Si Ella Se Ocultara - Блейк Пирс 5 стр.


—¿Sabes si había algún abuso en su casa? —preguntó DeMarco.

—No lo creo. No recientemente, en todo caso. Ella me contó una vez acerca de cómo su madre la arrastró y le pegó en la cara cuando tenía once o doce.

—¿Y juras que ella en realidad llegó a decir que iba a asesinarlos? —preguntó Kate.

—Unas pocas veces, lo hizo. Decía 'no puedo esperar a matarlos'. Y entonces hablaba de cómo lo haría con un cuchillo o una pistola. Realmente le gustaba hablar de eso. Pero yo le decía que se callara. Cuando Mercy y yo nos juntábamos, era solo por el sexo. Y yo no quería escuchar lo que pensaba acerca de asesinar a sus padres antes de que lo hiciéramos, ¿entienden?

Kate sopesó todo una vez Jeremy dejó de hablar y miró a los tres. Había mentido al decir que Mercy era promiscua. Kate se preguntó si todo lo demás era también una mentira.

Se inclinó hacia el Sheriff Barnes que estaba todavía sentado y susurró en su oído: —¿Podemos hablar afuera por un momento?

Él asintió y se levantó, casi teniendo que despegar sus ojos de Jeremy. No se limitó salir caminando de la habitación, sino que con sus gestos hizo evidente su furia. Antes de intercambiar palabras con Kate o DeMarco que le siguieron, fue derecho a su oficina. Sostuvo la puerta abierta para que ellas pasaran y luego la cerró.

Entonces, dijo: —Mierda.

—¿Piensa que está diciendo la verdad? —preguntó Kate.

—Creo que hay suficientes detalles verdaderos en su historia para hacerla creíble. Esa pequeña historia acerca de Wendy Fuller golpeando a Mercy… realmente sucedió. Mercy llamó a la policía. No estaba triste cuando lo hizo. Fue hace como cinco años, pero lo recuerdo bien. Buscaba una retaliación. Quería asegurarse que su madre se viera metida en un problema. Pero al final, solo se requirió que nos sentáramos con la familia y todo terminó bien. Wendy tenía un problema con la bebida en ese entonces. Hasta donde sé, ha estado sobria en los últimos dos años. En cuanto a este asunto de que Mercy odia con ganas a sus padres… simplemente no lo sé con certeza.

—Todo lo que está diciendo es exactamente lo opuesto que dijo Anne Pettus. Ella dijo que Mercy amaba a sus padres… que se llevaban muy bien.

—Aquí es donde me atasco —dijo Barnes—. Jeremy Branch y su hermano mayor no son más que unos problemáticos. He arrestado a su hermano dos veces por posesión de drogas y una vez por conducta lasciva en la parte trasera de su camioneta en un camino secundario. En cuanto a Jeremy, lo he tenido aquí solo una vez, por hurto. Pero siempre supuse que sería cuestión de tiempo que se volviera un asiduo visitante.

—¿Tendría él alguna necesidad de mentir al decir que Mercy es potencialmente la asesina? —preguntó DeMarco.

—Simplemente no lo sé. Pero… tiene bastante sentido, ¿correcto? La chica se harta de sus padres, los asesina, y luego escapa.

Kate asintió. Recordó su propio escenario imaginado con Mercy aproximándose a sus desprevenidos padres y matando a ambos antes de que el segundo en ser asesinado tuviera certeza de lo que estaba sucediendo.

—¿Cuánto tiempo tiene Jeremy viviendo con su hermano? —preguntó Kate.

—No lo sé. Como un año. Antes de eso, sin embargo, vivía de manera intermitente con él. Randy Branch, un inútil de veinticinco años. Sus padres se divorciaron hace como diez años. Randy se consiguió su propia casa en cuanto pudo, ese miserable doble tráiler en el límite del bosque. Por un tiempo, creo que Jeremy vivía alternativamente con uno de sus padres, pero luego su madre se mudó donde su familia en Alabama. Después de eso, creo que su padre dejó en cierto modo de cuidarlo.

—¿Pero vive por aquí?

—Sí, en Waterlick Road.

—¿Sabe si Jeremy se queda con él?

