Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк 3 стр.


Una manana por casualidad volque el salero a la hora del desayuno. Pesque un poco de sal en cuanto pude para tirarla por encima del hombro izquierdo y alejar la mala suerte, pero la senorita Watson se me adelanto para impedirmelo. Va y me dice: «Quita esas manos, Huckleberry; ?te pasas la vida ensuciandolo todo!» La viuda trato de excusarme, pero aquello no iba a alejar la mala suerte, y yo lo sabia. Despues de desayunar me fui, preocupado y temblando, preguntandome donde me iba a caer y que iba a hacer. Hay formas de escapar a algunos tipos de mala suerte, pero esta no era una de ellas, asi que no trate de hacer nada, sino que segui adelante, muy desanimado y alerta a lo que pasaba.

Baje por el jardin delantero y salte la puertecita por donde se pasa la valla alta. Habia en el suelo una pulgada de nieve recien caida y vi las huellas de alguien. Venian de la cantera, se detenian ante la portezuela y despues le daban la vuelta a la valla del jardin. Era curioso que no hubieran pasado despues de haberse quedado alli. No lo entendia. En todo caso, resultaba extrano. Iba a seguirlas, pero primero me pare a examinarlas. Al principio no vi nada; despues si. En el tacon de la bota izquierda habia una cruz hecha con clavos para que no se acercara el diablo.

En un segundo me levante y baje corriendo el cerro. De vez en cuando miraba por encima del hombro, pero no vi a nadie. Llegue a casa del juez Thatcher en cuanto pude. Me dijo:

—Pero, chico, estas sin aliento. ?Has venido a buscar los intereses?

—No, senor —respondi—; ?me los tiene usted?

—Ah, si, anoche llegaron los del semestre: mas de ciento cincuenta dolares. Para ti, toda una fortuna. Mas vale que me dejes invertirlos con tus seis mil, porque si te los doy te los vas a gastar.

—No, senor —dije—. No quiero gastarmelos. No los quiero para nada; y tampoco los seis mil. Quiero que se los quede usted; quiero darselos a usted: los seis mil y todo.

Parecio sorprenderse. Era como si no lo pudiera comprender. Va y dice:

—Pero, ?que quieres decir, muchacho?

Y voy y le digo:

—Por favor, no me pregunte nada. Se lo queda usted; ?verdad?

Y va y dice:

—Bueno, no se que hacer. ?Pasa algo?

—Por favor, quedeselo y no me pregunte nada… asi no tendre que contar mentiras.

Se lo penso un rato y despues dijo:

—?Ah, ah! Creo que ya entiendo. Quieres venderme todos tus bienes; no darmelos. Eso es lo correcto.

Despues escribio algo en un papel, que me leyo y que decia:

—Mira; veras que dice «por la suma convenida». Eso significa que te lo he comprado y te lo he pagado. Ten un dolar. Ahora firmalo.

Asi que lo firme y me fui.

Jim, el negro de la senorita Watson, tenia una bola de pelo del tamano de un puno que habian sacado del cuarto estomago de un buey, y hacia cosas de magia con ella. Decia que dentro habia un espiritu que lo sabia todo. Asi que aquella noche fui a verlo yle dije que habia vuelto padre, porque habia visto sus huellas en la nieve. Lo que queria saber yo era que iba a hacer y donde pensaba dormir. Jim saco su bola de pelo y dijo algo por encima de ella, y despues la levanto y la dejo caer al suelo. Cayo de un solo golpe y no rodo mas que una pulgada. Jim volvio a probar una vez y otra vez, siempre lo mismo. Se arrodillo y acerco la oreja para escuchar. Pero nada; no queria hablar. Jim dijo que no hablaria si no le dabamos dinero. Le dije que tenia un viejo cuarto de dolar falso y liso que no valia nada porque se le veia un poco el cobre por debajo de la plata y nadie lo aceptaria, aunque no se le viera el cobre, porque estaba tan liso que se resbalaba y todo el mundo lo notaba (pense no decirle nada del dolar que me habia dado el juez). Le dije que era un dinero muy malo, pero que quiza la bola de pelo lo aceptaria, porque a lo mejor no entendia la diferencia. Jim lo olio, lo mordio, lo froto y dijo que conseguiria que la bola de pelo creyese que era bueno porque iba a partir por la mitad una patata irlandesa cruda y a meter en medio la moneda y dejarla toda la noche, que a la manana siguiente no se podria ver el cobre y ya no estaria tan resbaladiza, de forma que cualquiera del pueblo la aceptaria, conque mas una bola de pelo. Bueno, yo ya sabia que las patatas valian para eso, pero se me habia olvidado.

