ParecÃa que estaba profundamente dentro de la tierra debido a las formaciones de cristal a lo largo del techo y las paredes. Sólo habÃa una entrada que podÃa ver y era pequeña, asà que el fuego estaba haciendo un buen trabajo de calefacción de la habitación. Sin duda sin ella, la cueva habrÃa sido muy frÃa.
Cerrando los ojos otra vez y frotándose las sienes trató de pensar racionalmente. El Guardián del Corazón de Cristal Lo habÃa destrozado para evitar que Hyakuhei lo obtuviera. Eso fue lo último que recordó. Al abrir sus ojos nuevamente, pudo ver con claridad.
Mirando hacia abajo, se dio cuenta de que estaba tumbada en el pelaje del color de la medianoche. Kyoko gimió ... Hyakuhei la tenÃa. Ella lo sabÃa. ¿Por qué otra cosa estarÃa tendida en lo que parecÃa ser una túnica de piel negra dentro de un agujero en la tierra ... sólo Hyakuhei podrÃa ser ese demente.
QuerÃa llorar, pero sabÃa mejor, porque si cedÃa al miedo ... quizás nunca dejarÃa de llorar. Comprobando que su cuerpo habÃa sufrido lesiones para mantener su mente fuera de sus miedos, se dio cuenta de que estaba sana y al instante se sintió mejor. Si Hyakuhei la iba a matar ... ya lo habrÃa hecho ... no? Ella se estremeció ante la persistente pregunta.
Mirando a su alrededor, Kyoko se sintió mejor viendo que estaba sola. Si ella iba a tratar de escapar, ahora serÃa el momento. Sólo esperaba que tuviera la energÃa que tomarÃa para huir de la cueva sin que Hyakuhei lo supiera.
Se arrastró sobre sus manos y rodillas y se estabilizó. Se tomó toda su fuerza sólo para empujarse en una posición de pie. Luchó contra la ola de mareo que la invadió. ¿Qué le habÃa hecho? ¿O era el rompimiento del cristal lo que habÃa robado su resistencia. Se sentÃa como si estuviera perdida en un sueño y sólo esperaba que fuera cierto.
Ella no querÃa ser un bebé, pero darÃa algo ahora mismo para que uno de los guardianes viniera a salvarla. Después de estar en un mundo lleno de demonios mientras ella habÃa estado ... nada la asustaba mucho, pero en este momento ... ella estaba en silencio aterrorizada.
Kyoko volvió su atención a la entrada de la cueva. Mientras que era luz dentro de la cueva, parecÃa terriblemente oscuro en el otro lado de la abertura. Se acercó a la salida casi asustada de lo que encontrarÃa en el otro lado.
PodÃa sentir la diferencia de temperatura al llegar a la abertura. Incluso podÃa sentir el frÃo tratando de entrar en la cálida habitación y casi le hacÃa desear el calor de la piel negra en la que estaba acostada. Mirando hacia atrás por encima del hombro, contempló regresar al calor, pero rápidamente desterró la idea.
"No", pensó Kyoko obstinadamente mientras se frotaba los brazos para mantenerlos calientes. HabÃa llegado tan lejos, no estaba a punto de darse la vuelta y regresar por ella. Además ... era de Hyakuhei y necesitaba que parecÃa equivocado. Ãl era el enemigo.
Dio otro paso, que la llevó a la puerta de la sombra, y ella tenÃa razón. Estaba tan oscuro. Kyoko levantó los ojos para encontrar una pequeña corriente de luz procedente de arriba. Por lo que ella podÃa decir, estaba muy lejos de la superficie. Mirando la luz para no mirar hacia la oscuridad, notó que debÃa de ser mañana.
Con un suspiro tranquilo, se preguntó cuánto tiempo habÃa estado fuera de él. Se mordió el labio inferior con la esperanza de que no hubiera dormido durante dÃas o algo asÃ. La idea de estar sola a una milla bajo la tierra la estaba arrastrando y la idea de que Hyakuhei estuviera con ella aquà abajo era algo más que espeluznante.
