DE LA VEJEZ
Ana Cintra cuenta que su hijo pequeño, con la curiosidad de quien oyó una nueva palabra pero aún no entiende su significado, le preguntó: "¿Mamá, que es la vejez?". En una fracción de segundo antes de la respuesta, Ana hizo un verdadero viaje al pasado. Se acordó de los momentos de lucha, de las dificultades, de las decepciones. Sintió todo el peso de la edad y de la responsabilidad sobre sus hombros. Volvió para mirar a su hijo que, sonriendo, aguardaba una respuesta. "Mira mi rostro, hijo", dijo ella. "Esto es la vejez". E imaginó al muchacho viendo las arrugas, y la tristeza en sus ojos. Cual no fue su sorpresa cuando, después de algunos instantes, el pequeño respondió: "¡Mamá! ¡Cómo es la vejez de bonita!"
DEL MERCADO
El filósofo Sócrates, que provocó una verdadera revolución del pensamiento humano (y por causa de esto acabó condenado a muerte), era siempre visto paseando por el mercado principal de la ciudad.
Cierto día, uno de sus discípulos preguntó: "Maestro, aprendemos con el señor que todo sabio lleva una vida simple. El señor no tiene tampoco siquiera un par de zapatos". "Correcto", respondió Sócrates. El discípulo continuó: "Entre tanto, todos los días lo vemos en el mercado principal, admirando las mercaderías. ¿Será que podríamos juntar dinero para que pueda comprar algo?". "Tengo todo lo que deseo", respondió Sócrates. "¡Más adoro ir al mercado, para descubrir que continúo completamente feliz sin aquel montón de cosas!"