—No personalmente. Escucho rumores, sin embargo. Y uno de esos rumores es que Randy organiza estas fiestas picantes. Orgías, supongo, no lo sé. Y él no permite que Jeremy se quede. Así que por lo que he escuchado, en los fines de semana que tiene estas fiestas, Jeremy se queda con su viejo. Hizo una pausa, y casi con escepticismo añadió: —¿Están pensando que fue Mercy?

—¿Lo piensa usted?

Él se encogió de hombros. —No quiero creerlo, pero está empezando a verse así. Si soy honesto, es una conclusión que comencé a considerar incluso antes de que ustedes se presentaran.

—Retengamos a Jeremy un rato más —dijo Kate—. Mientras, ¿podría hacer que alguien busque la dirección y la información de contacto del padre de Jeremy?

—Sí, pondré a Foster en eso —dijo, alcanzando su teléfono—. Estará encantado de poder añadir un poco más de información a los archivos del caso.

Kate y DeMarco salieron de la oficina, regresando a la estancia principal de la estación. Hablando en voz baja, preguntó a DeMarco: —¿Crees que Jeremy Branch está diciendo la verdad?

—Simplemente no lo sé. Su historia ciertamente suma y conecta muchos puntos. Pero también sé que con todas las drogas halladas en esa casa, tiene todos los motivos del mundo para cubrir su trasero y desviar la atención lejos de él.

—No puedo dejar de preguntarme si él mismo tiene que ver con las muertes —dijo DeMarco—. Un chico mayor, que quiere tener a una chica más joven bajo control. Si ella verdaderamente odiaba a sus padres y él estaba suficientemente loco, ¿no sería un sospechoso?

Era una línea de pensamiento muy prometedora, una que Kate había considerado. No la había descartado, esperando que una visita a la casa del padre de Jeremy les brindaría más información.

—¿Agentes?

Ambas se giraron para ver a Barnes saliendo de su oficina. Le entregó a Kate una tira de papel y asintió. —Esa es la dirección de Floyd Branch. Una advertencia… él puede portarse algo grosero. Placas y todo lo demás le importan muy poco.

—Es la mitad del día —dijo Kate—. ¿Está seguro de que estará en casa?

—Sí. Trabaja con motores pequeños y cosas como esas en su garaje —Barnes miró su reloj y sonrió—. Son alrededor de las tres treinta, así que apuesto lo que sea que ya ha comenzado a beber. Si fuera ustedes, me dirigiría ahora mismo... antes de que se emborrache. ¿Quieren respaldo? Él es un rústico. No sé de que otra manera explicarlo. Va a ver a dos mujeres que no conoce y no las va a tomar en serio.

—Suena encantador —dijo Kate—. Seguro. Venga con nosotros, Sheriff. Mientras más, mejor.

Honestamente no creía en ese pequeño detalle pero conocía a la clase de hombre que Barnes estaba describiendo. Había visto muchos así en el Sur sobre todo. Había zonas rurales donde los hombres nada sabían del mundo, no solo le faltaban el respeto a las mujeres sino que eran incapaces de verlas como sus iguales… aun cuando cargaran una placa y un arma.

Dejaron juntos la estación, dirigiéndose al auto rentado del Buró que DeMarco había traido desde Washington. Vaya, eso fue apenas esta mañana, pensó.

Le hizo pensar en Allen y en los planes que había tratado de hacer para ambos —una rápida escapada a las montañas para beber vino, dormir y hacer otras cosas en la cama que no eran exactamente dormir .

Y al tiempo que le entristecía perderse aquello, estaba dispuesta a admitir que igualmente estaba excitada en ese momento, con un caso desplegándose delante de ella. Todavía tenía trabajo que hacer para mantener el apropiado balance entre su vida personal y su peculiar horario con el Buró, pero por ahora, sentía que estaba exactamente donde necesitaba estar.

CAPÍTULO SIETE

La propiedad d Floyd Branch era la materialización de todos los estereotipos sureños. Mientras DeMarco ingresaba con el auto a la vía de acceso ligeramente cubierta de gravilla, las letras de una docena de canciones country se presentaron bajo la forma del tráiler de Floyd Branch, el patio, y el resto de sus posesiones.

