Un día más largo que un siglo - Айтматов Чингиз Торекулович 7 стр.


«Sary-Ozeki es el libro olvidado de la historia de la estepa...». Consideraba que la historia del cementerio de Ana-Beit tampoco era casual. Algunos son eruditos y sólo reconocen como historia lo que figura escrito en un papel. ¿Y si en aquellas épocas todavía no se escribían libros? ¿Qué hacer entonces?

Al poner atención a los trenes que pasaban por el apartadero, Yediguéi, por extraña analogía, recordaba las tempestades del mar de Aral, en cuyas orillas había nacido, crecido y vivido hasta la guerra. Kazangap era también un kazajo del Aral. Por eso se hicieron tan amigos cuando se encontraron en el ferrocarril. A menudo, en Sary-Ozeki, añoraban su mar, y poco antes de la muerte de Kazangap fueron los dos al Aral; fue como si el anciano hubiera ido a despedirse del mar. Habría sido mejor no haber ido. Era solamente ruina. Por lo visto, el mar se había ido; el Aral desaparecía, se secaba. Recorrieron unos diez kilómetros por el antiguo cauce, una desnuda tierra arcillosa, hasta llegar a la orilla del mar. Y entonces Kazangap dijo: «La tierra valía lo que valiera el mar de Aral. Ahora éste se seca. Para qué hablar de vida humana aquí». Y también dijo entonces: «Entiérrame en Ana-Beit, Yediguéi. ¡El mar y yo nos vemos por última vez!».

Burani Yediguéi se enjugó con la manga una lágrima que le asaltaba, carraspeó para que no le quedara en la garganta aquella mísera ronquera y se dirigió a la choza de Kazangap, donde velaban Aizada, Ukubala y algunas otras mujeres. Las mujeres de Boranly habían ido allí una después de otra, dejando el trabajo, para estar juntas y ayudar en lo que se necesitara.

Al pasar junto al cercado, Yediguéi se detuvo un instante ante la estaca clavada en el suelo junto a la que permanecía Karanar,preparado, ensillado y revestido con la manta de las borlas. A la luz de la luna, el animal parecía enorme, poderoso e imperturbable como un elefante. Yediguéi no pudo contenerse y le dio unas palmaditas en los flancos.

–¡Pero qué fuerte eres!

Ya en el umbral de la puerta, Yediguéi recordó sin saber por qué, incluso sin comprender el motivo, la noche anterior.

Cómo se había acercado al ferrocarril la zorra de la estepa, cómo él no se había atrevido y había abandonado la idea de arrojarle una piedra, y cómo después, cuando iba para su casa, despegó del cosmódromo, a lo lejos, una flamígera nave que partía hacia el negro abismo...

CAPÍTULO III

En aquella hora, en el océano Pacífico, en sus amplios espacios del norte, eran ya las ocho de la mañana. Un tiempo cegadora-mente soleado se difundía en infinita luz sobre una inabarcable calma, centelleante y majestuosa. Fuera de agua y cielo, no existía nada más en aquellos parajes. Sin embargo, precisamente allí, a bordo del portaviones Conventsia,se estaba desarrollando un drama mundial que nadie conocía fuera de los límites de la nave, un drama relacionado con un caso inaudito en la historia de la conquista del cosmos, algo sucedido en la estación orbital soviético-norteamericana Paritet.

El portaviones Conventsia—sede del estado mayor estratégico-científico del Centrun para el programa espacial conjunto «Demiurg»—, que por la causa mencionada había interrumpido inmediatamente toda relación con el mundo circundante, no había cambiado el lugar de su continua ubicación al sur de las islas Aleutianas, en el océano Pacífico. Por el contrario, aún había ajustado más sus coordenadas en esa zona para conseguir una distancia rigurosamente igual, por aire, con respecto a San Francisco y a Vladivostok.

También se habían producido algunos cambios en el propio barco científico. Por indicación de los copresidentes generales del programa, un estadounidense y un soviético, los dos operadores de turno en el bloque de enlace cósmico, un estadounidense y un soviético, que habían recibido la información sobre el extraordinario suceso ocurrido en la Paritet,habían sido incomunicados provisionalmente de manera rigurosa, para evitar que se filtraran noticias sobre lo sucedido...

El personal del Conventsiafue sometido al régimen de estado de alarma, aunque el barco no tenía un destino militar y ni mucho menos un armamento, y gozaba del estatus de inmunidad internacional por decisión especial de la ONU. Era el único portaviones no militar en todo el mundo.

A las once se esperaba la llegada al Conventsia,con un intervalo de cinco minutos, de sendas comisiones responsables de ambos bandos revestidas de indiscutibles poderes para tomar las decisiones extremas y las medidas prácticas que creyeran indispensables para la seguridad de sus países y de todo el mundo.

