras razas son muy parecidas y estoy convencido que, tanto nosotros como vosotros, podremos tener la misma posibilidad de descubrir el funcionamiento de este misterioso mecanismo, a través del cual podríamos ponernos en contacto con las entidades superiores.»

Elisa cruzó las manos detrás de la espalda y comenzó a caminar en círculos. Reflexionó durante unos segundos y a continuación añadió «Sin embargo, en realidad, si la célula de antes no hiciese bien su trabajo, yo tendría problemas y me daría cuenta. En el fondo incluso ésta es una forma de contacto, ¿me equivoco?»

«Tienes razón. Todos nosotros estamos aquí con una finalidad concreta y deberemos buscar, simplemente, hacer de la mejor manera nuestro trabajo. Es justo por esto que en Nibiru, desde el momento mismo en que nacemos, nuestros Formadores concentran sus esfuerzos en descubrir nuestra principal peculiaridad. Cada uno de nosotros posee una, de la misma manera creo que ocurra entre vosotros los terrestres. El mayor problema es descubrirla y exaltarla al máximo. Los Formadores, además de proporcionarnos todos los conocimientos básicos, se ocupan justo de esto. Son ellos los que, después de haber analizado atentamente nuestras características, nos envían al grupo que más se adapta a nuestras actitudes personales como son aquellos de los Artistas, los Artesanos, los Expertos, etc. Nosotros no debemos hacer otra cosa que dar siempre el máximo en la actividad en la que resaltamos y completar el recorrido que han pensado para nosotros.»

«Muy bien, muchachos» intervino el coronel. «¿Qué me decís de dejar a un lado todos estos discursos filosóficos y dedicarnos seriamente a resolver el problemita que tenemos ahora?»

«Sí, claro» añadió Petri. «De hecho, mientras vosotros, "cerebritos", estabáis disertando sobre los misterios del universo, yo he conseguido descargar los datos de tu grabadora personal.»

«¿De qué estás hablando?» preguntó Azakis perplejo.

«En honor a la verdad ni siquiera yo me acordaba» continuó el Experto. «Sin embargo, antes de salir, me había ocupado de activar un sistema de grabación personal que memorizaría todas las acciones de cada uno de los componentes de la tripulación.»

«Sí, sí, ahora me acuerdo. ¿Estás hablando de ese aparatito que me pusiste aquí detrás, verdad?» replicó el comandante mientras, torciendo el busto, intentaba señalar un pequeño rectándulo negro fijado sobre su cinturón gris claro.

«Justo, amigo mío. Y no imaginas lo bien que ha funcionado. He conseguido descubrir dónde ha acabado tu sistema de control remoto.»

«¿Ah, sí? ¿Y dónde ha acabado?»

«Nunca lo imaginarías.»

Pasadena, California – El noticiario

«¿Y ahora qué hacemos con este juguetito?» preguntó el tipo alto y flaco mientras subía, por la parte del conductor, a bordo de un flamante Chevrolet Corvette de color rojo fuego.

«¿Hablas del automóvil o del artilugio de los alienígenas?» preguntó su corpulento compinche mientras que, con mucha dificultad, intentaba también él subir a bordo del veloz auto deportivo.

«Hablaba del control remoto, aunque todavía no he comprendido porqué has decidido comprar un auto como este, ya que ni siquiera consigues entrar.»

«Me parece que también a tí te cuesta, mi querido poste de la luz.»

«Precisamente. ¿No podías coger algo un poco más cómodo para los dos?»

«Cuando hundas el pié en el acelerador de esta bestia, entenderás inmediatamente el porqué» y después de cerrrar la portezuela con demasiada violencia, añadió «Venga, vamos.»

«¿A dónde vamos?»

«Volvemos a la base. Quiero analizar con calma todos los datos que nos ha suministrado nuestro amigo el friqui y descubrir todos los secretos de este aparato alienígena.»

«No querrás decir que sabes más que él. Parecía muy preparado.»

«Debo decir que el chaval ha hecho un trabajo excelente pero también he investigado por mi cuenta.»

«¿De qué estás hablando?» preguntó el tipo delgado, perplejo.

«¿Qué crees que he estado haciendo todas estas noches del último mes, delante del ordenador, mientras tú roncabas como un oso en hibernación?»

«¿Ver páginas porno?»

«¿Pero dónde te he encontrado? Últimamente me lo pregunto con frecuencia.»

«Es el destino que nos ha unido» replicó el tipo delgado mientras pisaba a fondo el pedal del acelerador y el Corvette volaba, dejando dos estelas negras de neumáticos sobre el asfalto.

«Eh, ve despacio» gritó el gordito mientras era aplastado contra el asiento debido a la repentina aceleración. «No querrás destrozarlo en un jesús. Sólo he pagado los dos primeros plazos.»

«¡Guau!» exclamó el tipo delgado. «Va como un misil. Es una bestia esta joya.»

