Brida - Coelho Paulo 10 стр.


De repente, se dio cuenta de lo que había pensado.

Wicca no estaba enamorada del Mago, a causa de sus ojos. Ya había visto películas que hablaban de este tema. Libros. Todo el mundo sabía reconocer los ojos de una persona enamorada.

Sólo consigo entender las cosas simples después de que me enredo con las complicadas", pensó para sí. Quizá un día pudiese seguir la Tradición del Sol.

El otoño ya estaba en su plenitud y el frío empezaba a hacerse insoportable, cuando Brida recibió una llamada telefónica de Wicca.

Vamos a encontrarnos en el bosque. De aquí a dos días, en la noche de luna nueva, cuando falte poco para anochecer -fue todo lo que dijo.

Brida se pasó los dos días pensando en el encuentro. Hizo los rituales de siempre, danzó el ruido del mundo. "Preferiría que fuese una música", pensaba, siempre que tenía que bailar. Pero ya estaba casi acostumbrándose a mover su cuerpo según aquella extraña vibración, que conseguía percibir mejor durante la noche, o en los lugares silenciosos, como las iglesias. Wicca había dicho que, al danzar la música del mundo, el alma se amoldaba mejor al cuerpo y las tensiones disminuían. Brida comenzó a fijarse cómo las personas caminaban por las calles sin saber dónde colocar las manos, sin mover las caderas y los hombros. Tuvo ganas de explicar a todos que el mundo tocaba una melodía; si bailasen un poco esta música, dejando apenas al cuerpo moverse sin lógica algunos minutos al día, se sentirían mucho mejor.

Aquella danza, no obstante, era de la Tradición de la Luna y sólo las hechiceras la conocían. Debía haber algo semejante en la Tradición del Sol, aun cuando a nadie le gustase aprenderla.

– No conseguimos convivir con los secretos del mundo -decía a Lorens-. Y, sin embargo, todos ellos están frente a nosotros. Quiero ser una hechicera para conseguir verlos.

El día convenido, Brida se dirigió al bosque. Caminó entre los árboles, sintiendo la presencia mágica de los espíritus de la Naturaleza. Hace seiscientos años, aquel bosque era el lugar sagrado de los sacerdotes druidas: hasta el día en que San Patricio había expulsado a las serpientes de Irlanda y los cultos druidas desaparecieron. Aun así, el respeto por aquel lugar pasó de generación en generación, y hasta hoy los habitantes de la aldea vecina respetaban y temían el lugar.

Encontró a Wicca en el claro, vestida con su manto. Junto a ella habían cuatro personas más, todas con ropas normales, y todas mujeres. En el lugar donde antes había notado las cenizas, una hoguera estaba encendida. Brida miró al fuego con un miedo inexplicable, no sabía si era a causa de la parte de Loni que traía dentro de sí, o si la hoguera era una experiencia repetida en otras encarnaciones.

Llegaron otras mujeres. Había gente de su edad, y gente mayor que Wicca. Eran, en total, nueve personas. -No convidé a los hombres hoy. Vamos a esperar el reino de la Luna.

El reino de la Luna era la noche.

Se quedaron alrededor de la hoguera, conversando de los asuntos más banales del mundo, y Brida tuvo la sensación de que había sido convidada para un té de comadres, diferente sólo en el escenario.

Cuando el cielo se cubrió de estrellas, no obstante, el ambiente cambió. No fue necesaria ninguna orden por parte de Wicca; poco a poco, la conversación fue languideciendo y Brida se preguntó a sí misma si sería ahora cuando estaban reparando en la presencia del fuego y del bosque.

Después de algún tiempo en silencio, Wicca habló: -Una vez al año, en la noche de hoy, las brujas de todo el mundo se reúnen para rezar una oración y rendir homenaje a sus antepasados. Así lo manda la Tradición; en la décima luna del año debemos reunirnos en torno a la hoguera, que fue vida y muerte de nuestras hermanas perseguidas.

Wicca sacó de su manto una cuchara de palo. Aquí está el símbolo -dijo, mostrando la cuchara de palo a todas.

Las mujeres permanecieron de pie y se dieron las manos. Entonces, levantándolas hacia lo alto, escucharon la oración de Wicca.

– Que la bendición de la Virgen María y de su hijo Jesús caiga sobre nuestras cabezas esta noche. En nuestro cuerpo duerme la Otra Parte de nuestros antepasados; que la Virgen María nos bendiga.

