Una oportunidad para la gloriaBreve historia de las guerras napoleónicas 1803-1815History Nerds y Aleksa Vučković
Traducido por Garay Elizabeth
Introducción
La Revolución Francesa de finales de la década de 1790 fue uno de los acontecimientos más críticos de la historia de Europa. Fue el momento decisivo, un derrumbe histórico que llevó al mundo a una época nueva y completamente diferente. Por desgracia, todos estos cambios tienen un gran costo. A raíz de la Revolución, se produjeron una serie de conflictos a gran escala, que se conocen colectivamente como las Guerras Napoleónicas. Su magnitud, su ferocidad y la pérdida de vidas que causaron no tenían precedentes hasta ese momento, y mostraban al mundo observador que el cambio de una historia milenaria puede ser brutal, vicioso y tumultuoso.
A principios del siglo XIX, se hizo evidente que las guerras napoleónicas no se parecían a nada que el mundo hubiera experimentado. En muchos sentidos, estos conflictos sobrepasaron la Guerra de los Treinta Años de mediados del siglo XVII. Eran guerras de gran escala, de táctica y estrategia. Guerras de audacia y apuesta, de generales y emperadores. Estas guerras fueron la chispa final y ardiente de una Europa que cambia rápidamente, el último conflicto antes de la llegada de una nueva era: la de la industria, la caída de la monarquía y las guerras mundiales. Sin embargo, dejaron una marca significativa en el mundo tal como lo conocemos, preparando el escenario para cosas más grandes aún por venir, borrando generaciones en el proceso.
Y como es el caso de todos los conflictos globales a gran escala, las Guerras Napoleónicas fueron el resultado inevitable del ascenso al poder de un gobernante poderoso, y su anhelo de más y más. Napoleón Bonaparte era ese gobernante en cuestión. Idolatrado por muchos y despreciado por muchos más, Napoleón proyectó su sombra sobre gran parte de Europa, estableciendo un breve pero decisivo dominio francés sobre el continente.
Bonaparte nació en Córcega, en el seno de una familia de la pequeña nobleza italiana originaria de la Toscana. Jugador hábil y oportunista, Napoleón ascendió en las filas militares, impulsado por una sed de poder e influencia. Llegó al poder a raíz de la Revolución Francesa y estableció una dictadura militar en la ya inestable y caótica nación. Sin embargo, aun así, logró restablecer la estabilidad, reactivar sus finanzas y establecer una burocracia dependiente, y formar un ejército poderoso, todo ello en poco tiempo. Su habilidad y audacia lo hicieron ser venerado y respetado por algunos. Pero la devastación en la que hundió a Europa hizo que la mayoría lo odiara. La historia de las Guerras Napoleónicas es la historia de la tragedia de Europa: de guerras entre hermanos y de sangre derramada en vano. Es tanto la historia de Napoleón, como la historia de millones de hombres que murieron a causa de él. ¡Acompáñenos mientras nos embarcamos en un viaje dramático de una era pasada, un viaje a través del humo de la pólvora y las cargas de la caballería gloriosa!
Capítulo I
El ascenso del gigante
Antecedentes y preludio de las Guerras Napoleónicas
La Revolución Francesa fue sin duda el evento más crítico que precedió al surgimiento de las Guerras Napoleónicas. Este período sacudió a Europa de una manera que no se había visto, ni sentido durante más de un siglo y sentó las bases para una lucha por superar todo lo que vino antes. A partir de 1787, Europa experimentó una lucha política y socioeconómica compleja y generalizada, y la Revolución Francesa jugó un papel fundamental en ella. Contemporáneamente a la Revolución, una serie de alianzas diplomáticas y niveles cambiantes de poder entre los principales estados europeos provocó un rápido deterioro entre las potencias clave y llevó al continente hacia un conflicto inminente. Austria y Prusia llegaron a una sorprendente alianza diplomática; y en el este, Rusia se estaba volviendo cada vez más poderosa y continuaba su expansión constante. Sin embargo, esa expansión provocó una creciente desaprobación de los dos principales vecinos de Rusia: Turquía y Polonia, a cuyas expensas procedió la expansión. Esto se convirtió en la Guerra Ruso-Turca de 1787, un conflicto que se prolongó hasta 1792, todo a favor de Rusia. De hecho, los turcos otomanos y los rusos lideraron una serie de guerras antes: esta vez, los otomanos comenzaron un conflicto para recuperar los territorios perdidos por los rusos. Su intento fue un eventual fracaso y solo sirvió para fortalecer a Rusia, solidificar sus fronteras y darle una posición fuerte en el Mar Negro.