Así, pues, el portaviones Conventsiase encontraba en aquel momento en mar abierto al sur de las Aleutianas, a una distancia rigurosamente igual de Vladivostok y de San Francisco. La elección de aquel lugar no había sido casual. Esta vez se manifestaba con especial evidencia, como nunca se hiciera antes, la original perspicacia y previsión de los creadores del programa «Demiurg», pues incluso la ubicación del barco donde se ponía en práctica el plan de investigación planetológica, elaborado conjuntamente, reflejaba el principio de plena igualdad, de absoluta paridad en los principios que regían esta colaboración internacional técnico-científica única.

El portaviones Conventsia,con todo su instrumental y equipo, con todas sus reservas energéticas, pertenecía por partes iguales a ambos bandos y venía a ser, de esta manera, el barco cooperativa de los Estados socios. Estaba en enlace directo y simultáneo por radio, teléfono y televisión con los cosmódromos de Nevada y de Sary-Ozeki. En el portaviones tenían su base ocho aviones a reacción, cuatro de cada bando, que realizaban continuamente todos los transportes y traslados que necesitaba el Centrun en sus diarias relaciones con los continentes. El Conventsiatenía dos paritet-capitán, uno soviético y otro estadounidense: el paritet-capitán I-2, y el paritet-capitán 2-I; cada uno de ellos asumía la jefatura al entrar de guardia. De igual modo, toda la tripulación de la nave estaba duplicada: los ayudantes del paritet-capitán, los pilotos, los mecánicos, los electricistas, los marineros, los camareros...

La estructura del personal técnico-científico del Centrun en el Conventsiase había organizado siguiendo el mismo sistema. Empezando por los directores generales del programa por ambos bandos –los jefes paritet-planetólogos I-2 y 2-I- todos los subsiguientes científicos de todas las especialidades habían sido correspondientemente duplicados, representando en igual grado a ambos bandos. Por ello, también la estación cósmica, que se encontraba en la órbita «Tramplin», la más alejada del globo terráqueo que jamás se hubiera utilizado, se llamaba Paritet,reflejando la esencia de las relaciones mutuas en la tierra.

Como es natural, todo esto fue precedido por grandes y variados trabajos de preparación: científicos, diplomáticos y administrativos por parte de ambos Estados. Se necesitaron no pocos años para que, después de innumerables encuentros y reuniones, ambas partes llegaran a un acuerdo sobre todas las cuestiones generales y particulares del programa «Demiurg».

Este programa se planteaba la más colosal de las tareas en el campo de los problemas cosmológicos del siglo: estudiar el planeta Iks con el objeto de aprovechar sus recursos minerales, que encerraban inauditas –a escala terrestre– reservas de energía interna. Un centenar de toneladas de mineral de Iks, que se encontraba casi libremente sobre la superficie de este cuerpo estelar, podía, tras la pertinente elaboración, liberar una energía interna igual a la que necesitaría toda Europa, en forma de electricidad y calor, en todo un año. Tal era la naturaleza energética de la materia en Iks, surgida en condiciones especiales de la galaxia, bajo la acción de una prolongada evolución planetaria en el curso de muchos miles de millones de años. Lo atestiguaban las muestras de mineral traídas más de una vez por aparatos cósmicos de la superficie de Iks, y lo mismo decían los resultados de las expediciones que habían realizado varias incursiones breves a este rojo planeta de nuestro sistema solar.

El factor decisivo a favor del proyecto de conquista de Iks fue algo que no existía en ningún otro planeta conocido de la ciencia, incluidos la Luna y Venus: la presencia de agua libre en las entrañas de un planeta aparentemente desierto como Iks. La indiscutible existencia de agua se había comprobado con muestras de perforación. Según los cálculos de los científicos, bajo la superficie de Iks podía encontrarse una capa de agua de un espesor de varios kilómetros retenida en estado inalterable por unas capas inferiores de fría materia pétrea.

La existencia de esta enorme cantidad de agua en la estrella Iks aseguraba el carácter real del programa «Demiurg». En ese caso, el agua no era sólo una fuente de humedad sino también la materia prima para sintetizar otros elementos indispensables para la conservación de la vida y para el normal funcionamiento del organismo humano en las condiciones de otro planeta, y ante todo el aire para la respiración. Además, desde el punto de vista de la producción, el agua jugaba un papel fundamental en la teoría de la flotación primaria del mineral de Iks antes de ser cargado en los contenedores transcósmicos.

Estaba en estudio la cuestión de cómo transformar la energía de Iks: si en estaciones orbitales cósmicas para luego transmitirla a la Tierra a través de órbitas geosincrónicas, o bien directamente en la misma Tierra. El tiempo aún no apremiaba.

