Traicionada - Морган Райс 5 стр.


Olas y olas de dolor la invadieron. No encontraba una explicación. Siempre había temido mostrarse vulnerable, sobre todo frente a los hombres, por esta misma razón. Pero con Caleb, se había soltado, había confiado en él por completo. Se había mostrado más vulnerable que con cualquier hombre con quien había estado. Y él se las había arreglado para lastimarla profundamente, más profundamente de lo que pudo haber imaginado.

Sin embargo, no podía comprender cómo podía haberlo juzgado tan mal, ¿cómo pudo equivocarse tanto? Sentía como sus entrañas se rompían a pedazos. ¿Cómo será ahora la inmortalidad, sin él? Sería una condena. Una condena eterna. Sentía que quería morir. Y aun peor, se sentía como un idiota.

"¡Caitlin!" Caleb gritó detrás de ella, mientras ella escuchaba sus pasos corriendo tras ella. "Por favor, déjame explicarte."

¿Qué tendría que explicar? Era claro que él la había invitado a aquí. Era evidente que aún la amaba. Y era evidente que sus sentimientos por Caitlin no eran tan fuertes como los sentimientos de ella por él.

Caleb la tomó del brazo jalándola, rogándole para que se volviese y lo mirase.

Pero ella se apartó. No soportaba que él la tocara. No quería saber nada de él. Nunca más.

"¡Caitlin! " exclamó. "¿No vas a dejar que te explique?"

Pero Caitlin no se detuvo. Ahora, era una persona diferente, un ser diferente y lo sentía en más de un sentido. Junto con su fuerza de vampiro recién descubierta, también le sobrevino una nueva serie de emociones propias de los vampiros nuevas para ella. Ya podía sentir que sus emociones eran más fuertes de cuando había sido humana, eran mucho más intensas. Sentía todo mucho más profundamente. No se sentía deprimida - sentía como si estuviera muriendo literalmente. No se sentía traicionada - sentía como si, literalmente, la hubieran apuñalado en el corazón. Quería abrirse a sí misma, hacer cualquier cosa para detener el dolor que la desgarraba en su interior.

Se dirigió al otro lado de la terraza y entró a su habitación, cerrando la puerta de roble detrás de ella.

"¡Caitlin, Caitlin por favor!", se escuchaba la voz apagada del otro lado de su puerta.

Caitlin se volvió y cerró la puerta.

"¡Vete!", gritó. "¡Regresa con tu esposa!"

Después de algunos segundos, por fin sintió que él se había ido.

Ahora estaba sólo ella. Sólo el silencio. Caitlin se sentó en el borde de la cama en su pequeña habitación, puso su cabeza entre las manos y lloró. Sollozaba y sollozaba con gritos desgarradores. Sentía que todo lo que tenía de pronto se lo habían quitado.

Escuchó un gemido y sintió un pelaje suave contra su rostro, y miró hacia abajo para ver a Rose, frotando su cara contra la suya. Rose lamió las mejillas de Caitlin tratando de lamer sus lágrimas.

Le ayudaba a Caitlin para despejarse. Se agachó y acarició el rostro de Rose, tocando su pelaje. Rose saltó al regazo de Caitlin, todavía era pequeña para hacerlo, y Caitlin la abrazó.

"Todavía tengo a ti, Rose" dijo Caitlin. " Tú no me dejarás, ¿verdad?"

Rose se echó hacia atrás y le lamió la cara.

Pero era demasiado el dolor. Caitlin no podía permitirse el lujo de sentarse en ese cuarto un segundo más. Sentía como si estuviera a punto de estallar a través de las paredes.

Miró la enorme ventana, vio el cielo acogedor de la noche y, sin vacilar, bajó a Rose, saltó de la cama, dio dos zancadas y saltó hacia afuera.

Sabía que sus alas brotarían y la llevarían lejos. Pero una parte de ella deseaba que no lo hicieran - deseaba que fallaran y la hicieran caer en picada directamente sobre la tierra.

