Bajo Las Garras Verdes - Mariano Bas 3 стр.


El pueblo, en minoría y neutral.

Los Lambertazzi, tal vez para apartar a los güelfos de la Romaña, incitaban a atacar Módena, mientras los Geremei incitaban a atacar Forlí y el pueblo se quedaba mirando a los dos bandos.

Bolonia finalmente decidió tratar de someter a Forlí. Así que los boloñeses organizaron un ejército regular para marchar contra la ciudad romañola, asediarla y someter las tierras de la Romaña a la Iglesia.

Esto hizo que los forliveses fueran conscientes del peligro que corrían y llamaron allí a Guido da Montefeltro, llamado «el Feltrano», un gibelino sin igual, que fue elegido capitán de los ejércitos de Forlí y se preparó para combatir contra los boloñeses.

En 1273 el ejército de Bolonia, listo para combatir, se puso en marcha a lo largo de la Vía Emilia hacia Forlí, para asediarla y hacerla capitular, pero la encontraron bien organizada y provista de numerosos militares.

Además, el ejército boloñés estaba también compuesto por güelfos y gibelinos y los forliveses aprovecharon durante el primer asedio para entablar amistad y llegar a acuerdos con los Lambertazzi gibelinos, que llevaron a futuras alianzas militares y políticas contra los Geremei.

Por eso los Lambertazzi impulsaban la paz, pero los Geremei impusieron unas condiciones de rendición inaceptables para los forliveses.

Ni siquiera Eduardo I de Inglaterra, pasando por la Romaña de vuelta de una cruzada en Tierra Santa, consiguió reconciliar a Bolonia y Forlí. Porque la eterna disputa no era entre las dos ciudades, sino entre güelfos y gibelinos.

Así que, finalmente, después de dos meses de asedio inútil, los boloñeses decidieron que necesitaban muchas más tropas para conquistarla y se retiraron sin haber producido ningún daño a Forlí.

Por el contrario, los forliveses aprovecharon esa retirada boloñesa para recuperar Faenza, que, tras la muerte de Federico II se había vuelto güelfa.

En este caso, salieron de la ciudad con la excusa de perseguir al ejército de Bolonia hasta Cosima, una localidad entre Forlí y Faenza. Los faentinos, viendo acercarse a los forliveses, cerraron las puertas para impedir la entrada, pero el Feltrano se había puesto de acuerdo secretamente con algunos gibelinos faentinos y, con la excusa de querer continuar su marcha hacia Bolonia, fingió querer acampar en la campiña faentina sin causar daño o gasto alguno a esas tierras, para no despertar sospechas.

Durante la noche, con la ayuda de la familia gibelina de los Acciarisi,

28

Finalmente, Guido de Montefeltro eligió para Faenza dos alcaldes imperiales de Forlí

29

La guerrilla civil boloñesa

Tras conocer la caída de Faenza en manos gibelinas, los boloñeses empezaron a temer que fuera un movimiento planeado por los Lambertazzi para acercar las tropas de Forlí a Bolonia.

Así que, al año siguiente, decidieron mandar de nuevo a la Romaña otro ejército encabezado por el Carroccio de Bolonia

30

Mientras los boloñeses preparaban la partida con el ejército, los Lambertazzi, sin considerar las consecuencias de un gesto similar, decidieron con un golpe de mano atacar al alcalde de Bolonia directamente dentro de la ciudad antes de que saliera con el ejército, mientras los gibelinos de Forlí avanzaban desde Faenza hasta las murallas de Bolonia para ayudarlos.

Se inició de inmediato una guerra en la ciudad.

Las puertas de Bolonia se cerraron para impedir la entrada de los forliveses, pero cuando se desató una pugna entre los Lambertazzi y los Geremei, el pueblo abandonó su neutralidad y se alineó con los güelfos para expulsar a los gibelinos de Bolonia y los ciudadanos se dispusieron a atacar a los Lambertazzi dentro de la ciudad.

