Finalmente, Ryan dijo: “Tendría que quedarme con la casa. Aún puede ser mi oficina local”.
April casi estaba saltando de la emoción.
“¿Así que estás diciendo que sí?”, preguntó.
Ryan sonrió silenciosamente por un momento.
“Sí, supongo que sí”, dijo finalmente.
April dejó escapar un chillido. Jilly aplaudió y comenzó a reír de alegría.
“¡Genial!”, dijo Jilly. “Por favor, pasa la salsa de tomate... Papá”.
Ryan, April, Gabriela y Jilly comenzaron a charlar alegremente mientras comían.
Riley se dijo a sí misma que debía disfrutar de la felicidad mientras podía. Tarde o temprano la llamarían para acabar con otro monstruo. El pensamiento envió un escalofrío por todo su cuerpo. ¿Algún otro monstruo ya estaba acechándola, esperando el momento perfecto para atacar?
*
Como April solo tenía medio día de clases el día siguiente debido a reuniones de maestros, Riley la dejó quedarse en casa todo el día. Decidieron ir de compras juntas mientras Jilly aún estaba en la escuela.
Las tiendas del centro comercial parecían interminables, y muchas de ellas eran bastante parecidas. Había maniquíes en ropa elegante posados en cada ventana. Las figuras que estaban pasando ahora mismo no tenían cabeza, añadiendo a la impresión de Riley de que todos eran intercambiables. Pero April le decía lo que cada tienda vendía, y los estilos que le encantaba llevar. April al parecer veía variedad donde Riley solo veía lo mismo.
“Cosas de adolescentes, supongo”, pensó Riley.
Al menos el centro comercial no estaba lleno de gente hoy.
April señaló un letrero afuera de una tienda llamada Towne Shoppe.
“¡Mira!”, dijo. “‘LUJO ASEQUIBLE’ ¡Entremos a ver qué hay!”.
Adentro de la tienda, April se abalanzó sobre un estante de jeans y chaquetas, buscando prendas para probarse.
“Yo también necesito nuevos jeans”, dijo Riley.
April puso los ojos en blanco.
“Mamá, ¡no te vayas a comprar jeans anticuados!”.
“Bueno, no puedo usar los que tú usas. Tengo que ser capaz de moverme sin preocuparme por mi ropa. Nada de atuendos defectuosos”.
April se echó a reír. “¡Lo que quieres es un pantalón para vestir! No creo que encuentres uno aquí”.
Riley ojeó los jeans disponibles. Todos eran ceñidos y bajos.
Riley suspiró. Sabía de un par de tiendas en el centro comercial donde podía comprar algo más de su estilo. Pero tendría que soportar todo tipo de burlas de April.
“Me compraré algo para mí en otra ocasión”, dijo Riley.
April agarró unos jeans y se fue a los probadores. Cuando salió, vestía el tipo de jeans que Riley detestaba: apretados, rotos en varios lugares, con el ombligo completamente a la vista.
Riley negó con la cabeza.
“Deberías probarte otro tipo de jeans”, dijo. “Son mucho más cómodos. Pero estar cómoda no es lo tuyo, ¿cierto?”.
“No”, dijo April, volteándose y mirándose en el espejo. “Me llevaré estos. Me iré a probar los otros”.
April volvió a los probadores varias veces más. Siempre regresaba con jeans que Riley odiaba. Ella sabía que lo mejor era dejárselos comprar. Realmente no valía la pena pelear por eso, y sabía que perdería de una u otra forma.
A lo que observó a April frente al espejo, se dio cuenta de que su hija tenía casi su misma altura, y que la camiseta que llevaba revelaba una figura bien desarrollada. Con su pelo oscuro y ojos color avellana, el parecido de April a Riley era sorprendente. Obviamente April no tenía canas como Riley. Pero, aún así...
“Se está convirtiendo en una mujer”, pensó Riley.
No pudo evitar sentirse intranquila por eso.
¿April estaba creciendo demasiado rápido?
Sin duda había pasado por situaciones difíciles este año. Había sido capturada dos veces. Una de esas veces había sido cautiva de un sádico con un soplete. También tuvo que luchar contra un asesino en su propia casa. Lo peor de todo fue que un novio abusivo la drogó y trató de convertirla en esclava sexual.
