Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк 10 стр.


—Vigilante, tu abuelita —dije yo—; no hay nada que vigilar mas que la timonera y la camaretas superiores y, ?te crees que nadie va a arriesgar la vida por una timonera y unas camaretas en una noche asi, cuando lo mas probable es que se parta en dos y se vaya rio abajo en cualquier momento?

Jim no podia responder a aquello, asi es que no lo intento.

—Y ademas —dije yo—, podriamos tomar algo prestado que mereciese la pena en el camarote del capitan. Seguro que hay puros, de los que cuestan cinco centavos cada uno y en dinero contante. Los capitanes de barco de vapor siempre son ricos y cobran sesenta dolares al mes y les importa un pito lo que cuesten las cosas, ya lo sabes, si les apetecen. Ponte una vela en el bolsillo, Jim; no me puedo aguantar hasta que lo hayamos registrado. ?Te crees que Tom Sawyer se iria sin mas de un sitio asi? Ni hablar. Diria que era una aventura, eso es lo que diria, y abordaria ese barco aunque fuera lo ultimo de su vida. Y seguro que lo haria con estilo; o, ?no te crees que organizaria una de las buenas? Hombre, te creerias que era Cristobal Colon descubriendo el Otro Mundo. Ojala estuviera aqui Tom Sawyer.

Jim gruno un poco, pero cedio. Dijo que no teniamos que hablar mas que lo inevitable, y eso en voz muy baja. Los relampagos volvieron a mostrarnos el barco naufragado justo a tiempo y nos agarramos a la cabria de estribor y amarramos alli.

La cubierta estaba muy alta de aquel lado. Bajamos despacio por la pendiente hacia babor, en la oscuridad, hacia las camaretas altas, tanteando el camino muy despacio con los pies y con los brazos muy abiertos para apartar las cuerdas, porque estaba tan oscuro que no veiamos nada. En seguida llegamos a la parte de delante de la claraboya y nos subimos a ella, y al paso siguiente nos quedamos enfrente de la puerta del capitan, que estaba abierta, y, ?que diablos, al otro extremo de las camaretas vimos una luz! ?Y en el mismo momento parecio que oimos voces bajas a lo lejos!

Jim me susurro que se sentia muy mal y me dijo que nos fueramos. Yo dije que de acuerdo, e ibamos a volver a la balsa cuando oi una voz que lloriqueaba y decia:

—?Ay, por favor, no, muchachos! ?Juro que no lo dire nunca!

Otra voz dijo, muy alta:

—Es mentira, Jim Turner. Ya has hecho lo mismo antes de ahora. Siempre quieres mas que tu parte del botin, y siempre te la has llevado, porque juraste que si no nos delatarias. Pero ahora lo has dicho una vez de mas. Eres el perro mas asqueroso y mas traidor de este pais.

Para entonces, Jim se habia ido a la balsa. Yo estaba hirviendo de curiosidad. Y me dije que Tom Sawyer no se echaria atras ahora, asi que yo tampoco, y que iba a ver lo que pasaba. Asi que me puse a cuatro patas en el pasillo y avance en la oscuridad hasta que no habia mas que un camarote entre el cruce de las camaretas y yo. Entonces vi un hombre tirado en el suelo y atado de pies y manos y otros dos encima de el, y uno de ellos llevaba una linterna sorda en la mano y el otro tenia una pistola. Este no hacia mas que apuntar la pistola a la cabeza del que estaba en el suelo y decia:

—?Ya me gustaria, y es lo que tendria que hacer, chivato de porqueria!

El hombre del suelo se encogia, diciendo:

—Ay, por favor, no, Bill; no voy a delataros nunca.

Y cada vez que decia aquello el del farol se reia y decia:

—?Desde luego que no! En tu vida has dicho una verdad mayor, te lo aseguro —y una vez dijo—: ?Escuchad como suplica! Pero si no lo tuvieramos dominado y atado, nos habria matado a los dos. ?Y por que? Por nada. Solo porque defendimos nuestros derechos, por eso. Pero te apuesto, Jim Turner, a que no vas a volver a amenazar a nadie. Deja esa pistola, Bill.

Bill dice:

—No me apetece, Jake Packard. Estoy de acuerdo con matarlo, ?no mato el al viejo Hatfield asi, y no se lo merece?

—Pero yo no quiero matarlo, y tengo mis motivos.

—?Bendito seas por esas palabras, Jake Packard! ?No las olvidare mientras viva! —dice el hombre del suelo, como tartamudeando.