SIETE

Samantha estaba encademada. Varios vampiros la agarraban con firmeza de los brazos mientras la arrastraban a través de la gran sala. La habitación se había convertido en un matadero. Por donde viera, había miles y miles de cadáveres de vampiros; sus ex -compañeros de cofradía -su sangre formaba charcos por todo el piso- cortados en pedazos por Kyle y su maldita espada. Esa espada tenía un poder mayor al que había imaginado.

Sin embargo, en medio de esta carnicería, varios cientos de vampiros permanecían vivos. Ahora eran parte de la gente de Kyle. Y a cada momento, docenas más entraban por las puertas abiertas. De hecho, la corriente de vampiros ávidos de declarar su lealtad a Kyle parecía no tener fin. Era evidente que ahora se trataba de su cofradía. Con Rexius muerto, no quedaba nadie más a quien declararle lealtad. Y Kyle se lo había ganado. Se las había arreglado para acabar con todos los vampiros que lo habían traicionado.

Había cientos de vampiros que lo habían ayudado en la batalla contra Rexius. Algunos eran verdaderamente leales a Kyle, mientras que otros eran simplemente oportunistas. A otros simplemente les disgustaba Rexius y habían estado esperando su oportunidad. Llegaban vampiros de cofradías de toda la ciudad. La noticia se difundió rápidamente en el mundo de los vampiros y todos querían ser parte de la próxima guerra. Cualesquiera que fueran sus razones, ahora eran parte del ejército de Kyle.

Ahora que Kyle era el líder, ahora que la Espada estaba en su poder, era claro que pronto habría una gran guerra, una guerra como ninguna otra que la raza de los vampiros hubiera librado. Kyle era despiadado y estaba sediento de sangre y ni siquiera esta carnicería lo había satisfecho. Estaba resentido y no lo podía evitar. Todos los vampiros que no se habían apresurado a jurarle lealtad pagarían por ello. Además de todos los inocentes seres humanos. Sus vendettas se extendían interminablemente, Samantha lo sabía, y la ciudad de Nueva York pronto sería su juguete.

Arrastraron a Samantha bruscamente a través de todo el caos hasta el centro del cuarto.

Kyle estaba ahora sentado en el trono de Rexius, saboreando su poder; una sonrisa maligna se extendió por su rostro cuando, desde todas las direcciones, los vampiros se inclinaron ante él.

De pie a un lado de Kyle, Sergei golpeó su bastón de metal en el piso, tres veces.

El cuarto entero con miles de vampiros se alineó en perfecto orden. Todos levantaron sus puños y gritaron : "¡Dios te salve, Kyle!"

Samantha estaba asombrada. Era una increíble demostración de fuerza y lealtad. Nunca había presenciado una manifestación de obediencia así. Kyle tenía magnetismo. Ya era un tirano.

Pero Kyle no parecía interesado en sus soldados. En cambio, tenía sus ojos fijos en Samantha. Todos en la habitación parecían notar su interés por ella, y el rumor se calmó para presenciar el intercambio.

"Entonces," le dijo Kyle. "Me ganaste la Espada. Pero tal como puedes ver, yo soy quien la esgrimo."

"Por ahora," le sorrajó Samantha .

Dejemos que lo crea, ella pensó. Porque en verdad, estaba segura que un día ya no le pertenecería. Quien estaba destinado a empuñar la espada lo haría y, en el fondo, ella sabía que no era él.

Kyle alzó sus cejas.

"¿Sabes por qué te he mantenido con vida todo este tiempo", él le preguntó.

Samantha le devolvió una mirada desafiante. No tenía ningún interés en entablar un diálogo con él. No quería saber nada de este nueva cofradía. Quería irse para estar lo más lejos posible de este lugar. Tan solo quería llevarse a Sam y partir. Si él se los permitía.

Pero Sam no estaba a la vista. Los soldados de Kyle lo habían capturado y ella no lo había visto desde entonces. Samantha necesitaba mantener la calma hasta que pudiera averiguar dónde estaba. Necesitaba comprar tiempo, declarar su lealtad a él si era necesario, hasta que ella y Sam pudieran escapar.

"Todavía no sé por qué Rexius te envió a ti a recuperar la espada y no a mí. Como ya todos sabemos, soy un mejor guerrero. Pero tengo que admitir que tienes algunas habilidades", dijo.