Riley sabía que era demasiado para una chica de quince años de edad. Se sentía culpable de que su trabajo había puesto a April y a otras personas que amaba en peligro mortal.
Y ahora aquí estaba April, viéndose muy madura a pesar de sus esfuerzos por parecer y actuar como una adolescente normal. April parecía haber superado lo peor de su TEPT. Pero ¿qué tipo de miedos y ansiedades todavía la inquietaban en lo profundo de su ser? ¿Realmente lograría superarlos?
Riley pagó la ropa nueva de April y salió a la terraza del centro comercial. La confianza en el caminar de April hizo a Riley sentirse menos preocupada. Las cosas sí estaban mejorando después de todo. Lo supo justo en el momento en el que Ryan comenzó a llevar algunas de sus pertenencias a su casa adosada. Y April y Jilly estaban saliendo bien en la escuela.
Riley estaba a punto de sugerir que fueran a comer cuando el teléfono de April sonó. April se alejó precipitadamente para contestar la llamada. Riley se sintió un poco consternada. A veces ese teléfono celular parecía ser un ser viviente que exigía toda la atención de April.
“Hola, ¿cómo estás?”, le preguntó April a la persona que la llamó.
De repente, las rodillas de April se tambalearon, y ella se sentó en un banco. Estaba pálida, y se veía dolida. Lágrimas comenzaron a rodar por su rostro. Alarmada, Riley se acercó a ella rápidamente y se sentó a su lado.
“¡Dios mío!”, exclamó April. “Cómo podría... Por qué... No puedo...”.
Riley sintió una sacudida de alarma.
¿Qué había pasado?
¿Alguien estaba herido o en peligro?
¿Jilly, Ryan o Gabriela?
No, alguien seguramente habría llamado a Riley con este tipo de noticias, no a April.
“Lo siento mucho”, dijo April una y otra vez.
Finalmente finalizó la llamada.
“¿Quién era?”, le preguntó Riley ansiosamente.
“Era Tiffany”, dijo April en voz baja.
Riley reconocía el nombre. Tiffany Pennington era la mejor amiga de April ahora. Riley la había visto un par de veces.
“¿Qué pasó?”, preguntó Riley.
April miró a Riley con una expresión de dolor y horror.
“La hermana de Tiffany está muerta”, dijo April.
April parecía no poder creer sus propias palabras.
Luego, con una voz conmovida, agregó: “Dicen que se suicidó”.
CAPÍTULO DOS
Durante la cena esa noche, April trató de contarle a su familia lo poco que sabía de la muerte de Lois. Pero sus palabras sonaban extrañas y ajenas, como si otra persona estuviera hablando.
“No parece real”, pensó.
April se encontró con Lois varias veces durante sus visitas a la casa de Tiffany. Recordaba la última vez como si fuera ayer. Lois estuvo sonriente, feliz y con muchas historias que contar de la universidad. Era imposible creer que ella estaba muerta.
La muerte no era una completa desconocida para April. Sabía que su mamá se había enfrentado a la muerte y que realmente había matado en algunos casos del FBI. Pero habían sido malas personas, y tenían que ser liquidadas. April incluso ayudó a su madre a luchar y a matar a un asesino sádico después que capturó a April. También sabía que su abuelo murió hace cuatro meses, pero no lo había visto en mucho tiempo y nunca habían sido cercanos.
Pero esta muerte era más real para ella, y no tenía ningún sentido en absoluto. De alguna manera aún no parecía posible.
Mientras April hablaba, vio que sus familiares también estaban confundidos y angustiados. Su madre tomó su mano. Gabriela se persignó y murmuró una oración. Jilly estaba boquiabierta.
April trató de recordar todo lo que Tiffany le dijo cuando hablaron de nuevo esa tarde. Le explicó que Tiffany, su mamá y su papá encontraron el cuerpo de Lois guindando en su garaje ayer por la mañana. Para la policía, era un suicidio. De hecho, todo el mundo actuaba como si había sido suicidio. Como si esa era la respuesta y punto.
Todo el mundo menos Tiffany, quien seguía diciendo que no lo creía.
El padre de April se estremeció cuando terminó de decirles todo.
