Perdona Pero Quiero Casarme Contigo - Федерико Моччиа 9 стр.


Alex se ha quedado de piedra.

 No, no lo entiendo, ¡sólo alcanzo a comprender lo imbécil que eres!

 ¿Qué quieres decir?

 Además de que no deberías haberla engañado como has hecho siempre ¿Encima lo haces en tu propia casa?

Flavio interviene:

 Es lo mismo que le he dicho yo. Querías que te descubriera, no sabías cómo decírselo y encontraste esa solución

 Vaya con el psicólogo El fantathriller sentimental Me pilló y punto

 Lo he entendido de sobra, pero ¿no podías llevarla a otro sitio, dado que no eras capaz de contenerte?

Flavio niega con la cabeza.

 Yo no podría hacer una cosa semejante

 Porque sois demasiado calculadores. Cuando la pasión te arrebata de esa forma Nos llamamos para tomar un café. Estábamos al lado de casa. ¿Te apetece subir? Venga En esos momentos es de mal gusto buscar una habitación de hotel

 ¡Pietro! -grita Alex-. ¿De mal gusto? ¡Estás hablando de tu matrimonio! ¡Tienes dos hijos!

Enrico vuelve a entrar en el salón.

 Y yo tengo una que acaba de dormirse ¿Podríais hacerme el favor de no gritar?

Alex exhala un suspiro.

 Y yo que pensaba que Flavio y tú os habíais peleado. Habría sido mejor.

Flavio lo mira crispado.

 ¿Y quién habría ganado?

 Imbécil -Pietro se masajea la frente-. Pareces Susanna. ¿Sabes lo que me dijo? «Sólo quiero saber una cosa: ¿por qué cuando estábamos juntos nunca encendiste una vela, creaste un poco de ambiente, pusiste un poco de música o descorchaste una botella de champán?»

 ¿Eso te dijo?

 Sí, antes de echarme de casa para siempre.

 Entonces quizá todavía puedas remediarlo

 Llevo toda la tarde intentándolo. Pero no hay modo de que ceda.

 Por supuesto, pero ¿es que crees que basta con una tarde? Bueno, yo creo que está claro Todavía está alterada.

 Alterada Querrás decir que no razona. Tengo dos maletas en el coche. Ha cambiado la cerradura de casa y ya he recibido la llamada de su abogado. No puedo acercarme a mi mujer Y pensar que el abogado era también amigo mío

 ¡Pues menudo amigo!

 Pues sí Lo que ocurre es que una vez le conté a Susanna que antes de conocerla había tenido una aventura con la novia del susodicho abogado y ella lo llamó ayer, se lo dijo y después le pidió que se ocupara de nuestro asunto. ¡Aceptó de inmediato! ¡Imaginaos!

 ¡De eso nada, imagina tú! Pero ¿por qué se lo contaste?

 ¡Porque sucedió hace años!

 ¿Y eso qué tiene que ver? El tiempo no cuenta cuando se trata de amor

 Creía que Susanna y yo éramos cómplices, un equipo

 Sí, claro, y tú no le ocultabas nada, ¿verdad?

Pietro mira a sus amigos.

 Escuchad, pensaba que entre ella y yo existía un acuerdo tácito.

Todo el mundo engaña a todo el mundo. Y todos fingimos no ver, no oír ¿Sabes cuántas veces me he tirado a mujeres que segundos antes les habían jurado a sus maridos por teléfono que los querían con locura? Varias de ellas incluso con un niño en la barriga Mujeres embarazadas, ¿entendéis? Que, sin embargo, no saben renunciar al sexo ¡Igual que nosotros!

Alex niega con la cabeza, asqueado.

 No, en eso te equivocas, di mejor que igual que tú. En mi caso, después de romper con Elena no sentí deseos de estar con nadie hasta que me enamoré de Niki. Me enamoré, ¿comprendes? Y no la he engañado ni una sola vez desde que salimos juntos.

 ¿Y cuánto tiempo hace de eso?