"Pero esa no es toda la razón por lo que te he mantenido con vida. Rexius había planeado castigarte. Por eso, supongo, ya no tienes ningún motivo para seguirle siendo leal. Se avecina una guerra y necesito guerreros fuertes como tú. Si te sientes lista para jurarme lealtad, consideraré la posibilidad de mantenerte con vida."

Samantha pensó. No tenía problema con jurarle lealtad porque sabía que muy pronto dejaría todo esto. Pero, primero. necesitaba saber qué habían hecho con Sam.

" ¿Qué hicieron con el chico? " preguntó. "¿Dónde está?"

Kyle sonrió.

"Ah, cierto, el chico. Llegamos al corazón de lo que quiero hablar. No entiendo por qué te has encariñado tanto con este humano, violando nuestras reglas. Ya sabes que podría matarte sólo por eso. Pero lo encuentro muy interesante y, de hecho, es una de las razones por las que te estoy dejando vivir.

"Mira, Samantha, necesitas ser castigada. Cualquier vampiro que en algún momento fue fiel a Rexius y no a mí, tiene que ser castigado. Es parte del proceso de iniciación a mi nuevo Ejército. Aprenderás a obedecerme, obedecerme solo a mí.

"En tu caso, encontré la solución perfecta: un acto que servirá tanto para poner a prueba tu lealtad hacia mí como para castigarte. Mis hombres te llevarán con el muchacho, lo traerás de regreso aquí y, delante de todos, lo matarás."

El corazón de Samantha se desmoronó ante la idea. Eso era algo que nunca, nunca podría hacer. Se quitaría antes su vida para no quitar la de Sam. Como de costumbre, Kyle estaba delirando. Y era cruel. Sí, era el sucesor apropiado de Rexius.

"Me voy a divertir observándote mientras le quitas la vida", dijo Kyle, sonriendo con solo pensar en ello. "Como ves, considero que este chico es una carga. Viene de la misma hebra que su hermana y, por lo que sé, tienen una inmunidad que nos podrían hacer daño. No confío en ninguno de ellos. Por no mencionar que es un humano."

Kyle estudió el rostro de Samantha detenidamente.

"Si lo haces, te recompensaré con rango, honor y prestigio. Habrá un lugar especial para ti en mi nueva cofradía. Esta será una guerra magnífica, uno de las más bellas que nuestra raza haya visto jamás. Y tú puedes ser uno de sus principales artífices.

"Pero si te niegas... serás torturada, lentamente, serás exiliada en un dolor eterno, y tu nombre será borrado por completo de la historia de nuestra cofradía."

La habitación se sumió en un silencio sepulcral mientras Samantha pensaba. Su mente daba vueltas, tratando desesperadamente de encontrar una salida.

"¿Por qué, simplemente, no lo matas tú mismo?"preguntó finalmente.

Kyle se echó hacia atrás y sonrió lentamente.

"La mitad de la diversión estará en observarte hacerlo", dijo. "Uno de mis pasatiempos favoritos es ver a la gente matar lo que considera muy valioso."

OCHO

Caitlin voló y voló. No tenía idea a dónde iba pero cualquier lugar a donde la llevara el viento le parecía bien. Sentía como si no tuviera a dónde ir y no le quedara nada por qué vivir. Su bien amado Caleb la había traicionado y la única persona que le importaba en el mundo, su hermano, Sam, probablemente también la había traicionado. Después de todo, Sam había guiado a Samantha, había guiado a todos esos vampiros maléficos, directamente hacia ella, a la Capilla del Rey. ¿Quedaba alguien en el mundo en quien pudiera confiar? ¿Era su destino que todo el que entraba en su vida acababa traicionándola?

Caitlin voló muy lejos sobre el río Hudson y miró hacia la tierra que brillaba con la luz de la luna. El aire de la noche le rozaba la cara y el pelo y le enjugaba las lágrimas. Ahora, estaba muy lejos de la isla que era sólo un punto en el horizonte. Ella voló más y más lejos, desesperada por aclarar su cabeza.

