Perdona Pero Quiero Casarme Contigo - Федерико Моччиа 37 стр.


Ciento cuarenta y tres

La puerta del salón se abre. Apenas entra Niki, Roberto se abalanza sobre ella.

 ¡Nos lo podrías haber dicho! ¡Al menos podrías habernos explicado que ése era el motivo por el que lo has echado todo a rodar!

 Pero ¿qué estás diciendo, papá?

 ¡Digo que estás saliendo con otro!

 ¿Yo? Te equivocas por completo.

 ¿Ah, sí? ¡Pues entonces es todavía peor! ¡No sales con él, pero lo besas! ¿Alex lo sabe? Eh, dime, ¿al menos sabe eso?

 Oye, papá, no tengo ninguna intención de ser sometida a un interrogatorio a estas horas de la noche.

Niki echa a correr por el pasillo. Roberto la sigue de inmediato.

 Ah, claro, porque debes de creer que soy un payaso que va a casa de la gente a hacer promesas ¡Les digo que mi hija se casa y unos meses después la veo en el portal besándose con otro!

 ¡Papááá! -Niki grita como una loca, como si no quisiera seguir escuchándolo, como si se negara a aceptar la verdad que su padre le está echando en cara. Su verdad.

Se encierra en el cuarto de baño. Roberto empieza a aporrear la puerta.

 Quiero saber qué pasa, ¿me entiendes? ¡Abre! ¡Abre!

 ¡No! ¡No pienso abrir!

 ¡He dicho que abras!

 ¡No!

Simona detiene el brazo de Roberto, que sigue llamando a la puerta del cuarto de baño y, poco a poco, dulcemente, lo hace salir de nuevo a la terraza.

 Siéntate aquí, tranquilo, así Roberto toma asiento en un sillón.

 Esa chiquilla no me tomará el pelo

 Roberto, esa chiquilla que tú dices es tu hija, y en un momento como éste nos necesita Ten -Simona enciende un cigarrillo y se lo pasa-. Esta noche te concedo el derecho de fumarte otro, ¿de acuerdo? Pero tranquilízate. Yo hablaré con ella.

Roberto da una calada al cigarrillo.

 Sí, pero dile también

 Chsss Calma Le diré lo que deba decirle. ¿De acuerdo? Tranquilízate.

Roberto exhala un largo suspiro, da otra calada a su cigarrillo; parece haberse serenado un poco.

Poco después Simona se detiene delante de la puerta del cuarto de baño, que sigue cerrada.

 Niki, abre, soy yo.

Silencio.

 Venga, cariño. Quiero hablar contigo, estoy sola.

De nuevo silencio, pero unos instantes después oye que Niki quita el pestillo.

Simona sonríe y entra en el baño.

Ciento cuarenta y cuatro

 Tienes un piso precioso.

Raffaella deja su chaqueta sobre el sofá.

 ¿Te gusta? Me divertí mucho decorándolo. Compré muchas cosas en Londres, otras en Amsterdam Trabajé cierto tiempo en esas dos ciudades. ¿Puedo ofrecerte algo de beber? Tengo un ron buenísimo, un John Bally Agricole milesimado. Es delicadísimo, a la vez que intenso

También entiende de licores. Increíble, es una mujer realmente especial.

 Sí, gracias.

Raffaella entra apresuradamente en la cocina.

 ¿Con hielo? Yo suelo echarme dos cubitos.

 Lo prefiero solo

Alex se ha quedado en el salón y se dedica a mirar la librería. Ve algunos volúmenes interesantes. Hacia rutas salvajes, el libro que inspiró la película del mismo nombre, todos los libros de la Kinsella, La casa de las alondras, El cazador de cometas, algunas monografías de directores y actores, libros de fotografía de Walker Evans, Stephen Shore, William Eggleston y Robert Frank. Algún que otro pequeño souvenir de sus viajes por el mundo y unas cuantas fotografías enmarcadas de forma muy moderna. Alex coge una. Raffaella con el pelo recogido hacia un lado, cayendo sobre los hombros, y un vestido largo con un escote vertiginoso. En otra se la ve junto a un piano blanco luciendo un vestido negro y un collar de perlas de color claro. La deja y coge otra donde aparece en traje de baño. Tiene un cuerpo increíble. El bañador es precioso, en parte porque es minúsculo.

