Cogió otra carta del tarot y le explicó lo que tenía que ver con su familia:
–Una familia muy hermosa, la tuya, muy unida. Tienes dos hermanos mayores que tú. Eres muy querida. Tienes una conexión muy fuerte con tu padre, eres la hija preferida, con ninguno de tus hermanos tiene una conexión tan fuerte. Te recuerda con mucho afecto y está a tu lado de corazón… Hay otra persona que ha sido importante para ti, que te ha querido mucho.
Francesca frunció el ceño y respondió a las palabras de la mujer:
–¿Quieres decir que ahora ya no está?
–No, ya no está… Una joven mujer rubia. ¿Quizás una tía? Una prima...
–Pero si ya no está… ¿está muerta?
–Las cartas no me dicen nada más de ella, imagino que sí.
Francesca se pasó una mano por la frente como para apartar aquel repentino recuerdo que había vuelto a torturarla:
–La fuente… Aquel día en la fuente, en el viento… el dejavù… conmigo había una mujer rubia girada de espaldas… Quizás...
–Quizás era ella –concluyó Giusy.
La mujer se paró y, dándose cuenta de que la chica estaba bastante desconcertada, le preguntó si quería saber más. Francesca contestó enseguida que sí.
–Esto era tu pasado, ahora veamos lo que te espera –volvió a hablar la mujer.
Francesca seguía con la mirada los dedos de la mujer que señalaron decididos hacia el esqueleto. Sus ojos se abrieron de par en par cuando la robusta mano de Giusy levantó la carta. La mujer rió y se apresuró a tranquilizarla:
–¡No quiere decir que morirás! ¡No! ¡Al contrario! La muerte significa que tendrá lugar un profundo cambio en ti… Una nueva vida te espera y también un nuevo amor. Un hombre nuevo, con fuertes sentimientos, un hombre de verdad que te enamorará.
–Imposible –dijo cortándola Francesca. –No me enamoraré más.
–Ya veremos, ya veremos, señorita…
Le entregó de nuevo el mazo de cartas, la muchacha escogió otro naipe y, después de haberla observado, se la entregó a Giusy que la puso junto con las otras tres.
–Esta carta junto con las otras nos dice que has venido al sitio adecuado. Tú no has elegido venir aquí, el destino te ha traído, porque aquí hay una parte de ti que no conoces.
Luego, levantando los ojos de las cartas, con un tono de voz que le pareció extraño incluso a ella misma, subrayó:
–Hay algo que forma parte de ti en este pueblo.
–¿Parte de mí? ¿Cómo es posible?
Giusy, lentamente, dispuso las cartas que quedaban, cubiertas, delante de Francesca, le dijo que cogiese una y le avisó de que sería el tarot el que concluyese la lectura. Francesca, sin dudarlo, cogió la primera carta de la fila y la puso girada sobre la mesa. A Giusy se le iluminaron los ojos y con voz cargada de emoción explicó el contenido de la última carta:
–Aquí está tu corazón, es esto lo que debes reencontrar…