El césped estaba solo ligeramente mejor que el que habían visto en la morada de Jeremy. Porciones de césped alrededor del tráiler, al menos, habían sido cortadas con la máquina, y había espacios secos aquí y allá. La cortadora misma —vieja y con la cubierta oxidada, estaba aparcada directamente al lado de un cobertizo en la parte trasera de la casa. Dos chatarras de camiones —a uno le faltaba toda la parte de atrás— descansaban sobre b!oques de concreto junto a él. Al lado del cobertizo habia un perrera de aspecto endeble, hecha principalmente de tablones de madera, unos postes de metal, y lo que parecía alambre de gallinero. En cuanto DeMarco estacionó el auto y se bajaron todos, dos pit bulls dentro de la perrera comenzaron a hacer ruidos temibles, algo entre un ladrido y un rugido.

Kate, DeMarco, y Barnes solo se habían alejado unos pasos del auto antes de que un hombre de mediana edad y de aspecto demacrado saliera del cobertizo. Traía una escoba, mirando molesto hacia el cobertizo y regañando a los.perrros. Vio entonces que tenía visitantes. Su ira se aplacó y tiró la escoba en el cobertizo como si le causara embarazo.

—Hola, Sheriff.

—Floyd, hola. ¿Cómo te va?

—Bien, eso supongo. Trabajo en un viejo motor de motocicleta para la familia Wells. La moto es de la prehistoria. Me parece un desperdicio, pero él ya pagó, así que...

Hizo una pausa, absorto en examinar a las dos mujeres que estaban a cada lado de Barnes. Se veía tan agitado como ligeramente excitado. No porque hubiera mujeres en su propiedad, sino porque era algo inesperado —algo nuevo y fuera de lo ordinario.

—Floyd, estas dos damas son del FBI. Les gustaría hacerte unas preguntas.

—¿FBI? ¿Para qué diablos? Yo no he hecho nada.

—Oh, no espero que hayas hecho algo —dijo Barnes—. Pero dime, Floyd: ¿cuándo fue la última vez que hablaste con Jeremy?

—Ah, diablos, ¿qué hizo?

—No lo sabemos aún —dijo Kate—. Quizás nada. Hemos venido a asegurarnos.

—Ha estado involucrado con Mercy Fuller —explicó Barnes—, la hija de Alvin y Wendy. Lo tenemos en la estación para interrogarlo. Pensé que deberías saber eso.

—¿Qué? Maldición, Sheriff —Floyd se encogió de hombros y sacudió la cabeza—. No me sorprende de todos modos. Ese muchacho nunca me dice nada. Probablemente ya son tres semanas desde que lo vi. Se quedó unas noches mientras Randy atendía sus asuntos. Pero estoy casi seguro de que vino un rato hace unas noches cuando yo estaba afuera en el bar. Dejó encendida la luz en su cuarto. Él viene acá a veces a ver películas. Porno, principalmente, eso creo. Un poco raro.

—¿Y nunca mencionó a Mercy Wheeler? —preguntó Kate.

—No. Diablos, casi ni habla. De fútbol, algo. Cómo los Redskins van a cagarla. Preguntó por su mamá pero yo no tenía ganas de tener esa conversación, ¿entienden? —hizo una pausa, como si de repente hubiera tenido un pensamiento— Diablos. ¿Los Fuller? Escuché lo que les pasó. ¿Mataron a Mercy, también?

—No —dijo Barnes—. De hecho, está desaparecida.

—hablamos con Jeremy acerca de su relación con ella —dijo Kate—. Nos contó que a Mercy no le gustaban sus padres y estaba sugiriendo que Mercy tenía algo que ver con sus asesinatos.

—No sé por qué mentiría acerca de eso —dijo Floyd. No parecía ofendido ante la acusación que estaban haciendo. De hecho, parecía más bien indiferente a toda la situación, como si no le importara para nada—. ¿Tuvieron citas?

—Jeremy dice que era solo una relación física —dijo DeMarco—. Pero también dijo que ella le hacía confidencias, contándole que odiaba a sus padres. Cómo quería asesinarlos.

—Perdónenme si hago una pregunta tonta —dijo Floyd—, pero, ¿por qué están aquí? Diablos, Sheriff Barnes… usted probablemente conoce mejor a Jeremy que yo.