Packard no hizo caso, sino que colgo el farol de un clavo y avanzo hacia donde estaba yo en la oscuridad y le hizo un gesto a Bill para que se le acercara. Yo retrocedi unas dos yardas lo mas rapido que pude, pero el barco estaba tan escorado que no podia ir muy deprisa, asi que para que no tropezase conmigo y me cogieran me meti en un camarote de la parte alta. El hombre vino a tientas en la oscuridad, y cuando Packard llego a mi camarote dijo:

—Aqui, ven aqui.

Y alli entro, con Bill detras. Pero antes de que entrasen ellos yo me habia subido a la litera de arriba, arrinconado y lamentando haber ido. Entonces se quedaron alli con las manos en el borde de la litera, hablando. Yo no podia verlos, pero sabia donde estaban por el olor a whisky que habian tomado. Me alegre de no beber whisky, aunque tampoco habria importado mucho, porque era casi imposible que me olieran porque no respiraba. Estaba demasiado asustado. Y ademas, uno no podia respirar mientras oia aquello. Hablaban en voz baja y muy serios. Bill queria matar a Turner. Dice:

—Ha dicho que nos delataria y lo hara. Si le dieramos ahora a el nuestras partes, ya no importaria despues de la pelea y de lo que le hemos hecho. Puedes estar seguro de que haria de testigo de cargo; ahora, escuchame. Yo soy partidario de quitarle las penas para siempre.

—Y yo tambien —dijo Packard, muy tranquilo.

—Maldita sea, habia empezado a creer que no. Bueno, entonces no hay problema. Vamos con ello.

—Aguarda un momento; todavia no he dicho mi parte. Escuchame. Esta bien pegarle un tiro, pero hay formas mas discretas si es necesario hacerlo. Pero lo que yo digo es esto: no tiene sentido andar buscando que nos pongan una soga al cuello cuando puede uno conseguir lo mismo y no correr ningun peligro. ?No es verdad?

—Seguro que si. Pero, ?como te las vas a arreglar esta vez?

—Bueno, he pensado lo siguiente: buscamos por todas partes y recogemos lo que se nos haya olvidado en los camarotes, nos vamos a la orilla y escondemos el botin. Despues esperamos. Yo digo que no van a pasar mas de dos horas antes de que esta ruina se parta en dos y baje flotando rio abajo. ?Entiendes? Se ahogara y no podra denunciar a nadie. Me parece que es mucho mejor que matarlo. Yo no soy partidario de matar a alguien mientras se pueda evitar; no tiene sentido y no es moral. ?Tengo razon o no?

—Supongo que si. Pero, ?y si no se rompe ybaja flotando?

—Bueno, de todas formas podemos esperar dos horas a ver que pasa, ?no?

—Esta bien; vamos.

Asi que se pusieron en marcha y yo me largue, empapado de sudor frio, tambaleandome hasta la proa. Estaba oscuro como boca de lobo pero dije en una especie de susurro ronco: «Jim!» Respondio justo a mi lado con una especie de gemido y dije:

—Rapido, Jim, no hay tiempo que perder con quejidos; ahi hay una banda de asesinos, y si no encontramos su bote y lo echamos al rio para que no se puedan marchar del barco, uno de ellos va a pasarlo muy mal. Pero si encontramos el bote podemos dejarlos a todos muy mal: los va a encontrar el sheriff. ?Rapido… aprisa! Yo busco por el lado de babor y tu por el de estribor. Empieza por la balsa, y…

—Ay, senor mio, senor mio. ?Balsa? Ya no queda balsa. ?Se ha roto o ha desaparecido! ?Y nosotros aqui!

—?Bill, esconde ese maldito farol!

Tiro al bote un saco con algo y despues se subio y se sento. Era Packard. Entonces salio Bill y se metio en el bote. Packard va y dice:

—Listos… ?empuja!

Yo apenas si me podia agarrar a los hierros, de debil que me sentia. Pero Bill va y dice:

—Espera… ?le has registrado?

—No. ?Y tu?

—No. O sea que todavia tiene su parte de dinero.

—Bueno, pues vamos alla. No tiene sentido llevarnos las cosas y dejar el dinero.

—Oye, ?no sospechara lo que estamos preparando?

—A lo mejor, no.

Asi que desembarcaron y volvieron a entrar. La puerta se cerro de un portazo porque estaba del lado escorado y al cabo de medio segundo yo me encontraba en el bote y Jim se metio a tumbos detras de mi. Saque la navaja, corte la cuerda, ?y nos fuimos!