 En ésta estaba en Saint Barth, en el Caribe, un sitio estupendo donde elaboran un ron delicioso -Le pasa el vaso, luego se dirige al equipo de música y pone un CD. Suena una música lounge, cálida y sensual-. ¿Te gusta?

 ¿El ron o la música?

 Las dos cosas

 Sí El ron es estupendo -Alex da otro sorbo-. Y la música no puede ser más adecuada.

Raffaella se sienta a su lado.

 Es Nick the Nightfly. Me parece que esta música tiene una sensibilidad especial No se puede desperdiciar

Alex sigue bebiendo.

 ¿Qué quieres decir?

 ¿Has visto Vicky Cristina Barcelona?

 Sí.

 ¿Recuerdas cuando Javier Bardem se acerca a la mesa de las dos chicas?

Alex precisa:

 De Scarlett Johansson y Rebecca Hall.

 Sí, eso es Y les dice: «La vida es hermosa y no podemos desperdiciarla: buen vino, música y hacer el amor» Me parece una gran verdad, Alex. Creo que no debemos desperdiciarla.

Silencio. Esta vez se prolonga más o, al menos, eso es lo que le parece a Alex.

 Tengo una sorpresa para ti ¿Puedo?

Él asiente con la cabeza. Raffaella sonríe.

 Vuelvo en seguida.

Y desaparece en su habitación.

Ciento cuarenta y cinco

Simona se sienta en el suelo junto a Niki y se rodea las piernas con los brazos. Imita la posición de su hija. Apoya la cabeza en la pared y exhala un hondo suspiro, a continuación empieza a hablar.

 Cuando estaba a punto de casarme con tu padre tuve un repentino ataque de pánico, me escapé de casa dos días antes de la boda y mis padres se llevaron un buen susto. Él también, claro está. Sentía miedo del matrimonio, aunque la verdad es que yo creía haberme enamorado de otra persona

Niki alza la cabeza de los brazos.

 ¿En serio, mamá?

 Claro -Sonríe-. ¿Acaso crees que he entrado aquí y me he sentado a tu lado en el suelo para contarte una sarta de mentiras? Estuve con ese hombre, se llamaba Sandro, y después, casi de inmediato, sentí una especie de repulsión. Quiero decir que no me gustaba En realidad lo que me empujó a dar ese paso fue el miedo, el deseo de seguir siendo joven No estaba realmente enamorada de él, sino sólo asustada de todo lo demás.

Niki exhala un suspiro y se limpia la nariz con el puño de su camiseta.

 ¡Niki!

 ¡Perdona, mamá! -Después se echa a reír-. Pero en estas situaciones creo que es lo propio.

 Sí -sonríe Simona-. Tienes razón No sé en qué lío te has metido, pero recuerda que nosotros estaremos siempre a tu lado y que, sea lo que sea lo que hagas, te apoyaremos en tu decisión

 ¿Papá también?

 Por supuesto que sí. Diría incluso que él el primero Al principio reacciona así, pero ya sabes cómo es. Te adora y sólo desea tu felicidad. Así que serénate y vete a dormir. Con el tiempo lo entenderás todo. -Simona se levanta y se dirige hacia la puerta-. Claro que, cuanto antes lo comprendas, mejor

Niki esboza una sonrisa.

 Sí, lo sé, mamá.

 Bien Buenas noches.

 Adiós Ah, mamá

 ¿Sí?

 No te preocupes, no le contaré nada a papá de esa historia de Sandro.

Simona le sonríe.

 Vete a la cama.