 Casi dos años

 ¡Sí, pero tú no estás casado! Ponte en mi lugar. La he visto a diario durante doce años, una semana tras otra, un mes tras otro, un año tras otro. Ya veremos qué eres capaz de inventarte tú Espero que me lo cuentes ¡Si lo consigues, claro! Me considero un modelo a seguir. ¡Es todo un éxito llegar a donde he llegado yo! Míralo a él -y señala a Enrico, que lo mira sorprendido.

 ¿Qué pasa? ¿Tienes algo que decir sobre mí?

 ¿Siempre has sido fiel?

 Siempre

 ¡Y lo has pagado bien caro! Ella se marchó con un desconocido hace diez días ¡Piensa en la cantidad de polvos que te has perdido!

Alex no está dispuesto a seguir escuchándolo.

 Oye, Pietro, me parece que tienes un problema Lo nuestro no es una lucha. Debe de haberte ocurrido algo, hay mucha acritud en tus palabras.

Pietro abre los brazos.

 Te equivocas, es mi manera de pensar Nada de traumas de adolescencia.

Flavio se sirve un poco de cerveza.

 Eso es lo que tú te crees. A menudo no somos conscientes, pero el sufrimiento que nos produce lo que nos sucede nos lleva a suprimirlo o a rechazarlo de plano

 No, mira -Pietro se quita el paño de la cabeza-. Soy tan consciente como real es el chichón que tengo en la frente Todo es una gilipollez. Y uno se va dando cuenta a medida que pasa el tiempo. Tú y Cristina seguís juntos por miedo, Flavio, ¡como muchísimas parejas! Vuestro amor no es verdadero. ¡Es puro terror! Pensaba que Susanna y yo habíamos encontrado un equilibrio tácito. Pero no era así. ¿Sabéis lo que os digo? Mejor -Se levanta y se pone la cazadora-. A partir de mañana empieza una nueva vida. ¡Quiero tener mi propia casa! Quizá un loft, ambiente joven y mujeres, ya sabéis Diversión ¡Y ninguna responsabilidad! -Sale y cierra la puerta a sus espaldas.

 Pero ¿a qué ha venido eso? -Flavio mira a sus amigos risueño-, ¿No es eso mismo lo que ha hecho hasta la fecha?

Alex asiente con un movimiento de cabeza.

 Pues sí, con la diferencia de que hasta ahora no lo habían pillado

 En cualquier caso, debería haber tenido más cuidado, eran una pareja muy divertida. Recuerdo su boda, él parecía muy enamorado

 ¡Tú lo has dicho: parecía! Ese día intentó ligar hasta con la camarera que se ocupaba de los abrigos.

 Ah, sí, yo también me acuerdo. Han pasado ya doce años, ¿eh? Pero estaba buenísima.

 Sí, tenía unas tetas así Pero el día de tu boda, caramba, quiero decir que al menos se debería resistir ese día.

 ¡Él no!

 Sin embargo El hecho de que esté buscando una casa, de que se vaya a vivir solo, podría ayudarlo a entender algunas cosas.

 ¿Tú crees?

En ese preciso momento llaman a la puerta.

 ¿Y ahora quién será?

Enrico va a abrir. Es Pietro, con una maleta en la mano.

 Oye, mañana mismo buscaré un sitio donde dormir, pero ¿puedo quedarme esta noche aquí? A fin de cuentas, estás solo, ¿no? -Enrico se hace a un lado y lo deja entrar-. ¿Tienes otra cama de matrimonio además de la tuya?

Alex y Flavio se miran.

 Nada. Nunca cambiará.

Treinta y tres

Es una bonita mañana de sol. Sábado. Casi son las once. La gente camina con parsimonia y curiosidad por las callejuelas del mercado. Niki está literalmente excavando en el interior de una cesta de camisetas rebajadas que hay sobre un abigarrado mostrador de un puesto de venta de la via Sannio.

 ¿Qué te parece? Esta rosa es mona, ¿no?

 Sí, venga, ¡no está mal, y además sólo cuesta cinco euros! -Olly mide un par de vaqueros colocándolos sobre los suyos. Tienen varios bordados en la pernera izquierda-. ¡Éstos son fantásticos, tienen mucho estilo!

 Hay que ver cómo habla desde que la aceptaron para hacer esas prácticas. ¡Olly & Gabbana! -dice Erica mientras examina un montón de chaquetas cortas de punto.