Ella asintió con la cabeza para sà misma pensando: "Definitivamente es hora de escabullirse antes de que el diablo aparezca para arrojarme al fuego". Inhalando profundamente, ella estabilizó su miedo sabiendo que no tenÃa una alternativa ... pero ¿cómo se suponÃa que iba a volver a la cima?
Kyoko dio otro paso en la oscuridad, con la esperanza de obtener una mejor vista, pero lo que sucedió después le quitó el aliento. Ni siquiera podÃa gritar. No habÃa piso para que su pie tocara. Al instante perdió el equilibrio y estaba cayendo. Ella miró sin palabras el pequeño rayo de luz que se habÃa alejado de ella.
Cerrando los ojos, Kyoko buscó la luz mientras esperaba el impacto. Fuera de la oscuridad los brazos calientes la rodeaban para frenar su caÃda. A ella no le importaba quién fuera mientras no estuviera cayendo más. Su grito amortiguado resonó en los muros de piedra mientras se aferraba a los hombros musculosos, su miedo fijado en darse cuenta de que podrÃa haber muerto.
PodÃa sentir el calor de la persona cuyos fuertes brazos la sostenÃan con seguridad contra un pecho ancho. PodÃa oÃr algo que sonaba como alas blandas mientras subÃan hacia la entrada de la habitación de la que acababa de caer. Luchando contra el deseo de presionar más cerca del cuerpo que la habÃa salvado, empezó a concentrarse en lo mucho más ligeras que parecÃan las paredes.
Cuando la luz se acercó, Kyoko estaba casi demasiado asustada para mirar hacia arriba, sabiendo ya quién la tenÃa, pero la curiosidad mórbida le trajo los ojos de esmeralda a la cara unida a su lÃnea de vida. Sus temores fueron renovados. Su cara perfecta se volvió hacia ella mientras su largo cabello oscuro giraba alrededor de ellos en ondas. Si el mal tenÃa un nombre ... ese nombre serÃa seducción.
"Hyakuhei," su voz fue atada con alarma y gratitud al mismo tiempo. Era su culpa que estuviera aquÃ, pero también ... no tenÃa que salvarla cuando cayó. ¿Por qué habÃa hecho eso? ¿Cómo podrÃa luchar contra ese enigma? Una pequeña brisa le golpeó la espalda y se dio cuenta de que estaban cerca de la pequeña cueva que habÃa despertado originalmente. ¿HabÃa caÃdo tan lejos?
Ella no dijo una palabra mientras sus pies aterrizaban en el suelo sin un sonido y él llevó su estilo nupcial de nuevo a la piel de piel y la sentó abajo. Luego bajó su cuerpo para sentarse frente a ella. Los nervios de Kyoko estaban en un nudo en el momento en que se estableció. No le estaba ayudando que él la mirara como si estuviera profundamente pensativo. Se mordió el labio inferior sabiendo que serÃa inútil correr.
Ella lo miró de nuevo como si lo estuviera examinando. Si ya no supiera lo malvado que era, habrÃa pensado en él tan sorprendentemente hermosa como Kyou ... salvo que Kyou tuviera una coloración clara, Hyakuhei tenÃa un color oscuro. Ambos hombres eran poderosos y muy peligrosos con miradas que podÃan matar, pero ella sabÃa que no debÃa dejarse llevar por la belleza seductora.
Ella también sabÃa no mostrar este miedo traidor de guardián. Asà que estabilizando sus nervios, Kyoko levantó un poco la barbilla y lo miró desafiante. "No tengo el cristal, ¿por qué me trajiste aquÃ?" Se alegró de que su voz sonara más fuerte de lo que ella sentÃa y sacó valor de ella.
Hyakuhei ignoró la pregunta de la sacerdotisa mientras él la miraba por un momento. Esta chica le intrigó en muchos niveles. SabÃa que tenÃa un gran poder, pero también sabÃa que no tenÃa idea de lo poderosa que era en realidad. Ni siquiera se dio cuenta de que su caÃda se habÃa ralentizado antes de que él la hubiera cogido en sus brazos. Si la hubiera dejado caer, sin duda habrÃa aterrizado suavemente sobre sus pies.
