Romeo y Julieta - Уильям Шекспир 9 стр.


FRAY LORENZO.- (Aparte)¡Ojalá no supiera yo las verdaderas causas de la tardanza! Conde Paris, he aquí la dama que viene a mi celda.

PARIS.-Bien hallada, señora y esposa mía.

JULIETA.-Lo seré cuando me case.

PARIS.-Eso será muy pronto: el jueves.

JULIETA.-Será lo que sea.

PARIS.-Claro es. ¿Venís a confesaros con el padre?

JULIETA.-Con vos me confesaría, si os respondiera.

PARIS.-No me neguéis que me amáis.

JULIETA.-No os negaré que quiero al padre.

PARIS.-Y le confesaréis que me tenéis cariño.

JULIETA.-Más valdría tal confesión a espaldas vuestras, que cara a cara.

PARIS.-Las lágrimas marchitan vuestro rostro.

JULIETA.-Poco hacen mis lágrimas: no valía mucho mi rostro, antes que ellas le ajasen…

PARIS.-Más la ofenden esas palabras que vuestro llanto.

JULIETA.-Señor, en la verdad no hay injuria, y más si se dice frente a frente.

PARIS.-Mío es ese rostro del cual decís mal.

JULIETA.-Vuestro será quizá, puesto que ya no es mío. Padre, ¿Podéis oírme en confesión, o volveré al Avemaría?

FRAY LORENZO.-Pobre niña, dispuesto estoy a oírte ahora. Dejadnos solos, conde.

PARIS.-No seré yo quien ponga obstáculos a tal devoción. Julieta, adiós. El jueves muy temprano te despertaré. (Vase.)

JULIETA.-Cerrad la puerta, padre, y venid a llorar conmigo: ya no hay esperanza ni remedio.

FRAY LORENZO.-Julieta, ya sé cuál es tu angustia, y también ella me tiene sin alma. Sé que el jueves quieren casarte con el Conde.

JULIETA.-Padre, no me digáis que dicen tal cosa, si al mismo tiempo no discurrís en vuestra sabiduría y prudencia, algún modo de evitarlo. Y si vos no me consoláis, yo con un puñal sabré remediarme. Vos, en nombre del Señor, juntasteis mi mano con la de Romeo, y antes que esta mano, donde fue por vos estampado su sello, consienta en otra unión, o yo mancille su fe, matáramos este hierro. Aconsejadme bien, o el hierro sentenciará el pleito que ni vuestras canas ni vuestra ciencia saben resolver. No os detengáis; respondedme o muero…

FRAY LORENZO.-Hija mía, detente. Aún veo una esperanza, pero tan remota y tan violenta, como es violenta tu situación actual. Pero ya que prefieres la muerte a la boda con Paris, pasarás por algo que se parezca a la muerte. Si te atreves a hacerlo, yo te daré el remedio.

JULIETA.-Padre, a trueque de no casarme con Paris, mandadme que me arroje de lo alto de una torre, que recorra un camino infestado por bandoleros, que habite y duerma entre sierpes y osos, o en un cementerio, entre huesos humanos, que crujan por la noche, y amarillas calaveras, o enterradme con un cadáver reciente. Todo lo haré, por terrible que sea, antes que ser infiel al juramento que hice a Romeo.

FRAY LORENZO.-Bien: vete a tu casa, fíngete alegre: di que te casarás con Paris. Mañana es miércoles: por la noche quédate sola, sin que te acompañe ni siquiera tu ama, y cuando estés acostada, bebe el licor que te doy en esta ampolleta. Un sueño frío embargará tus miembros. No pulsarás ni alentarás, ni darás señal alguna de vida. Huirá el color de tus rosados labios y mejillas, y le sucederá una palidez térrea. Tus párpados se cerrarán como puertas de la muerte que excluyen la luz del día, y tu cuerpo, quedará rígido, inmóvil, frío como el mármol de un sepulcro. Así permanecerás cuarenta y dos horas justas, y entonces despertarás como de un apacible sueño. A la mañana anterior habrá venido el novio a despertarte, te habrá creído muerta, y ataviándote, según es uso, con las mejores galas, te habrán llevado en ataúd abierto al sepulcro de los Capuletos. Durante tu sueño, yo avisaré por carta a Romeo; él vendrá en seguida, y velaremos juntos hasta que despiertes. Esa misma noche Romeo volverá contigo a Mantua. Es el único modo de salvarte del peligro actual, si un vano y mujeril temor no te detiene.