 Sííí, es que tienen estilo de verdad. En los mercadillos siempre encuentras cosas originales, e incluso la gente te pregunta después dónde las has comprado porque parecen salidas de una boutique ¡Ya verás cómo vienes a buscarme cuando sea famosa y la gente pida mis vestidos!

 En ese caso tienes que empezar a pensar en la marca -ríe Diletta mientras observa a sus amigas, que se afanan buscando vestidos.

 Es cierto. Mi casa de modas podría llamarse ¡Olly the Waves! Olly las Olas. ¡Qué guay!

 Sííí Me recuerda al presentador de «¿Quién quiere ser millonario.» cuando dice «Only the braves!», «¡Sólo los valientes!» -bromea Niki.

 Así es. ¡Sólo los valientes cumplen sus sueños! Giampi también lo dice siempre. -Olly vuelve a dejar los vaqueros sobre el mostrador e indica a sus amigas con una seña que pueden proseguir el paseo-. Vamos a ver dónde son más baratos. ¡Basta con dar una vuelta para encontrar la oferta más conveniente!

Caminan entre la gente, a veces se cogen del brazo, otras se sueltan porque no es posible avanzar de esa forma. Miran todos los puestos, comentan, asienten, sacuden la cabeza al ver las camisetas, los vestidos o los cinturones.

 Qué pesadez con el tal Giampi, Olly -dice Erica cuando les da alcance después de haberse quedado un poco rezagada para mirar una cazadora de piel que estaba colgada de una percha-. ¡No paras de hablar de él! ¡Una tía como tú, que siempre echaba pestes del amor! Me acuerdo, ¿sabes?

 ¡Yo no echaba pestes del amor! ¡Es que nunca me había enamorado! ¡Y Giampi me gusta a rabiar! Es guapo, alto, moreno, amable, aunque también un poco fanfarrón; tiene muchos amigos, va al gimnasio, es simpático, jamás se olvida de llamarme ¡y me prepara unas sorpresas!

 Eh -la interrumpe Diletta-. ¡Parece la descripción de Filippo!

 ¡O de Alex!

 ¡O de, bah! ¡Yo no tengo novio! -dice Erica, y las cuatro amigas se echan a reír.

Siguen avanzando entre los puestos que están pegados el uno al otro en donde venden ropa vintage, militar, restos de marcas o zapatos. Y también vestidos de escena: Niki se detiene en uno de ellos. Ve un gran sombrero rosa con plumas y se lo encasqueta. Hace muecas con la boca y guiña el ojo simulando ser una actriz. La señora del puesto le sonríe.

 Le sienta de maravilla

El resto de las Olas se acercan y empiezan a probarse de todo. Vestidos largos, cortos, sombreros y pañuelos. Se los prueban encima de su propia ropa y desfilan delante del puesto. La gente se para y se ríe, aunque no todos; algunos se alejan molestos con la cabeza gacha y protestando porque todo ese ajetreo obstaculiza el paso.

Minutos más tarde caminan de nuevo por los callejones del mercado.

 Sea como sea, queridas, Giampi es genial, ¡así que como alguna lo mire demasiado o se acerque a él le rompo los brazos! Tiene mucho éxito con las mujeres

Las Olas se miran y a continuación sueltan una carcajada.

 ¡Quien te ha visto y quien te ve! ¡Olly, celosa! ¡Fiuuu! -Empiezan a hacer gestos provocativos con la mano.

 Veamos, Erica, ¿esta noche sales tú con Giampi o me toca a mí? -dice Niki.

 Oh, en realidad esta noche es el turno de Diletta. ¡A mí me toca mañana y a ti el lunes!

 ¡Vale, vale, ya basta de organizarse! -Olly da un golpe a Niki en el hombro.

 ¡Ay!

 ¡Ay, sí! ¡Es más, abajo esas manos! Todas tenéis ya el vuestro, y la que no lo tiene -se vuelve hacia Erica- ¡que vaya a comprárselo al mercado! -Tras decir esto echa a correr seguida de Erica y del resto del grupo.

Y avanzan así entre la gente, que no entiende a esas cuatro exaltadas que chocan con los bolsos, saltan por encima de las cajas y se abren paso a empujones. Y se ríen. Amigas.

