Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк 9 стр.


—Sigue atenta a las ratas. Mas vale que tengas la barra a mano, en el regazo.

Asi que me echo el trozo de plomo al regazo justo en aquel momento y yo aprete las piernas para acogerlo y ella siguio hablando. Pero solo un minuto o asi. Despues me quito la madeja y me miro a los ojos y me dijo muy amable:

—Vamos, ahora dime como te llamas de verdad.

—?Cooo? ?Como, senora?

—?Como te llamas de verdad? ?Bill o Tom, o Bob? ?Como te llamas?

Creo que me puse a temblar como una hoja, sin saber que hacer. Pero dije:

—Por favor, no se ria de una pobre chica como yo, senora. Si le molesto, me…

—No, nada de eso. Sientate y quedate donde estas. No voy a hacerte nada ni voy a delatarte. Me cuentas tu secreto y confias en mi. Yo te lo guardo, y lo que es mas, te ayudo. Mi hombre, lo mismo, si tu quieres. Ya entiendo que eres un aprendiz y te has escapado y nada mas. No es nada. No tiene nada de malo. Te han tratado mal y has decidido escaparte. Hijo mio, yo no te delataria. Ahora cuentamelo todo, se buen chico.

Asi que dije que no servia de nada seguir fingiendo y que me dejaria de mentiras y se lo contaria todo, pero que tenia que cumplir su promesa. Despues le dije que mi padre y mi madre habian muerto y que la ley me habia asignado a un campesino viejo y mezquino que vivia por lo menos a treinta millas del rio y que me trataba tan mal que no lo pude seguir aguantando; se habia ido un par de dias y yo aproveche la oportunidad para robar un vestido viejo de su hija y largarme, y habia tardado tres noches en recorrer las treinta millas. Viajaba de noche y me escondia a dormir de dia, y la bolsa de pan y de carne que me habia llevado me habia durado todo el camino, y todavia me quedaba. Dije que creia que mi tio Abner Moore se haria cargo de mi y que por eso habia venido a este pueblo de Goshen.

—?Goshen, chico? Esto no es Goshen. Esto es Saint Petersburg. Goshen esta diez millas rio arriba. ?Quien te dijo que esto era Goshen?

—Bueno, un hombre con el que me encontre al amanecer esta manana, justo cuando iba a meterme en el bosque para dormir, como siempre. Me dijo que los caminos se dividian y que debia seguir el de la derecha y al cabo de cinco millas estaria en Goshen.

—Debia de estar borracho. Te dijo exactamente lo contrario de lo que es.

—Bueno, si que parecia que estuviera borracho, pero ya no importa. Tengo que seguir. Llegare a Goshen antes de que amanezca.

—Espera un momento. Voy a darte algo de comer. A lo mejor te hace falta.

Asi que me preparo algo de comer y dijo:

—Oye, cuando una vaca se echa, ?por que parte se levanta? Responde rapido, vamos; no te pares a pensarlo. ?Por que lado se levanta?

—Por el de atras, senora.

—Bueno, ?y un caballo?

—Por el de delante, senora.

—?De que lado de un arbol crece el musgo?

—Del norte.

—Si hay quince vacas pastando en una cuesta, ?cuantas de ellas comen con las cabezas mirando en la misma direccion?

—Las quince, senora.

—Bueno, supongo que es cierto que has vivido en el campo. Crei que a lo mejor pensabas enganarme otra vez. ?Y como te llamas de verdad?

—George Peters, senora.

—Bueno, George, trata de recordarlo. No te vayas a olvidar y a decirme que es Elexander antes de irte y luego quieras arreglarlo diciendo que es George Elexander cuando te pesque. Y no te acerques a mujeres con ese vestido viejo. Haces bastante mal de chica, pero quiza puedas enganar a los hombres. Y recuerda, hijo, que cuando te pongas a enhebrar una aguja no tienes que sostener el hilo quieto y llevar la aguja hacia el: ten quieta la aguja y pasa el hilo por ella; asi es como lo hacen practicamente todas las mujeres, pero los hombres siempre lo hacen al reves. Y cuando le tires algo a una rata o algo asi, recuerda que te tienes que poner de puntillas y levantar la mano por encima de la cabeza lo mas torpe que puedas y fallarle a la rata por seis o siete pies. Tira con el brazo tieso a partir del hombro, como si tuvieras un eje, como las chicas, y no con la muneca y el codo con el brazo a un lado, como hacen los chicos. Y recuerda que cuando una chica trata de recoger algo en el regazo separa las rodillas, no las junta como hiciste tu cuando te tire la barra de plomo. Pero hombre, si me di cuenta de que eras un chico en cuanto te pusiste a enhebrar la aguja, y las demas cosas las hice para estar segura. Ahora, vete corriendo con tu tio, Sarah Mary Williams George Elexander Peters, y si te metes en algun lio manda un recado a la senora Judith Loftus, que soy yo, y hare lo que pueda por sacarte de el. Sigue siempre por el camino del rio, y la proxima vez que te eches a andar lleva zapatos y calcetines. La carretera del rio tiene muchas piedras y calculo que vas a tener los pies hechos polvo cuando llegues a Goshen.