JULIETA.-Dame la ampolleta, y no hablemos de temores.

FRAY LORENZO.-Tómala. Valor y fortuna. Voy a enviar a un lego con una carta a Mantua.

JULIETA.-Dios me dé valor, aunque ya le siento en mí. Adiós, padre mío.

ESCENA SEGUNDA

Casa de Capuleto

(CAPULETO, SU MUJER, el AMA y CRIADOS)

CAPULETO.- (A un Criado)Convidarás a todos los que van en esta lista. Y tú buscarás veinte cocineros.

CRIADO 1°.-Los buscaré tales que se chupen el dedo.

CAPULETO.-¡Rara cualidad!

CRIADO 2°-Nunca es bueno el cocinero que no sabe chuparse los dedos, ni traeré a nadie que no sepa.

CAPULETO.-Vete, que el tiempo apremia, y nada tenemos dispuesto. ¿Fue la niña a confesarse con fray Lorenzo?

AMA.-Sí.

CAPULETO.-Me alegro: quizá él pueda rendir el ánimo de esa niña mal criada.

AMA.-Vedla, qué alegre viene del convento.

CAPULETO.- (A Julieta)¿Dónde has estado, terca?

JULIETA.-En la confesión, donde me arrepentí de haberos desobedecido. Fray Lorenzo me manda que os pida perdón, postrada a vuestros pies. Así lo hago, y desde ahora prometo obedecer cuanto me mandareis.

CAPULETO.-Id en busca de Paris, y que lo prevenga todo para la comida que ha de celebrarse mañana.

JULIETA.-Vi a ese caballero en la celda de fray Lorenzo, y le concedí cuanto podía concederle mi amor, sin agravio del decoro.

CAPULETO.-¡Cuánto me alegro! Levántate: has hecho bien en todo. Quiero hablar con el Conde. (A un criado.)Dile que venga. ¡Cuánto bien hace este fraile en la ciudad!

JULIETA.-Ama, ven a mi cuarto, para que dispongamos juntas las galas de desposada.

SEÑORA DE CAPULETO.-No: eso debe hacerse el jueves: todavía hay tiempo.

CAPULETO.-No: ahora, ahora: mañana temprano a la iglesia. (Se van Julieta y el ama.)

SEÑORA DE CAPULETO.-Apenas nos queda tiempo. Es de noche.

CAPULETO.-Todo se hará, esposa mía. Ayuda a Julieta a vestirse. Yo no me acostaré, y por esta vez seré guardián de la casa. ¿Qué es eso? ¿Todos los criados han salido? Voy yo mismo en busca de Paris, para avisarle que mañana es la boda. Este cambio de voluntad me da fuerzas y mocedad nueva.

ESCENA TERCERA

Habitación de Julieta

(JULIETA y su MADRE)

JULIETA.-Sí, ama, sí: este traje está mejor, pero yo quisiera quedarme sola esta noche, para pedir a Dios en devotas oraciones que me ilumine y guíe en estado tan lleno de peligros. (Entra la señora de Capuleto.)

SEÑORA DE CAPULETO.-Bien trabajáis. ¿Queréis que os ayude?

JULIETA.-No, madre. Ya estarán escogidas las galas que he de vestirme mañana. Ahora quisiera que me dejaseis sola, y que el ama velase en vuestra compañía, porque es poco el tiempo, y falta mucho que disponer.

SEÑORA DE CAPULETO.-Buenas noches, hija. Vete a descansar, que falta te hace. (Vase.)