Sale del cuarto de baño y se reúne con Roberto en la terraza.

 ¿Y bien? ¿Cómo ha ido?

Simona se sienta a su lado y mira el cenicero.

 ¡Te has fumado cuatro!

 Es que con tanta tensión

 ¡Ya sabes que es malo!

 ¡De acuerdo, no fumaré más! Pero, bueno, ¿qué tienes que contarme?

Simona se arrellana en el sillón.

 Creo que sólo está asustada. El otro no le interesa -¿En serio?

 Sí.

 ¿Cómo puedes estar tan segura?

 Le he contado que yo también me escapé y salí con Sandro.

 ¿De verdad? A saber qué pensará ahora

 Me ha servido para tirarle de la lengua; he pensado que al saber que yo también me había comportado así me lo contaría todo. ¡Si incluso le he confesado que me acosté con él!

 ¿También eso?

 Sí Si ve que su madre se comportó así, Niki no se avergonzará de contármelo todo

 Ah, ya -Roberto se calla por unos instantes, luego se levanta del sillón ligeramente tenso-. Pero fue sólo un beso, ¿no?

 Sí, cariño, sólo un beso Hace veintidós años.

Ciento cuarenta y seis

Alex apura su ron. La canción que suena en ese momento es preciosa. The Look of Love, de Nina Simone. La escucha mirando ensimismado el vaso vacío y a continuación las fotografías de esa chica tan hermosa y atractiva, tan sensual, tan divertida, tan solícita y tan fascinante. De repente todo le parece fácil y claro, fuera ya de toda duda.

De manera que se levanta del sofá. Raffaella ha terminado de preparar su sorpresa.

 Ya estoy aquí, Alex

Pero apenas le da tiempo a oír cómo se cierra la puerta de entrada. Se detiene en medio del salón. Lástima. Le habría encantado que viera ese conjunto de lencería azul de La Perla que compró ex profeso para él, para que se lo quitara y la amara sin hacerle demasiadas preguntas, sin hipotecas sobre el futuro, sin demasiados porqués. Lástima. Raffaella corre el pestillo de la puerta y atraviesa el pasillo con sus tacones altos, luciendo sus esbeltas piernas y sus nalgas perfectas.

La repentina determinación de Alex tiene un motivo muy sencillo. Llama a un taxi, lo espera en la calle, lo ve llegar y se sube a él.

 Quiero dar un paseo, por unos cincuenta euros, después lléveme a via Ripetta.

El taxista se pone en marcha.

 Eh, esa frase la he oído ya Era una escena de Michael Clayton, ¿verdad, señor? Esa película me gustó un montón, era realmente buena.

Alex se arrellana en el asiento. No tiene ganas de hablar con nadie. Ahora lo ve todo más claro. Ama, totalmente y sin ninguna clase

de dudas, a Niki. Y su vida jamás podrá colmarse sin ella, cualquier éxito, cualquier riqueza o propiedad no le impedirá echarla de menos A todo le faltará siempre esa pequeña pieza que ella representa en todas las cosas. Alex mira por la ventanilla. La noche. La ciudad. Los coches. Los semáforos. Las tiendas cerradas. La gente que sale de los locales. Ahora sé lo más hermoso. No quería casarme con ella porque ya soy mayor, o porque ella es una chica guapa y decente, honesta y sincera, que no te engaña y que, en cualquier caso, nunca te decepciona. Quería casarme con ella porque, haga lo que haga, siempre será Niki, y eso me basta. Ésta es la prueba de amor más grande, es la primera vez que logro comprenderlo y que descubro que puedo sentirlo. Sí. Sin la menor duda. Niki y ya está.

Ciento cuarenta y siete

Muchos días después.

Olly deambula descalza por la casa mientras habla por el móvil. Camina arriba y abajo muy excitada.

 Bueno, sí, ¡es una idea fantástica! ¡Fuerteventura es superguay! ¿Y cuándo nos vamos?

