—?Asi que no has comido ni carne ni pan todo este tiempo? ?Por que no buscaste tortugas de rio?
—?Y como las iba a agarrar? No se les puede uno echar encima y agarrarlas; y, ?como va uno a matarlas de una pedrada? ?como se hace eso de noche? Y no iba a dejar que me vieran en la orilla de dia.
—Bueno, es verdad. Claro, has tenido que seguir en el bosque todo el tiempo. ?Oiste como disparaban el canon?
—Ah, si. Sabia que te buscaban a ti. Los vi pasar por aqui… los mire entre los arbustos.
Pasaron unos pajaritos que volaban una yarda o dos cada vez y se volvian a posar. Jim dijo que era senal de que iba a llover. Dijo que eso significaba cuando lo hacian los pollitos, asi que pensaba que era lo mismo cuando lo hacian los pajaritos. Yo iba a cazar algunos, pero Jim no me dejo. Dijo que traia la muerte. Dijo que su padre se puso muy enfermo una vez y alguien de su familia atrapo un pajaro y su abuelita dijo que su padre se moriria y eso fue lo que paso.
Y Jim dijo que no habia que contar las cosas que iba uno a cocinar para la cena, porque traia mala suerte. Lo mismo que si se sacudia el mantel despues de anochecer. Y dijo que si un hombre tenia una colmena y se moria ese hombre, habia que decirselo a las abejas antes de que volviera a salir el sol a la manana siguiente, porque si no las abejas se ponian enfermas y dejaban de trabajar y se morian. Jim dijo que las abejas no picaban a los idiotas, pero yo no me lo crei, porque me habia metido con ellas docenas de veces y a mi nunca me picaban.
Algunas de esas cosas ya las habia oido yo decir antes, pero no todas ellas. Jim se sabia montones de senales de esas. Dijo que se las sabia casi todas. Yo dije que me parecia que todas las senales traian mala suerte, asi que le pregunte si habia alguna senal de buena suerte. Y va y dice:
—Muy pocas, y no le valen a nadie. ?Para que quieres saber cuando viene la buena suerte? ?Quieres que no llegue? —y anadio—: Si tienes los brazos peludos y el pecho peludo, es senal de que vas a ser rico. Bueno, eso vale de algo, porque siempre es para dentro de mucho tiempo. Sabes, a lo mejor tienes que ser pobre mucho tiempo antes, y entonces podrias desanimarte y matarte, si no supieras por esa senal que con el tiempo vas a ser rico.
—?Tu tienes pelos en los brazos y en el pecho?
—?Y para que me lo preguntas? ?No ves que si?
—Bueno, ?eres rico?
—No, pero fui rico una vez y voy a volver a serlo. Una vez tuve catorce dolares, pero me dedique a especular y me arruine.
—?En que especulaste, Jim?
—Bueno, empece con valores.
—?Que clase de valores?
—Bueno, valores de verdad: ya sabes, ganado. Inverti diez dolares en una vaca. Pero no volvere a arriesgar dinero en valores. La vaca fue y se me murio.
—O sea, que perdiste los diez dolares.
—No, no los perdi todos. Solo unos nueve. Vendi la piel y la cola por un dolar y diez centavos.
—Te quedaban cinco dolares y diez centavos. ?Seguiste especulando?
—Si. ?Te acuerdas de ese negro del viejo senor Bradish que solo tiene una pierna? Bueno, pues puso un banco y dijo que todo el que depositara un dolar recibiria cuatro dolares mas al final del ano. Bueno, todos los negros depositaron, pero no tenian mucho. Yo era el unico que lo tenia. Asi que deposite mas de cuatro dolares y dije que si no me daba lo que me tocaba, yo abria mi propio banco. Bueno, claro que aquel negro no queria que yo le hiciera la competencia, porque decia que no habia negocio bastante para dos bancos, asi que dice que yo podia meter mis cinco dolares y el me pagaria treinta y cinco al final del ano.
»Asi que eso hice. Despues pense que invertiria los treinta y cinco dolares para que las cosas siguieran moviendose. Habia un negro que se llamaba Bob que tenia una barca plana y su amo no lo sabia, y se la compre y le dije que le daria los treinta y cinco dolares a fin de ano; pero alguien robo la barca aquellas noche y al dia siguiente el negro cojo dijo que el banco habia quebrado, asi que todos nos quedamos sin el dinero.
—?Que hiciste con los diez centavos, Jim?
—Bueno, iba a gastarmelos, pero tuve un sueno y el sueno me dijo que se los diera a un negro que se llama Balum, que lo llaman Asno de Balum; ya sabes, uno de esos medio tontos, pero dicen que tiene suerte, y ya estaba visto que yo no la tenia. El sueno dice que Balum invierta los diez centavos y haga que crezcan. Bueno, pues Balum se llevo el dinero, y cuando estaba en la iglesia oyo que el predicador decia que quien daba a los pobres prestaba al Senor y con el tiempo recibiria el dinero multiplicado por cien. Asi que va el Balum y les da los diez centavos a los pobres y se queda esperando a ver que pasa.