Jim coloco la moneda debajo de la bola de pelo, se agacho y volvio a escuchar. Esta vez dijo que la bola de pelo estaba bien. Dijo que me diria la buenaventura si yo queria. Voy y le digo que adelante. Entonces la bola de pelo le hablo a Jim, y Jim me lo conto. Va y dice:

—Tu padre no sabe entodavia lo que va a hacer. A veces piensa que se va a ir y aluego va y piensa que se queda. Lo mejor es dejar las cosas y que el viejo haga lo que quiera. Hay dos angeles que le dan gueltas. Uno de ellos es blanco y resplandeciente y el otro es negro. El blanco le hace ir por el buen camino un rato y despues viene el negro y lo fastidia to. No se puede saber cual va a ser el ultimo que lo coja. Pero a ti te ira bien. Vas a tener muchos problemas en la vida y muchas alegrias. A veces te lo vas a pasar mal y a veces te vas a poner malo, pero cada vez te vas a poner bueno. Hay dos hembras que importan en tu vida. Una es clara y la otra oscura. Una es rica y la otra es probe. Tu te vas a casar primero con la probe y luego con la rica. Tienes que tener mucho cuidiao con el agua y no tener aventuras, porque esta escrito que te van a ahorcar.

Aquella noche, cuando encendi la vela y subi a mi habitacion, alli estaba padre, ?en persona!

Tenia casi cincuenta anos y los aparentaba. Llevaba un pelo largo, enredado y grasiento que le colgaba hasta el cuello, y por el medio se le veian los ojos que le brillaban como si estuviera escondido detras de una parra. Lo tenia todo negro, sin canas; igual que la barba larga y desordenada. No tenia nada de color en la cara, donde se le veia; estaba todo blanco, no como otros hombres, sino de un blanco que daba asco, un blanco que le daba a uno picores, un blanco de sapo de arbol, de vientre de pez. Y de ropa: harapos y nada mas. Tenia apoyado un tobillo en la otra rodilla; la bota de aquel pie estaba rota y se le veian dos de los dedos, que movia de vez en cuando. Habia dejado el sombrero en el piso: un viejo chambergo con la copa toda hundida, como una tapadera.

Me quede mirandolo; el siguio sentado mirandome, con la silla echada un poco atras. Deje la vela en el suelo. Vi que la ventana estaba levantada, asi que habia subido por el cobertizo. No hacia mas que mirarme. Al cabo de un rato va y dice:

—Buena ropa llevas, muy buena. Te debes creer un pez gordo,?no?

—A lo mejor si y a lo mejor no —respondi.

—No te pongas chulo —va y dice—. Desde que me marche te das muchas infulas. Ya te voy a bajar yo los humos antes de terminar contigo. Y me han dicho que estas educado: que sabes leer y escribir. Te crees que ahora vales mas que tu padre, ?no?, solo porque el no sabe. Ya te ensenare yo. ?Quien te ha dicho que fueras por ahi, dandote aires? ?Quien te ha dado permiso?

—La viuda. Me lo dijo ella.

—La viuda, ?eh? Y, ?quien ha venido a darle a la viuda vela en este entierro?

—No se la ha dado nadie.

—Bueno, ya le voy a ensenar yo a meterse en sus cosas. Y mira lo que te digo: deja de ir a la escuela, ?te enteras? Ya voy a ensenar yo a esos a educar a un chico para que se de aires delante de su propio padre y haga como que vale mas que el. Que no te vuelva a coger cerca de esa escuela, ?te enteras? Tu madre no sabia leer, y tampoco sabia escribir y se murio tan tranquila. En la familia nadie aprendio a leer antes de morirse. Yo no se, y ahi estas tu dandote aires. Y yo no soy hombre para aguantar eso, ?te enteras? Oye, a ver como lees.

Saque un libro y empece a leer algo que hablaba del general Washington y de las guerras. Cuando llevaba leyendo aproximadamente medio minuto, me arranco el libro de golpe y lo tiro al otro lado de la habitacion. Y va y dice:

—Es verdad. Si que sabes. Tenia mis dudas cuando me lo dijiste. Pues mira, dejate de infulas. No te lo voy a aguantar. Voy a estar muy atento, listillo, y si te pesco por esa escuela, te doy una paliza. Si sigues asi, tambien te va a dar religiosa. Nunca he visto un chico igual.

Agarro un cromo azul y amarillo con unas vacas y un chico, y va y dice:

—?Que es esto?

—Me lo han dado por saberme bien la leccion.

Lo rompio y va y dice:

—Yo te voy a dar algo mejor: te voy a dar una buena tunda.

Se quedo sentado murmurando y grunendo un rato y luego va y dice:

—Pero estas hecho todo un dandi, ?no? Cama y sabanas, espejo y tu alfombra en el suelo, mientras que tu propio padre tiene que dormir con los cerdos en las tenerias. Nunca he visto un chico asi. Seguro que tendras menos infulas cuando acabe contigo. Pero si es que no paras de darte aires… Me han dicho que eres rico. ?Eh?… ?Como ha sido eso?

—Es mentira… asi ha sido eso.