No tocamos ni un remo ni hablamos ni susurramos, y casi ni siquiera respiramos. Bajamos deslizandonos muy rapido, en total silencio, mas alla del tambor de la rueda y de la popa, y despues, en un segundo o dos mas, estabamos cien yardas por debajo del barco y la oscuridad lo escondio sin que se pudiera ver ni senal de el; estabamos a salvo y lo sabiamos.

Cuando nos encontrabamos a trescientas o cuatrocientas yardas rio abajo vimos la linterna como una chispita en la puerta de la cubierta superior durante un segundo y supimos por eso que los bandidos habian visto que se habian quedado sin el bote y empezaban a comprender que ellos mismos tenian tantos problemas como Jim Turner.

Despues Jim se puso a los remos y comenzamos a buscar nuestra balsa. Fue entonces cuando empece a preocuparme por los hombres: calculo que antes no habia tenido tiempo. Empece a pensar lo terrible que era, incluso para unos asesinos, estar en una situacion asi. Me dije que no sabia si yo mismo llegaria alguna vez a ser un asesino y entonces que me pareceria. Asi que voy y le digo a Jim:

—La primera luz que veamos, desembarcamos cien yardas por debajo o por encima de ella, en un sitio donde os podais esconder bien tu y el bote, y despues yo ire a contarles algun cuento y conseguir que alguien vaya a buscar a esa banda y sacarlos de su situacion, para que puedan ahorcarlos cuando llegue el momento.

Pero la idea fracaso, porque la tormenta volvio a empezar en seguida, y aquella vez peor que antes. La lluvia caia a chuzos y no se veia ni una luz; calculo que todo el mundo estaria en la cama. Bajamos por el rio buscando luces y atentos a nuestra balsa. Al cabo de mucho rato, escampo la lluvia pero continuo nublado y seguian viendose relampagos, y uno de ellos nos indico algo negro que flotaba por delante y nos dirigimos alli.

Era la balsa, y nos alegramos mucho de volver a subir a ella. Entonces vimos una luz hacia abajo, en la orilla, a la derecha. Asi que dije que fueramos alli. El bote estaba medio lleno del botin que habia robado aquella banda en el barco naufragado. Lo pusimos en la balsa todo amontonado y le dije a Jim que bajara a la deriva y sacara una luz cuando creyera que habia recorrido dos millas y la tuviera encendida hasta que llegara yo; despues me puse a los remos y fui hacia la luz. Cuando me acerque vi tres o cuatro mas en un cerro. Era un pueblo. Fui derecho a la luz de la orilla, deje de remar y segui flotando. Al pasar vi que era un farol que colgaba del mastil de un transbordador de doble casco. Me puse a buscar al vigilante, preguntandome donde dormiria, y al cabo de un rato lo vi recostado en el biton de proa, con la cabeza apoyada en las rodillas. Le di dos o tres golpecitos en el hombro y empece a llorar.

Se empezo a desperezar como alarmado, pero cuando vio que era solo yo, bostezo y se estiro bien y despues dice:

—Eh, ?que pasa? No llores, chico. ?Que te pasa?

Y yo digo:

—Padre y madre y mi hermanita…

Y volvi a echarme a llorar. Va el y dice:

—Vamos, dita sea, no te pongas asi; todos tenemos nuestros problemas y este ya se arreglara. ?Que les pasa?

—Estan… estan… ?es usted el vigilante del barco?

—Si —dice, con un aire muy satisfecho—. Soy el capitan y el propietario y el segundo y el piloto y el vigilante y el marinero jefe, y a veces soy la carga y los pasajeros. No soy tan rico como Jim Hornback y no puedo ser tan generoso con todo el mundo y tirar el dinero como el, pero le he dicho muchas veces que no me cambiaria por el; porque, digo yo, lo mio es la vida de marinero, y que me cuelguen si iba a vivir a dos millas del pueblo, donde nunca pasa nada, con todos sus dineros y muchos mas que tuviera. Digo yo…

Le interrumpo y digo:

—Estan en una situacion horrible, y…

—?Quienes?

—Pues padre y madre y mi hemanita y la senorita Hooker, y si fuera usted alli con su transbordador…

—?Adonde? ?Donde estan?

—En el barco que ha naufragado.

—?Que barco?

—Pues el unico que hay.

—?Como? ?No te referiras al

—Bueno, no fueron a proposito.

—?Seguro que no! Pero, Dios mio, ?si no tienen ni una oportunidad si no se marchan a toda velocidad! Pero, ?como diablos se han metido en eso?

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