«Sabía que te gustaría. Ahora, sin embargo, ten cuidado y no tires a aquella vieja» dijo el tipo corpulento, indicando una frágil señora que estaba atravesando con lentitud la carretera. «Dejemos que goce un poco más su jubilación.»

«No te preocupes, amigo mío. Estás en buenas manos» replicó el tipo que estaba conduciendo mientras que, con una brusca maniobra, esquivaba por un pelo a la viejecita.

«¡Demonios!» exclamó el gordito. «Casi le has arrancado el vestido.» A continuación se volvió hacia atrás y viendo a la anciana señora que, agitando el bolso, los estaba poniendo verdes, añadió «Otra serie de improperios como esos y serás tú quien no conseguirá gozar de la jubilación» y soltó una risotada.

«Olvídalo. No soy nada supersticioso.»

«Haces mal. ¿Y si fuese un rito vudú? Podrías encontrarte saltando como un grillo mientras la vieja te pincha con un alfiler de sombrero en el trasero en el muñequito que hace las veces de tu persona.»

«¿Quieres parar con esas tonterías y me dices qué hace esa cosa?»

«Vale, vale. No te calientes. Sólo estaba bromeando, ¿no?» El tipo corpulento apoyó de nuevo el objeto alienígena sobre la palma de la mano izquierda y dijo «El friqui tendrá, es posible, un montón de conocimientos pero, según lo que he encontrado, te puedo asegurar que he utilizado los canales a los que, seguramente, no habrá tenido la posibilidad de acceder.»

«A veces me das miedo.»

«¿Quieres ver una cosa?»

«Bueno, depende de lo que sea.»

«En los diferentes archivos que he consultado con respecto a esta tecnología alienígena, he descubierto que este artilugio, además de hacer saltar por los aires las astronaves, puede hacer muchas otras cosas igualmente majas.»

«¿Estás seguro que ha funcionado?» dijo el tipo que estaba conduciendo mientras se enfrentaba a una curva a toda mecha, aplastando al pasajero contra la portezuela.

«¡Eh! ¿Quieres ir más despacio? Sólo faltaría que nos persiguiera la policía y nos arrestaran de nuevo.»

«Se me ha ocurrido una idea» dijo entonces el tipo flaco. «Enciende la radio.»

«¿Te parece que sea el momento de ponernos a oir cancioncillas?»

«No, idiota, que no eres más que un idiota. Pon el noticiario.»

El tipo corpulento, si bien un poco dubitativo, decidió no hacer más preguntas y, una vez encendida la radio, comenzó a recorrer la distintas emisoras hasta que encontró una en la que estaban retrasmitiendo las noticias del mundo.

«Después de haber irrumpido en la oficina de la sede central del banco, los cuatro ladrones, con la cara cubierta, que empuñaban pistolas y fusíles automáticos, han intimidado a los empleados con el fin de llenar las bolsas con el dinero. Toda la operación ha durado poco menos de cinco minutos. Cuando la policía llegó los ladrones ya se habían marchado sin dejar rastro. Se han establecido puestos de control policial en todas las vías de acceso a la ciudad.»

«¿Qué nos importa esto?» preguntó el gordito cada vez más alucinado.

«Paciencia, amigo mío, paciencia.»

«Ahora volvemos con los titulares. Parece ser que hay novedades interesantes. Conectamos con nuestro enviado especial en Washington, Fred Salomon.»

«Gracias Lisa. Me encuentro en la sala de conferencias de la Casa Blanca donde el presidente acaba de llegar y está a punto de emitir un comunicado oficial. Escuchémoslo en directo.»

Pasaron algunos segundos de silencio, a continuación la inconfundible voz del Presidente de los Estados Unidos de América fue difundida por los potentes altavoces del Corvette.

«Señoras y señores, para empezar gracias a todos por haber venido. Por desgracia las noticias que me han llegado hasta ahora no son para nada reconfortantes. Parece ser que el insólito resplandor, detectado hace casi una hora en la luna, haya sido causado, efectivamente, por una inmensa explosión y que en ella ha estado involucrada la astronave de nuestros amigos alienígenas. Todavía no sabemos si han conseguido ponerse a salvo. Daremos otro comunicado en el momento en que tengamos más novedades con respecto a lo ocurrido. Gracias.»

«¡Por todos los demonios!» exclamó el gordito atónito «Así que la hemos hecho saltar por los aires de verdad.»

«¿No estás contento? Cuando estábamos con el friqui parecía que era lo que más deseabas del mundo.»

«Bueno, sí.... vale. Sin embargo, en el fondo, me da un poco de pena.»

«Increíble. No habría pensado jamás que debajo de toda esa carne hubiese un corazoncito.»

«Déjate de decir tonterías» dijo el gordo con aire arrepentido. «Dále al acelerador y volvamos a la base.»

