Se dio cuenta de que no había un lugar para aterrizar discretamente en la isla de Venecia. Estaba demasiado lleno de gente, y no había manera de acercarse sin que la notaran. No quería llamar ese tipo de atención. No tenía idea de las cofradías que habría allí y cuan territoriales eran; no tenía ni idea si eran amables o malévolas; y no tenía idea de si los humanos allí, como los de Asís, estaban a la caza de vampiros, y la perseguirían. Lo que menos necesitaba era otra multitud atemorizada.
Caitlin decidió aterrizar en el continente, lejos de la isla. Vio enormes barcos, llenos de gente, que parecían partir del continente, y pensó que sería el mejor escenario lejos del bullicio. Por lo menos los barcos la conducirían directamente al corazón de la ciudad.
Caitlin aterrizó discretamente detrás de una arboleda, sobre tierra firme, no demasiado lejos de los barcos. Sentó a Rose, que de inmediato corrió hacia un arbusto cercano y se alivió. Cuando terminó, Rose miró a Caitlin y gimió. Caitlin podía ver en sus ojos que tenía hambre. Ella se solidarizó: ella también estaba hambrienta.
El vuelo la había agotado, y Caitlin dio cuenta de que todavía no estaba totalmente recuperada. También se dio cuenta de que se le había abierto el apetito. Quería comer. Y no de alimentos propios de los humanos.
Miró a su alrededor y no vio ciervos cerca. No había tiempo para ir a buscar. Se escuchó un fuerte silbido desde el barco, estaba a punto de partir. Ella y Rose tendrían que esperar y resolverlo más tarde.
Caitlin sintió nostalgia, extrañaba la seguridad y las comodidades de Pollepel, extrañaba estar al lado de Caleb, sus enseñanzas de como cazar, su guía. A su lado, ella siempre sentía que todo estaría bien. Ahora, por su cuenta, no estaba tan segura.
*
Con Rose a su lado, Caitlin se aproximó a la embarcación más cercana. Era un gran barco de vela con una rampa larga de cuerda que llegaba hasta la orilla y, cuando alzó la vista, vio que estaba completamente llena de gente. Los últimos pasajeros se subían por la rampa y Caitlin se apresuró con Rose para subir antes que la quitaran.
Pero una mano carnosa y grande, que la golpeó con fuerza en el pecho, la sorprendió mientras extendía la mano para detenerla.
"Boleto", dijo la voz.
Caitlin vio a un hombre alto y musculoso con el ceño fruncido. Era un hombre grueso y sin afeitar y podía olerlo desde allí.
Caitlin se llenó de ira. Estaba en el límite, y no le gusto que la detuviera con la mano.
"No tengo," Caitlin dijo. "¿No puedes dejarnos entrar?"
El hombre negó con firmeza y se apartó, haciendo caso omiso de ella. "Sin boleto, no se puede viajar," dijo.
Su cólera creció y se obligó a pensar en Aiden. ¿Qué le habría dicho? Respira profundo. Relájate. Utiliza su mente, no tu cuerpo. Le habría recordado que ella era más fuerte que ese humano. Le hubiese dicho que se centrará sí misma. Para concentrarse. Para utilizar sus talentos internos.
Ella cerró sus ojos y trató de concentrarse en su respiración. Trató de ordenar sus pensamientos, para dirigirlos hacia ese hombre.
Usted nos dejará subir al barco, deseó. Va a hacerlo sin que tengamos que pagarle.
Caitlin abrió sus ojos y esperaba que él se encontrara allí, ofreciéndole un boleto. Pero, a su pesar, no estaba. La seguía ignorando y estaba desatando la última de las cuerdas.
No estaba funcionando. O había perdido sus poderes de control mental o no le habían regresado totalmente. O tal vez estaba demasiado cansada y no se había concentrado lo suficiente.
De repente se acordó de algo. Sus bolsillos. Rápidamente buscó adentro de ellos, preguntándose si por acaso había llevado algo del siglo 21. Encontró algo y se tranquilizó al ver que era un billete de $ 20.
"Aquí", dijo entregándoselo.
Él lo tomó, lo arrugó y lo sostuvo en lo alto, examinándolo.
"¿Qué es esto?", Se preguntó. "No sé qué es."
"Es un billete de 20 dólares," Caitlin le explicó, dándose cuenta mientras lo decía, lo estúpido que sonaba. Por supuesto. ¿Por qué iba a reconocerlo? Era americano. Y su país no existiría por otros doscientos años.
