CADA UNO OFRECE SÓLO LO QUE TIENE
Hace algún tiempo, mi mujer ayudó a un turista suizo en Ipanema, que dijo haber sido víctima de unos ladronzuelos. Con un marcado acento y en pésimo portugués, dijo haberse quedado sin pasaporte, sin dinero, y sin un lugar para dormir.
Mi mujer le pagó el almuerzo, le dio la cantidad necesaria para que pudiera pasar la noche en un hotel hasta que se pusiera en contacto con su embajada, y se fue. Días después, un diario carioca publicaba la noticia de que el tal "turista suizo" era en realidad un original malandra carioca, que simulaba un falso acento y abusaba de la buena fé de las personas que amaban a Río y querían compensar la imagen negativa que -justa o injustamente-se transformó en nuestra tarjeta de presentación.
Al leer la noticia, mi esposa sólo comentó: "no será ésto lo que impida que ayude a la gente".
Su comentario me hizo recordar la historia del sabio que, cierta tarde, llegó a la ciudad de Akbar. Las personas no dieron mucha importancia a su presencia, y sus enseñanzas no consiguieron interesar a nadie. Después de algún tiempo, él pasó a ser motivo de risa y burlas por parte de los habitantes de la ciudad.
Un día, mientras paseaba por la calle principal de Akbar, un grupo de hombres y mujeres comenzó a insultarlo. Pero en lugar de fingir que no se daba cuenta de lo que ocurría, el sabio se acercó a ellos y los bendijo.
Uno de los hombres comentó:
– ¿Será, después de todo, que el hombre es sordo? ¡Le gritamos cosas horribles, y él sólo nos responde con palabras bellas!
– Cada uno de nosotros sólo puede ofrecer lo que tiene -fue la respuesta del sabio.
EL CAMINO QUE LLEVA AL CIELO
Cuando le preguntaron al Abate Antonio si el camino del sacrificio llevaba a Dios, éste respondió:
– Existen dos caminos de sacrificio. El primero es el del hombre que mortifica su carne, hace penitencia, porque considera que estamos condenados. Este hombre se siente culpable, y se juzga indigno de ser feliz. En este caso, no llega a ningún lado, porque Dios no habita en la culpa.
"El segundo es el del hombre que, aún sabiendo que el mundo no es perfecto como todos queremos, reza, hace penitencia, ofrece su tiempo y su trabajo para mejorar el ambiente que lo rodea. Entonces él entiende que la palabra sacrificio viene de sacro oficio. En este caso, la Presencia Divina lo ayuda todo el tiempo, y consigue resultados en el Cielo".