Erica le da todas las indicaciones desde el otro extremo de la línea. Como siempre, demuestra que es una perfecta organizadora.

 Salimos el 15 y nos quedaremos dos semanas. He encontrado un complejo de apartamentos espectacular, donde podremos alojarnos todos a buen precio. El vuelo lo pillamos en el último momento, pues salen ofertas cada dos por tres. ¡Y somos unas diez personas! Vendrán todos

 ¿Todos, todos?

 Claro, nosotras, las Olas, Filippo, Guido y otras dos amigas de Niki de la facultad. Invita a alguien si quieres, basta con que me avises a tiempo para hacer la reserva.

 Muy bien. ¡Lo pienso y cuando sepa algo te lo digo!

Qué maravilla. Unas vacaciones en una isla como Fuerteventura. Es justo lo que necesitaba. Sí, me las merezco. De vez en cuando hay que concederse algún capricho, ¿no? Recuerda la frase de Erica: «Invita a alguien si quieres.» Pues sí. No estaría nada mal. Me habría gustado ir con Giampi. Pero lo he perdido. Se sienta en el sofá. No, iré sola. Como Niki y Erica. Nos divertiremos de todos modos. Después sonríe, en todo caso se lo podría decir a Simone. Me encantaría que viniera. Luego le viene a la mente Diletta. Es estupenda. Ha tomado una decisión muy importante. Me siento muy orgullosa de ella. Será una madre estupenda. Olly se tumba y se desentumece un poco. Sí, es una bonita época, tengo que reconocerlo. Sólo espero que Niki encuentre también su felicidad.

Ciento cuarenta y ocho

Roma. En el interior del loft se están llevando a cabo importantes preparativos.

 Póngalo ahí, ahí arriba Sí, así.

Pietro mira satisfecho al técnico que está colocando el altavoz del equipo de música en un rincón de la librería.

 ¿Así, señor?

 Sí Sí, así está bien.

Flavio está vertiendo vodka dentro de una jarra.

 Chicos, yo me he bebido ya tres, ¿eh? Además de naranja mezclada con pomelo rosa y piña, un poco de lima ¡Y la «bomba» está lista!

Pietro la prueba con una cucharilla.

 Miran, ¡qué rica! ¡Nada más probarla se tirarán de cabeza a mi cama!

 Vamos -Flavio lo mira enojado-. Intenta ser generoso y deja algo para los demás.

Enrico está sentado en el suelo jugando con Ingrid.

 Pero ¿todavía está con ese tema? -Mira a la niña-. A saber qué es lo que piensa de vosotros.

Pietro se queda pasmado.

 ¡Pero si no entiende una palabra de lo que decimos!

Enrico acaricia a la pequeña.

 ¡Te equivocas! Los niños lo entienden todo, son muy sensibles ¡A diferencia de ti!

Pietro sigue dando instrucciones sobre los altavoces del estéreo.

 ¡Ah, ahora, como de costumbre, es culpa mía! Pero cuando crezca

Flavio lo mira, curioso.

 ¿Quién? ¿Enrico?

Pietro se echa a reír, consciente de que su amigo se está mosqueando.

 ¡No, su hija! Apenas tenga la edad justa, me dejaré caer por su casa con un descapotable y la invitaré a salir. ¡Me gustará ver qué cara pone su padre!

Enrico ni siquiera se digna volverse.

 Una cara sombría ¡Entre otras cosas porque no la dejaré salir!

 Ah, ¡de manera que tú serás uno de esos padres autoritarios!

 No, seré un padre que salva a sus hijos de conocer a piltrafas como tú.

Pietro enarca las cejas.

 Ésa sí que no me la esperaba En cualquier caso, iré a buscarla cuando cumpla dieciocho años; quizá esté buenísima, y será ella la que decida lo que quiere hacer.

El técnico sale de debajo de un mueble.

 Ya he sujetado los altavoces, señor. ¿Quiere que lo probemos?

