El Entrenador De Fútbol - Mariano Bas 3 стр.



Un entrenamiento gradual y cuidadoso conduce a un grado más alto de preparación física y atlética en edad adulta y la mantiene estable durante más tiempo.


Al acabar el ciclo juvenil, el jugador deberá:


Haber alcanzado la maduración física apropiada.

Haber adquirido un bagaje técnico completo.

Haber adquirido un sentido táctico correcto.

Haber desarrollado la llamada «cualidad de la voluntad» indispensable para obtener resultados duraderos, es decir:

● Disposición al trabajo en grupo.

● Espíritu de colaboración.

● Disposición a aprender y trabajar.

● Conciencia de la mejora mediante el empeño.

● Deseo de progresar.

Estas cualidades actúan positivamente no solo en el ámbito deportivo, sino que son de gran ayuda para afrontar la vida y las dificultades cotidianas.


Junto a estos objetivos primarios, debemos considerar otros aspectos que revisten gran importancia para la formación de los jóvenes:

– El mantenimiento y el cuidado de la salud y de la higiene personal.

– La organización y la ocupación del tiempo libre.

– El fútbol y su entrenamiento correspondiente deben permanecer en segundo plano con respecto a la escuela o el trabajo.

– El entrenamiento no debe comportar riesgos para la salud y el futuro crecimiento del joven.

– La alegría y la serenidad deben estar siempre en primer plano: hay que evitar por tanto entrenamientos fatigosos, monótonos o repetitivos (esto no significa que no se puedan repetir ejercicios ya efectuados).

– Los jóvenes deben poder siempre obtener del entrenamiento experiencias constructivas y socializadoras.

– Además del fútbol, los jóvenes deben poder cultivar otros intereses, sobre todo a nivel cultural.


El entrenador de juveniles debe saber reconocer un potencial futbolista valorando sus capacidades y competencias en relación con:


TÉCNICA:

– Actitud global ante el movimiento.

– Sensibilidad al contacto con el balón y habilidad en su control.

– Buena actitud al defender el balón en situaciones concretas de juego.


TÁCTICA:

– Sentido de la orientación.

– Rapidez en la capacidad de juicio para prever por anticipado situaciones de juego en ataque y en defensa.


CUALIDADES DEL CARÁCTER:

– Capacidad de autoafirmación.

– Resolución en los propósitos.

– Voluntad constante.

– Buen comportamiento social.

– Modestia para saber ponerse también al servicio de los demás.


CARACTERÍSTICAS FÍSICAS:

– Constitución física que deja entrever un desarrollo adecuado y regular.

– Dotes atléticas potenciales.


Entrenar a los jóvenes significa sobre todo poner en práctica correctamente todas las fases de la estrategia general de la educación.

– Conocimiento del alumno en relación con su desarrollo motor.

– Conocimiento de los problemas educativos en las diversas franjas de edad.

– Valoración continua de las variaciones inducidas en la personalidad y la maduración del joven, de la influencia ambiental y de la acción educativa físico-motora.


El entrenador debe ajustarse, sobre todo para los jóvenes hasta los 14/15 años, en la medida de lo posible, el principio de la polivalencia.


La polivalencia constituye la vía principal para hacer que los alumnos se inicien de una manera seria, correcta y válida la práctica deportiva.


Requiere:

– Intervenciones de tipo analítico (desarrollo de las percepciones auditiva, visual, coordinación sensomotora, movimientos concretos).

– Intervenciones de tipo global (secuencias múltiples, recorridos mixtos, juegos polivalentes, juegos en equipo).

– Intervenciones apropiadas (lo justo en el momento justo).


Efectos de algunas disciplinas deportivas sobre los jóvenes

(G. Frohner, 2002)



Esto podría llevar a pensar que realizar todas estas actividades podría garantizar un desarrollo completo del individuo.


Eso no es verdad si no se organizan las actividades de tal modo que se integren entre sí sin que una predomine sobre la otra. Motivo por el cual se aconseja siempre, con respecto a la formación del futbolista, que se realicen actividades polivalentes, sobre todo en edad preadolescente y adolescente, independientemente de la actividad que esté practicando la persona. Por tanto, resulta importante que las propuestas de entrenamiento comprendan todos los factores (sin olvidarse de cuál es la actividad principal).

LA RESPONSABILIDAD DEL ENTRENADOR

Muchos entrenadores, como ofrecen gratuitamente su tiempo, piensan que no tienen responsabilidad en el progreso y la salud de los chicos a los que entrenan, sino solo en el resultado deportivo de sus acciones. Al entrenador de juveniles sin embargo se le considera responsable del daño psicológico que pueda producir al joven y sobre todo de los daños físicos causados por negligencia o inconsciencia: los dirigentes (corresponsables) deberían acordarse de informar siempre al entrenador acerca de sus responsabilidades antes de que empiece su trabajo.