Los forliveses consiguieron entrar de todas maneras

31

Entre abril y mayo de 1274 se inició así en Bolonia una guerra sin cuartel entre las dos facciones que duró casi dos meses.

Dentro de las murallas había güelfos y gibelinos reagrupados y divididos en barrios que se odiaban a ultranza.

En esos días ocurrió de todo. Hubo enfrentamientos entre ambas partes a todas las horas del día e incluso personas asesinadas durante la noche, que se hallaban en los fosos o flotando en las corrientes de agua a la mañana siguiente.

Bolonia estaba en vilo y parecía caer en manos de los gibelinos.

Finalmente, para no capitular, los güelfos boloñeses pidieron a los güelfos lombardos un gran refuerzo para apoyar a la ciudad.

Triunfaron los güelfos, mientras que diez notables de los Lambertazzi fueron capturados y encarcelados por un golpe de mano del alcalde de Bolonia, que con una excusa los había convocado para discutir su rendición.

Los Lambertazzi entendieron que no había nada que hacer y debían llegar a algún pacto para abandonar Bolonia.

Así que, en la mañana del 2 de junio de 1274, después de meses de guerra, en medio de un silencio irreal, un éxodo de doce mil gibelinos armados, con esposas, hijos y partidarios que los seguían, dejaron Bolonia sin que nadie osara detenerlos, dejando de golpe vacía casi media ciudad.

Tomaron la Vía Emilia en dirección a Faenza, ocupada previamente por los forliveses, que estaba preparada para acogerlos.

Los Lambertazzi exiliados en la Romaña

La larga fila gibelina, amargada, pero no derrotada, se dirigió a Faenza, que hacía poco se había desecho de los güelfos y estaba lista para acogerlos bajo las enseñas de las águilas imperiales forlivesas.

Algunos de ellos con esposas e hijos buscaron refugio estable en Forlí, pero el grueso de los gibelinos de Bolonia se alojó dentro de la recién conquistada Faenza.

Se pusieron bajo las órdenes del capitán de Forlí, Guido de Montefeltro y empezaron a reorganizarse rápidamente para combatir de nuevo a los güelfos de Bolonia.

Los boloñeses, tras la violencia de esos hechos y la recuperación de fuerzas después de la expulsión de los Lambertazzi, se envalentonaron con la situación y decidieron organizarse para atacar de nuevo Faenza y Forlí, para derrotar a los gibelinos de la Romaña de una vez por todas.

Pero los gibelinos de la Romaña, aunque eran inferiores en número, eran más combativos y tenían un capitán militarmente muy capaz y muy pronto Bolonia y los güelfos lo descubrirían por sí mismos.

La captura del Carroccio de Bolonia

Al año siguiente, los boloñeses, creyendo que los Lambertazzi se estaban preparando para volver desde Faenza a Bolonia, decidieron anticiparse y alejarlos de la Romaña de una vez por todas.

Los boloñeses realizaron algunas correrías en los territorios de Faenza para probar la dureza de los gibelinos. Posteriormente decidieron reunir un ejército reforzado con güelfos procedentes de Lombardía, Imola, Cesena y Rávena.

Una vez reunidos, partieron y marcharon hacia Faenza para liberarla de los Lambertazzi y tener un bastión desde el que atacar Forlí.

Los forliveses y los Lambertazzi, al saber esto, dedicaron todos sus esfuerzos en detenerlos.

Armaron un considerable ejército gibelino y se dedicaron a reforzar las defensas de Faenza y Forlí, mientras Guido de Montefeltro conseguía reunir un grupo de valiosos comandantes gibelinos con sus correspondientes tropas provenientes de diversas partes de Toscana y Romaña.