Que nos bendiga porque somos mujeres, y hoy vivimos en un mundo donde los hombres nos aman y nos entienden cada vez más. No obstante, tenemos aún en el cuerpo la marca de las vidas pasadas y estas marcas duelen todavía.

Que la Virgen María nos libre de estas marcas y apague para siempre nuestro sentimiento de culpa. Nos sentimos culpables cuando salimos de casa, porque estamos dejando a nuestros hijos para ganar su sustento. Nos sentimos culpables cuando nos quedamos en casa, porque parece que no aprovechamos la libertad del mundo. Nos sentimos culpables por todo, y no podemos ser culpables porque siempre estuvimos distantes de las decisiones y del poder.

Que la Virgen María nos recuerde siempre que fuimos nosotras las mujeres, las que permanecimos junto a Jesús en el momento en que los hombres huyeron y negaron su fe. Que fuimos nosotras quienes lloramos mientras él cargaba la cruz, que permanecimos a sus pies en la hora de la muerte, que fuimos nosotras las que visitamos el sepulcro vacío. Que no debemos tener culpa.

Que la Virgen María nos recuerde siempre que fuimos quemadas y perseguidas porque predicábamos la Religión del Amor. Mientras las personas intentaban parar el tiempo con la fuerza del pecado, nosotras nos reuníamos en las fiestas prohibidas para celebrar lo que aún había de bello en el mundo. A causa de esto, fuimos condenadas y quemadas en las plazas.

Que la Virgen María nos recuerde siempre que, mientras los hombres eran juzgados en la plaza pública a causa de disputas de tierras, las mujeres eran juzgadas en la plaza pública a causa de adulterio.

Que la Virgen María nos recuerde siempre a nuestras antepasadas, que tenían que vestirse de hombre, como Santa Juana de Arco, para cumplir la palabra del Señor. Y aun así, morimos en la hoguera.

Wicca apretó la cuchara de palo con las dos manos y extendió sus brazos hacia adelante.

– Aquí está el símbolo del martirio de nuestras antepasadas. Que la llama que devoró sus cuerpos mantenga siempre encendidas nuestras almas. Porque ellas están en nosotros. Porque nosotras somos ellas.

Y tiró la cuchara de palo a la hoguera.

Brida continuó ejecutando los rituales que Wicca le había enseñado. Mantenía la vela siempre encendida, danzaba el ruido del mundo. Anotaba en el Libro de las Sombras los encuentros con la hechicera y frecuentaba el bosque sagrado dos veces por semana. Advirtió, para su sorpresa, que ya estaba entendiendo algo de hierbas y plantas.

Pero las voces que Wicca deseaba despertar no aparecían.

Tampoco conseguía ver el punto luminoso.

"Quién sabe si aún no conozco a mi Otra Parte", pensó, con cierto miedo. Éste era el destino de quien conocía la Tradición de la Luna: jamás engañarse sobre el hombre de su vida. Significaba decir que nunca más, a partir del momento en que se transformase en una hechicera de verdad, iba a tener las ilusiones que todas las otras personas tenían en el amor. Significaba sufrir menos, es verdad -tal vez significase incluso no sufrir nada-, porque podía amar todo más intensamente; la Otra Parte era una misión divina en la vida de cada persona. Aun cuando ella tuviese que irse un día, el amor por la Otra Parte -así lo enseñaban las Tradicionesera coronado de gloria, de comprensión y de una nostalgia purificadora.

Pero significaba también que, a partir del momento en que pudiese ver el punto luminoso, no tendría los encantos de la Otra Parte del Amor. Brida pensaba en las muchas veces en que se atormentó de pasión, en las noches que pasó despierta, esperando a alguien que no telefoneaba, en los fines de semana románticos que no resistían a la semana siguiente, en las fiestas con miradas ansiosas en todas direcciones, en la alegría de la conquista sólo para probar que era posible, en la tristeza de la soledad, cuando estaba segura de que el novio de una amiga suya era exactamente el único hombre en el mundo capaz de hacerla feliz. Todo aquello era parte de su mundo y del mundo de todas las personas que conocía. Esto era el amor, y de esta manera las personas buscaban a su Otra Parte desde el comienzo de los tiempos, mirando en los ojos, procurando descubrir el brillo y el deseo. Nunca había dado valor a estas cosas, al contrario, pensaba que era inútil sufrir por alguien, inútil morirse de miedo por no encontrar otra persona con quien compartir su vida. Ahora, cuando podía librarse ya de este miedo, pasó a no estar segura de lo que quería.