—Bueno, y, ?que paso, Jim?
—No paso nada. No consegui que me devolviera ese dinero pa na, y Balum tampoco. No voy a volver a prestar mas dinero hasta que me den un aval. ?Y decia el predicador que te devolverian el dinero cien veces! Si me devolviera los diez centavos quedariamos en paz y yo tan contento.
—Bueno, Jim, de todas maneras no importa, si vas a volver a ser rico tarde o temprano.
—Si, y ya soy rico ahora si lo piensa uno bien. Soy dueno de mi mismo y valgo ochocientos dolares. Ojala tuviera el dinero; ya no querria mas.
Me apetecia ir a buscar un sitio que estuviera hacia el centro de la isla y que habia visto cuando estaba explorando, asi que nos pusimos en marcha y en seguida llegamos, porque la isla solo media tres millas de largo y un cuarto de milla de ancho.
Aquel sitio era un cerro bastante largo y empinado, de unos cuarenta pies de alto. Nos costo trabajo llegar arriba, de empinados que eran los lados y espesos los arboles. Anduvimos buscando por todas partes y por fin encontramos una buena caverna en la roca, casi arriba del todo, en el lado que daba a Illinois. La caverna media tanto como dos o tres habitaciones juntas, y Jim podia estar de pie sin darse en el techo. Era fresca. Jim era partidario de guardar alli nuestras trampas inmediatamente, pero le dije que no nos convenia andar subiendo y bajando todo el tiempo.
Jim dijo que si teniamos la canoa escondida en un buen sitio y teniamos todas las trampas en la caverna, podriamos escondernos a toda prisa en ella si llegaba alguien a la isla, y que sin perros nunca nos encontrarian. Y, ademas, dijo que los pajaritos habian dicho que iba a llover y, ?queria yo que se nos mojaran todas las cosas?
Asi que volvimos, sacamos la canoa y llegamos frente a donde estaba la caverna y llevamos alli todas las trampas. Despues buscamos un sitio cerca donde esconder la canoa, en medio de los grandes sauces. Algunos peces habian picado en los sedales; los cojimos y volvimos a poner el cebo y empezamos a prepararnos para la cena.
La entrada de la caverna era lo bastante grande para meter un barril, y a un lado de la entrada el piso estaba un poco mas alto y era liso, o sea, un buen sitio para encender una hoguera. Asi que alli la encendimos y preparamos la cena.
Dentro tendimos las mantas para que hicieran de alfombra y para comer alli. Pusimos todo lo demas a mano en la trasera de la cueva. Poco despues oscurecio y empezo a tronar y relampaguear, o sea, que los pajaros tenian razon. Inmediamente despues empezo a llover y a llover con ganas, y nunca he visto un viento soplar asi. Fue una de esas buenas tormentas de verano. Estaba tan oscuro que fuera todo parecia de un azul—negro precioso, y la lluvia caia tan densa que los arboles a poca distancia parecian sombras como de telaranas, y llegaban soplidos del viento que doblaban los arboles y hacian levantarse las hojas por el lado palido de abajo, y despues seguia una rafaga feroz que hacia a las ramas agitar los brazos como si se hubieran vuelto locas, y despues, cuando estaba de lo mas azul y mas negro, ?fist! Se veia un resplandor como el de la gloria y las copas de los arboles que se agitaban a lo lejos en medio de la tormenta, a centenares de yardas mas de distancia de lo que se podia ver antes; volvian a quedar negras como el pecado en un segundo y entonces se oia la vuelta del trueno con un tamborileo espantoso que continuaba grunendo, rodando y tambaleando por el cielo hacia el otro lado del mundo, como si estuvieran haciendo rodar barriles escaleras abajo, ya sabeis, unas escaleras muy largas, donde los barriles rebotan mucho.
—Jim, esto esta muy bien —dije—. No querria estar en ninguna otra parte del mundo. Dame otro trozo de pescado y algo de pan de borona caliente.
—Bueno, pues no estarias aqui si no fuera por Jim. Estarias ahi fuera en el bosque y encima casi ahogado; te lo aseguro, mi nino. Las gallinas saben cuando va a llover y los pajaros tambien, nino.
El rio siguio creciendo diez o doce dias hasta que empezo a inundar las riberas. El agua tenia tres o cuatro pies de profundidad en la isla en los sitios bajos y en la ribera de Illinois. Por aquella parte media muchas millas de ancho, pero del lado de Missouri era la misma distancia de siempre —media milla—, porque la costa de Missouri era como una muralla de acantilados.
De dia dabamos la vuelta a la isla remando en la canoa. En medio del bosque hacia mucho fresco y siempre habia sombra, auque fuera nos quemara el sol. ibamos dando vueltas entre los arboles y a veces las lianas caian tan gruesas que teniamos que retroceder y seguir otro camino. Bueno, en cada viejo arbol hendido se veian conejos y serpientes y esas cosas, y cuando la isla llevaba uno o dos dias inundada estaban tan mansos, del hambre que tenian, que se podia llegar adonde estaban y acariciarlos si queria uno, pero no a las serpientes ni las tortugas, que se deslizaban por el agua. El cerro en el que estaba nuestra cueva estaba lleno de ellas. Podriamos haber tenido mascotas de sobra si hubieramos querido.