Treinta y cuatro

Unos días más tarde. Niki acaba de salir de clase cuando se topa con su grupo de amigos de la facultad, que están quedando para hacer algo. Marco y Sara lanzan la idea.

 Eh, ¿qué vais a hacer? ¿Os apetece venir a comer algo con nosotros? -Giulia, Luca y Barbara reflexionan por un momento-. ¿Y a ti, Niki?

 No, gracias, yo vuelvo a casa. Tengo el examen bastante pronto y quiero empezar cuanto antes para no tener que estudiar como una loca al final.

Giulia la imita.

 Yo también me voy a casa, quizá mañana.

Barbara se encoge de hombros.

 Está bien, como queráis, pero que sepáis que sois unas plastas

Giulia trata de disculparse.

 Oh, yo lo único que sé es que sólo estoy en segundo curso y ya no lo soporto más

Barbara parece saber de qué habla.

 ¿Por qué? ¿Acaso crees que cuando acabes la universidad será mejor?

Sara alza las manos en señal de rendición.

 Ahora no vayas a decirme la frasecita de siempre

 ¿Cuál? -pregunta Niki, curiosa.

 Los exámenes nunca se acaban

 Tienes razón.

Sara sacude la cabeza.

 Madre mía, qué aburrida soy

Niki sonríe.

 Venga, te prometo que mañana comemos todos juntos. Más aún, traeré bebidas y una tarta Me estoy especializando en los dulces. Cuando estoy nerviosa y ya no tengo ganas de estudiar, preparo una tarta para relajarme. Y os aseguro que empiezan a salirme de maravilla. ¡Imaginaos las ganas de estudiar que tengo!

 No te creo -Luca se echa a reír-. Yo, cuando me aburro de estudiar, ¡me masturbo!

 ¡Luca! -Barbara se vuelve y le da un golpe en un hombro-. ¿Te das cuenta de la gilipollez que acabas de decir?

 ¡Pero si es cierto! ¿Es un desahogo! Me he enterado de que les pasa a muchos chicos, ¡sólo que ellos no tienen el valor de decirlo, y yo sí!

Marco se ríe.

 Sí, el masturbador valiente.

A Barbara no le divierte en lo más mínimo.

 Entiendo, pero ¿en quién piensas mientras lo haces?

 Perdona, pero ¡¿estudias filología y te masturbas?! -se entromete Guido-. Como mínimo piensas en Nicole Kidman

Barbara no entiende ni una palabra.

 ¿Y eso qué tiene que ver?

 Bueno, interpretó el papel de Virginia Woolf y está como un tren.

Barbara baja del muro y sacude la cabeza.

 Estáis enfermos ¿Te das cuenta de los tipos con los que salimos, Sara?

 Y nosotras que pensábamos que eran los dos últimos poetas ¡De eso nada! ¡Los dos últimos guarros!

 Venga, cariño, no digas eso -Marco prueba a coger a Sara, que lo esquiva-. Niki, trae la tarta, que será mejor

 Sí, guapa, ¡a ver si al menos os dulcifica un poco!

Niki se divierte presenciando esa lucha entre sexos.

 Sí Os prepararé un tiramisú delicioso ¡Si estudiáis mucho lo vais a necesitar!

Niki se aleja riéndose. Camina por las avenidas de la universidad. Contempla el cielo de color azul intenso, bonito, despejado. Un viento todavía cálido barre los patios, algunos pájaros rezagados pasan veloces tratando de dar alcance en vano a la última bandada que partió hace ya tiempo. Un momento sencillo y hermoso, de esos que se producen inesperadamente y que te hacen sentir en paz con el mundo. Por ningún motivo en particular. La vida sin más. Niki sonríe mientras le vienen a la mente algunos pensamientos ligeros. Sus nuevos amigos son geniales, alegres y sinceros. Bromean y se ríen sin preocupaciones, sin penumbras. Luca, Barbara, Marco, Sara y Giulia, que siempre ha estado sola. A saber cuánto durarán las dos parejas, aunque parecen muy unidas. Cuando una historia funciona salta a la vista, esa alegría amorosa, esas peleas entre bromas son la carga necesaria, el empuje que les da energía. Cambios, sueños, planes No ponerse límites, pensar siempre de manera positiva, que todo es posible. Que no hay ningún obstáculo Niki contempla en silencio el delicado atardecer y, de repente, ¡pum!, oye algo parecido al disparo de un cazador. Y todos sus pensamientos huyen apresuradamente, asustados, como una bandada de pájaros posados en las ramas de un árbol. Un rápido aleteo en el cielo y todo se pierde en ese pálido sol que se encuentra en el lejano horizonte.