"¿Es que realmente quiero ver el punto luminoso?" Se acordó del Mago, empezó a creer que él tenía razón, y la Tradición del Sol era la única manera correcta de lidiar con el Amor. Pero no podía cambiar de idea ahora; conocía un camino, y tenía que ir hasta el final. Sabía que, si desistía, iba a ser cada vez más difícil hacer cualquier elección en la vida.

Cierta tarde, después de una larga clase sobre los rituales que eran utilizados por las antiguas hechiceras para provocar la lluvia y que Brida tenía que anotar en su Libro de las Sombras, aun cuando nunca fuera a utilizarlos-, Wicca le preguntó si usaba todas las ropas que poseía.

– Claro que no -fue la respuesta.

– Pues, a partir de esta semana, utiliza todo lo que esté en tu armario.

Brida creyó que no había entendido bien.

– Todo lo que contiene nuestra energía debe estar siempre en movimiento -dijo Wicca-. Las ropas que tú compraste forman parte de ti y representan momentos especiales. Momentos en que tú saliste de casa dispuesta a hacerte a ti misma un regalo, porque estabas contenta con el mundo. Momentos en que alguien te hizo daño, y tenías que compensar aquello. Momentos en que tú creíste que era necesario cambiar de vida. Las ropas siempre transforman emoción en materia. Son uno de los puentes entre lo visible y lo invisible. Existen ciertas ropas que, inclusive, son capaces de hacer daño, porque fueron hechas para otras personas y acabaron en tus manos.

Brida entendía lo que estaba diciendo. Había cosas que no conseguía usar; siempre que se las ponía, algo malo terminaba sucediendo.

– Deshazte de las ropas que no fueron hechas para ti…-insistió Wicca-. Y usa todas las otras. Es importante mantener siempre la tierra revuelta, la ola con espuma y la emoción en movimiento. El Universo entero se mueve: no podemos quedarnos paradas.

Al llegar a su casa, Brida colocó encima de la cama todo lo que estaba dentro del armario. Se quedó mirando cada pieza de ropa; había muchas de cuya existencia ya no se acordaba; otras recordaban momentos felices del pasado, pero ya habían quedado fuera de moda. Brida las guardaba, a pesar de todo, porque aquellas ropas parecían poseer una especie de hechizo, en caso de deshacerse de ellas, podría estarse deshaciendo de las cosas buenas que había vivido cuando las vestía.

Miró las ropas que pensaba que tenían "más vibraciones". Siempre había alimentado la esperanza de que estas vibraciones se invirtieran un día y pudiera usarlas de nuevo, pero siempre que decidía hacer una prueba, acababa teniendo problemas.

Se dio cuenta de que su relación con las ropas era aparentemente más complicada de lo que parecía. Incluso así, era difícil aceptar que Wicca estuviera queriendo meterse con lo más íntimo y personal de su vida: su manera de vestir. Ciertas ropas tenían que ser guardadas para ocasiones especiales, y sólo era ella quien tenía que decir cuándo debía usarlas. Otras no eran adecuadas para el trabajo, o incluso para las salidas de fin de semana. ¿Por qué Wicca tenía que entrometerse en esto?;jamás cuestionó una orden de ella, vivía danzando y encendiendo velas, metiendo puñales en el agua y aprendiendo cosas que no iba a utilizar nunca. Podía aceptar todo aquello, formaba parte de una Tradición, una Tradición que no comprendía pero que tal vez estuviese incluso hablando con su lado desconocido. No obstante, en el momento en que se metía con sus ropas, ya estaba metiéndose también con su manera de estar en el mundo.

Quién sabe si Wicca habría perdido los límites de su poder. Quién sabe si no estaba intentando interferir en algo que no debía.

Lo que está afuera es más difícil de cambiar que lo que está adentro.

Alguien había dicho algo. En un movimiento instintivo, Brida miró asustada a su alrededor. Pero estaba segura de que no iba a encontrar a nadie.

Era la Voz.

La voz que Wicca quería despertar.