 Sí, mejor. ¡Probemos con éste! -Le pasa un CD-. He traído una recopilación que me ha grabado mi librero de confianza.

Flavio lo mira sorprendido.

 ¿El librero te graba CD?

 Sí. ¡Mezcla canciones que tú puedes elegir de varios CD y te los vende a buen precio!

Flavio se queda estupefacto.

 Ah, que encima te los vende ¿Y no sabe que se arriesga a acabar en la cárcel?

 De hecho, yo soy su abogado, lo libré de un buen lío y ahora me los graba gratis. Tú le das el título y él se ocupa de meter las canciones más adecuadas para la ocasión.

 ¿Y qué título le diste?

 Noche ardiente.

 ¡Genial! -exclama Flavio.

Justo en ese momento el técnico pulsa una tecla y empieza a sonar Single Ladies, de Beyoncé.

 ¡Súbela! ¡Súbela!

Todos empiezan a moverse divertidos al ritmo de la música.

 Mira, hasta la niña se ha puesto a bailar.

Ingrid sigue la melodía con la cabeza en tanto que Enrico se tapa la boca con las manos, conmovido. En ese preciso momento se abre la puerta de entrada y aparece Alex.

 Pero ¿qué pasa? ¿Qué estáis haciendo?

El técnico baja poco a poco el volumen.

Pietro le indica con un ademán que le parece perfecto.

 Ya puede apagarlo, ha quedado fantástico.

El técnico apaga el reproductor de CD.

Alex se detiene sorprendido en el centro del salón.

 ¿Se puede saber qué estáis organizando?

Pietro abre una carpeta que hay sobre la mesa y saca unas fotografías de unas chicas guapísimas.

 ¿Que qué estamos organizando? Por el momento, nada ¡pero no te digo la que montaremos esta noche! Mira esto, ¿te gustan? Españolas, para tu nueva campaña

 ¿A qué te refieres?

 He hablado con tu despacho, al que, si lo recuerdas, represento como abogado y con el que realizo importantes negocios a diario

 Claro -Alex sonríe-. En cambio, yo te recuerdo que todo eso es así gracias a mí

Pietro traga saliva.

 Por supuesto Pues precisamente por eso, para facilitar tu próximo trabajo, es decir, la campaña española, ¡tachán!, nos daremos el gusto de elegir esta noche a las modelos. Las hemos invitado a una superfiesta con música, diversión garantizada y champán

Flavio precisa:

 Bueno, la verdad es que aquí sólo hay vodka.

 Da igual; es más, cuanto más fuerte sea la bebida antes perderán la cabeza

Alex mira sucesivamente a Pietro, a Flavio y a Enrico.

 Si por vosotros fuera, seguiríais llevando siempre esta vida, ¿verdad? Todo vale: fiestas, vodka, música, tías estupendas

Los demás se miran. Pietro, quizá el más convencido de no estar haciendo nada malo, asiente satisfecho.

 Os importa un comino construir o no una auténtica relación -prosigue Alex. Después señala a Pietro-. Tú has roto con Susanna, has seguido haciendo como si nada, y después de unos días de falso pesar vuelves a la carga y organizas fiestas sin sentido que sólo sirven para llenar el vacío que tienes dentro Aunque también podría equivocarme. Quizá tú seas verdaderamente así. Quizá te encuentras cómodo en ese vacío En ese caso, nos has engañado a todos Tal vez ni siquiera te importe nuestra amistad

Pietro abre los brazos.

 No, no puedes decir eso. ¡Te equivocas de medio a medio y lo he demostrado sobradamente!