Por otro lado, Rusia experimentó crecientes tensiones con Polonia, con la que, de nuevo, tenía una larga historia de descontento. El rey polaco y gran duque de Lituania, Stanisław August Poniatowski (Stanislaus II Augustus), estaba en el rápido proceso de fortalecer el estado polaco con los medios de una serie de reformas. Al hacerlo, actuaba en contra de los deseos y objetivos de la emperatriz Catalina la Grande de Rusia, de quien una vez fue su amante. Además, en primer lugar, fue ella quien ayudó a llevar a Poniatowski al trono polaco. Sin embargo, el creciente poder y la independencia de Polonia fueron vistos como un obstáculo potencial para la expansión y el poder de Rusia. Poniatowski sabía que necesitaría aliados para permanecer en ese rumbo constante y ascendente, y miró hacia su aliado tradicional: Francia. Sin embargo, la Revolución Francesa estaba comenzando en 1792, y Polonia no podía de ninguna manera contar con la ayuda de Francia. Así, en 1792, contribuyendo al creciente caos en Europa, Rusia invadió Polonia y condujo a la Guerra Ruso-Polaca de 1792, que duró aproximadamente 2 meses y condujo a la Segunda Partición de Polonia en 1793, por la que perdió muchos territorios. En 1795 y la Tercera Partición, la Commonwealth Polaco-Lituana dejó de existir, al igual que los estados soberanos de Polonia y Lituania. Por supuesto, todo esto significó que Rusia ganó mucho más territorio y poder.
En Francia, las cosas se veían cada vez más difíciles. La Monarquía francesa, el llamado Ancien Régime (Antiguo Régimen), fue el régimen político y social en Francia durante varios siglos, pero comenzó a fallar en varios puntos clave. En la década de 1780, el Antiguo Régimen se volvió inmensamente impopular entre la gente común francesa, e incluso fue odiado abiertamente. Francia en ese momento estaba sufriendo una serie de dificultades económicas, aún siendo una de las naciones europeas más ricas. Sin embargo, la riqueza no era para todos: la mayor parte estaba reservada para la nobleza y para la corte de la monarquía francesa. Los factores más importantes de este período de inestabilidad fueron la desigualdad social y los impuestos. Esto significó que tanto la clase baja, campesina, como la burguesía de clase media y alta, se enfrentaran a impuestos extremadamente altos, la mayoría de los cuales iban a parar a la nobleza inimaginablemente rica, que mantenía así su estilo de vida lujoso y hedonista.
Así, año tras año, impuesto tras impuesto, los aristócratas y la corte del Antiguo Régimen se volvieron impopulares y enfrentaron a la mayoría de la nación francesa como su creciente oponente. Un cambio gradual en la sociedad francesa separó claramente a estas clases sociales: los comerciantes, agricultores y comerciantes ambiciosos y exitosos de la clase media, junto con los campesinos, trabajadores y académicos agraviados, todos enfrentando la misma situación y la misma opresión de la nobleza. Además, el surgimiento de los filósofos franceses y otros europeos, muchos de los cuales presentaron ideas sobre la ilustración, la teoría social, la igualdad y la libertad del individuo, le dio un nuevo punto de vista al hombre común, un nuevo y creciente sentido de libertad que le había sido arrebatado.
Y cuando Francia no pudo financiar eficazmente su deuda pública, se produjo una depresión económica, que trajo consigo altos precios de los alimentos, desempleo generalizado y una crisis emergente que el rey francés Luis XVI no pudo contener.
Luis XVI se estaba volviendo cada vez más inepto y odiado. En la escena política, se negó continuamente a gobernar como monarca constitucional, es decir, ejerciendo la autoridad de acuerdo con una constitución escrita (o no escrita). Mantuvo su gobierno como monarca absoluto, continuando esa forma de gobierno en Francia durante más de mil años.
El descontento del pueblo francés se extendió en 1789, marcando el comienzo de la Revolución Francesa y un período de caos en Francia que duraría aproximadamente 10 años. Uno de los eventos icónicos del predestinado 1789 es el Asalto a la Bastilla, que mostró perfectamente el aumento del caos y la magnitud de la ira de los franceses. La caída de la fortaleza real de la Bastilla ante las masas enfurecidas fue vista como una victoria enorme y simbólica. El Día de la Bastilla se celebra incluso hasta nuestros días.
En septiembre de 1792, el Antiguo Régimen fue abolido después de varios siglos de dominio sobre Francia. El 22 de septiembre de 1792 se declaró la Primera República Francesa y en 1793 Luis XVI fue ejecutado en la guillotina. Su muerte fue vista como un punto de inflexión histórico tanto en la historia de Francia como en la de Europa. Sin embargo, todo este caótico malestar en Francia vio el surgimiento de un individuo poderoso: Napoleón.
Nacido en 1769 en Córcega, en el seno de una familia de menor nobleza corsa que tenía sus orígenes en el centro de Italia, Napoleón Bonaparte ascendió en las filas del ejército y utilizó la Revolución Francesa como una verdadera escalera hacia el poder. Desde su familia en Córcega, emprendió una carrera militar, estudiando y formándose en la Academia Militar de Brienne, y posteriormente en la Escuela Militar de París, donde obtuvo un puesto en la artillería en 1785. Durante su juventud, se inspiró por las filosofías contemporáneas de la ilustración, el patriotismo y la reforma sociopolítica. También se inspiró mucho y se identificó con Alejandro Magno. Muchos historiadores describen a Napoleón como una persona ajena, alguien que a menudo se encontraba al margen de la sociedad francesa, con una inclinación por la violencia, la frustración y la dominación. Nacido como un cuarto niño y un hijo tercero, posiblemente ganó estos rasgos debido a la competencia con sus hermanos y a una educación estricta.