Fui por la ribera unas cincuenta yardas y deshice el camino para volver donde estaba mi canoa, bastante lejos por debajo de la casa. Me meti de un salto y sali corriendo. Fui rio arriba lo bastante lejos para llegar a la punta de la isla, y despues empece a cruzar. Me quite el bonete, porque no queria ir como con orejeras. Cuando estaba hacia la mitad del camino oi que el reloj empezaba a dar las horas, asi que me pare a escuchar; el ruido se oia debil por encima del agua, pero con claridad: las once. Cuando llegue a la punta de la isla no me pare a descansar, aunque estaba sin aliento, sino que me meti directamente donde estaba mi antiguo campamento y encendi una buena hoguera, en un sitio alto y seco.

Despues salte a la canoa y fui a nuestro sitio, una milla y media mas abajo, todo lo rapido que pude. Desembarque y avance entre los arboles hasta el cerro y llegue a la cueva. Alli estaba Jim, dormido como un tronco en el suelo. Lo desperte y le dije:

—?Levantate y preparate, Jim! No hay ni un minuto que perder. ?Nos estan buscando!

Jim no hizo ninguna pregunta ni dijo una palabra; pero por la forma en que trabajo la media hora siguiente se veia que estaba asustadisimo. Para entonces teniamos en la balsa todo lo que poseiamos en el mundo y estabamos listos para sacarla de entre los sauces donde estaba escondida. Lo primero que hicimos fue apagar la hoguera de la cueva, y despues ya no encendimos ni una vela.

Aparte la canoa de la orilla un poco y me puse a mirar; pero si por alli habia un bote no podia verlo, porque las estrellas y las sombras no valen para ver mucho. Luego sacamos la balsa y bajamos entre las sombras, hasta el pie de la isla en total silencio, sin decir ni una palabra.

Debia de ser casi la una cuando por fin pasamos el final de la isla y la balsa parecia avanzar muy lenta. Si se acercaba un bote, el plan era meternos en la canoa y avanzar hacia la orilla de Illinois, y menos mal que no llego ninguno, porque no se nos habia ocurrido poner la escopeta en la canoa, ni un sedal para pescar, ni nada que comer. Teniamos demasiada prisa para pensar en tantas cosas. No habia sido muy inteligente ponerlo todo en la balsa.

Si los hombres iban a la isla, supongo que encontrarian la hoguera que habia hecho yo y que esperarian toda la noche a que llegara Jim. En todo caso no se nos acercaron, y si aquella hoguera no los engano, no era culpa mia. Yo habia hecho todo lo posible por despistarlos.

Cuando se empezo a ver la primera luz del dia amarramos a una barra de arena que habia en una gran curva del lado de Illinois, cortamos ramas de alamillo con el hacha y tapamos la balsa con ellas para que pareciese que habia habido un corrimiento de tierras por aquella orilla. En esas barras de arena hay alamillos tan apretados como los dientes de un rastrillo.

Veiamos montanas en el lado de Missouri y mucho bosque en el de Illionois, y el canal, por aquella parte, corria del lado de Missouri, de forma que no teniamos miedo de encontrarnos con nadie. Nos quedamos alli todo el dia viendo las balsas y los barcos de vapor que bajaban por el lado de Missouri y los barcos de vapor que subian rio arriba peleando contra la corriente en el centro. Le conte a Jim todo lo que habia pasado cuando estuve hablando con la mujer y Jim dijo que era muy lista y que si fuese ella quien nos buscara no iba a quedarse sentada vigilando una hoguera; no, senor, iria con un perro. Bueno, entonces, dije yo, ?por que no podia decirle a su marido que buscara un perro? Jim dijo que seguro que se le ocurria cuando los hombres se pusieran en marcha, y que suponia que debia de haber ido a la parte de arriba del pueblo a buscar un perro, de forma que habian perdido todo aquel tiempo, o si no, no estariamos alli en la barra de arena a dieciseis o diecisiete millas por debajo del pueblo; no, senor, estariamos otra vez en el pueblo. Asi que yo dije que no me importaba por que no llegaban, mientras no llegaran.

Cuando empezo a oscurecer asomamos las cabezas entre los alamillos y miramos arriba y abajo y a los lados pero no vimos nada, asi que Jim saco algunos de los troncos de arriba de la balsa y construyo un wigwam muy comodo para refugiarnos cuando hiciese mucho calor o lloviera y para tener las cosas en seco. Jim preparo un suelo para el wigwam y lo levanto un pie mas por encima del nivel de la balsa, de forma que las mantas y las trampas estaban fuera del alcance del oleaje de los barcos de vapor. Justo en medio del wigwam pusimos una capa de polvo de cinco o seis pulgadas de grueso y la rodeamos con un bastidor para que no se saliera; era para hacer fuego cuando lloviese o hiciera frio; con el wigwam no se podria ver. Tambien preparamos un timon de repuesto, porque uno de los que teniamos podia romperse o engancharse o lo que fuera. Preparamos un palo con una horquilla del que colgar el viejo farol, porque siempre tendriamos que encenderlo cuando vieramos un barco de vapor que venia rio abajo, para que no nos pasara inadvertido, pero no teniamos que encenderlo para los que iban rio arriba salvo que nos vieramos en lo que ellos llaman «entre corrientes», porque el rio seguia muy alto y las riberas bajas continuaban sumergidas, de forma que los barcos que lo remontaban no subian siempre por el canal, sino que iban buscando aguas mas faciles.

