Dramas - Уильям Шекспир 6 стр.


¿Es verdad, Nerissa?

NERISSA

Verdad es, señora, si no lo llevais á mal.

BASANIO

¿Lo dices de véras, Graciano?

GRACIANO

De véras, señor.

BASANIO

Vuestro casamiento aumentará los regocijos del nuestro.

GRACIANO

¡Pero quién viene! ¿Lorenzo y la judía? ¿y con ellos mi amigo, el veneciano Salerio?

(Salen Lorenzo, Jéssica y Salerio.)

BASANIO

Con bien vengais á esta quinta, Lorenzo y Salerio, si es que mi recien nacida felicidad me autoriza para saludaros en este lugar. ¿Me lo permites, bellísima Pórcia?

PÓRCIA

Y lo repito: bien venidos sean.

LORENZO

Gracias por tanto favor. Mi intencion no era visitarte, pero Salerio, á quien encontré en el camino, se empeñó tanto, que al cabo consentí en acompañarle.

SALERIO

Lo hice, es verdad, pero no sin razon, porque te traigo un recado del señor Antonio. (Le da una carta.)

BASANIO

Antes de abrir esta carta, dime cómo se encuentra mi buen amigo.

SALERIO

No está enfermo más que del alma; por su carta verás lo que padece.

GRACIANO

Querido Salerio, dame la mano. ¿Qué noticias traes de Venecia? ¿Qué hace el honrado mercader Antonio? ¡Cómo se alegrará al saber nuestra dicha! Somos los Jasones que han encontrado el vellocino de oro.

SALERIO

¡Ojalá hubierais encontrado el áureo vellocino, que él perdió en hora aciaga!

PÓRCIA

Malas nuevas debe traer la carta. Huye el color de las mejillas de Basanio. Sin duda acaba de saber la muerte de un amigo muy querido, porque ninguna otra mala noticia podria abatir un ánimo tan constante; malo, malo. Perdóname, Basanio, pero soy la mitad de tu alma, y justo es que me pertenezcan la mitad de las desgracias que anuncia ese pliego.

BASANIO

¡Amada Pórcia! Leo en esta carta algunas de las frases más tristes que se han escrito nunca sobre el papel. ¡Pórcia hermosísima!, cuando por primera vez te confesé mi amor, no tuve reparo en decirte que yo no tenia otra hacienda que la sangre de mis venas, pero que era noble y bien nacido, y te dije la verdad. Pero así y todo hubo jactancia en mis palabras, al decirte que mis bienes eran ningunos. Para ser enteramente veraz, debí añadir que mi fortuna era menos que nada, porque la verdad es que empeñé mi palabra á mi mejor amigo, dejándole expuesto á la venganza del enemigo más cruel, implacable y sin entrañas: todo para procurarme dineros. Esta carta me parece el cuerpo de mi amigo: cada línea es á modo de una herida, que arroja la sangre á borbotones. Pero ¿es cierto, Salerio? ¿Todo, todo lo ha perdido? ¿Todos sus negocios le han salido mal? ¿Ni en Trípoli, ni en Méjico, ni en Lisboa, ni en Inglaterra, ni en la India, ni en Berberia, escapó ningun barco suyo de esos escollos tan fatales al marino?

SALERIO

Ni uno. Y aunque á Antonio le quedara algun dinero para pagar al judío, de seguro que este no le recibiria. No parece sér humano: nunca he visto á nadie tan ansioso de destruir y aniquilar á su prójimo. Dia y noche pide justicia al Dux, amenazando, si no se le hace justicia, con invocar las libertades del Estado. En vano han querido persuadirle los mercaderes más ricos, y el mismo Dux y los patricios. Todo en balde. Él persiste en su demanda, y reclama confiscacion, justicia y el cumplimiento de su engañoso trato.

JÉSSICA

Cuando vivia yo con él, muchas veces le ví jurar á sus amigos Túbal y Chus que preferia la carne de Antonio á veinte veces el valor de la suma que le debia, y si las leyes y el gobierno de Venecia no protegen al infeliz Antonio, mala será su suerte.