Con una punzada de miedo, de repente Caitlin se dio cuenta de que todo el dinero que tenía sería inútil.
"Es basura", él dijo regresándoselo.
Con una punzada de miedo, Catlín vio que estaban desatando las cuerdas, el barco se estaba preparando para partir. Pensó rápido, buscó nuevo en sus bolsillos y sacó algo de cambio. Ella bajó la mirada, encontró un cuarto de dólar y extendió la mano y se lo entregó.
Él la tomó, con mayor interés, y la sostuvo contra la luz. Aún así, sin embargo, no estaba convencido.
Se lo volvió a regresar.
"Regresa con dinero real", dijo, también miró a Rose, y añadió "y no se permiten perros."
Caitlin pensó en Caleb. Tal vez estaba allí, a su alcance, en la isla de Venecia, a un viaje en barco. Le enfurecía que este hombre la estaba alejando de él. Ella tenía el dinero – pero no su tipo de dinero. Además, el barco no se veía en condiciones de navegar y transportaba cientos de personas. ¿Realmente un boleto sería una gran diferencia? No era justo.
Al poner el dinero en la palma de Caitlin, de repente él cubrió la mano de Caitlín con la suya, grande y sudorosa y le agarró la muñeca. La miró de reojo y su boca se abrió en una gran sonrisa horrible, revelando varios dientes perdidos. Caitlin pudo oler su mal aliento.
"Si no tienes dinero, puedes pagarme de otra manera", dijo con su sonrisa espeluznante, y extendió la otra mano y le tocó la mejilla.
Automáticamente, Caitlin golpeó con fuerza su mano y soltó la muñeca de su mano. Se sorprendió de su propia fuerza.
Él la miró, aparentemente sorprendido de que una pequeña chica tuviera tanta fuerza, y su sonrisa se convirtió en una mueca de indignación. Recogió saliva de su garganta, y escupió justo a sus pies. Caitlin miró hacia abajo y vio el esputo sobre sus zapatos, y le repugnó.
"Tienes suerte que no te corté," él gruñó, luego abruptamente le dio la espalda y siguió desatando las cuerdas.
Caitlin sintió sus mejillas enrojecer mientras la rabia se apoderaba de ella. ¿Eran los hombres iguales en todas partes? En todo tiempo y de toda edad? ¿Era una muestra de lo que podía esperar de cómo trataban a las mujeres en esta época yen este lugar? Pensó en todas las otras mujeres y en de todo lo que tendrían que soportar en esa época, y sintió crecer su ira. Se sentía con la obligación de defenderlas.
Él seguía agachado, desatando las cuerdas, rápidamente ella se echó hacia atrás y pateó con dureza al bruto, justo en su trasero. El puntapié lo mandó volando sobre el muelle, de cabeza, derecho al agua, a quince metros debajo. Aterrizó con un fuerte chapoteo.
Caitlin corrió rápidamente por la rampa de cuerda, Rose subió a su lado, y se abrió paso en el enorme barco de vela enorme, lleno de gente.
Había sucedido tan rápido, que esperaba que nadie lo hubiera visto. Así pareció, porque la tripulación tiró del pasillo de soga y la nave zarpó.
Caitlin corrió hacia el borde de la embarcación y miró hacia abajo: podía verlo chapoteando en el agua, moviendo la cabeza, mientras levantaba un puño hacia el barco.
"Detengan el barco! Detengan el barco! " gritaba el hombre.
Nadie pudo escuchar sus gritos porque cientos de pasajeros aplaudían emocionados a la embarcación que zarpaba.
Uno de los tripulantes se fijó en él, sin embargo, y corrió hacia el lado de la embarcación, siguiendo el dedo del hombre, mientras señalaba hacia Caitlin.
Caitlin no esperó a ver qué pasaba. Rápidamente se metió en el grueso de la multitud, Rose a su lado, escondiendo la cabeza y metiéndose de un lado a otro, hasta que estuvo en el medio del barco, en el grueso de las masas. Empujó más hacia adentro y siguió en moviéndose. Había cientos de personas hacinadas y esperaba que no la ubicaran, ni a ella ni a Rose.
En cuestión de minutos, el barco estaba ganando velocidad. Después de un tiempo, Caitlin finalmente respiró profundamente. Se dio cuenta de que nadie la estaba persiguiendo ni buscándola.
