Thor sintió que los demás se daban la vuelta para mirarlo.
"¿Por qué?", preguntó Reece.
Thor se encogió de hombros. No lo sabía, pero sospechaba que tenía que ver con todas las intrigas en la Corte del Rey, tenía que ver con el asesinato de MacGil. Lo más probable es que fuera Gareth. Tal vez él veía a Thor como una amenaza.
Thor se sentía muy mal por haber puesto en peligro a sus hermanos de armas, pero no había nada que pudiera hacer ahora. Todo lo que podía hacer era tratar de defenderlos.
Thor ya había tenido suficiente. Él gritó y pateó su caballo y salió galopando hacia el frente, cabalgando antes que los demás. No esperaría aquí para encontrarse con ese ejército, para encontrarse con su muerte. Él daría los primeros golpes, tal vez incluso desviaría a algunos de sus hermanos de armas y les daría la oportunidad de huir, si así lo decidieran. Si iba a encontrarse con la muerte, lo haría sin temor, con honor.
Temblando por dentro pero negándose a mostrarlo, Thor galopó más y más lejos de los demás, cabalgando por la colina hacia el ejército que venía avanzando. Junto a él, Krohn corrió, sin perder el ritmo.
Thor escuchó un grito, mientras que detrás de él, sus compañeros de La Legión corrían para alcanzarlo. Estaban apenas a dieciocho metros de distancia, y galopaban detrás de él, levantando un grito de guerra. Thor se mantuvo al frente, sin embargo, se sentía bien poder contar con su apoyo detrás de él.
Ante Thor estalló un contingente de guerreros del ejército de McCloud, dirigiéndose hacia adelante para encontrarse con Thor, tal vez eran cincuenta hombres. Iban noventa metros adelante y acercándose rápidamente, y Thor sacó su honda, le puso una piedra, apuntó y la lanzó. Su objetivo a principal era el guerrero líder, un hombre robusto, con un peto de plata, y su tino fue perfecto. Le pegó al hombre en la base de la garganta, entre las placas de la armadura, y el hombre cayó de su caballo, aterrizando en la tierra, antes que los demás.
Al caer, su caballo aterrizó junto con él, y la docena de caballos que iban detrás de ellos se amontonaron, lanzando a sus soldados al suelo, boca abajo.
Antes de que pudieran reaccionar, Thor colocó otra piedra, jaló la cuerda hacia atrás y la lanzó. Otra vez, su tino fue preciso, y golpeó a uno de los guerreros líderes en la sien, en el lugar expuesto de su carátula frontal levantada y lo tiró a un costado de su caballo, hacia otros guerreros, llevándolos hacia abajo como fichas de dominó.
Mientras Thor galopaba, una jabalina voló cerca de su cabeza, y luego una lanza, luego un martillo y un pico y él sabía que lo estaban apoyando sus hermanos de La Legión. Su puntería también era acertada, y sus armas derribaron a los soldados de McCloud con mortal precisión; varios de ellos cayeron de los caballos y chocaron contra otros que cayeron con ellos.
Thor estaba eufórico al ver que ellos ya habían logrado derribar a docenas de soldados McCloud, algunos de ellos con impactos directos, pero la mayoría había sido por la caída de los caballos. El contingente de avanzada de cincuenta hombres ahora estaba en el suelo, tirados en grandes montones de polvo.
Pero el ejército McCloud era fuerte, y ahora era su turno para contraatacar. Cuando Thor estuvo a veintisiete metros de ellos, varios le lanzaron armas. Un martillo fue hacia su rostro, y Thor se agachó en el último momento; el hierro zumbaba por su oreja, fallando por dos centímetros. Una lanza salió volando hacia él, tan rápidamente como se agachó al otro lado, mientras la punta rozaba la parte exterior de su armadura, afortunadamente, fallando. Un pico voló hacia su cara, y Thor levantó su escudo y lo bloqueó. Se quedó pegado a su escudo, y Thor estiró la mano, lo quitó y lo lanzó de regreso a su atacante. La puntería de Thor era buena, y se alojó en el pecho del hombre, perforando su cota de malla; con un grito, el hombre se desplomó sobre su caballo, muerto.