Su poder habÃa crecido desde la última vez que se habÃan encontrado cara a cara. Esta vez encontrar el Cristal del Corazón Guardián serÃa más fácil porque ella le ayudarÃa a localizar los fragmentos destrozados. Su error anterior habÃa sido su obsesión con sólo el cristal. Esta vez querÃa tanto ... ella y el cristal.
-¿Por qué me tienes miedo? Hyakuhei susurró suavemente mientras levantaba su mano para tocar su mejilla y se sorprendió cuando apenas se estremeció. Ella le estaba mostrando que no le tenÃa miedo, sin darse cuenta de que podÃa oler su miedo cuando él extendió la mano para tocarla. TenÃa razón al asustarse, pero él la harÃa olvidar esos temores.
Con el contacto de la piel y sus amplios ojos mirando a los suyos, él entró en su mente, dándole la sensación de comodidad y seguridad. Ya le habÃa puesto hechizos antes, pero siempre los habÃa roto. Esta vez serÃa un hechizo que la dejaba sin sentir ningún peligro y que no tendrÃa ninguna causa para liberarse de ella, aunque probablemente lo harÃa si se esforzaba lo suficiente. Esta era la esclavitud de un demonio vampiro que habÃa tomado recientemente en su alma.
Las comisuras de sus labios sensuales aparecieron en un tono de sonrisa mientras curiosamente lo miraba y su olor de miedo retrocedÃa.
Kyoko deberÃa haber sabido mejor que dejar que la tocara, pero ella estaba haciendo todo lo posible para no mostrar miedo. Mientras su corazón le latÃa en los oÃdos, empezó a sentirse extraña. TodavÃa no habÃa tratado de herirla y por alguna razón ... comprendió que no eran sus intenciones en absoluto. Se sentÃa segura con él y también se sentÃa somnolienta. Ella volvió su mejilla en la palma de su mano y bajó las pestañas.
"Hyakuhei," Susurró, contenta de que ya no estuviera sola dentro de la cueva.
Ãl la sintió neumático y se arrastró más cerca para poner suavemente su espalda en el suave pelaje de medianoche. Se posó sobre su cuerpo y se quedó mirando su visión.
"Es a mà a quien amará Kyoko ... mi tacto, mi voz ... mi beso." Ãl bajó sus labios a los de ella mientras ella se quedaba dormida ... Esta noche dejarÃa que su cuerpo y mente durmieran y él mantendrÃa contacto con ella para fortalecer el vÃnculo del esclavo. Ãl le harÃa querer que llegara al punto de dolor fÃsico, asà que no tendrÃa más remedio que buscarlo y alimentarlo.
Se acostó a su lado, atrayendo su cuerpo entre sus brazos, inhalando su olor. Ãl sonrió para sà mismo sabiendo que era tan inocente ... sólo una mujer-niño realmente. No tenÃa ganas de cambiar eso esta noche. Su cuerpo se tensó alrededor de ella posesivamente. Era pura y ajena al hecho de que ahora estaba bajo su control mientras dormÃa dentro de un sueño. ¡Era suya!
A varios kilómetros de distancia, Hyakuhei se lanzó y se volvió mientras soñaba con el mismo sueño que Kyoko ... el demonio de los sueños ahora los tenÃa a ambos dentro de sus garras y ni siquiera lo sabÃan. El demonio se rió en silencio ante el caos que habÃa creado. Oh, sin duda estaba bajo el control de Hyakuhei, pero su mente permanecÃa intacta. Por cuánto tiempo todavÃa era un desconocido y trató de atacar a su carcelero mientras podÃa.
El fragmento de cristal dentro del espÃritu de los maestros del sueño le dio el poder de mirar profundamente dentro de Hyakuhei ... tan profundo que podÃa ver a través del Corazón del Tiempo y en otra realidad. Mundo pasado o futuro ... no importaba porque era la verdad y lo usarÃa contra el oscuro que lo habÃa encadenado.
Ãl alimentarÃa los recuerdos tanto a Hyakuhei como a la sacerdotisa para que ellos supieran la derrota no una vez ... sino dos veces. Esta era la tierra de los demonios y los demonios siempre debÃan ganar.