Sería importante saber por lo menos que existen unas fases de progreso en las que se desarrollan diferentes características y capacidades coordinativas, llamadas FASES SENSIBLES.


Las fases sensibles

Fases de mayor sensibilidad de las diversas capacidades motoras y cualidades psicofísicas en las edades de seis a quince años.


Entre los 5 y los 9/10 años se consiguen los patrones motores de base y aumenta la precisión en los movimientos.

Entre los 6 y los 8 años mejora rápidamente el equilibrio.

Entre los 7 y los 10 años mejora la rapidez de movimientos.

Entre los 8 y los 10 años madura la aptitud para prever la velocidad y la dirección de objetos en movimiento.

Entre los 9 y los 10 años se alcanza la máxima frecuencia de paso.

Entre los 9 y los 11 años se consiguen progresos en la coordinación senso-motora (ojo-mano, ojo-pie y dinámica general).

Entre los 11 y los 12 años se completa el desarrollo de la lateralización.

Entre los 12 y los 18 años se redobla la fuerza muscular. Para las chicas, a partir de los 13 no aumenta sustancialmente.

Hasta los 14 años hay que evitar ejercicios pasivos de movilidad, en la práctica, de aquellos que se realizan con la ayuda de los otros.

A partir de los 10 años hay que iniciar la educación en el estiramiento muscular y la movilidad.


Fases de la preparación deportiva


Antes de enumerar las diversas fases de la preparación deportiva es necesario recordar que las edades cronológicas indicadas son puramente indicativas, en la preparación de los jóvenes es mucho más serio y correcto considerar la edad biológica de los distintos sujetos.



Estas indicaciones son importantes para poder establecer cuáles serán las propuestas de entrenamiento y para poder programar la actividad.


Principio del ejercicio con un fin

(Schonborn, 1984)



El camino a recorrer en el entrenamiento juvenil es el del incremento gradual del ejercicio. Los estímulos deben aplicarse progresivamente de modo adecuado al desarrollo.

La sucesión metodológica aconsejable es la de aumentar:

– Primero la frecuencia del entrenamiento (número de sesiones).

– Luego el volumen (cantidad de trabajo).

– Finalmente la intensidad (velocidad de ejecución y carga).

(Helens, Grosser, Zimmermann, 1983)



Según Martin (1982) las fases sensibles encuentran sus momentos de mayor mejora en las edades indicadas en los gráficos siguientes.



No es posible un entrenamiento de las capacidades coordinativas y condicionales que tenga la misma eficacia para todas las edades. Por tanto, ninguna capacidad puede entrenarse en la misma medida a cualquier edad (Israel 1976).

Con la llegada de la adolescencia se registran disminuciones en las prestaciones o estancamientos en el campo coordinativo (Sharma, 1993).

En los chicos de desarrollo retardado, se descubren prestaciones coordinativas mejores con respecto a las de aquellos con un desarrollo anticipado o normal.

Los periodos del desarrollo en los cuales la entrenabilidad es más favorable para una determinada capacidad motora o clase de tareas deportivas (por ejemplo, desarrollo de la movilidad articular, perfeccionamiento de la técnica deportiva) han de considerarse fases sensibles para esa clase de tareas. Hay que prestar mucha atención al hecho de que existe la misma sensibilidad entre los métodos de entrenamiento adecuados e inadecuados. Si no se usan los años de la infancia más favorables para la formación de la coordinación y la técnica deportivas o se permite que en ellos se formen comportamientos deportivos equivocados, las consecuencias negativas serán seguramente más visibles y por tanto más duraderas que en otros periodos.

Pasamos a analizar cuáles son las capacidades a desarrollar en el deportista joven.


Capacidades neutras

Resistencia aeróbica

Es posible desarrollarla ya en edad preescolar, para continuar con ella en las posteriores etapas evolutivas, hasta llegar al periodo de «impulso» adolescente, que, de acuerdo con los conocimientos actuales, parece ser el más favorable.


Capacidades precoces

Coordinativa.

Rapidez de reacción y frecuencia motora.

Movilidad articular.

Aprendizaje motor (con tareas de aprendizaje que no requieran supuestos altos de fuerza máxima o de fuerza relativa).


Capacidades intermedias

Hacia el final del periodo escolar elemental y durante toda la primera fase adolescente, se consideran, con atención creciente:

Movilidad articular.

Fuerza rápida.

Resistencia a la fuerza (con carga natural).

Rapidez de movimiento, de locomoción y aceleración.


Capacidades tardías

● Fuerza máxima.

● Resistencia anaeróbica.

● Fuerza rápida contra oposición.

● Resistencia a la fuerza contra oposición.


Crecimiento, desarrollo y maduración son palabras que sirven para describir las modificaciones que se producen en el organismo hasta alcanzar la edad adulta:


➓ El crecimiento

Se refiere a un aumento en las dimensiones totales del organismo o de cualquier parte del cuerpo.