“Conozco a los Pennington”, dijo. “Lester es el gerente financiero de una empresa de construcción. No exactamente rico, pero sí cómodo. Siempre me parecieron una familia estable y feliz. ¿Por qué Lois haría tal cosa?”.
April había pasado todo el día preguntándose lo mismo.
“Tiffany dice que nadie sabe”, dijo April. “Lois estaba en su primer año en la Universidad de Byars. Estaba un poco estresada por eso, pero igual...”.
Papá negó con la cabeza.
“Bueno, tal vez esa sea la explicación”, dijo. “Byars es una universidad difícil. Aún más difícil que Georgetown. Y es muy cara. Me sorprende que la familia pudiera costearla”.
April suspiró profundamente y no dijo nada. Creía que Lois estaba becada, pero se lo guardó para sí misma. No tenía ganas de hablar del tema. Tampoco tenía ganas de comer. Gabriela había preparado una de sus especialidades, una sopa de mariscos llamada tapado que le encantaba. Pero ni siquiera había probado una cucharada.
Nadie habló por unos momentos.
Luego Jilly dijo: “No se suicidó”.
Sorprendida, April miró fijamente a Jilly. Los demás también estaban mirándola. La adolescente cruzó sus brazos y se veía muy seria.
“¿Qué?”, preguntó April.
“Lois no se suicidó”, dijo Jilly.
“¿Cómo lo sabes?”, preguntó April.
“Yo la conocí, ¿recuerdas? Simplemente lo sé. No era la clase de chica que haría algo así. Ella no quería morir”.
Jilly pausó por un momento.
Luego dijo: “Sé lo que se siente querer morirse. Sé que ella nunca lo sintió”.
El corazón de April saltó hasta su garganta.
Sabía que Jilly había atravesado cosas muy duras. Jilly le contó de aquella noche en la que su padre abusivo no la dejó entrar en casa. Jilly durmió en un tubo de desagüe, y luego fue a una parada de camiones donde trató de convertirse en prostituta. Luego mamá la encontró.
Jilly definitivamente sabía lo que se sentía querer estar muerta.
April sentía que una oleada de horror y terror estaba a punto de estallar dentro de ella. ¿Podría Jilly estar equivocada? ¿Lois se sintió tan miserable como para suicidarse?
“Permiso”, dijo. “No creo poder comer ahora”.
April se levantó de la mesa y subió las escaleras a su dormitorio corriendo. Cerró la puerta, se tiró en su cama y rompió a llorar.
No sabía cuánto tiempo había pasado. Después de un rato, oyó un golpe en la puerta.
“April, ¿puedo pasar?”, preguntó su madre.
“Sí”, dijo April en una voz conmocionada.
April se sentó, y mamá entró en la habitación llevando un sándwich de queso a la plancha en un plato. Mamá sonrió con compasión.
“Gabriela pensó que esto podría ser mejor para tu estómago que tapado”, dijo mamá. “Le preocupa que te enfermes si no comes. A mí también me preocupa”.
April sonrió entre sus lágrimas. Era un gesto muy dulce de Gabriela y mamá.
“Gracias”, dijo.
Se limpió los ojos y tomó un bocado del sándwich. Mamá se sentó en la cama junto a ella y tomó su mano.
“¿Quieres hablar de lo que pasó?”, preguntó mamá.
April ahogó un sollozo. Por alguna razón, recordó que su mejor amiga, Crystal, se había mudado recientemente. Su padre, Blaine, fue golpeado gravemente aquí en esta casa. A pesar de que él y mamá se gustaban, la situación lo conmocionó tanto que decidió mudarse.
“Tengo una sensación muy extraña”, dijo April. “Como si fue mi culpa de alguna forma. Nos pasan muchas cosas terribles, pareciera que fueran contagiosas o algo. Sé que no tiene sentido pero...”.
“Entiendo cómo te sientes”, dijo mamá.
Esto sorprendió a April. “¿Sí?”.
La expresión de mamá se entristeció.
“Yo también me siento igual”, dijo. “Mi trabajo es peligroso. Y pone en peligroso a todas las personas que amo. Me hace sentir culpable. Muy culpable”.
“Pero no es tu culpa”, dijo April.
“Entonces ¿por qué crees que es tu culpa?”.
April no sabía qué decir.
“¿Qué más te está molestando?”, preguntó mamá.