Thor se mantuvo a la carga. Fue a atacar al grueso del ejército, en un mar de soldados, preparado para encontrar su muerte. Él gritó y levantó su espada, lanzando un gran grito de batalla; detrás de él, sus hermanos de armas también lo hicieron.
Con un gran choque de armas, hubo un impacto. Un enorme guerrero adulto fue a atacarlo, levantó un hacha con las dos manos y la dirigió hacia la cabeza de Thor. Thor se agachó, la cuchilla se balanceaba cerca de su cabeza y le cortó el estómago al soldado mientras él pasaba; el hombre gritó y se desplomó sobre su caballo. Al caer tiró su hacha de batalla, y salió volando hacia el caballo de McCloud, que relinchó e hizo cabriolas, lanzando a su jinete hacia varios otros.
Thor se mantuvo a la carga, entre el grueso de los guerreros de McCloud, cientos de ellos, abriéndose paso a través de ellos, mientras uno tras otro se balanceaba con sus espadas, hachas, mazas, y él los bloqueaba con su escudo o los esquivaba, cortando también, agachándose y zigzagueando, galopando. Él era muy rápido, muy ágil para ellos, y no se lo esperaban. Siendo un gran ejército, ellos no podrían maniobrar lo suficientemente rápido como para detenerlo.
Hubo un gran choque de metal alrededor de él, mientras los golpes le llegaban de todas direcciones. Bloqueó a uno tras otro con su escudo y espada. Pero no podía evitarlos todos. Un corte de espada rozó su hombro, y él gritó de dolor mientras salía sangre. Afortunadamente la herida fue superficial y no evitó que combatiera. Continuó contraatacando.
Thor, luchando con las dos manos, fue rodeado por guerreros McCloud, y pronto los golpes comenzaron, mientras los otros miembros de La Legión se unían a la manada. El sonido metálico fue mayor, mientras los hombres de McCloud luchaban contra los chicos de La Legión, las espadas golpeaban los escudos, las lanzas caían en los caballos, las jabalinas entraban en las armaduras, los hombres luchaban en todas direcciones. Se escucharon gritos de ambos lados.
La Legión tenía una ventaja al ser una fuerza armada pequeña y ágil, eran diez en medio de un ejército enorme y de lento movimiento. Había un cuello de botella, y no todos los guerreros McCloud podrían llegar a ellos a la vez; Thor se encontró peleando con dos o tres hombres a la vez, pero no más. Y sus hermanos que iban atrás, impedían que fuera atacado por la espalda.
Un guerrero tomó a Thor desprevenido y lanzó su mayal hacia la cabeza de Thor; Krohn gruñó y se abalanzó. Krohn saltó alto en el aire y atenazó su muñeca; la arrancó, la sangre brotó por todos lados, obligando al soldado a cambiar de dirección antes de que el mayal se impactara en el cráneo de Thor.
Era algo nebuloso mientras Thor luchaba y atacaba y esquivaba en todas direcciones, utilizando hasta la última gota de su habilidad para defender, atacar y cuidar a sus hermanos y protegerse a sí mismo. Instintivamente convocó sus interminables días de entrenamiento, de ser atacado desde todos los lados, en todo tipo de situaciones. En algunas formas, parecía natural para él. Lo habían entrenado bien, y se sentía capaz de manejar esto. Su temor siempre estaba allí, pero se sentía capaz de controlarlo.
Mientras Thor luchaba y luchaba, sus brazos se hacían más pesados, sus hombros se cansaban, las palabras de Kolk sonaron en sus oídos:
Sus enemigos nunca lucharán según los términos de ustedes. Lucharán según los de ellos. La guerra para ustedes significa la guerra para otra persona.
Thor vio a un guerrero bajito, fornido, subir una cadena con pinchos con ambas manos y balancearla hacia la parte posterior de la cabeza de Reece. Reece no la vio venir; en un momento él estaría muerto.
Thor bajó de su caballo, saltando en el aire y derribó al guerrero antes de que lanzara la cadena. Los dos salieron volando de los caballos y aterrizaron con fuerza sobre el suelo en una nube de polvo; Thor rodó y rodó, sin aliento, mientras los caballos pateaban a su alrededor. Luchó con el guerrero en el suelo, y cuando el hombre levantó sus pulgares para arrancar los ojos de Thor, Thor de pronto oyó un chillido – y vio a Estopheles bajar en picada y agarró los ojos del hombre justo antes de que él pudiera lastimar a Thor. El hombre gritó, agarrando sus ojos, y Thor le dio un fuerte codazo y lo derribó.
