Reflexiones Diarias - Coelho Paulo 55 стр.


EL DESEO DEBE SER FUERTE

El yogui Ramakrishna ilustra, con una parábola, la intensidad del deseo que necesitamos tener:

El maestro llevó al discípulo cerca de un lago.

– Hoy te voy a enseñar lo que significa la verdadera devoción -dijo.

Le pidió al discípulo que se metiera con él en el lago, y tomando la cabeza del joven, la hundió debajo del agua.

Pasó el primer minuto. A mitad del segundo minuto, el joven ya se debatía con todas sus fuerzas para librarse de la mano del maestro y poder salir a la superficie.

Al final del segundo minuto el maestro lo soltó. El joven, con el corazón descontrolado, se levantó, jadeando.

– ¡Usted quiere matarme! -gritaba.

El maestro esperó a que se calmara, y le dijo:

– No deseaba matarte -porque si lo hubiera deseado, ya no estarías aquí. Quería nada más saber lo que sentiste mientras estuviste debajo del agua.

– ¡Sentí que me moría! ¡Todo lo que deseaba en la vida era respirar un poco de aire!

– Es exactamente eso. La verdadera devoción sólo aparece cuando no tenemos más que un deseo, y si no podemos realizarlo, morimos.

KRISHNA Y EL NIÑO

El cuento

La viuda de una aldea pobre de Bengala no tenía dinero para pagar el ómnibus de su hijo, de modo que el niño, cuando fue anotado en el colegio, iba a tener que cruzar, solo, una selva. Para tranquilizarlo, ella le dijo:

– No tengas miedo de la selva, hijo mío. Piensa que tu Dios Krishna te acompaña. Él escuchará tu oración.

El jovencito hizo lo que la madre decía, Krishna se hizo presente, y todos los días lo llevaba a la escuela.

Cuando llegó el día del cumpleaños del profesor, el niño le pidió a su madre algo de dinero para llevarle un regalo.

– No tenemos dinero, hijo. Pídele a tu hermano Krishna que te consiga un regalo.

Al día siguiente, el niño le contó su problema a Krishna. Éste le dio una jarra llena de leche.

Contento, el niño le entregó la jarra al profesor. Pero, como los otros presentes eran más bonitos, el maestro no le prestó la menor atención.

– Lleva esta jarra a la cocina -le dijo el profesor a un ayudante.

El ayudante hizo lo que se le mandó. Al tratar de vaciar la jarra, sin embargo, se dio cuenta que volvía a llenarse sola. Inmediatamente, fue a informar de este hecho al profesor que, confundido, le preguntó al niño:

– ¿Dónde conseguiste esta jarra, y cuál es el truco que la mantiene llena?

– Quien me la dio fue Krishna, el Dios de la selva.

El maestro, los alumnos, el ayudante, todos se rieron.

– No hay dioses en la selva, ¡eso es una superstición! -dijo el maestro. -¡Si él existe, salgamos a verlo!

El grupo completo salió. El niño comenzó a llamar a Krishna, pero éste no aparecía. Desesperado, hizo un último intento:

– Hermano Krishna, mi maestro desea verlo. ¡Por favor, aparezca!

En ese momento, de la selva salió una voz, cuyo eco se oyó por todas partes:

¿Cómo es que desea verme, hijo mío? ¡Si ni siquiera cree que existo!

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