—Mira, ten cuidado como me hablas. Ya te estoy tolerando demasiado, asi que no te pongas insolente. Llevo dos dias en el pueblo y lo unico que me han dicho todos es que eres rico. Y tambien lo he oido decir por el rio. Por eso he venido. Manana me traes ese dinero: lo quiero yo.

—No tengo dinero.

—Mentira. Lo tiene el juez Thatcher. Si que lo tienes. Y yo lo quiero.

—No tengo nada de dinero. Te lo estoy diciendo. Preguntaselo al juez Thatcher y te dira lo mismo.

—Muy bien. Voy a preguntarselo y voy a hacer que apoquine, y si no ya me enterare por que. Oye, ?cuanto llevas en el bolsillo? Damelo.

—Solo tengo un dolar y lo quiero para…

—No importa para que lo quieras… Damelo y basta.

Se lo di y lo mordio para ver si era bueno, y despues dijo que iba a ir al centro del pueblo a tomarse un whisky; que no habia bebido en todo el dia. Cuando salio al cobertizo, volvio a meter la cabeza por la ventana y me maldijo por tener infulas y tratar de ser mas que el, y cuando calcule que se habia ido ya, volvio a meter la cabeza por la ventana y me dijo que cuidado con aquella escuela, porque iba a estar muy atento y me zurraria si no dejaba de ir.

Al dia siguiente estaba borracho y fue a ver al juez Thatcher, a darle la lata tratando de hacer que le diese el dinero, pero no lo consiguio, y despues juro que iba a hacer que la ley lo obligara.

El juez y la viuda fueron a la ley para que el tribunal le quitase la custodia y que uno de ellos fuera mi tutor, pero habia llegado un juez nuevo y no conocia a mi viejo, asi que dijo que los tribunales no debian intervenir para separar familias si podian evitarlo; dijo que preferia no separar a un hijo de su padre. Asi que el juez Thatcher y la viuda tuvieron que renunciar al asunto.

El viejo estaba mas contento que unas castanuelas. Dijo que me iba a estar zurrando hasta dejarme lleno de cardenales si no le conseguia algo de dinero. Le pedi prestados tres dolares al juez Thatcher, y padre se los llevo y se emborracho y armo un lio por todas partes con sus palabrotas, sus gritos y sus escandalos, y asi siguio por todo el pueblo, dandole a una cacerola hasta casi medianoche; entonces lo encarcelaron y al dia siguiente lo llevaron al juzgado y lo volvieron a meter en la carcel una semana. Pero dijo que estaba contento, que era quien mandaba en su hijo y que ya me arreglaria las cuentas.

Cuando salio, el nuevo juez dijo que iba a convertirlo en otro hombre. Asi que se lo llevo a su casa, le dio ropa buena y limpia y lo invito a desayunar y a comer y a cenar con la familia, y se porto como un hermano con el, como quien dice. Y despues de cenar le hablo de la templanza y cosas asi hasta que el viejo se echo a llorar y dijo que habia sido un idiota y que habia desperdiciado su vida en idioteces, pero que ahora iba a cambiar totalmente y ser un hombre del que no se avergonzara nadie, y esperaba que el juez lo ayudara y no lo despreciara. El juez dijo que aquello le daba ganas de abrazarle y hasta el y su mujer se pusieron a llorar; padre dijo que habia sido un hombre al que nadie habia comprendido hasta entonces y el juez dijo que lo creia. El viejo dijo que lo que necesitaba un hombre caido era solidaridad, y el juez dijo que era cierto; asi que se pusieron a llorar otra vez. Y cuando llego la hora de acostarse el viejo se levanto y alargo la mano y va y dice:

—Mirenla, senoras y caballeros; tomenla en las suyas, denselas. Esta mano era la de un cerdo, pero ya no lo es; es la de un hombre que ha empezado una nueva vida y que morira antes que volver a la antigua. Recuerden estas palabras: no olviden que las he dicho yo. Ahora es una mano limpia; denme las suyas, no tengan miedo.

Asi que todos le dieron la mano, uno tras otro, y lloraron. La mujer del juez se la beso. Despues el viejo firmo una promesa: hizo su senal. El juez dijo que era el momento mas sacrosanto que recordaba, o algo parecido. Despues hicieron acostarse al viejo en una habitacion muy bonita, que era la de los invitados, y aquella misma noche, un rato despues, le dio una gran sed y se bajo por el tejado del porche, por una de las columnas, y cambio su chaqueta nueva por una jarra de whisky matarratas y volvio a la habitacion y se lo paso estupendamente, y hacia el amanecer volvio a salir, mas borracho que una cuba, y se cayo rodando por el tejado del porche y se rompio el brazo izquierdo por dos sitios, y casi habia muerto de congelacion cuando alguien lo encontro despues de salir el sol. Y cuando entraron a ver lo que habia en aquella habitacion para los invitados, tuvieron que buscar un piloto para que les indicara el camino.

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