Dominó su excitación y su miedo. Se quedó en silencio, esperando escuchar algo más, y todo lo que pudo oír fue el ruido de la calle, el sonido de la televisión conectada a distancia y el omnipresente ruido del mundo. Procuró quedarse en la misma posición en que estaba antes, pensar en las mismas cosas que había pensado. Todo había pasado tan rápido que ni siquiera se había llevado un susto, ni quedado admirada u orgullosa de sí misma.

Pero la Voz había dicho algo. Aunque todas las personas del mundo le probasen que aquello era fruto de su imaginación, aunque la caza de brujas volviese de repente y tuviese que enfrentar tribunales y morir en la hoguera a causa de ello, tenía completa y absoluta certeza de que había escuchado una voz que no era la suya.

"Lo que está afuera es más difícil de cambiar que aquello que está adentro." La voz podría haber dicho algo

más grandioso, ya que era la primera vez que la estaba escuchando en esta encarnación. Pero de repente, Brida se sintió invadida por una inmensa alegría. Tuvo ganas de telefonear a Lorens, de visitar al Mago, de contar a Wicca que su Don había surgido y que ella podía ahora formar parte de la Tradición de la Luna. Anduvo de un lado para otro, fumó algunos cigarrillos, y sólo media hora después consiguió calmarse lo suficiente como para sentarse otra vez en la cama, donde estaban todas las ropas esparcidas.

La Voz tenía razón. Brida había entregado su alma a una mujer extraña y -por más absurdo que pudiese parecer- era mucho más fácil entregar su alma que su manera de vestir.

Sólo ahora estaba entendiendo hasta qué punto aquellos ejercicios, aparentemente sin sentido, estaban revolviendo su vida. Sólo ahora, cambiando por fuera, podía percibir cuánto estaba cambiando por dentro.

Wicca, cuando volvió a encontrarse con Brida, quiso saber todo sobre la Voz -cada detalle estaba anotado en el Libro de las Sombras- y Wicca se puso contenta. -¿De quién es la Voz? -preguntó Brida.

Wicca, no obstante, tenía cosas más importantes que decir que estar respondiendo a las eternas preguntas de la joven.

– Hasta ahora te mostré cómo volver al camino que tu alma recorre desde hace varias encarnaciones. Desperté este conocimiento hablando directamente con ella -con el alma- a través de los símbolos y de los rituales de nuestros antepasados. Tú protestabas, pero tu alma estaba contenta porque estaba reencontrando su misión. Mientras te irritabas con los ejercicios, te aburrías con la danza, morías de sueño con los rituales, tu lado oculto bebía de nuevo la sabiduría del Tiempo, recordaba lo que ya había aprendido y la semilla crecía sin que tú supieses cómo. Llegó, sin embargo, el momento de empezar a aprender cosas nuevas. A esto se le llama Iniciación, porque ahí es donde está tu verdadero comienzo en las cosas que precisas aprender en esta vida. La Voz indica que ya estás preparada.

En la Tradición de las hechiceras, la Iniciación se hace siempre en los Equinoccios, en aquellas fechas del año en que los días y las noches son absolutamente iguales. El próximo es el Equinoccio de Primavera, el día 21 de marzo. Me gustaría que ésta fuera la fecha de tu Iniciación, porque yo también me inicié en un Equinoccio de Primavera. Ya sabes manejar los instrumentos y conoces los rituales necesarios para mantener siempre abierto el puente entre lo visible y lo invisible. Tu alma continúa recordando las lecciones de las vidas pasadas, siempre que realizas cualquier ritual que ya conoces.

Al oír la Voz, trajiste para el mundo visible lo que ya estaba sucediendo en el mundo invisible. O sea, comprendiste que tu alma está lista para el próximo paso. El primer gran objetivo ha sido alcanzado.

Brida recordó que antes también quería ver el punto luminoso. Pero desde que comenzara a reflexionar sobre la búsqueda del amor, esto iba perdiendo importancia cada semana.

– Falta sólo una prueba para que seas aceptada en la Iniciación de la Primavera. En el caso de que no lo consigas ahora, no te preocupes, muchos Equinoccios están en tu futuro y algún día serás iniciada. Hasta ahora has tratado con tu lado masculino: el conocimiento. Tú sabes, eres capaz de entender lo que sabes, pero aún no has llegado a la gran fuerza femenina, una de las fuerzas maestras de la transformación. Y conocimiento sin transformación no es sabiduría.