PÓRCIA

¿Y en vuestro amigo recaen todas esas calamidades?

BASANIO

En mi amigo, el mejor y más fiel, el de alma más honrada que hay en toda Italia. En su pecho arde la llama del honor de la antigua Roma.

PÓRCIA

¿Qué es lo que debe al judío?

BASANIO

Tres mil ducados que me prestó.

PÓRCIA

¿No más que tres mil? Dale seis mil, duplica, triplica la suma, antes que consentir que tan buen amigo pierda por tí ni un cabello. Vamos al altar, despidámonos, y luego corre á Venecia á buscar á tu amigo; no vuelvas al lado de Pórcia hasta dejarle en salvo. Llevarás lo bastante para pagar diez veces más de lo que debe al hebreo. Págalo, y vuelve enseguida con tu fiel amigo. Mi doncella Nerissa y yo viviremos entretanto como viudas y como doncellas. Es necesario que partas el dia mismo de nuestras bodas. Piensa en nuestros comensales; no arrugues el ceño, muestra la faz alegre. Ya que tan caro te he comprado, reflexiona cuánto he de amarte. Pero léeme antes la carta.

BASANIO

«Querido Basanio: mis barcos naufragaron: me acosan mis acreedores; he perdido toda mi hacienda; ha vencido el plazo de mi escritura con el judío, y claro es que si se cumple la cláusula del contrato, tengo forzosamente que morir. Toda deuda entre nosotros queda liquidada, con tal que vengas á verme en la hora de mi muerte. Sin embargo, haz lo que quieras; si nuestra amistad no te obliga á venir, tampoco te hará fuerza esta carta.»

PÓRCIA

Amor mio, véte en seguida.

BASANIO

Volaré, si me lo permites. Entretanto que vuelvo, el reposo y la soledad de mi lecho serán continuos estímulos para que yo vuelva.

ESCENA III

Calle en VeneciaSYLOCK, SALANIO, ANTONIO y el CARCELEROSYLOCK

Carcelero, no apartes la vista de él. No me digas que tenga compasion Éste es aquel insensato que prestaba su dinero sin interes. No le pierdas de vista, carcelero.

ANTONIO

Oye, amigo Sylock.

SYLOCK

Pido que se cumplan las condiciones de la escritura. He jurado no ceder ni un ápice de mi derecho. En nada te habia ofendido yo cuando ya me llamabas perro. Si lo soy, yo te enseñaré los dientes. No tienes escape. El Dux me hará justicia. No sé, perverso alcaide, por qué has consentido con tanto gusto en sacarle de la prision.

ANTONIO

Óyeme: te lo suplico.

SYLOCK

No quiero oirte. Cúmpleme el contrato. No quiero oirte. No te empeñes en hablar más. No soy un hombre de buenas entrañas, de los que dan cabida á la compasion, y se rinden al ruego de los cristianos. No volvais á importunarme. Pido que se cumpla el contrato.

(Vase.)

SALANIO

Es el perro más abominable de los que deshonran el género humano.

ANTONIO

Déjale. Nada de ruegos inútiles. Quiere mi vida y no atino por qué. Más de una vez he salvado de sus garras á muchos infelices que acudieron á mí, y por eso me aborrece.

SALANIO

No creo que el Dux consienta jamas en que se cumpla semejante contrato.

ANTONIO

El Dux tiene que cumplir la ley, porque el crédito de la República perderia mucho si no se respetasen los derechos del extranjero. Toda la riqueza, prosperidad y esplendor de esta ciudad depende de su comercio con los extranjeros. Ea, vamos. Tan agobiado estoy de pesadumbres, que dudo mucho que mañana tenga una libra de carne en mi cuerpo, con que hartar la sed de sangre de ese bárbaro. Adios, buen carcelero. ¡Quiera Dios que Basanio vuelva á verme y pague su deuda! Entonces moriré tranquilo.

