DE LA PARTICIPACIÓN
La vida nos pide constantemente "¡Participa!". La participación es necesaria para nuestra alegría, pero también para nuestra protección. Quien se desentiende delante de las barbaridades que ve, está prestándole servicio a la fuerza de las tinieblas, y esto le será cobrado algún día.
Hay momentos en que evitamos la lucha, bajo los más diversos pretextos: serenidad, madurez, miedo al ridículo. Vemos la injusticia haciéndose próxima a nosotros, y nos quedamos callados. "No me voy a meter en todas las peleas", explicamos.
Esto no existe. Quien recorre un camino espiritual, carga consigo un código de honor que debe ser cumplido. La voz que clama contra lo que está mal siempre es oída por Dios.
Si nuestro hermano no tiene más fuerzas para reclamar, es nuestro turno de hacerlo por él.
DEL AEROPUERTO
Volábamos de Nueva York para Chicago, rumbo a un congreso literario. De repente, un joven se pone de pié en el pasillo del avión. "Preciso doce voluntarios" dice. Cada uno deberá llevar una rosa, cuando aterricemos".
Varias personas levantaron la mano. Yo también. Más no fui escogido. Pero resolví acompañar al grupo. Descendimos, el joven apuntó a una muchacha en el pasillo del aeropuerto de O´Hare. Uno a uno, los pasajeros fueron entregando sus rosas a ella. Al final, el muchacho le pidió casamiento enfrente de todos, y ella aceptó.
Un comisario de abordo comentó conmigo: "desde que trabajo aquí, fue la cosa más romántica que pasó en este aeropuerto".