Esta fuerza siempre fue Poder en Maldición de las hechiceras, en general, y de las mujeres, en particular. Todas las personas que caminan por el planeta conocen esta fuerza. Todas saben que somos nosotras, las mujeres, las grandes guardianas de sus secretos. A causa de esta fuerza fuimos condenadas a vagar en un mundo peligroso y hostil, porque ella era despertada por nosotras, y existían lugares donde era abominada. Quien toca esta fuerza, aunque sea sin saberlo, está unida a ella por el resto de su vida. Puede ser su señor o su esclavo, puede transformarla en una fuerza mágica, o utilizarla el resto de la vida sin darse cuenta nunca de su inmenso poder. Esta fuerza está en todo lo que nos rodea, está en el mundo visible de los hombres y en el mundo invisible de los místicos. Puede ser masacrada, humillada, escondida o hasta incluso negada. Puede pasar años durmiendo, olvidada en un rincón cualquiera, puede ser tratada por la raza humana de casi todas las maneras, menos una: en el momento en que alguien conoce esta fuerza, nunca más, en toda su vida, podrá olvidarla. -¿Y qué fuerza es ésta?

– No sigas haciéndome preguntas tontas -respondió Wicca-. Porque sé que tú sabes cuál es.

Brida lo sabía. El sexo.

Wicca corrió una de las cortinas inmaculadamente blancas y mostró el paisaje. La ventana daba hacia el río, los edificios antiguos y las montañas en el horizonte. En una de aquellas montañas vivía el Mago.

– ¿Qué es aquello? -preguntó Wicca, señalando a lo alto de una iglesia.

– Una cruz. El símbolo del cristianismo.

– Un romano jamás entraría en un edificio con aquella cruz. Pensaría que se trataba de una casa de suplicios, ya que el símbolo en su fachada es uno de los más horrendos instrumentos de tortura que el hombre inventó.

La cruz es la misma, pero su significado cambió. De la misma manera, cuando los hombres estaban próximos a Dios, el sexo era la comunión simbólica con la unidad divina. El sexo era el reencuentro con el sentido de la vida.

– ¿Por qué las personas que buscan a Dios normalmente se apartan del sexo?

Wicca se irritó con la interrupción. Pero decidió responder.

– Cuando hablo de la fuerza, no hablo apenas del acto sexual. Ciertas personas utilizan esta fuerza sin usarla. Todo depende del camino escogido.

– Conozco esta fuerza -dijo Brida-. Sé cómo utilizarla.

Era el momento de volver otra vez al asunto. -Quizá sepas tratar el sexo en la cama. Esto no es conocer la fuerza. Tanto el hombre como la mujer son absolutamente vulnerables a la fuerza del sexo, porque allí el placer y el miedo tienen la misma importancia. -¿Y por qué el placer y el miedo caminan juntos? Por fin la chica había preguntado algo que valía la pena responder.

– Porque quien se enfrenta con el sexo sabe que está ante algo que sólo sucede con toda su intensidad cuando se pierde el control. Cuando estamos en la cama con alguien, estamos dando permiso para que esta persona comulgue no solamente con nuestro cuerpo sino con toda nuestra personalidad. Son las fuerzas puras de la vida que se comunican, independientemente de nosotros y, entonces, no podemos esconder quién somos.

No importa la imagen que tengamos de nosotros mismos. No importan los disfraces, las respuestas preparadas, las salidas honrosas. En el sexo, se hace difícil engañar al otro, porque allí cada uno se muestra como realmente es.

Wicca hablaba como alguien que conociera bien aquella fuerza. Sus ojos tenían brillo y había orgullo en su voz. Tal vez fuese esa fuerza lo que la mantenía tan atrayente. Era bueno aprender con ella: un día terminaría descubriendo el secreto de todo aquel encanto.

– Para realizar la Iniciación, tienes que encontrarte con esta fuerza. El resto, el sexo de las hechiceras, pertenece a los Grandes Misterios, y lo sabrás después de la ceremonia.

– ¿Cómo me encontraré con ella, entonces?

– Es una fórmula simple, y como todas las cosas simples, sus resultados son mucho más difíciles que todos los complicados rituales que te he enseñado hasta ahora.

Wicca se aproximó a Brida, la tomó por los hombros y miró el fondo de sus ojos.

– La fórmula es ésta: utiliza, durante todo el tiempo, tus cinco sentidos. Si ellos llegan juntos en el momento del orgasmo, serás aceptada para la Iniciación.

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