Antes de que Thor tuviera la oportunidad de deleitarse con su victoria, sintió que lo pateaban con fuerza en el estómago, derribándole de espaldas. Miró hacia arriba para ver a un guerrero levantar un martillo de guerra con las dos manos y bajarlo hacia su pecho.
Thor rodó, y el martillo pasó zumbando cerca de él, hundiéndose en la tierra hasta la empuñadura. Se dio cuenta de que pudo haberlo aplastado hasta morir.
Krohn se abalanzó sobre el hombre, saltando hacia adelante y hundiendo sus colmillos en el codo del hombre; el soldado estiró la mano y golpeó a Krohn, una y otra vez. Pero Krohn no lo soltaba, gruñía, hasta que finalmente le arrancó el brazo al hombre. El soldado gritó y cayó al suelo.
Un soldado se adelantó y bajó su espada hacia Krohn; pero Thor rodó con su escudo y bloqueó el golpe; todo su cuerpo temblaba con el sonido metálico, salvando la vida de Krohn. Pero cuando Thor se arrodilló allí, quedó expuesto, y otro guerrero se dirigió hacia él con su caballo, pisoteándolo, derribándole boca abajo; sintiendo que los cascos del caballo aplastaban todos los huesos de su cuerpo.
Varios soldados McCloud bajaron de un salto y rodearon a Thor, acercándose a él.
Thor se dio cuenta de que estaba en un mal lugar; daría cualquier cosa por estar de nuevo en su caballo. Yacía en el suelo, su cabeza sonaba de dolor, por el rabillo del ojo vio a los otros miembros de La Legión peleando y perdiendo terreno. Uno de los chicos de La Legión que no reconoció soltó un grito agudo, y Thor vio como una espada perforaba su pecho y se desplomaba, muerto.
Otro miembro de La Legión que Thor no conocía fue en su ayuda, matando a su atacante empujando su lanza – pero al mismo tiempo, un McCloud le atacó por detrás, metiendo una daga en su cuello. El chico gritó y cayó de su caballo, muerto.
Thor se volvió y vio a media docena de soldados echándosele encima. Uno levantó una espada y la bajó hacia su rostro, y Thor subió la mano y la bloqueó con su escudo, el sonido metálico resonó en sus oídos. Pero otro levantó su bota y quitó de una patada el escudo de Thor de su mano.
Un tercer atacante pisó la muñeca de Thor, fijándola en el suelo.
Un cuarto atacante se adelantó y levantó una lanza, preparándose para meterla en el pecho de Thor.
Thor escuchó un gran alarido y Krohn saltó sobre el soldado, haciéndolo retroceder y acorralándolo. Pero un soldado dio un paso adelante con un garrote, directo hacia Krohn, pegándole tan duro que Krohn tropezó, dando un aullido y aterrizó sobre su espalda, débil.
Otro soldado dio un paso adelante, parándose junto a Thor y levantó un tridente. Él frunció el ceño y esta vez no había nadie que lo detuviera. Se preparó para bajarlo hacia la cara de Thor, y mientras Thor permanecía ahí tirado, indefenso, no pudo evitar sentir que había llegado su fin.
CAPÍTULO SIETE
Gwen se arrodilló al lado de Godfrey en la cabaña claustrofóbica, Illepra a su lado y ya no podía soportarlo. Ella había estado escuchando los gemidos de su hermano durante horas, viendo que la cara de Illepra era cada vez más sombría, y parecía seguro que iba a morir. Se sentía tan impotente, sentada ahí. Sentía que tenía que hacer algo. Lo que fuera.
No sólo se sentía trasegada por la culpa y preocupación por Godfrey – sino que también por Thor. Ella no podría sacar de su mente la imagen de él yendo a la batalla, enviado por Gareth a una trampa, a punto de morir. Ella sentía que también debía ayudar a Thor, de alguna manera. Se estaba volviendo loca ahí sentada.