Él está allí, sentado en su moto. La ve y esboza una sonrisa. Niki no.

 ¿Qué haces aquí?

 Quería disculparme.

Guido baja de la moto y sólo entonces Niki se percata de que lleva una flor en la mano.

 Es una caléndula. ¿Sabes lo que significa? Dolor y disgusto y, por tanto, arrepentimiento. Se abre por la mañana y se cierra por la noche. Como si saludase y llorase todos los días la partida del sol

 ¿Me pides disculpas? ¿Por qué? ¿No era cierto lo que me contaste?

 Sí, sí que lo era.

 En ese caso, ¿por qué te disculpas?

Guido esboza una sonrisa.

 ¿No quieres esta flor?

Niki la coge.

 Gracias.

Guido la mira.

 Cuando era pequeño pasaba los veranos en Ischia, y a la playa iba también una chica. A veces nos mirábamos durante todas las vacaciones sin dirigirnos la palabra. Tenía una sonrisa tan bonita como la tuya

 Sólo hay un pequeño problema.

 Sí, lo sé: tienes novio

 No. Nunca he estado en Ischia.

Guido se echa a reír.

 Es una lástima. Te has perdido un sitio precioso. ¡Ya sé que tú no eres esa chica! Sólo es que no me gustaría cometer el mismo error. Jamás he vuelto a verla ni he podido decirle todo lo que me habría gustado

Niki apoya la bolsa sobre la moto.

 En ese caso, hay otro problema. Tienes razón: tengo novio.

A continuación se inclina y empieza a quitar el candado a la moto.

 Déjame que lo haga yo -Guido le quita las llaves de las manos, se rozan por un segundo, se miran a los ojos y él le sonríe-. ¿Puedo? No creo que haya nada de malo en que te eche una mano.

Niki se incorpora y se apoya en la moto. Guido cierra el candado y se lo mete en el baúl.

 Ya está. Ahora eres libre En cualquier caso, sabía que tenías novio. Pero quería hablarte de otra cosa. Muchas veces conocemos a una persona de la que no sabemos nada, la miramos, escuchamos lo que los demás dicen sobre ella, quizá nos obligamos a pensar si es adecuada o no para nosotros y no nos dejamos llevar sin más por el corazón

 ¿Qué quieres decir?

 Que tú creías que ese profesor era sensible, homosexual, y en cambio es un tipo que sale con todas las que pilla, que todos los años cambia de chica, poco importa que sean de su curso o no, lo que no falla es que siempre son más jóvenes que él.

 Es verdad, me equivoqué

 Pues bien, no siempre tienes a alguien en el momento preciso para decirte lo que no sabes, mostrarte las cosas desde otro punto de vista, evitar que cometas un error e impedir que te dejes engañar por una mera imagen.

 Sí, es cierto.

 De la misma forma, quizá a mí me consideras un mujeriego y por eso no te fías, crees que digo las cosas con la única intención de impresionarte y no porque las pienso sinceramente Y me encantaría convencerte de lo contrario.

Niki sonríe.

 Me has regalado una flor preciosa.

 En el siglo XIX era el símbolo de los cortesanos aduladores.

 ¿Ves?

 Sí, pero hay una corriente de pensamiento que lo considera también un símbolo del amor puro y eterno. El emblema de Margarita de Orleans era una caléndula que giraba alrededor del sol con el lema: «Sólo quiero seguir al sol.»

 Sea como sea, es una flor preciosa, y

 ¿Y?

 Y -Niki sonríe, segura-. Pues que para arreglar las cosas bastaba con eso, no había necesidad de soltarme todo ese discurso.