 Ah, es cierto Te interesa nuestra relación, al menos la que tienes conmigo, de no ser así, no podrías invitar a las españolas

 Qué rebuscado eres

 ¡Soy realista! -Alex continúa, dirigiéndose ahora a Flavio-: Y tú no te quedas a la zaga: tu esposa decidió que vuestra relación había acabado y tú, en lugar de reaccionar, te resignas y no mueves un dedo ¿Eres feliz con la vida que llevas? ¿Debías romper para poder vivirla? ¿No podías haberla vivido desde siempre? ¿Por qué te casaste? ¿Es ésta la vida que te gusta? Quizá tu esposa haya encontrado ya a otro y a ti te da igual. Y tú -señala a Enrico- ¡sigues jugando con una niña porque no tienes el valor de salir por esa puerta y empezar de nuevo tu vida, la tuya!

 ¡Pero yo quiero a Ingrid de verdad!

 ¡Faltaría más! Vaya una respuesta. Seguro que ella también te quiere y, si pudiera, te criaría ella, te enseñaría que uno no puede esconderse, que debe tener el valor de seguir creyendo en el amor Además del que siente por su hija. El amor de pareja. Construir juntos, un día tras otro, caer, volver a levantarse, equivocarse, perdonar y amar. Amar, ¿lo entendéis? -Sacude la cabeza y sale dando un portazo.

Todos se miran, pero el técnico es el único que tiene agallas para hablar.

 Bueno Creo que tiene razón. Yo vivo con mi esposa desde hace treinta años Algunas veces la mataría, pero otras comprendo que sin ella sería muy infeliz Y esto último me sucede con más frecuencia que lo primero

Pietro, Flavio y Enrico se miran. Después, sin pronunciar una palabra, Enrico coge en brazos a Ingrid, Flavio se seca las manos y los dos salen de casa. Pietro coge a su vez las llaves del coche. Y los tres echan a correr en diferentes direcciones. Cada uno con sus preocupaciones, con sus miedos y sus contradicciones a cuestas.

Ciento cuarenta y nueve

La maleta está casi lista. Diletta ha cogido de todo. Incluso más.

 Amor mío, pero si sólo vamos a estar diez días.

 Sí, pero nunca se sabe. ¡Mejor llevar varias mudas! También he comprado algunos vestidos de premamá, mira qué monos -Los pone sobre la cama.

 Sí, estarás guapísima Oye, ¿crees de verdad que podemos marcharnos?

Diletta lo mira extrañada.

 Por supuesto que sí, ¿por qué lo dices?

 Porque estás embarazada, si te cansas

 ¡Tú lo has dicho, estoy embarazada, no enferma! Además, perdona, ¿sabes lo bien que le sentará la brisa marina al bebé? ¡Olas de verdad para una olita que está a punto de llegar! Lo más. Nos bañaremos, pasearemos por la playa y bailaremos. ¡Nos lo pasaremos en grande! Además, así también te relajas tú -Sigue metiendo las cosas en la maleta. Una camiseta. Otro par de chanclas. Pantalones. Camisetas sin tirantes. Tops. Después corre al cuarto de baño y coge el neceser-. Por otra parte, las mujeres embarazadas están incluso más guapas, lo he leído en una revista ¡Así que quiero lucirme todo lo posible!

Filippo se echa a reír.

 ¡Sí, pero sin exagerar! ¡Tú eres mi Diletta y llevas una olita en la tripa! -Se acerca a ella y la besa con ternura-. Bueno, venga, vayámonos ya, los demás nos esperan. Mi maleta está ya en el maletero del coche. ¡Al aeropuerto! -Abre los brazos imitando a un avión y se aleja.

Diletta sonríe sacudiendo la cabeza. Es como un niño. Pero en el fondo también es bonito que sea así. Acaba de hacer la maleta. Sí, dentro de unas horas estaremos volando con las Olas y los amigos de Niki rumbo a Fuerteventura. Niki. Cómo me gustaría que en estos momentos fueses tan feliz como yo. Pequeña e indecisa Niki. ¿Qué harás? Espero que estas vacaciones te ayuden.

Ciento cincuenta

El tráfico es particularmente intenso. Erica repiquetea nerviosa con el dedo en la ventanilla. Después mira a su madre, que va al volante.