Gwen se levantó de repente y se apresuró a través de la cabaña.
"¿Adónde va?", preguntó Illepra, con la voz ronca de tanto cantar oraciones.
Gwen volteó a verla.
"Regresaré", dijo. "Hay algo que tengo que intentar".
Abrió la puerta y salió corriendo, hacia el aire del atardecer y parpadeó ante esa vista: el cielo estaba rayado con rojos y púrpuras; el segundo sol estaba como en una bola verde en el horizonte. Akorth y Fulton, a su favor, todavía estaban ahí parados, en guardia – se levantaron de un salto y la miraron con preocupación en sus rostros.
"¿Va a vivir?", preguntó Akorth.
"No sé", dijo Gwen. "Quédense aquí. Hagan guardia".
"¿Adónde va?", preguntó Fulton.
Se le había ocurrido una idea mientras veía el cielo rojo intenso; sintió algo místico en el aire. Había un hombre que podría ayudarla.
Argon.
Si había una persona en quien Gwen podía confiar, una persona que amaba a Thor y que había permanecido leal a su padre, una persona que tenía el poder de ayudarla de alguna manera, era él.
"Tengo que buscar a alguien especial", dijo ella.
Ella se volvió y se fue apresuradamente a través de las llanuras, trotando, corriendo, recorriendo el camino que la llevaría a la cabaña de Argon.
Ella no había estado ahí en años, desde que era una niña, pero recordó que vivió en las planicies desoladas, escarpadas. Ella corrió y corrió, apenas recuperando el aliento mientras el terreno se hacía más desolado, más ventoso, dando paso a los guijarros, luego a las rocas. El viento aullaba, y mientras se iba, el paisaje se volvió inquietante; sentía como si estuviera caminando sobre la superficie de una estrella.
Finalmente llegó a casa de Argon, sin aliento y tocó a la puerta. No había ningún picaporte que pudiera utilizar, pero ella sabía que éste era el lugar.
"¡Argon!", gritó ella. "¡Soy yo! ¡La hija de MacGil! ¡Déjame entrar! Te lo ordeno".
Ella tocaba y tocaba, pero la única respuesta que recibió fue el aullido del viento.
Finalmente, rompió en llanto, exhausta, sintiéndose más impotente que nunca. Se sintió hueca, como si ya no tuviera ningún lugar a dónde ir.
Mientras el sol se hundía más en el cielo, su color rojo intenso daba paso al crepúsculo, Gwen se dio vuelta y comenzó a caminar de regreso por la colina. Borró las lágrimas de su rostro mientras caminaba, desesperada por averiguar a dónde ir después.
"Por favor, padre", dijo en voz alta, cerrando los ojos. "Dame una señal. Dime a dónde ir. Dime qué hacer. Por favor, no permitas que tu hijo muera en este día. Y por favor, no permitas que Thor muera. Si me amas, respóndeme".
Gwen caminó en silencio, escuchando al viento, cuando de repente, tuvo un destello de inspiración.
El lago. El Lago de las Tristezas.
Claro. El lago era donde todo el mundo iba a orar por alguien que estaba mortalmente enfermo. Era un lago prístino, pequeño, a mitad del Bosque Rojo, rodeado de árboles imponentes que llegaban hasta el cielo. Era considerado un lugar sagrado.
Gracias padre, por contestarme, pensó Gwen.
Sintió que ahora él estaba con ella, más que nunca y corrió a toda velocidad hacia el Bosque Rojo, hacia el lago que escucharía sus penas.
*
Gwen se arrodilló en la orilla del Lago de las Tristezas, sus rodillas descansaban sobre el suave pino rojo que recubría el agua como un anillo, y miró al agua quieta, al agua más tranquila que había visto, que reflejaba la luna creciente. Había una luna llena, brillante, la más llena que jamás había visto, y mientras aún se estaba poniendo el segundo sol, la luna estaba saliendo, fundiendo la puesta del sol y de la luna sobre el Anillo. El sol y la luna se reflejaban juntos, uno frente a la otra, en el lago, y sintió lo más sagrado de esta hora del día. Era la ventana entre el cierre de un día y el comienzo de otro, y en este momento sagrado y en este lugar sagrado, todo era posible.