DEL ESCLAVO
En la época en que trabajaba en el Sahara como piloto de aviación postal, el escritor Saint- Exupéry hizo una colecta con sus amigos de la Base Aérea; un empleado marroquí quería volver a su ciudad natal.
Consiguió juntar mil francos. Uno de los pilotos transportó al empleado hasta Casablanca, y volvió contando lo que sucedió: "Apenas él llegó, fue a cenar en el mejor restaurante, distribuyó generosas propinas, pagó bebidas para todos. Con el dinero que sobró, compró juguetes para los niños de su aldea. Este hombre no tenía el menor sentido de la economía".
"Al contrario", respondió Saint Exupéry. "Él sabía que la mejor inversión del Mundo son las personas. Gastando así, consiguió de nuevo ganar el respeto de sus coterráneos, que terminarán por darle empleo. Al final de cuentas, solo un vencedor puede ser tan generoso".
DE LA PASARELA
François es cantante de ópera. Caminábamos juntos por el margen del río que baña Strasburgo. Conversamos sobre la necesidad del hombre de comprenderse a sí mismo. En determinado momento, pasamos cerca de una pequeña pasarela que cruza el río, y François comentó: "Existe quien es capaz de construir puentes entre los seres humanos. Sus trabajos repercuten durante muchos años, y ayudan a la raza humana a crecer. Todo lo que yo tengo para compartir, entre tanto, es la belleza de la música. Cuando estoy en el escenario, un lazo fino, pero suficientemente fuerte, me permite comunicar la poesía de quien escribió las Arias. La belleza nos ayuda a estar mas cerca de Dios. Ella puede no tener la fuerza de un puente, pero tiene la utilidad de una pasarela que, aunque aparentemente frágil, cumple su misión de transportar a los hombres sobre las aguas turbulentas".