Llegaron bajo las enseñas gibelinas Guglielmo de los Pazzi de Valdarno, comandante de los toscanos exiliados, Maghinardo Pagani de Susinana, un tal Guido Novello y sus hijos, Bandino, Tancredo, Ruggiero y Tigrino de los condes Guidi, señores de Modigliana con sus gentes, a los que se unieron los forliveses Aliotto Pipini, Superbo Orgogliosi y Teodorico Ordelaffi

32

El 13 de junio de 1275, en cuanto llegó la noticia de que los boloñeses habían atravesado el puente de San Próculo

33

Al llegar a la vista de los boloñeses, el conde Feltrano, con la ayuda de los comandantes gibelinos Maghinardo Pagani, Teodorico de los Ordelaffi y otros capitanes de los Lambertazzi, dispuso las tropas en formación de guerra y dio una arenga para incitarlos a la batalla.

Lo mismo hizo el capitán boloñés Malatesta de Verucchio

34

Fue pronto la caballería güelfa, compuesta por la nobleza de Bolonia, la primera en ceder sus posiciones bajo los ataques de los Lambertazzi.

Después de esto huyeron a la vista de todos, abandonando en torno al Carroccio de Bolonia a la infantería de Bolonia, compuesta por miembros del pueblo llano.

El ejército de Bolonia, abandonado a su suerte, se defendió heroicamente en torno al Carroccio y la batalla se mantuvo equilibrada, pero Guido de Montefeltro inclinó la balanza a su favor cuando puso en el campo de batalla grandes ballestas que hicieron pedazos sistemáticamente las filas boloñesas.

Para comprender las dimensiones de ese combate, ocho mil boloñeses murieron en esta batalla.

Cayeron en manos de los forliveses tiendas militares, impedimentas, enseñas, casi tres mil carros y, lo más importante, el estandarte, que era la bandera municipal de Bolonia, colocada en un asta, y el Carroccio de Bolonia, un carro de cuatro ruedas decorado con las enseñas de la ciudad y en torno al cual se reunían los combatientes.

Se hizo subir en triunfo a Guido de Montefeltro sobre el Carroccio de Bolonia en cuanto se conquistó y se hizo que cincuenta boloñeses lo arrastraran dentro de las murallas de Forlí, donde aquél fue acogido como vencedor por una muchedumbre desbordada.

El Carroccio de Bolonia se conservó como trofeo en el palacio municipal, mientras que el estandarte de Bolonia se conservó en un convento de Forlí, en esa época llamado de San Jacobo.

35

Los gibelinos capturan toda la Romaña

Con el impulso de esa derrota güelfa, los gibelinos avanzaron hacia Bolonia en los meses posteriores y saquearon algunas aldeas y castillos de los alrededores; si no hubiera sido por las lluvias y la estación hostil habrían intentado capturar Bolonia y hacer volver a los Lambertazzi.

Volvieron a incendiar Castel San Pietro, reconstruida hacía poco tiempo por los boloñeses, volvieron a la Romaña y capturaron la fortaleza de Cervia, que se rindió sin resistirse, después de tres días de negociaciones, a cambio de la libertad de sus ocupantes.

Entonces en Romaña seguían fieles a los boloñeses las ciudades de Rímini, Rávena y Cesena y los forliveses dirigieron sus armas contra esta última, tratando de apoderarse de la fortaleza de Roversano, lugar estratégico a poca distancia de Cesena, donde acudieron a defenderlo los boloñeses y el capitán Malatesta de Verucchio, quien, después del revés del puente de San Próculo, había vuelto a Rímini para reorganizarse.

Pero también esta vez Malatesta de Verucchio fue derrotado y con algunas tropas tuvo que huir y encerrarse en Cesena, dejando dentro de la fortaleza de Roversano al pretor boloñés con algunos notables y miles de soldados asediados, que acabaron rindiéndose.

Los notables de Bolonia fueron hechos prisioneros y llevados también como trofeo dentro de Forlí, mientras los soldados capturados fueron conducidos bajo las murallas de Cesena y liberados a cambio de que se abrieran las puertas a los forliveses.

Mientras Malatesta y algunos güelfos huían hacia Rímini, los habitantes de Cesena abrieron las puertas y aceptaron a los forliveses Teodorico Ordelaffi e Orgoglioso de Orgogliosi como sus gobernadores gibelinos.