ESCENA IV

El Dux tiene que cumplir la ley, porque el crédito de la República perderia mucho si no se respetasen los derechos del extranjero. Toda la riqueza, prosperidad y esplendor de esta ciudad depende de su comercio con los extranjeros. Ea, vamos. Tan agobiado estoy de pesadumbres, que dudo mucho que mañana tenga una libra de carne en mi cuerpo, con que hartar la sed de sangre de ese bárbaro. Adios, buen carcelero. ¡Quiera Dios que Basanio vuelva á verme y pague su deuda! Entonces moriré tranquilo.

ESCENA IV

Quinta de Pórcia en BelmontePÓRCIA, NERISSA, LORENZO, JÉSSICA y BALTASARLORENZO

Señora (no tengo reparo en decirlo delante de vos), alta idea teneis formada de la santa amistad, y buena prueba de ello es la resignacion con que tolerais la ausencia de vuestro marido. Pero si supierais á quién favoreceis de este modo, y cuán buen amigo es del señor Basanio, más os enorgulleceriais de vuestra obra que de la natural cualidad de obrar bien, de que tantas muestras habeis dado.

PÓRCIA

Nunca me arrepentí de hacer el bien, ni ha de pesarme ahora. Entre amigos que pasan y gastan juntos largas horas, unidos sus corazones por el vínculo sagrado de la amistad, ha de haber gran semejanza de índole, afectos y costumbres. De aquí infiero que siendo Antonio el mejor amigo del esposo á quien adoro, ha de parecerse á él necesariamente. Y si es así, ¡qué poco me habrá costado librar del más duro tormento al fiel espejo del amor mio! Pero no quiero decir más, porque esto parece alabanza propia. Hablemos de otra cosa. En tus manos pongo, honrado Lorenzo, la direccion y gobierno de esta casa hasta que vuelva mi marido. Yo sólo puedo pensar en cumplir un voto que hice secretamente, de estar en oracion, sin más compañía que la de Nerissa, hasta que su amante y el mio vuelvan. A dos leguas de aquí hay un convento, donde podremos encerramos. No rehuseis el encargo y el peso que hoy me obligan á echar sobre vuestros hombros mi confianza y la situacion en que me encuentro.

LORENZO

Lo acepto con toda voluntad, señora, y cumpliré todo lo que me ordeneis.

PÓRCIA

Ya saben mi intencion los criados. Vos y Jéssica sereis para ellos como Basanio y yo. Quedad con Dios. Hasta la vuelta.

JÉSSICA

¡Ojalá logreis todas las dichas que mi alma os desea!

PÓRCIA

Mucho os agradezco la buena voluntad, y os deseo igual fortuna. Adios, Jéssica.

(Vanse Jéssica y Lorenzo.)

Oye, Baltasar. Siempre te he encontrado fiel. Tambien lo has de ser hoy. Lleva esta carta á Pádua, con toda la rapidez que cabe en lo humano, y dásela en propia mano á mi amigo el Dr. Belario. Él te entregará dos trajes y algunos papeles: llévalos á la barca que hace la travesía entre Venecia y la costa cercana. No te detengas en palabras. Corre. Estaré en Venecia antes que tú.

BALTASAR

Corro á obedecerte, señora.

(Vase.)

PÓRCIA

Oye, Nerissa: tengo un plan, que todavía no te he comunicado. Vamos á sorprender á tu esposo y al mio.

NERISSA

¿Sin que nos vean?

PÓRCIA

Nos verán, pero en tal arreo que nos han de atribuir cualidades de que carecemos. Apuesto lo que querais á que cuando estemos vestidas de hombre, yo he de parecer el mejor mozo, y el de más desgarro, y he de llevar la daga mejor que tú. Hablaré recio, como los niños que quieren ser hombres y tratan de pendencias cuando todavía no les apunta el bozo. Inventaré mil peregrinas historias de ilustres damas que me ofrecieron su amor, y á quienes desdeñé, por lo cual cayeron enfermas y murieron de pesar.  ¿Qué hacer entonces?  Sentir en medio de mis conquistas cierta lástima de haberlas matado con mis desvíos. Y por este órden ensartaré cien mil desatinos, y pensarán los hombres que hace un año he salido del colegio y revuelvo en el magin cien mil fanfarronadas, que quisiera ejecutar.