Planeta Kerion – El trágico descubrimiento

«El contenedor (|) acaba de salir del tunel de intercomunicación» anunció el diminuto keriano responsable de la coordinación de las maniobras. «Dentro de 0,1 cens llegará al punto de atraque.»

«Quiero que lo traigan aquí de inmediato para verificar el contenido y para el análisis de los datos memorizados» ordenó el Supervisor RTY a su subordinado.

El extraño objeto ovoide, proveniente de casi sesenta y cinco años luz de distancia, fue interceptado por una especie de campo de contención que lo desenganchó de la órbita del planeta y lo transportó rápidamente en dirección a una abertura de la gigantesca estructura, completamente metálica, que se extendía por casi doscientos kilómetros cuadrados a lo largo del ecuador de Kerion.

«Contenedor (|) casi en posición» dijo el coordinador.

«Dáte prisa para traerlo aquí» exclamó RTY. «Debemos descubrir, como sea, qué ha sucedido en Λ»

En cuanto el recipiente alcanzó el punto de atraque fue enseguida custodiado por dos keriani con una figura realmente insólita. Uno era muy parecido a una especie de remolque sin ruedas, mientras que el otro se parecía más a un enorme cangrejo con seis pinzas. El cangrejo aferró con delicadeza el contenedor y lo depositó en el interior del keriano/remolque que, después de recibir el mensaje de que había tenido lugar el enganche, sin emitir ni un sonido, partió a una velocidad increíble en dirección a los laboratorios.

«El contenedor (|) ha llegado» exclamó el coordinador. «Equipo de verificación, efectuad un análisis competo del contenido.»

Cuatro keriani, incluso éstos con unas formas muy extrambóticas, se precipìtaron sobre el objeto y, después de haberlo sumergido en un pequeño embalse que contenía una solución a base de amoníaco, comenzaron con el escaneo de su interior. Habían pasado pocos minutos cuando el keriano más pequeño de los cuatro comunicó. «Novecientos noventa almas presentes, todas en perfectas condiciones. Estoy enviando al sistema central la grabación de los acontecimientos memorizados desde la cápsula.»

«La quiero en la pantalla» ordenó perentoriamente RTY.

Las imágenes mostraron la superficie de la luna alejándose rápidamente mientras un objeto enorme perfectamente esférico se acercaba a la zona del laboratorio subterráneo Λ. Pasados unos segundos, un resplandor cegador saturó con su luz la grabación e, inmediatamente después, ya no había nada. Toda el área parecía haber sido golpeada por un gigantesco martillo. Las imágenes mostraban sólo una zona enorme y plana del suelo lunar, increiblemente lisa y pulida. La grabación continuó todavía por unos momentos mostrando el satélite cada vez más lejos; luego, se interrumpió.

«El laboratorio» exclamó RTY horrorizado. «Ha sido destruido por completo.»

«No hay nada más» comentó con amargura el coordinador. «La grabación ha terminado.»

«Es un ataque descarado y deliberado a nuestro puesto de avanzadilla. Sabía que no debíamos fiarnos de aquella especie de alienígenas.»

«¿Piensas que el arma esférica ha sido construida por ellos?»

«Hay sólo dos planetas habitados en aquel sistema solar y en ellos hay seres de la misma especie. No tendríamos que haber establecido allí nuestra base.»

«Es una tragedia inmensa» dijo con tristeza el keriano coordinador. «En el laboratorio había casi diez millones de almas preparadas para ser transferidas. Se salvaron sólo las novecientas noventa que han conseguido huir a la catástrofe por medio de la cápsula (|).»

«Todavía no me lo puedo creer» exclamó RTY consternado. «Debemos de advertir de inmediato al Supremo TYK.»

Tell-el-Mukayyar – Las grabaciones

Petri y sus tres amigos, de momento, se habían trasladado al interior de la tienda laboratorio de la doctora Hunter.

«Realmente me come la curiosidad» dijo Azakis ansiosamente. «Me gustaría ver qué es lo que no ha funcionado de tu sistema de enganche.»

«No, querido. Ya verás como las cosas sucedieron de manera distinta» replicó Petri mientras hacía aparecer, aproximadamente a medio metro del suelo, un holograma tridimensional.

«Esto que haces, siempre me deja atónito» exclamó Jack mientras observaba las imágenes que se formaban justo en medio de la tienda.

«Ahora voy un poco hacia atrás» dijo Petri mientras trasteaba con un extraño instrumento y las escenas se iban reproduciendo al revés. «Este es el momento en que hemos llevado al Área 51 al general Campbell, el senador Preston y los dos graciosos personajes que nos han asaltado cuando estábamos intentando recuperar la carga.»

«Sí, sí. Me acuerdo perfectamente.»

«Ahora os enseño una cosa» y el holograma mostró al tipo corpulento que se acercaba amenazante a Azakis al tiempo que le daba una palmada en la espalda.

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