 ¡Eso no es cierto! Cometí un error, me marché porque me puse nervioso al recordar la historia del profesor y de Lucilla. El hecho de que, además, lo considerases una persona sensible e inocente me molestó más aún Y me equivoqué, no supe dominarme, dejé tu bolsa sobre el muro y te abandoné allí en lugar de acompañarte a inscribirte en el examen, que era lo que más me habría gustado hacer en ese momento; en lugar de eso, la situación se complicó y no hice más que estropear las cosas

Niki no sabe a ciencia cierta qué hacer, se siente ligeramente cohibida.

 Me parece que le estás dando demasiada importancia Que sepas que yo me sentía culpable

Guido sonríe.

 Sí, pero no me has regalado flores para remediarlo

 Porque mi sentimiento de culpa no era tan fuerte.

 Vale. Tengo la moto aquí cerca. ¿Puedo acompañarte a casa?

Niki permanece en silencio por un instante. Demasiado largo. Guido comprende que no debe ponerse pesado.

 Acompáñame al menos hasta la piazza Ungheria; a fin de cuentas, vamos en la misma dirección, ¿no?

 Está bien.

Niki abre el baúl, coge el casco y se lo pone. Introduce la llave en el contacto, la gira y el cuadro se ilumina. La moto se pone en marcha. Caramba. Quiere acompañarme a casa. Quiere escoltarme durante un rato. Y sabe dónde vivo. Se ha informado, ha preguntado por mí. Por un instante su corazón se acelera, pero es una emoción extraña. Intenta comprenderla, interpretarla. ¿Miedo? ¿Vanidad? ¿Inseguridad? En ese momento Guido se acerca a ella con una Harley Davidson 883.

 ¡Qué bonita! ¿Es tuya?

 ¡No, la he mangado esta mañana! -responde risueño-. Claro que es mía ¡Todavía la estoy pagando!

 A mí también me gustan las motos. Me transmiten sensación de libertad; no sé, nunca estás quieto con ellas, serpenteas entre el tráfico, nadie puede detenerte Eres libre en todo momento.

 Ésa es precisamente la filosofía de los motoristas. Perderse en el viento.

Niki sonríe, acto seguido, quita el caballete y respira profundamente.

 Vamos.

Un viento leve parece poner en orden sus ideas. Niki ahora se siente segura y serena. Es cierto, se ha informado sobre todo e incluso sabe que tengo novio. Conduce tranquila, él va a pocos metros detrás de ella y, de vez en cuando, sus miradas se cruzan en el espejo retrovisor. Mira su pelo oculto en el casco, la nariz recta, la sonrisa que aparece de repente. Se ha dado cuenta de que lo está mirando. Niki le responde con una sonrisa y luego se concentra en el tráfico. La verdad es que no está nada mal. Una cosa es segura: si yo fuese Lucilla, jamás lo habría dejado por ese profesor. Pero, como ha dicho antes, nunca conocemos todos los detalles de las cosas, a veces nos dejamos llevar por las apariencias. Eso es. ¿Y si detrás de esa sonrisa se ocultase una persona maligna, un tipo egoísta, alguien con quien corro el riesgo de perderme si me enamoro de él, con quien sólo puedo sufrir? ¡Niki! Siente deseos de gritar al pensar en todo eso. ¿Qué estás haciendo? ¿Qué más te da cómo sea realmente? Tiene la impresión de que los pájaros vuelven a recuperar poco a poco el puesto que antes ocupaban en las ramas. ¿Qué dices? ¿Qué es lo que te inquieta? Tú no arriesgas nada. Has tenido valor, te has lanzado, te has atrevido y ahora te sientes feliz de lo que has encontrado. Se detiene en el semáforo en rojo del viale Regina Margherita. Guido se pone a su lado. Niki le indica el final de la calle.

 Yo doblo a la derecha en la próxima

 Sí, lo sé. Yo, en cambio, sigo recto. Vivo en la via Barnaba Oriani.

 ¿Ah, sí? No estamos muy lejos.

 En realidad, no -Guido sonríe-. Quizá alguna vez pase a recogerte para ir juntos a la facultad.