➓ El desarrollo

Se refiere a la diferenciación de las células siguiendo líneas de especialización funcional y a las competencias conseguidas para enfrentarse a las situaciones (habilidad, capacidad, personalidad).


➓ La maduración

Se refiere al proceso de alcanzar la condición biológica de la edad adulta y la funcionalidad completa. Se produce en mucho tiempo. Se refiere:

– A la edad cronológica

– A la edad física.

– Al estado de maduración sexual. La madurez fisiológica en las chicas se produce 2-3 años antes que en los chicos.


En resumen, los indicadores útiles para determinar la evolución del joven son:


El crecimiento Dimensiones corporales.

El desarrollo Competencias adquiridas.

La maduración Condiciones biológicas.


Los especialistas del sector del crecimiento y del desarrollo han dedicado mucho tiempo al estudio de las modificaciones de la estatura y del peso que acompañan al crecimiento. El crecimiento en altura es muy rápido en los dos primeros años de vida.


La tasa máxima de crecimiento se verifica:

– Cerca de los 11,4 años para las niñas.

– Cerca de los 13,4 años para los niños.


La altura definitiva se alcanza:

– Cerca de los 16-17 años para las niñas.

– Cerca de los 18-20 años para los niños.


El aumento máximo del peso corporal se produce:

– Cerca de los 12,5 años para las niñas.

– Cerca de los 14,5 años para los niños.


Huesos, articulaciones, cartílagos y ligamentos forman el soporte de la estructura del cuerpo: los huesos proporcionan puntos de inserción de los músculos, protegen los tejidos delicados y representan depósitos de calcio y fósforo. Entre los 14 y los 22 años, las membranas y los cartílagos se transforman en hueso. Durante un tiempo igualmente largo, entre los 13 y los 20 años, se produce la osificación completa de los diversos huesos. La edad preadolescente es la más indicada para reforzar los huesos en respuesta al estímulo de la actividad física.


La masa muscular aumenta regularmente desde el nacimiento hasta el fin de la adolescencia con arreglo al aumento del peso. Las chicas alcanzan el máximo desarrollo muscular entre los 16 y los 20 años, los chicos entre los 18 y los 25.


Pero de esto hablaremos de modo más específico cuando tratemos las diversas capacidades motoras.


Incluyo a título informativo dos gráficos sobre la frecuencia de lesiones en espalda y rodillas en edad juvenil causadas por entrenamientos inadecuados. Edades comprendidas entre los 10 y los 18 años.



EFECTOS FISIOLÓGICOS DEL ENTRENAMIENTO

La condición física


El organismo humano puede aumentar sus capacidades funcionales de manera notable mediante el proceso fisiológico del entrenamiento.

Cuando nuestro cuerpo se somete a un ejercicio físico de cierta intensidad, se verifican inmediatamente estas reacciones:

– Aumento de los latidos del corazón.

– Aumento del ritmo respiratorio.

– Aumento de la profundidad de las acciones respiratorias.

– Aumento de la secreción de sudor.


Estas reacciones se manifiestan independientemente de la condición física del sujeto, aunque esta última puede determinar el comportamiento y la entidad. Se trata de cambios temporales, porque en cuanto cesa el ejercicio físico también desaparecen estos cambios y en poco tiempo el organismo vuelve a su estado normal. El intervalo de tiempo para la vuelta a la normalidad es normalmente más breve cuanto mejor es la condición del individuo.


La expresión «condición física» indica ese estado concreto por el que el deportista se encuentra en la

mejor disposición, desde el punto de vista físico, para ofrecer una determinada prestación


Una de las manifestaciones típicas de la condición física es el alejamiento del «umbral de la fatiga».


¿Qué es la fatiga? ¿Qué es el umbral de la fatiga?


Por fatiga entendemos la disminución del poder funcional de un órgano o de todo el organismo, debida a un exceso de trabajo.


El umbral de la fatiga representa el límite de demarcación entre la completa eficiencia y el inicio del descenso del poder funcional.


El entrenamiento mediante múltiples actividades se propone

obtener una mejora de las prestaciones

retrasar el momento del surgimiento de la fatiga


En la práctica, el entrenamiento se manifiesta como una repetición sistemática y racional de determinados movimientos y comportamientos con el objetivo de obtener una mejora de prestaciones.


Los cambios estructurales y funcionales que se verifican en nuestro cuerpo a causa del entrenamiento tienen una relación estrecha con el tipo de prestación motora que los ha provocado: a cada forma de movimiento le corresponde un tipo de adaptación.


En la práctica ocurre que, en las fases inmediatamente posteriores al esfuerzo físico, las estructuras orgánicas y musculares requeridas para producirlo y soportarlo no se limitan a superar la situación de fatiga con una vuelta a las condiciones de normalidad, sino que tienen una reacción reconstructiva que los lleva a superar la situación precedente al estímulo.


Estos momentos de sobrecompensación tienen una duración limitada y se vuelve progresivamente a la situación de normalidad.

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