JULIETA.-¡Adiós! ¡Quién sabe si volveremos a vernos! Un miedo helado corre por mis venas y casi apaga en mí el aliento vital. ¿Les diré que vuelvan? Ama… Pero ¿a qué es llamarla? Yo sola debo representar esta tragedia. Ven a mis manos, ampolla. Y si este licor no produjese su efecto, ¿tendría yo que ser esposa del Conde? No, no, jamás: tú sabrás impedirlo. Aquí, aquí le tengo guardado. (Señalando el puñal.)¿Y si este licor fuera un veneno preparado por el fraile para matarme y eludir su responsabilidad por haberme casado con Romeo? Pero mi temor es vano. ¡Si dicen que es un santo! ¡Lejos de mí tan ruines pensamientos! ¿Y si me despierto encerrada en el ataúd, antes que vuelva Romeo? ¡Qué horror! En aquel estrecho recinto, sin luz, sin aire… me voy a ahogar antes que él llegue. Y la espantosa imagen de la muerte… y la noche… y el horror del sitio… la tumba de mis mayores… aquellos huesos amontonados por tantos siglos… el cuerpo de Teobaldo que está en putrefacción muy cerca de allí… los espíritus que, según dicen, interrumpen… de noche, el silencio de aquella soledad… ¡Ay, Dios mío! ¿No será fácil que al despertarme, respirando aquellos miasmas, oyendo aquellos lúgubres gemidos que suelen entorpecer a los mortales, aquellos gritos semejantes a las quejas de la mandrágora cuando se le arranca del suelo… no es fácil que yo pierda la razón, y empiece a jugar en mi locura con los huesos de mis antepasados, o a despojar de su velo funeral el cadáver de Teobaldo, o a machacarme el cráneo con los pedazos del esqueleto de alguno de mis ilustres mayores? Ved… Es la sombra de mi primo, que viene con el acero desnudo, buscando a su matador Romeo. ¡Detente, Teobaldo! ¡A la salud de Romeo! (Bebe.)

ESCENA CUARTA

Casa de Capuleto

(La SEÑORA y el AMA)

SEÑORA DE CAPULETO.-Toma las llaves: tráeme más especias.

AMA.-Ahora piden clavos y dátiles.

CAPULETO.- (Que entra.)Vamos, no os detengáis, que ya ha sonado por segunda vez el canto del gallo. Ya tocan a maitines. Son las tres. Tú, Angela, cuida de los pasteles, y no reparéis en el gasto.

AMA.-Idos a dormir, señor impertinente. De seguro que por pasar la noche en vela, amanecéis enfermo mañana.

CAPULETO.-¡Qué bobería! Muchas noches he pasado en vela sin tanto motivo, y nunca he enfermado.

SEÑORA DE CAPULETO.-Sí: buen ratón fuiste en otros tiempos. Ahora ya velo yo, para evitar tus veladas.

CAPULETO.-¡Ahora celos! ¿Qué es lo que traes, muchacho?

CRIADO 1°.-El cocinero lo pide. No sé lo que es.

CAPULETO.-Vete corriendo: busca leña seca. Pedro te dirá dónde puedes encontrarla.

CRIADO 1°.-Yo la encontraré: no necesito molestar a Pedro. (Se van.)

CAPULETO.-Dice bien, a fe mía. ¡Es gracioso ese galopín! Por vida mía. Ya amanece. Pronto llegará Paris con música, según anunció. ¡Ahí está! ¡Ama, mujer mía, venid aprisa! (Suena música.) (Al ama.)Vete, despierta y viste a Julieta, mientras yo hablo con Paris. Y no te detengas mucho, que el novio llega. No te detengas.

ESCENA QUINTA

Aposento de Julieta. Ésta, en el lecho

(El AMA y la SEÑORA)

AMA.-¡Señorita, señorita! ¡Cómo duerme! ¡Señorita, novia, cordero mío! ¿No despiertas? Haces bien: duerme para ocho días, que mañana ya se encargará Paris de no dejarte dormir. ¡Válgame Dios, y cómo duerme! Pero es necesario despertarla. ¡Señorita, señorita! No falta más sino que venga el Conde y te halle en la cama. Bien te asustarías. Dime, ¿no es verdad? ¿Vestida estás, y te volviste a acostar? ¿Cómo es esto? ¡Señorita, señorita!… ¡Válgame Dios! ¡Socorro, que mi ama se ha muerto! ¿Por qué he vivido yo para ver esto? Maldita sea la hora en que nací. ¡Esencias, pronto! ¡Señor, señora, acudid!

SEÑORA DE CAPULETO.- (Entrando.)¿Por qué tal alboroto?

AMA.-¡Día aciago!

SEÑORA DE CAPULETO.-¿Qué sucede?

AMA.-Ved, ved. ¡Aciago día!

SEÑORA DE CAPULETO.-¡Dios mío, Dios mío! ¡Pobre niña! ¡Vida mía! Abre los ojos, o déjame morir contigo. ¡Favor, favor! (Entra Capuleto.)

CAPULETO.-¿No os da vergüenza? Ya debía de haber salido Julieta. Su novio la está esperando.

AMA.-¡Si está muerta! ¡Aciago día!

Назад Дальше