 Oh -Niki reflexiona por un momento y encuentra la respuesta adecuada-. Todavía no sé qué cursos me interesan -Ve que Guido está a punto de añadir algo y prosigue con una excusa que no admite apelación-: Además, después de clase suelo salir con mi novio o ir al gimnasio Y, de no ser así, siempre tengo algo que hacer con mis amigas De manera que tengo que ser independiente. -Ve que el semáforo se pone en verde-. Adiós Hasta pronto -y arranca a todo gas.

Guido la sigue de inmediato y recorren un tramo de calle juntos.

 Pero, así -insiste-, la vida resulta un poco monótona, ¿no? Está bien que sucedan imprevistos

 La vida es un continuo y precioso imprevisto.

A continuación Niki dobla a la derecha. Una última mirada, una última sonrisa y cada uno sigue por su camino. A Erica le iría bien alguien así, es perfecto. Estoy segura de que, de esa forma, empezaría en serio una nueva historia y dejaría en paz a Giò. Es absurdo que sigan haciéndose daño. Rompen y hacen las paces sin cesar y, cuando ella está sola, prueba con otros y no dice nunca nada. No sé a qué se dedica Giò en estos momentos. ¿Por qué a la gente le gusta hacerse tanto daño? ¿Por qué no consiguen alcanzar el equilibrio por sí solos? Si has dejado de querer a una persona, debes decírselo claramente, no puedes tenerla pendiente de un hilo porque tú no te sientes seguro. ¿Qué crees que puede sucederte? Déjala El resto es vida. Se sigue adelante Adelante.

Niki se dirige serena y segura hacia su casa, dejándose acariciar por la agradable brisa, sin pensar ya en nada, con esa felicidad y esa tranquilidad que en ocasiones te arrollan y te hacen sentir bien, en el centro de todo, sin envidias, celos o preocupaciones, sin saber de dónde procede esa especie de equilibrio cuya perfección te hace temer hasta el mero hecho de pronunciarlo. Te sorprende hasta qué punto puede ser rara y difícil esa delicadísima y mágica armonía en la que tu mundo parece sonar de repente de la manera adecuada. Son instantes. Instantes que deberían vivirse en profundidad porque son inusuales. Y porque en ocasiones pueden concluir de repente sin que haya un auténtico motivo.

Treinta y cinco

Primera hora de la tarde. Susanna acaba de recoger la cocina después de comer. En la alfombra azul hay varios juguetes desperdigados. Lorenzo coge un paquete de Gormiti y saca las cartas una a una. Comprueba cuidadosamente cuáles son las que le faltan. Después se levanta, va a por su móvil, que está en un rincón de la gran alfombra persa, lo abre y teclea un mensaje. Pasados unos segundos llega la respuesta. Lorenzo la lee satisfecho.

 ¡Qué guay, Tommaso tiene repetida la que me falta! Le diré que me la traiga mañana al colegio Pero ¿cuál le doy yo a cambio? -Sigue pasando las cartas, buscando también una repetida de la que librarse que pueda interesarle a su amigo.

Carolina, en cambio, está inmersa en un combate de boxeo con la Nintendo Wii. Se encuentra de pie en medio de la sala delante de la gran pantalla de plasma que está colgada de la pared. Ha elegido el personaje que, en su opinión, más se le parece: una cara redonda y sonriente con pecas y el pelo oscuro recogido en una coleta. Se ha dibujado las cejas altas para darse un aire de malvada. Pulsa el botón que hay en la parte posterior del mando ergonómico y comienza el combate. Lucha contra la consola, que tiene la apariencia de un hombretón robusto y peludo, aunque con cara de buena persona. Lo ha elegido ella. Empieza. Se arrodilla y boxea manteniendo los puños en alto y apretados junto a la cara. Y, de vez en cuando, dispara en línea recta cortando el aire. Su personaje reproduce las acciones en la pantalla moviéndose como ella quiere, si bien un poco más lento. Carolina golpea una y otra vez.

 ¡Sí! ¡Guay, lo he tirado al suelo! ¡KO!

Lorenzo alza la cabeza y ve en el televisor al hombretón tumbado en el suelo y al personaje de Carolina de pie y jadeando en el ring. El público lo alienta.

 ¡Sí, vale, pero ése no es el más fuerte! Dame -Se levanta. Coge el mando de la Wii de las manos de Carolina y se coloca en posición.