Su carácter también estuvo marcado, quizás lo más importante, por un inmenso oportunismo. Cuando llegó al poder, Napoleón no dudaría en satisfacer su inmenso impulso por el poder a expensas de su familia, si no servían a sus intereses y poder político.
El joven Napoleón se graduó en 1785, y esto marca su rápido y constante avance hacia el poder. Guiado por su insaciable deseo de poder y mando, ascendió de rango y adquirió el mando desde el principio de su carrera. Antes del comienzo de la Revolución en 1789, se desempeñó como subteniente en un regimiento de artillería. Sin embargo, alimentado por su fuerte orgullo corso y su sentido de pertenencia, albergaba un fuerte orgullo patriótico y, por lo tanto, terminó en Córcega, participando en el conflicto que allí se desarrollaba. Pero a medida que avanzaba la Revolución Francesa, también cambió su enfoque hacia la Francia continental y los asuntos que allí se desarrollaban.
En 1792, fue ascendido a Capitán en el ejército francés, al mando de un batallón de tropas voluntarias, cuando comenzaba el período de conflictos europeos, conocido como las Guerras Revolucionarias Francesas. En estos conflictos, Napoleón ganó el control del Ejército de Italia francés, comandándolo en las Campañas en Italia. Su destreza como comandante militar y estratega fue rápidamente reconocida en esta campaña, donde logró sacar al ejército de Piamonte del conflicto en solo dos semanas, después de una serie de victorias deslumbrantes.
Durante las guerras revolucionarias francesas, y la campaña italiana en particular, Napoleón perfeccionó enormemente su habilidad para futuros conflictos. Se basó en tácticas militares nuevas y audaces y empleó un conjunto de estrategias nunca antes visto. Napoleón, graduado de las escuelas militares, aplicó hábilmente las ideas convencionales a situaciones dinámicas del mundo real. Uno de sus enfoques característicos del combate fue el uso de artillería en un papel altamente móvil, que se empleó en apoyo de su infantería. También se basó en el ocultamiento hábil de su propio despliegue de tropas en el campo de batalla y en un énfasis en la envolvente de la fuerza enemiga.
Para Francia, la Campaña Italiana en las Guerras Revolucionarias fue un gran éxito, pero también fue muy importante como trampolín para Napoleón. Durante este período, se convirtió en una figura muy influyente en la política francesa y tuvo la oportunidad de usar sus habilidades de propaganda y manipulación, que eran una gran parte de su personalidad oportunista.
Y es durante la campaña en Italia que finalmente podemos vislumbrar la verdadera naturaleza del ascenso al poder de Napoleón y su impulso insaciable: durante las operaciones, "saqueó" una enorme cantidad de fondos de Italia - un estimado de $ 45 millones en fondos y otros $ 12 millones en metales preciosos y joyas. De vuelta en las esferas políticas de Francia, sus oponentes lo acusaron de pretensiones dictatoriales. Mientras tanto, Napoleón hizo circular sus periódicos de propaganda tanto en Francia como entre sus tropas en el campo de batalla.
En muchos aspectos, el ascenso de Napoleón fue asombrosamente rápido. Tras el audaz golpe de estado, conocido como el Coup de 18 Brumaire, Napoleón tomó el poder en Francia y estableció un Consulado, siendo él mismo el Primer Cónsul. Esta acción fue el punto de inflexión de facto de su ascenso, esencialmente convirtiendo a Francia en una dictadura. Es importante recordar que cuando Napoleón llegó al poder en Francia, era una nación en gran desorden, luego de los eventos de la Revolución Francesa. Sin embargo, logró reorganizar su ejército, estabilizar la economía y crear una nación estable una vez más. Su énfasis en un ejército reorganizado y fortalecido fue claro, y pronto Francia contó con un gran número de hombres y reservas.
Tras el llamado Tratado de Amiens de las Guerras Revolucionarias Francesas, las tensiones entre Gran Bretaña y Francia continuaron en su punto más alto. Audaz y decisivo, el oportunista Napoleón había anexado las regiones italianas de Elba y Piamonte, y también se había convertido en presidente de la República Italiana, un estado títere creado por Francia. Además, incumplió varios de los aspectos del Tratado de Amiens que se habían establecido previamente.
Uno de los principales focos de las deterioradas relaciones anglo-francesas de la época fue el comercio. Esta fue una de las causas de la fallida expedición de Napoleón a Egipto y Siria de 1798, a través de la cual buscó debilitar las rutas comerciales de Gran Bretaña hacia la India y también fortalecer los intereses comerciales franceses. Con la Armada británica sufriendo una aplastante derrota en la Batalla del Nilo y la derrota en la Batalla de Alejandría, la corta campaña egipcia de Napoleón terminó sin éxito.