—¿Tiene él un cuarto aquí? —preguntó Kate.

—Sí. El último al final del corredor.

—¿Nos permitiría echar un vistazo?

Floyd vaciló, sin saber qué responder. Miró a Barnes, como si buscara apoyo o ayuda de algún tipo.

—¿Tienes algo en ese tráiler que yo no aprobaría, Floyd? —preguntó Barnes.

En lugar de dar una respuesta directa, Floyd preguntó: —Solo el cuarto de Jeremy. ¿Correcto?

—Por ahora —dijo Barnes con algo de escepticismo—. Gracias, Floyd.

Barnes escoltó a Kate y DeMarco hasta el tráiler. Mientras caminaban hacia el desvencijado porche, Kate miró a Floyd Branch. Iba caminando de regreso a su cobertizo, aparentemente sin estar afectado por la conversación.

—No resultó tan malo como usted nos advirtió —dijo Kate.

—Aparentemente hoy empezará a beber más tarde.

Caminaron al interior del tráiler y Kate se sorprendió con lo que vio. Había estado esperando que estuviera en un estado de abandono y desorden. Pero Floyd aparentemente poseía muy poco, incluyendo lo que podría estar en desorden. El lugar estaba razonablemente limpio, aunque tenía la misma clase de tufo que Kate había percibido antes en el tráiler de su hijo: cerveza añeja y algo ligeramente cáustico que era probablemente el humo generado por la hierba al fumarla.

El pasillo era estrecho y conducía a solo tres habitaciones: un dormitorio, un baño, y un dormitorio más pequeño cerca de la parte trasera. Kate y DeMarco entraron al cuarto de Jeremy mientras Barnes se quedaba afuera.

—Estoy aquí para cualquier cosa que necesiten —dijo—. Pero apenas hay espacio para dos allí adentro, mucho menos para tres.

Tenía razón. La habitación era muy pequeña, ocupada en su mayor parte por un colchón individual que estaba en el suelo y un viejo escritorio con pilas de DVDs y CDs sobre él. Un pequeño televisor y un polvoriento reproductor de DVD se hallaba en el suelo al pie del colchón, con los cables y las conexiones serpenteando por el piso. Un teléfono celular se encontraba encima del televisor, conectado a un cargador que a su vez estaba enchufado a un adaptador con múltiples salidas y también daba energía al televisor, el reproductor de DVD y el pequeño ventilador de la ventana.

Kate levantó el teléfono. Era un iPhone, como tres modelos por detrás del más actual. Al presionar el botón de inicio, la pantalla se desplegó al instante. No había necesidad de contraseña. La pantalla de inicio mostraba unas pocas aplicaciones: juegos, ajustes, fotos, y reloj. Supuso que era un aparato inútil como teléfono, pues no tenía servicio, pero que todavía era usado para jugar. Ella tenía amigos que habían complacido a sus hijos mayores en lo de poseer un celular de esta misma forma. Antes de regalarles un teléfono con todos los servicios, le habían permitido a sus chicos tener uno usado sin todos los servicios, capaz de enviar textos a una selección de usuarios y de contener juegos que no requerían Wi-Fi.

Detrás de ella, DeMarco estaba revisando las películas. —Floyd realmente no estaba bromeando con respecto a que su hijo veía pornografía. La mitad de estos son títulos amateur de porno. La otra mitad es de sexo estilo Cinemax.

Kate siguió registrando el teléfono. Abrió las fotos y encontró que estaba repleto. Algunas eran de chicas, todas de fiesta. Algunas estaban con los pechos al aire. Otros se besaban entre sí, con una expresión en sus caras indicando claramente que estaban drogados. Había vídeos de estos eventos, todos más bien breves. Deslizó todo esto a la derecha hasta llegar a uno de menos de cinco minutos de duración. En el recuadro junto al título del vídeo vio el rostro de Mercy Fuller.

Presionó Play y le tomó menos de tres segundos comprender lo que estaba viendo antes de que lo cerrara. En el vídeo, Mercy estaba echada sobre su espalda, siendo tomada su imagen desde arriba. El director aparentemente era Jeremy, filmándola mientras tenía sexo con ella de manera ruda. No era forzado, si los sonidos que provenían de Mercy eran una indicación.

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