Se lanzó hacia bajo, a unos metros del agua y voló muy cerca de la superficie, casi tocándola. Se sentía bien estar tan cerca del agua. Una parte de ella deseaba zambullirse y sumergirse. Pero otra parte de ella, la parte nueva de vampiro, sabía que sería inútil. Un vampiro no podía morir. Ni siquiera por ahogamiento.

Mientras volaba, a su alrededor grupos de peces saltaban fuera del agua. Debieron sentir su presencia. ¿Sintieron la sangre de vampiro?

No bien Caitlin se elevó en el aire, su cabeza se empezó a aclarar nuevamente. Pensó en todo lo que había sucedido. Los detalles ya se sentían difusos. ¿Era posible que hubiera agrandado la situación? Ahora que lo pensaba, ¿qué había hecho Caleb realmente? Sí, Sera estaba allí y, por un lado, su presencia era inexcusable. Pero cuanto más pensaba en ello, más se daba cuenta de que no sabía exactamente por qué Sera estaba allí o cómo había llegado. A ciencia cierta, realmente no sabía si Caleb la había invitado. A ciencia cierta, no sabía si los dos estaban de nuevo juntos. ¿Era posible, remotamente posible, que hubiera otra explicación?

Tal vez, había reaccionado demasiado rápido. Siempre lo hacía, nunca podía controlarse.

Mientras Caitlin volaba aún más alto, dio un amplio giro amplio de regreso en dirección a su isla. Sintió que le atraía volver allí, y una parte de ella se preguntó incluso si podría regresar. Después de todo, realmente, ¿dónde más podría ir?

Mientras se dirigía en esa dirección, sintió que tenía un nuevo propósito. Tal vez, debió haberle dado a Caleb al menos una oportunidad para que se explicase. Él le había salvado la vida muchas veces. La había cuidado todos estos días, la había traído de regreso a la vida. Tal vez, todavía la amaba. Tal vez...

Caitlin ya no estaba tan segura. Pero cuanto más volaba, más se daba cuenta de que le debía a Caleb al menos una oportunidad, una oportunidad para explicarse.

Sí, se la daría. Y, después, tomaría una decisión.

*

Caleb estaba furioso. Una vez más, Sera llegaba a su vida ocasionando destrucción, dondequiera que fuera. No podía recordar, durante miles de años, cuántas veces le había pedido que se mantuviera lejos de él, cuántas veces le había dejado en claro que no sentía nada por ella, que no la quería en su vida. Pero innumerables veces, en todos los momentos equivocados, se las arreglaba para aparecer. Era como si supiera, como si percibiera cada vez que estaba con alguien nuevo, cada vez que estaba con alguien que realmente le importaba. Y ella siempre aparecía exactamente en el momento equivocado. Era la criatura más territorial y posesiva que jamás hubiera conocido. Y ella había infestado su vida durante miles de años.

Esta vez, no podía aceptarlo. No se lo permitiría. Ella había arruinado sus relaciones demasiadas veces, y esta vez era ya más que demasiado. Caitlin le importaba más que cualquiera -sea vampiro o humano- con quien hubiera estado antes. Y Sera, como una polilla a una llama, debió percibirlo. Esto debió ser lo que la sacó de la clandestinidad y la impulsó a localizarlo.

Ella tenía una excusa -siempre tenía una excusa. Ese era el problema con ella: nunca se la podía culpar un cien por ciento porque siempre se presentaba con algún mensaje urgente que siempre tenía algo de legitimidad. En este caso, por supuesto, su cofradía estaba a punto de ser atacada. Kyle, ella había dicho, había regresado a la ciudad de Nueva York, con la espada, y era solo cuestión de días para que iniciara una guerra abierta de vampiros. Llegó con un mensaje de su cofradía: querían que él volviese. Ellos perdonarían sus antiguas transgresiones. Necesitaban todos los soldados con que podían contar en estos tiempos de guerra y Caleb era uno de los mejores.

Entonces, por un lado, no podía molestarse tanto con ella como hubiera querido - lo que hacía la situación aún más desesperante. Por el otro, sospechaba que ella había estado esperando una situación como ésta para tener una excusa para inmiscuirse nuevamente en su vida. Aun así, no tenía ningún derecho para dejar en Caitlin la impresión de que todavía estaban juntos.

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