NERISSA

Pero, señora, ¿tenemos que disfrazarnos de hombres?

PÓRCIA

¿Y lo preguntas? Ven, ya nos espera el coche á la puerta del jardin. Allí te lo explicaré todo. Anda deprisa, que tenemos que correr seis leguas.

ESCENA V

Jardin de Pórcia en BelmonteLANZAROTE y JÉSSICALANZAROTE

Sí, porque habeis de saber que Dios castiga en los hijos las culpas de los padres: por eso os tengo lástima. Siempre os dije la verdad, y no he de callarla ahora. Tened paciencia, porque á la verdad, creo que os vais á condenar. Sólo os queda una esperanza, y esa á medias.

JÉSSICA

¿Y qué esperanza es esa?

LANZAROTE

La de que quizas no sea tu padre el judío.

JÉSSICA

Esa sí que seria una esperanza bastarda. En tal caso pagaria yo los pecados de mi madre.

LANZAROTE

Dices bien: témome que pagues los de tu padre y los de tu madre. Por eso huyendo de la Scyla de tu padre, doy en la Caríbdis de tu madre, y por uno y otro lado estoy perdido.

JÉSSICA

Me salvaré por el lado de mi marido, que me cristianizó.

LANZAROTE

Bien mal hecho. Hartos cristianos éramos para poder vivir en paz. Si continúa ese empeño de hacer cristianos á los judíos, subirá el precio de la carne de puerco y no tendremos ni una lonja de tocino para el puchero.

(Sale Lorenzo.)

JÉSSICA

Contaré á mi marido tus palabras, Lanzarote. Mírale, aquí viene.

LORENZO

Voy á tener celos de tí, Lanzarote, si sigues hablando en secreto con mi mujer.

JÉSSICA

Nada de eso, Lorenzo: no tienes motivo para encelarte, porque Lanzarote y yo hemos reñido. Me estaba diciendo que yo no tendria perdon de Dios, por ser hija de judío, y añade que tú no eres buen cristiano, porque, convirtiendo á los judíos, encareces el tocino.

LORENZO

Más fácil me seria, Lanzarote, justificarme de eso, que tú de haber engruesado á la negra mora, que está embarazada por tí, Lanzarote.

LANZAROTE

No me extraña que la mora esté más gorda de lo justo. Siempre será más mujer de bien de lo que yo creia.

LORENZO

Todo el mundo juega con el equívoco, hasta los más tontos Dentro de poco, los discretos tendrán que callarse, y sólo merecerá alabanza en los papagayos el don de la palabra. Adentro, pícaro: dí á los criados que se dispongan para la comida.

LANZAROTE

Ya están dispuestos, señor: cada cual tiene su estómago.

LORENZO

¡Qué ganas de broma tienes! Diles que pongan la comida.

LANZAROTE

Tambien está hecho. Pero mejor palabra seria «cubrir».

LORENZO

Pues que cubran.

LANZAROTE

No lo haré, señor: sé lo que debo.

LORENZO

Basta de juegos de palabras. No agotes de una vez el manantial de tus gracias. Entiéndeme, ya que te hablo con claridad. Dí á tus compañeros que cubran la mesa y sirvan la comida, que nosotros iremos á comer.

LANZAROTE

Señor, la mesa se cubrirá, la comida se servirá, y vos ireis á comer ó no, segun mejor cuadre á vuestro apetito.

(Vase.)

LORENZO

¡Oh, qué de necedades ha dicho! Tiene hecha sin duda provision de gracias. Otros bufones conozco de más alta ralea, que por decir un chiste, son capaces de alterar y olvidar la verdadera significacion de las cosas. ¿Qué piensas, amada Jéssica? Dime con verdad: ¿Te parece bien la mujer de Basanio?

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