La segunda noche navegamos entre siete y ocho horas, con una corriente que iba a mas de cuatro millas por hora. Pescamos y charlamos y de vez en cuando nos echamos a nadar para no quedarnos dormidos. Era bastante solemne aquello de bajar por el gran rio silencioso, echados de espaldas y mirando a las estrellas, y no nos daban ganas de hablar en voz alta ni nos reimos mucho, solo alguna risa en voz baja. En general nos hizo muy buen tiempo y no nos paso nada, ni aquella noche ni la siguiente ni la otra.

Todas las noches pasabamos junto a pueblos, algunos de ellos a lo lejos en cerros negros, sin ver nada mas que el resplandor de unas luces, y ni una sola casa. La quinta noche pasamos junto a Saint Louis y era como si el mundo entero estuviera iluminado. En Saint Petersburg decian que Saint Louis tenia veinte o treinta mil habitantes, pero yo nunca me lo crei hasta que vi aquella maravillosa cantidad de luces a las dos de una noche silenciosa. No se oia ni un ruido: todo el mundo dormia.

Todas las noches yo me iba ala orilla junto a alguna aldea y compraba diez o quince centavos de harina o de tocino salado u otras cosas que comer, y a veces me llevaba prestado un pollo que no parecia sentirse comodo. Padre siempre decia que habia que llevarse un pollo cuando se tenia la oportunidad, porque si no lo quiere uno es facil encontrar a alguien que lo quiera, y una buena obra nunca se olvida. No vi ni una sola vez que no lo quisiera padre, pero en todo caso eso es lo que decia.

Por las mananas, antes del amanecer, me metia en los campos de maiz y me llevaba prestada una sandia, o un melon, o una calabaza, un poco de maiz nuevo o cosas asi. Padre siempre decia que no tenia nada de malo llevarse prestadas cosas si se tenia la intencion de pagarlas alguna vez; pero la viuda decia que aquello no era mas que robar, por mucho que se disfrazara con palabras, y que las personas decentes no lo hacian. Jim dijo que calculaba que la viuda tenia una parte de razon y papa otra, asi que lo mejor seria que escogieramos dos o tres cosas de la lista y no las volvieramos a tomar prestadas, y entonces calculaba que no tendria nada de malo tomar prestadas las otras. Asi que nos pasamos toda una noche hablando de eso, mientras ibamos rio abajo, tratando de decidir si eliminabamos las sandias, las cantalupas, los melones, o que. Pero para el amanecer lo teniamos todo resuelto satisfactoriamente y concluimos que eliminariamos las reinetas y los caquis. Antes no nos habiamos sentido bien del todo, pero ahora ya estabamos tranquilos. Yo me alegre de haberlo resuelto asi, porque las reinetas nunca estan buenas y los caquis no estarian maduros hasta dentro de dos o tres meses.

De vez en cuando matabamos un ave acuatica que se levantaba demasiado temprano por las mananas o no se acostaba lo bastante temprano por las tardes. En general, viviamos muy bien.

La quinta noche, rio abajo de Saint Louis, hubo una gran tormenta despues de medianoche, con montones de truenos y de relampagos, y la lluvia caia como una sabana. Nos quedamos en el wigwam y dejamos que la balsa se manejara sola. Cuando brillaba un relampago veiamos el rio enorme y recto por delante y grandes acantilados a los dos lados. Y una vez voy yo y digo:

—Caray, Jim, ?mira ahi!

Era un barco de vapor que habia naufragado contra una roca. Nosotros ibamos directos hacia el. Con los relampagos se veia muy claro. Estaba todo escorado, con una parte de la cubierta superior por encima del agua, y se veia cada uno de los cables de la chimenea con toda claridad y una silla junto a la campana grande, con un viejo chambergo que colgaba en el respaldo, cuando llegaban los relampagos.

Bueno, como era tan tarde, habia aquella tormenta y todo parecia tan misterioso, se me ocurrio lo mismo que a cualquier otro chico cuando vi aquel barco embarrancado tan triste y solitario en medio del rio. Queria abordarlo y explorarlo un poco a ver lo que tenia dentro. Asi que dije:

—Vamos a abordarlo, Jim.

Pero al principio Jim estaba totalmente en contra. Va y dice:

—No quiero andar metiendo las narices en un barco muerto. Nos va muy bien y mas vale dejar que siga asi, como dice el Libro. Seguro que hay un vigilante en ese barco.

Назад Дальше