Se estaba preparando ya una gran expedición para el desembarco, por largo tiempo, de grupos de perforadores e hidrólogos a los que correspondería montar un conducto continuo, automáticamente controlado, que llevara un chorro de agua desde las entrañas de Iks a un sistema de cañerías. La estación orbital Paritetera, utilizando la terminología de los alpinistas, el principal campamento base en el camino hacia Iks. En la Paritetse habían instalado ya las necesarias construcciones para el amarre, carga y descarga de las «lanzaderas» de transporte que recorrerían el trayecto entre Iks y la Paritet.Con el tiempo, la construcción adicional de unos bloques, podrían instalarse en la Paritetmás de cien personas en condiciones muy confortables, incluyendo la continua recepción de las transmisiones televisivas de la Tierra.

En esta gran empresa cósmica, la obtención y el análisis del agua de Iks iba a ser el primer acto de actividad productiva realizado por el hombre fuera de los límites de su planeta...

Y se acercaba el día. Todo llevaba a ello...

En los cosmódromos de Nevada y de Sary-Ozeki se llevaban a cabo los últimos preparativos para la operación hidrotécnica en Iks. La Paritet,que se encontraba en la órbita «Tramplin», estaba preparada para recibir y reexpedir a Iks al primer grupo operativo de colonos cósmicos.

En esencia, la Humanidad contemporánea se hallaba en el umbral de su civilización extraterrena...

Y precisamente en ese momento, en la víspera del envío del primer grupo de hidrólogos a Iks, los dos paritet-cosmonautas que se encontraban en la órbita «Tramplin», en guardia cósmica de larga duración sobre la Paritet,desaparecieron sin dejar rastro...

Dejaron súbitamente de responder a cualquier señal, ni a la hora de las sesiones de enlace establecidas, ni en cualquier otro momento. La impresión era deprimente: excepto los transmisores, que señalaban continuamente la ubicación de la estación y el canal para corregir su movimiento, todos los demás sistemas de enlace radiotelevisivo estaban inactivos.

Pasaba el tiempo. La Paritetno respondía a ninguna interpelación. La inquietud en el Conventsiaiba en aumento. Se formularon toda clase de pronósticos y suposiciones. ¿Qué había pasado con los paritet-cosmonautas? ¿Cuál era el motivo de su silencio? ¿Habrían caído enfermos, se habrían envenenado con algún alimento impropio? Por lo menos, ¿estaban vivos?

Finalmente, se utilizó el último medio: se conectó la señal del sistema de alarma general contra incendios en la estación orbital. No hubo señal alguna en respuesta a esta aterrorizadora acción.

Un grave peligro pendía sobre el programa «Demiurg». Y entonces, el Centrun del Conventsiarecurrió a su última posibilidad para esclarecer la situación. Se enviaron a la Paritet,como emergencia para ensamblarse con ella, dos naves cósmicas con dos cosmonautas: uno desde el cosmódromo de Nevada y otro desde el de Sary-Ozeki.

Cuando se realizó el ensamblaje sincronizado, lo que resultó una empresa sumamente difícil, la primera noticia de los cosmonautas que habían penetrado en la Paritetfue pasmosa: después de recorrer todas las cabinas, los laboratorios, los pisos, todo, hasta el último rincón, declararon que no habían encontrado a los paritet-cosmonautas en la estación orbital. No estaban, ni vivos ni muertos...

A nadie se le había ocurrido algo semejante. Ninguna imaginación era capaz de suponer qué había sucedido, dónde se habían metido de pronto los dos hombres que se encontraban desde hacía más de tres meses en la estación orbital y que hastaentonces habían ejecutado con precisión todas las funciones que se les había encomendado. ¡No se habrían evaporado! ¡No habrían salido al cosmos!

La inspección de la Paritetse efectuó con enlace radiotelevisivo directo con el Conventsiay con la participación directa de ambos copresidentes generales, jefes de los paritet-planetólogos. Se veía muy bien en las muchas pantallas del Centrun cómo los cosmonautas charlaban y pasaban flotando en la ingravidez por todos los bloques y estancias de la estación orbital. Examinaban la estación paso a paso informando al mismo tiempo de sus observaciones. Esta conversación se registró en cinta magnetofónica:

PARITET. ¿Lo observáis? En la estación no hay nadie. No encontramos a nadie.

CONVENTSIA. ¿Hay rastro de objetos destrozados, de alteraciones o roturas en la estación?

PARITET. No. Todo parece estar como es debido, en orden. Todo está en su sitio.

CONVENTSIA. ¿Habéis visto algún rastro de sangre? PARITET. Absolutamente no.

CONVENTSIA. ¿Dónde se encuentran, y en qué estado, los objetos personales de los paritet-cosmonautas?

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