Ahora solo faltaba Rávena para hacer gibelina a toda la Romaña y los gibelinos se dispusieron a tomar también esta última ciudad.

En 1276, el Feltrano, sorprendió y dispersó, en las cercanías de Bagnacavallo, una expedición de socorro de Bolonia enviada por los Geremei, que, con güelfos florentinos y seiscientos caballeros franceses, marchaba en auxilio de Rávena.

Los boloñeses organizaron entonces nuevas tropas para llevar en socorro de la ciudad.

Guido de Montefeltro, como buen estratega, puso bajo asedio Bagnacavallo para controlar el camino que llevaba de Bolonia a Rávena y dejar aislada esta última ciudad.

Para hacer esto, hizo que las tropas faentinas y forliveses construyeran una bastia

36

También Bagnacavallo, después de diez días de asedio, se rindió a los forliveses.

Por estas acciones, los forliveses recibirían el interdicto de Bonifacio, arzobispo de Rávena.

Las guerras güelfas y gibelinas en los Apeninos

Indignados y hartos de todas estas guerras, los boloñeses pidieron ayuda al papa para acabar de una vez por todas con estos gibelinos de la Romaña que parecían imbatibles en el llano y en las guerras en las ciudades.

Así que los güelfos decidieron atacar y ganar las tierras de Forlí por sorpresa desde los montes de la Toscana, es decir, la frontera sur del estado de Forlí, que estaba desguarnecido en los Apeninos.

Los boloñeses, que habían reunido gracias al papa tropas güelfas de Florencia, Reggio Emilia, Módena y Rávena, con la ayuda de algunos traidores de Forlí, decidieron concebir y organizar un plan para atacar al estado gibelino desde las montañas y los Apeninos toscanos para sorprender a los forliveses, concentrados y dispersos casi todos en la llanura de la Romaña.

Los güelfos, al mando de Guido Selvatico, conde de Romena, atacaron desde los montes las posesiones montañesas forlivesas, apoderándose rápidamente de Galeata, Pianetto, Civitella, Montevecchio y otros lugares montañeses, mientras otras tropas güelfas avanzaban en la llanura hacia el puente de San Próculo, cerca de Faenza, para guerrear e impedir la ayuda a los forliveses por parte de esta ciudad.

Al mismo tiempo, los güelfos pusieron bajo asedio también el castillo de Piancaldoli en los Apeninos faentinos, territorio controlado por el valiente Maghinardo Pagani.

37

Gracias a los contraataques de este, que llamó desde Faenza al capitán de los Lambertazzi y al senado de Forlí, que mandó el ejército a ese lugar, tras una furiosa batalla que duró varias horas, los güelfos fueron derrotados y puestos en fuga del castillo y burgo de Civitella, que habían ocupado poco tiempo antes.

El Feltrano decidió perseguirlo por los montes y los fugitivos intentaron refugiarse en Tredozio, donde había una fortaleza güelfa, pero, alcanzados y rodeados por la táctica de Montefeltro, se vieron obligados a detenerse y dar batalla en un lugar desfavorable y fueron fácilmente derrotados y hechos prisioneros.

A la vista del fallido ataque en las montañas, los boloñeses se retiraron también del puente de San Próculo y trataron de refugiarse en Imola, perseguidos por las tropas gibelinas de Faenza, que habían llegado a la ciudad, donde los güelfos se vieron sorprendidos mientras estaban cavando fosos en torno a las murallas para defenderse.

Así se produjo una pequeña batalla donde murieron un centenar de güelfos.

Tras este enfrentamiento, fueron arrestados y encarcelados en la fortaleza de Cesena, Guglielmo Ordelaffi, Paganino Orgogliosi y su hijo Francesco, por traición en esta revuelta contra Guido de Montefeltro.

Posteriormente intentaron fugarse de la fortaleza de Cesena, pero fueron apresados y decapitados.

Al mismo tiempo, el Feltrano decidió acabar los combates con los güelfos en Romaña y se dirigió al castillo de los Calboli

Назад Дальше