Con Rose a su lado, se abrió paso a través de la multitud con más calma hacia la parte más alejada de la embarcación. Una vez allí, pudo ver que la barandilla que estaba llena de gente, se inclinó y miró.
A lo lejos, el bruto aun se balanceaba en el agua, jalándose arriba del muelle, pero ahora no era más que un punto en el horizonte. Caitlin sonrió. Se lo tenía merecido.
Cuando se volvió hacia el otro lado, Venecia se alzaba al frente.
Sonrió satisfecha, se inclinó y sintió el fresco agua de mar que le empujaba su cabello hacia atrás. Era un día cálido en mayo y la temperatura era perfecta, y el aire salado era refrescante. Rose se levantó de un salto a su lado, puso sus patas en el borde de la barandilla, se asomó y olió el aire también.
A Caitlin siempre le había gustado a los barcos. Nunca había visitado un auténtico velero histórico- y mucho menos había navegado en uno. Sonrió y se corrigió a sí misma: ya no era un barco histórico. Era uno moderno. Después de todo, era 1790. Casi se rió en voz alta ante la idea.
Levantó la vista hacia los mástiles de madera que se elevaban hacia el cielo. Observó cómo los marineros alineaban y tiraban de las cuerdas gruesas; rápidamente se elevaron yardas y más yardas de tela pesada y pudo oír el aleteo del material. Se veía pesado y los marineros sudaban bajo el sol mientras tiraban de las cuerdas con toda su fuerza tan sólo para elevar el lienzo unas pocas pulgadas.
Entonces, así se hacía. Caitlin estaba impresionada por la eficiencia de todo, todo funcionaba a la perfección. No podía creer lo rápido que se movía este enorme barco lleno de gente, especialmente sin contar con motores modernos. Se preguntó qué haría el capitán de la nave si ella le contase de los motores del siglo 21, sobre cuánto más rápido podría ir. Probablemente pensaría que estaba loca.
Miró hacia abajo y vio, a unos veinte metros más abajo, el agua que corría y las pequeñas olas rompiendo contra el costado de la embarcación. El agua era tan ligero, tan azul, que era mágico.
A su alrededor, la gente se apretujaban, todos trataban de llegar a la barandilla y mirar hacia fuera. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que la mayoría estaba vestida muy sencillamente, muchos con túnicas y sandalias, y algunos estaban descalzos. Otros, sin embargo, estaban vestidos elegantemente y parecían que trataban de mantenerse lejos de las masas. Algunas personas llevaban máscaras elaboradas, con una nariz larga y aguileña. Se reían y se empujaban unos a otros, parecían estar borrachos.
De hecho, se dio cuenta de que una buena parte de los pasajeros iban balanceando botellas de vino y se veían borrachos, incluso tan temprano por la mañana. El barco entero, ahora se daba cuenta, tenía un ruidoso ambiente festivo, como si todos fueran a una fiesta gigante.
Caitlin se abrió paso a lo largo de la barandilla, a través de la multitud, junto a padres sosteniendo a sus niños, y poco a poco llegó al frente. Finalmente, vio lo que quería. Se inclinó sobre el borde y vio cómo el barco avanzaba hacia Venecia.
La vista de la ciudad la dejó sin aliento. Observó su perfil, los hermosos edificios históricos que se alineaban perfectamente uno al lado del otro, todos construidas frente al agua. Algunas de las fachadas eran realmente magníficas, estaban muy adornadas, sus fachadas blancas estaban cubiertas con todo tipo de molduras y detalles. Muchos tenían paredes arqueadas y ventanas arqueadas que se abrían hacia el agua y, sorprendentemente, tenían sus puertas de entrada a la derecha estaban al nivel del agua. Era increíble. Se podía llegar hasta la propia puerta en barco y entrar.
En medio de todos los edificios, había torres que se elevaban desde las iglesias y algunas cúpulas salpicaban el horizonte. Esta era una ciudad de arquitectura magnífica, de un gran estilo ornamentado, y todo parecía diseñado para estar frente a las aguas. No sólo coexistía con el agua -sino que la integraba a la vida citadina.
Y todo lo largo, un lado de la ciudad se conectaba con la otra a través de pequeñas pasarelas arqueadas, los escalones se elevaban a cada lado y había una amplio descanso en el centro. Estaban atestadas de gente subiendo o bajando o simplemente sentada en el borde, viendo pasar los barcos.