 Pero si no he acabado de jugar ¡Mamá!

 ¡Vamos, llevas un montón de rato jugando!

 ¡Entonces luchemos uno contra otro, ve a coger el otro mando!

 ¡No, mamááá! ¡Quiero jugar contra el ordenador!

Susanna sale de la cocina.

 Venga ya, ¿queréis parar? A fin de cuentas son ya las tres. ¡Cada uno a su habitación a hacer los deberes!

 Pero, mamá, si yo casi no tengo, puedo hacerlos después -protesta Carolina resoplando.

 No. Ya has jugado bastante. Los haces ahora sin rechistar. No admito peros. Tú también, Lorenzo. Venga, mete los juegos y las cartas en la cesta y vete a tu cuarto.

Los niños obedecen a regañadientes a Susanna. Carolina apaga la consola y Lorenzo lo arroja todo a la cesta, exceptuando las cartas, que recoge cuidadosamente antes de meterlas una a una en su sobre. Después se dirigen a su cuarto dándose algún que otro empujón.

Susanna los ve desaparecer en el pasillo. Se sienta en el sofá y coloca mejor el almohadón que tiene a la espalda para ponerse cómoda. Después mira alrededor. La casa. Su casa. La casa de ellos. Los cuadros que cuelgan de la pared. El de Schifano, Paisaje anémico, que es, ni más ni menos, como se siente ella ahora. Luego esos marcos de fotografías. Momentos familiares compartidos. Los niños pequeños. Un retrato de ella realizado por un fotógrafo en el que aparece con un gran sombrero de ala blanco. Pietro vestido con el equipo de futbito en una y en otra con un bonito traje durante la boda de un amigo. Recuerdos. Él. Pietro. Cuánto te he querido. Cuánto me gustabas en el instituto, cuando hacías reír a todos. Cuando te pasabas de listo y salías siempre airoso de cualquier aprieto. Y luego nos hicimos novios. Gracias a ti me sentía guapísima, una reina, la mejor de todas. Cuántos regalos. Cuántas atenciones. Las cenas. Las joyas. Las vacaciones. Luego vino la universidad, el diploma, el trabajo y el despacho. Sí, la verdad es que siempre te las has arreglado. Cuánto me has tomado el pelo. Cuánto te he creído. Te consideraba un mito. Una persona digna de toda admiración. Una persona que en todo momento me hacía sentir que yo era el centro de atención. ¿Por qué me has hecho esto? Me has traicionado. A saber cuántas veces. Has tocado, amado y apreciado a otras mujeres en mi lugar. Las has admirado, te has excitado y me has hecho a un lado. Qué rabia. Qué humillación. Imaginarte con ellas, en la cama o en el coche, haciéndoles reír, bromeando, procurando que se sintieran importantes. ¿Qué les decías a ellas que no me has dicho a mí? No lo sé. Jamás lo sabré. Me duele demasiado. No puedo aceptarlo. Los ojos de Susanna se empañan. Rabia. Desilusión. Debilidad. Me siento sola. Estoy sola. Lo único que me queda son los hijos. Y tendré que volver a empezar de alguna forma. De repente se levanta y se dirige a la ventana. Mira afuera. Sí, el mundo no se da cuenta de que estoy mal. El mundo sigue adelante. Debo hacer algo por mí misma. Debo renovarme. Soy una mujer hermosa. Soy madre. Soy una persona. Tengo que animarme. Acto seguido regresa a la sala. Sobre una mesita hay un folleto en medio de las cartas y de otros prospectos. Lo abre. «Gimnasio Wellfit. ¡Entrénate gratis durante una semana! Prueba los nuevos cursos de kickboxing con Davide Greco y Mattia Giòrdani ¡Una disciplina adecuada para todos! ¡Pruébala!» Ve varios números de teléfono y una dirección de correo electrónico a la que se puede escribir para pedir información. Kickboxing. ¿Será duro? Nunca me han gustado los gimnasios, los ejercicios de tonificación, bodybuilding, pilates, spinning, fitness en general. Pero una disciplina de lucha y defensa es otra cosa, podría resultar interesante. Además, necesito moverme, tonificarme. Pensar en otra cosa.

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