April lo pensó por un momento.
“Mamá, Jilly tiene razón. No creo que Lois se suicidó. Y Tiffany no lo cree tampoco. Yo conocí a Lois. Estaba feliz, era una de las personas más centradas que jamás he conocido. Y Tiffany la admiraba. Ella era la heroína de Tiffany. Simplemente no tiene sentido”.
April sabía por la expresión de su madre que no le creía.
“Solo cree que estoy histérica”, pensó April.
“April, la policía debe pensar que fue suicidio, y su madre y su padre...”.
“Bueno, están equivocados, dijo April, sorprendida por la acidez de su propia voz. “Mamá, tienes que comprobarlo. Sabes más de este tipo de cosas que ellos. Incluso más que la policía”.
Mamá negó con la cabeza tristemente.
“April, no puedo hacerlo. No puedo investigar algo que ya ha sido resuelto. Piensa en cómo se sentiría la familia”.
April estaba a punto de comenzar a llorar otra vez.
“Mamá, te lo ruego. Si Tiffany jamás se entera de la verdad, arruinará su vida. Nunca lo superará. Por favor, por favor haz algo”.
Era un enorme favor, y April lo sabía. Mamá no respondió por un momento. Se levantó y se asomó por la ventana de la habitación. Parecía estar perdida en sus pensamientos.
Aún mirando afuera, mamá finalmente dijo: “Iré mañana a hablar con los padres de Tiffany. Bueno, si es que quieren hablar conmigo”. Eso es todo lo que puedo hacer”.
“¿Puedo ir contigo?”, preguntó April.
“Tienes que ir a la escuela mañana”, dijo mamá.
“Hagámoslo después de la escuela entonces”.
Mamá se quedó callada y luego dijo: “Está bien”.
April se levantó de la cama y la abrazó fuertemente. Quería darle las gracias, pero se sentía demasiado abrumada con gratitud como para hablar.
“Mamá definitivamente puede descubrir lo que anda mal”, pensó April.
CAPÍTULO TRES
Riley condujo a April a casa de los Pennington la tarde siguiente. A pesar de sus dudas de que Lois Pennington había sido asesinada, Riley consideraba que esto era lo mejor.
“Se lo debo a April”, pensó mientras conducía.
Después de todo, sabía lo que era sentirse segura de algo y que nadie le creyera.
Y April ciertamente se veía muy segura de que algo andaba muy mal.
Para Riley, sus instintos no le habían hecho creer o una cosa o la otra. Pero a lo que entraron a un vecindario de clase alta de Fredericksburg, se recordó a sí misma que los monstruos acechaban a menudo detrás de las fachadas más serenas. Muchas de las casas encantadoras que pasaron seguramente estaban llenas de recuerdos. Esto lo sabía con certeza por todo el mal al que se había enfrentado.
Y no importaba si la muerte de Lois había sido suicidio o asesinato, un monstruo definitivamente había invadido la casa aparentemente feliz de los Pennington.
Riley se estacionó en la calle frente a la casa. Era una gran casa de tres pisos con un terreno bastante amplio. Riley recordó lo que Ryan había dicho sobre los Pennington.
“No exactamente ricos, pero sí cómodos”.
La casa confirmaba lo que él había dicho. Era una casa lujosa y atractiva en un buen vecindario. Lo único que se veía fuera de lugar era la cinta policial que estaba colocada alrededor de las puertas del garaje separado donde la familia había encontrado a su hija guindando.
El aire frío aumentó su intensidad cuando Riley y April se bajaron del carro y caminaron hacia la casa. Varios carros estaban estacionados en la entrada.
Tocaron el timbre de la puerta principal, y Tiffany las recibió. April se echó en los brazos de Tiffany, y ambas niñas comenzaron a sollozar.
“Ay Tiffany, cuanto lo siento”, dijo April.
“Gracias, gracias por venir”, dijo Tiffany.
Esta emoción hizo que se formara un nudo en la garganta de Riley. Las dos chicas se veían tan jóvenes ahora, casi unas niñas. Parecía terriblemente injusto que tuvieran que pasar por esta horrible tragedia. Aún así, se sentía orgullosa de la bondad sincera de April. Estaba convirtiéndose en una mujer cariñosa y compasiva.