 Venga, mamá, muévete ¡Me esperan en el aeropuerto! ¡Ya sabes que odio llegar tarde cuando organizo un viaje!

La madre de Erica sonríe.

 ¡Ni que yo tuviera una varita mágica capaz de hacer desaparecer todos esos coches! Además, la próxima vez, en lugar de perder tres horas haciendo las maletas intenta darte un poco más de prisa y así podremos salir antes.

Erica mira afuera. A fin de cuentas, ella siempre tiene razón. Aunque no me importa. Esta vez no quiero enfadarme. Quiero disfrutar. Fuerteventura. Un nuevo inicio. Mar. Playa. Discotecas. Sin preocupaciones por fin. Sin chicos rondándome por la cabeza. Nada. Mis amigas y yo, nada más. Y varios compañeros de la facultad de Niki. Sí. Sencillez. Sin problemas. El mar y yo. Acto seguido mira de nuevo a su madre y le planta un beso en la mejilla. Como no se lo esperaba, casi le hace dar un bandazo.

 Pero ¿qué haces, Erica? ¡Casi nos matamos! Avisa, ¿no?

Ella se echa a reír.

 Claro, te diré: «¡Perdona, mamá, pero voy a besarte! Prepárate, ¿eh?» ¿Ves?, ése es precisamente el problema de los tiempos que vivimos. Nadie está ya acostumbrado a los gestos de afecto. Ni siquiera tú. Pero, en cambio, nos equivocamos. Es algo parecido a esa historia de los abrazos gratis, ¿sabes que por la calle regalan abrazos gratis a los desconocidos? Existe incluso el día mundial, que se celebra desde hace unos años. Me parece precioso. La gente se abraza, a menudo sin conocerse, por un único motivo: intercambiar un afecto sincero. De modo que, como estás conduciendo y no puedo abrazarte, acepta mi beso y calla.

La madre de Erica sacude la cabeza.

 Tengo la impresión de que necesitas estas vacaciones, tesoro ¡Estás un poco estresada! -y sigue conduciendo hasta que, al final, vislumbran el aeropuerto.

Ciento cincuenta y uno

El aeropuerto está lleno de gente que camina arriba y abajo arrastrando maletas de todo tipo. Los grupos organizados rodean a la correspondiente guía y escuchan sus indicaciones. Algunos se despiden con un abrazo y mil advertencias. Otros, en cambio, parten solos y miran los paneles horarios con ansia o aburrimiento, según el caso. Los anuncios ininterrumpidos en varios idiomas llenan el aire. Niki, Diletta, Filippo, Erica y varios chicos de la facultad, entre los cuales se encuentra también Guido, están de pie junto a un quiosco. Hablan felices, imaginan cómo será el viaje y bromean. Filippo abraza por detrás a Diletta y le muerde una oreja. Erica enseña a las otras chicas unos folios que ha impreso de Internet y que muestran varios locales e itinerarios de Fuerteventura. Niki deambula silenciosa. Guido la mira desde lejos. Últimamente está un poco distante. Pero es normal, después de todo lo que le ha sucedido quizá necesite un poco de tranquilidad. En cualquier caso, en Fuerteventura tendrán tiempo de solucionarlo todo.

 Oh, pero ¿cuándo llegará Olly? El mostrador de facturación no tardará en cerrar.

 Y yo qué sé, cuando tenemos que ir a algún sitio siempre llega tarde.

De repente, del fondo del pasillo, en medio de la multitud, aparece Olly corriendo. Arrastra una maleta enorme y lleva una bolsa en bandolera. Erica la ve.

 ¡Menos mal, aquí está!

Olly les sonríe desde lejos y alza la mano en un gesto de saludo. Al cabo de unos instantes llega a su lado.

 ¡Hola, chicos! ¡Aquí estoy!

Todos la saludan.

 Bien, en ese caso podemos ir al mostrador -dice Erica.