*****
Kyou sostuvo con cuidado a Kyoko en sus brazos aunque ella estuviera dormida. HabÃa puesto cierta distancia entre Hyakuhei y la sacerdotisa, pero de alguna manera ... era como si Hyakuhei estuviera a la distancia de ella. Su sangre guardián rugió en respuesta a estos pensamientos mientras él la mantenÃa un poco más apretada para sà mismo.
Levantando una mano para cubrir su mejilla, sintió que el calor extraño comenzaba a extenderse a través de él cuando ella volvió su cara ligeramente en su palma. Sus ojos dorados se endurecieron cuando susurró un nombre en su sueño. HabÃa dicho el nombre del enemigo con tanta ternura.
Con un gruñido enfurecido, Kyou trató de mirar en su mente para ver lo que estaba soñando, pero encontró una barrera que lo mantenÃa alejado del sueño. Su mirada se estrechó ... la barrera de un demonio de sueños? ¿Cómo se atreve Hyakuhei a construir un vÃnculo con Kyoko usando un demonio humilde? Sus labios se diluyeron con el conocimiento de cuánto poder tenÃa el demonio de los sueños dentro de su encantamiento.
Deteniéndose en el aire, Kyou envió una ola banid de poder psÃquico directamente a la barrera y sonrió helado cuando oyó el grito débil del maestro de sueños como lo dejó su mente. PodÃa sentir la mancha de Hyakuhei dejarla como su sueño llegó a un final abrupto. Sólo podÃa esperar que Hyakuhei estuviera completamente despierto, con sudor frÃo ... y con dolor.
Kyou la acercó a su rostro para poder verla mientras volaba hacia la barrera velada que ocultaba su castillo. Otros sólo veÃan un bosque sombrÃo cubierto de parras estranguladas y la lluvia, pero él conocÃa la ilusión.
Cerrando los ojos, susurró palabras secretas y el mórbido paisaje cambió cuando un agujero en la barrera oculta se abrió ... permitiéndole entrar. La ilusión se cerró detrás de él. El encanto habÃa vuelto a sellar su hogar del inquieto mundo de los demonios.
La propia barrera fue un golpe de genio creado por su padre Tadamichi para evitar que los enemigos no deseados atacaran. En el extremo sin embargo, Kyou descubrió el propósito verdadero de la barrera ... para evitar Hyakuhei de volver a casa. Era un castigo apropiado hace tanto tiempo, Kyou habÃa presenciado a su tÃo de pie justo afuera, mirando y deseando ... no ... tener que pasar más allá y agarrar el poder que Tadamichi habÃa dejado atrás.
Voló sobre los exuberantes terrenos que rodeaban su palacio, entrando en una ventana abierta en uno de los pisos superiores, sus pies aterrizaban en silencio sobre el suelo de mármol de su interior. Con gracia, sus pasos no hicieron ningún sonido mientras caminaba hacia el lado de la habitación que contenÃa una almohada lo suficientemente grande como para que una docena de personas pudieran dormir.
Inclinándose, Kyou la depositó suavemente sobre la suave almohada sólo para mirarla fijamente. ¿Por qué la habÃa tomado? SabÃa por qué ... "porque la querÃa". Eso habÃa sido suficiente.
SabÃa cuando Kyoko despertó que lo odiarÃa. Kyou no querÃa que ella lo odiara. De nuevo se preguntó por qué le importaba tanto lo que pensaba de él. ¿Desde cuándo habÃa querido algo que ya no le pertenecÃa?
Gruñó suavemente, enfadándose con sus propios pensamientos enredados. ¿Cómo podÃa lograr que ella estuviera de acuerdo en quedarse aquÃ, con él, sin tener que luchar con ella cada paso del camino? Este era un nuevo obstáculo para el señor del reino demonÃaco.
Si hubiera sido alguien más causando estos pensamientos para atormentarlo, él solo los destruirÃa y seguirÃa con su existencia. Pero ... ella era su sacerdotisa ... él era su guardián. El no deseaba matarla. No querÃa lastimarla en absoluto. Sólo querÃa tenerla cerca. Esta noción lo sorprendió.