¿Solidificado? ¿Exhibido? ¿Retransferido? ¿Reconstruido?, se maravilló Osvaldo. Vio que habÃa realmente una especie de móvil en esa silla. Se aproximó. No lo tocó, solo lo observó. Advirtió que no se trataba de aparato moderno inteligente multimedia, sino de un modelo de dimensiones menores de las de un Smartphone y de apariencia arcaica, de aquellos que solo valÃan para conversar e intercambiar mensajes de texto. Se acercó más y vio que no habÃa ninguna inscripción sobre el móvil y que no tenÃa teclas ni pantallas, como si el aparato solo valiera para recepción.
Se dijo en voz alta:
âNo creo en la magia y todavÃa no se ha inventado el teletransporte, asà que en realidad me he vuelto esquizofrénico y este móvil solo está en mi cabeza.
âSe engaña, ¿sabe? âle apremió la agradable voz, que provenÃa claramento del aparatito.
Osvaldo respondió como si esas palabras fueran reales, pero sin creerlo de verdad:
âAsà que se ha inventado el teletransporte, ¿no es asÃ?
âSÃ, desde hace tiempo.
âAh, entonces, señor... o señora...
âSoy varón y me llamo Ornulatinval Tamagonemistralin Rutillinainon, pero, para usted, abogado, solo Or, como me suelen llamar los amigos: ¿podemos tratarnos de tú?
Osvaldo aceptó el juego que, según creÃa, le planteaba su achacoso cerebro:
âSÃ, gracias, y yo soy Osvaldo.
âQuerido Osvaldo, es un honor llamar por su nombre a una autoridad mundial del derecho como tú. Pero, si me lo permites, ahora iré al grano, es más, primero me ocuparé de lo que realmente te interesa más y luego de lo que te interesa menos.
âAh, vale, ¿y vosotros soisâ¦?
âEspera, por favor. Ahora mismo, lo que más te interesa es sin duda que te hemos curado completamente, gracias a ciertos rayos terapéuticos que te hemos lanzado por teletransporte. Ahora tienes el fÃsico absolutamente sano de un adolescente, no solo los órganos sino también los músculos y los huesos y si, supongamos, trataras de hacer cien flexiones, no te resultarÃa imposible. De todos modos, te lo confirmarán los nuevos análisis hospitalarios a los que te sometas, dado que hoy y los dÃas siguientes continuarás sintiéndote maravillosamente bien: los médicos se asombrarán de su restablecimiento, los incrédulos hablarán de remisión espontánea y los demás pensarán en un milagro. En realidad, sencillamente, nuestras ciencias están mucho más avanzadas que las vuestras y no solo las fÃsicas, sino también las ciencias sociales. Y también la ética: epistemologÃa, ciencia y ética impregnan totalmente lo que vuestros pensadores llaman humanismo sapiencial-cientÃfico. El objetivo de nuestros intelectuales es siempre y solo el bien de la persona, que nunca se considera un instrumento, sino siempre y solo el fin principal de la investigación: no como pasa, también para ti, sobre vuestra Tierra, donde muchas veces la epistemologÃa, la ciencia y la técnica han sido y son antihumanistas. Basta con pensar en el gas Zyklon B y las V1 y V2 de vuestro Hitler o los experimentos actuales con fetos humanos.
Osvaldo, no estando ya completamente seguro de estar sufriendo una alucinación, dijo dirigiéndose al móvil:
â¿Quién me asegura que estoy curado de verdad? ¿Quién me dice que mi cerebro no me está dando ilusiones consoladoras?