 No, esperad un momento -replica Olly.

 ¿Aún? ¿Por qué?

 Tiene que venir alguien más, ha entrado un momento en el servicio

Erica, Diletta y Niki se miran. Después miran a su amiga.

 ¿Se puede saber quién es? Pero ¿no habías dicho que vendrías sola?

 Lo sé, pero encontró plaza en el avión y no creo que en el hotel nos pongan pegas por una persona más o menos

 No -reconoce Erica-. Pero te dije que me avisaras

 Tienes razón, sólo que entonces no sabía nada

Pasados unos instantes llega Simone tirando de dos maletas con ruedas. Casi tropieza con una de ellas, se detiene de golpe y mira intimidado al resto del grupo.

 Hola, encantado Soy Simone, trabajo con Olly.

Todos lo observan. Niki, Erica y Diletta sonríen. Saben de sobra quién es, Olly les contó toda la historia de los diseños. Aunque la verdad es que jamás se habrían imaginado verlo allí.

 Sí, él es Simone

Erica se acerca a toda prisa a Olly y le da un codazo.

 ¡Así que estás con él!

Simone, mientras tanto, se ha puesto a hablar con Filippo.

También Diletta y Niki se acercan.

 ¡Venga, sí, si salta a la vista! ¡Te traes a un chico a Fuerteventura! ¡Sales con él seguro, digas lo que digas!

Olly trata de explicar lo que ocurre a sus tres amigas.

 No, no salgo con él. Le he invitado para darle las gracias, eso es todo. Ya os conté el favor que me hizo, ¿no? Me salvó de morir a manos de Eddy.

Ninguna de sus amigas se cree una palabra.

 Sííí ¡Claro! -Erica se tapa los ojos como si se negara a ver-. ¡Te gusta y punto!

Diletta está aún más convencida.

 Ni hablar Le gusta mucho, ¡de lo contrario no lo habría traído!

Se echan a reír y Olly les da unos empujones.

 ¡Sois unas víboras!

 ¡Y tú estás enamorada!

Y, golpeándose entre bromas, se acercan al mostrador de facturación.

Ciento cincuenta y dos

Pietro está en el coche, mira la hora y acelera, seguro de su destino. También Flavio corre con su coche, toca el claxon y sonríe, en apariencia feliz. Sigue tocando. Pí, pí, pí.

 ¡Apartaos! ¡Vamos! ¿A qué esperas? ¡Échate a un lado, muy bien, así, lo has conseguido, ¿eh?! -y adelanta a un señor que lo mira como si estuviera loco.

También Enrico conduce de prisa, aunque no demasiado, comprueba que el cinturón de la niña esté bien sujeto y, en cualquier caso, bloquea a Ingrid con la mano mientras ella juega apretando los dedos de su padre. Pietro es el primero en llegar. Baja al gimnasio, su gimnasio, y mira alrededor.

 ¿Susanna? -Ella se vuelve y se acerca a él, cohibida a la vez que un poco preocupada-. ¿Qué ocurre? ¿Ha pasado algo? ¿Se trata de uno de los niños?

 No De nosotros.

 ¿De nosotros? ¿De quiénes?

 Nosotros podríamos Sí, eso es, intentarlo de nuevo. Me parece absurdo que las cosas hayan ido de esta forma

 Te parece absurdo, ¿eh? -Susanna lo mira y casi se echa a reír, irritada-. Pues lo que yo encuentro absurdo es que no me diera cuenta antes. Tú siempre has llevado tu vida, en la que yo no tomaba parte para nada, una vida frecuentada por una infinidad de mujeres a las que debías de contarles de todo. ¿Sabes lo que me dolió más? Pensar que ellas tenían retazos de tu vida de los que yo carecía, cosas que decías, que hacías, quizá habías visto algún sitio, habías leído una noticia, habías comido un plato especial, en fin, algo que, en cualquier caso, no habíamos hecho juntos.

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