Una noche cogimos un trozo de una balsa de troncos: buenos troncos de pino. Media doce pies de ancho y quince o dieciseis de largo, y la parte mas alta estaba a seis o siete pulgadas por encima del agua: una superficie solida y nivelada. A veces veiamos como pasaban troncos aserrados a la luz del dia, pero los dejabamos pasar, pues de dia nunca saliamos.
Otra noche, cuando estabamos en la punta de la isla, justo antes de amanecer, aparecio una casa de madera del lado del oeste. Tenia dos pisos y estaba muy inclinada. Fuimos remando y subimos a bordo: nos metimos por una de las ventanas de arriba. Pero todavia estaba demasiado oscuro para ver, asi que amarramos la canoa y nos quedamos sentados a esperar el amanecer.
Empezo a llegar la luz antes de que alcanzaramos el otro extremo de la isla. Entonces miramos por la ventana. Vimos una cama y una mesa y dos sillas viejas y montones de cosas tiradas por el suelo, y habia ropa colgada junto a la pared. En el piso del rincon mas alejado habia algo que parecia un hombre. Asi que Jim dice:
—?Eh, tu!
Pero no se movio. Asi que volvi a gritar yo, y despues Jim dice:
—Ese no esta dormido: esta muerto. Tu quedate ahi, voy a ver.
Se acerco, se agacho a mirar y dijo:
—Esta muerto. Si, senor; y desnudo. Le han pegado un tiro por la espalda. Calculo que lleva muerto dos o tres dias. Ven, Huck, pero no le mires a la cara. Es demasiado horrible.
No mire en absoluto. Jim le echo unos trapos viejos encima, pero no hacia falta; yo no queria verlo. Por todo el piso estaban tirados montones de cartas de baraja viejas y grasientas, y viejas botellas de whisky y un par de mascaras hechas de pano negro, y las paredes estaban llenas de letreros y dibujos de lo mas torpe, hechos a carbon. Habia dos viejos vestidos de calico sucio y un bonete y algo de ropa interior de mujer colgado junto a la pared, y tambien ropa de hombre. Lo metimos todo en la canoa: podia servir de algo. En el suelo encontre un viejo sombrero de paja para muchacho; tambien lo recogi. Y ademas habia una botella con leche y un tapon de trapo para que mamara un nino. Nos habriamos llevado la botella, pero estaba rota. Habia una comoda vieja y estropeada y un baul viejo con las cerraduras rotas. Estaban abiertos, pero no quedaba nada que mereciese la pena. Por la forma en que estaban tiradas las cosas calculamos que la gente se habia ido a toda prisa, sin tiempo para llevarse la mayor parte de sus cosas.
Nos llevamos un viejo farol de hojalata y un cuchillo de carnicero sin mango y una navaja Barlow completamente nueva que valdria veinticinco centavos en cualquier tienda y un monton de velas de sebo; una palmatoria de hojalata y una cantimplora; una taza de estano y una vieja colcha deshilachada de la cama; un ridiculo con agujas y alfileres y cera de abeja y botones e hilo y todas esas cosas; un hacha y unos clavos y un sedal gordo como mi dedo menique con unos anzuelos enormes; un rollo de piel de ante y un collar de perro de cuero y una cerradura y muchos frascos de medicina que no tenian etiqueta, y cuando nos ibamos me encontre una almohaza bastante buena y Jim un arco de violin viejo y gastado y una pierna de madera. Se le habian caido los tirantes, pero salvo eso era una pierna bastante buena, aunque demasiado larga para mi y no lo bastante para Jim, y no logramos encontrar la otra, aunque la buscamos por todas partes.
Asi que, en general, conseguimos un buen cargamento. Cuando estabamos listos para marcharnos, ya nos encontrabamos a un cuarto de milla por debajo de la isla y era pleno dia, asi que hice que Jim se tumbara en la canoa y se tapara con la colcha, porque si se sentaba la gente podia ver desde lejos que era negro. Fui remando hasta el lado de Illinois y entre tanto gane media milla a la deriva. Subi por las aguas muertas bajo la ribera y no tuve accidentes ni heri a nadie. Llegamos a casa sanos y salvos.
Despues de desayunar yo queria hablar del muerto y suponer como lo habrian matado, pero Jim no queria. Dijo que traia mala suerte, y ademas, dijo, podia venir a perseguirnos, porque un hombre que no estaba enterrado tenia mas probabilidades de andar haciendo el fantasma que uno bien plantado y comodo. Aquello parecia bastante razonable, asi que no dije mas, pero no pude dejar de pensar en aquello ni de tener ganas de saber quien le habia pegado un tiro a aquel hombre y por que.