Qué salvará al mundo. Poesía, prosa - Штельман Олег


Arcipreste Oleg Stelman

Qué salvará al mundo

Poesía. Prosa

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© Gennadii Ievlev, 2022

© Unión Internacional de Escritores, 2022

Poeta canónico

Sobre los poemas del Arcipreste Oleg Stelman

Hoy en día es difícil encontrar poesía que remita a los tiempos del Siglo de Oro, cuando el verso extravagente al estilo de Derzhavin con su mesura tónica reinaba en el firmamento poético. Toda la obra de Oleg Stelman hunde sus raíces ahí, en la época de las odas clásicas y los niveles más altos de concentración poética filosófica. Al mismo tiempo es curioso que no que no se sospeche de la imitación o de la estilización deliberada.

Es uno de esos poetas que se expresan de forma muy orgánica, sin afectación ni búsquedas artificiales. Esto hace que su escritura artística sea sencilla y hermosa. En la estructura estándar de su verso, en la acuñación de rimas y formas de palabras consigue encontrar flexibilidad sintáctica y dar a los versos una correcta afición rítmica. He aquí un ejemplo del poema «Rusia está viva»:

El tema, más bien declarativo y directo, se ve aquí en una faceta precisa del canon poético, y de ahí que su efecto dirigido sólo se intensifique.

Es muy interesante una paráfrasis poética del famoso «Internacional». Este poema Stelman lo llama «Internacional espiritual». A pesar de lo arriesgado de la intención, el autor consigue el efecto que desea. El poder de la canción revolucionaria es sinérgico con sus pensamientos de hermandad y la unidad de todas las personas en virtud de la bondad y el perdón:

En el poema «El cocinero», Stelman se adentra en el camino espinoso de la poesía narrativa. Esta es una de las pruebas literarias más difíciles: si puedes formar un argumento comprensible en una alternancia de cuartetas, eres un maestro. Stelman lo consigue, aunque el tema y las imágenes que adopta no son sencillos. Aquí hay historia humana, y un fondo de recuerdos del autor, y cuestiones de fe y oración por los fallecidos. El poema es bastante largo pero va, como se dice, al grano. Y lo más importante es la pureza de la instancia, que es uno de los factores fundamentales de la forma.

El ciclo de poemas «Hablemos de la verdad» es una obra de monumentalidad poética. Para el autor no sólo es importante crear un conjunto en una serie de pasajes poéticos, sino también demostrar que su modo de comprender el mundo tiene derecho a existir. Dentro del ciclo, el autor crea un sistema de oposiciones semiológicas y construye series semánticas, desarrollándolas tanto semántica como entonadamente. Como resultado, varias capas filosóficas que se complementan y enriquecen mutuamente viven simultáneamente en el ciclo según las leyes del tiempo poético.

El poema «Reflexión ante el retrato de Nicolás II» no sólo revaloriza las posibilidades que esconde este género, sino que aclara mucho la visión del mismo autor y nos permite convencernos de su habilidad. Al principio del poema, Stelman hace un retrato de Nicolás con trazos ascéticos, pero muy precisos y psicológicos:

Es como si un rostro familiar, el rostro de un santo, nos estuviera mirando. Hay tanta armonía aquí que uno quiere releer estas líneas sin parar. El autor crea una constante de toda la obra, una exposición, un impulso. Y luego evalúa todo lo que sucedió en Rusia por la muerte de Nicolás II, la catástrofe diabólica que le sucedió al país y a cada ciudadano, que traicionó al ungido de Dios.

La tensión crece en el poema con cada cuarteta. El autor combina elementos del realismo poético con la fantasmagoría, y la imagen del zar, como un semblante, se eleva por encima del texto y sus personajes:

Para Stelman, la fuerza radica en el perdón, en la alteza del espíritu, no en la búsqueda de culpables ni en la venganza. Sabe que nada es más importante que la fe. Y su capacidad de persuasión es impresionante:

Todo el poema está escrito en verso yámbico cuadrangular, pero se ha evitado la tentación de una simetría excesiva. El verso es flexible, narrativo hasta cierto punto, pero lleno de imágenes. Y, lo que es más importante, que en cada línea el Señor vive y brilla con su verdadero poder libre. Y todo ello, repito, sin un afán destructivo de experimentación, en el marco de la milagrosa estética del clasicismo ruso, que, quizás, es la única que tiene una posibilidad real de resurgir.

Maksim Adolfovich Zamshev, redactor jefe de Literaturnaya Gazeta


Poesía

En pesebre

Paloma de la paz

Arco iris

Bautismo de Jesús

El mar ha visto y ha huido, el Jordán se ha vuelto

El mandamiento de Cristo

Hablemos de la verdad

I

II Mentira

IIIVerdad

IV Objetivo

V

Y

Qué salvará al mudo

No somos huèrfanos

¿ Dónde está Dios?

Felicidad

La eterna primavera

Reflexión ante el retrato de Nicolas II