âNo sufres percepciones ilusorias y, como te he dicho, los análisis médicos te lo demostrarán: ¡no solo estás curado, sino que tienes las células óptimas de un joven! La salud es un pago anticipado por el trabajo profesional que queremos pedirte. En cuanto a nosotros, los purkilatronalarcolmintranikianos, somos antropomorfos como vosotros, pero... um... con algunas diferencias. Y tal vez pueda decirse que para vosotros somos a la vez tan terrestres como extraterrestres, porque nuestro planeta Purkilatronalarcolmintranik, al que para simplificar puedes llamar Alter Terra, es idéntico a la Tierra, es decir, tiene los mismos mares y continentes y la misma antigüedad geológica, gira sobre el mismo eje en un dÃa de duración parecido al vuestro y en torno a una estrella idéntica a vuestro Sol en 365 dÃas y 6 horas. Pero los dos planetas no existen en la misma cuerda de la creación, sino sobre dos, tan vecinas entre ellas como para ser prácticamente coincidentes.
A pesar de la perplejidad que sufrÃa, Osvaldo siguió conversando y respondió adecuadamente:
âRecuerdo un programa de televisión en el que se hablaba de la teorÃa supersimétrica de las cuerdas. Ahà decÃan que algunos astrofÃsicos piensan que todo lo que existe es una expresión directa de algo que solo podÃa definirse como una energÃa vibratoria, es decir, que suponÃan vibraciones de cuerdas o filamentos supersutiles y supersimétricos que, a pesar de tener dimensiones, serÃan tan finos y cortos que no se podrÃan apreciar ni siquiera con instrumentos millones de veces más potentes de los mejores actuales. Pensé en algo similar a los universos paralelos de la ciencia-ficción.
âSe puede llamar asÃ. Tal vez dijeran también que la teorÃa de las cuerdas o filamentos requiere, para poder demostrarse, la conjetura de al menos seis dimensiones además de la del tiempo y las tres espaciales y, según algunos de vuestros investigadores, además una séptima dimensiónâ¦
â⦠SÃ, me acuerdoâ¦
âPero se trata de un número muchÃsimo mayor. En cualquier caso, ninguno de vuestros estudiosos ha encontrado, por el momento, pruebas de las multidimensiones, aunque sean reales, como te estoy demostrando en la práctica con mi intromisión interdimensional.
Osvaldo tenÃa finalmente la sensación de no ser vÃctima de alucinaciones, sino que se movÃa en la realidad, tal vez porque la posibilidad de estar curado era demasiado fascinante como para negarle la confianza a esa voz misteriosa. Se dirigió al móvil:
âMe has dicho que queréis mi ayuda. EstarÃa dispuesto. ¿De qué se trata?
âDe defendernos en una causa anteâ¦
âEstaba a punto de darme de baja en el colegio de abogados y retirarme a una casa de salud âle interrumpió.
âLos sabemos, antes de contactarte nos informamos sobre ti. Pero podrÃas renunciar ¿no? Después de todo ahora estás totalmente sano.
âVale⦠bueno, supongamos que sÃ. ¿De qué causa se tratarÃa? ¿SerÃa civil o penal? Soy abogado civil.
âTambién lo sabemos. El proceso, como estaba a punto de decirte, serÃa ante el Tribunal Internacional de La Haya.
â¡Ah! Efectivamente, he llevado varias causas de derecho internacional público. Pero, perdona, ¿a titulo de qué estarÃais sometidos al derecho internacional?
âSomos un Estado, el Estado Ãnico de Krallumpntalvinstrinil, que se extiende sobre todo nuestro planeta. El proceso serÃa en vÃa civil, no penal. Aunque vuestro mundo nos considera, de manera totalmente injusta, como crueles criminales, no lo somos y no hemos tenido nunca denuncias penales. Es la voz popular la que nos ha culpabilizado durante milenios, a causa de cuentos, primero orales, luego escritos y más recientemente en pelÃculas que han alimentado la especie maligna de que somos violentos contra vosotros, los seres humanos, además de que nos gusta comeros, prefiriendo la carne tierna de vuestros niños.
En la cara de Osvaldo apareció una expresión de gran desconcierto.
âPor el contrario, nuestra especie es apacible y la defensa de los débiles es para nosotros uno de los mandamientos supremos. Desde siempre practicamos la caridad hacia el prójimo, como quiere el Creador de lo existente. No hemos cometido nunca aquello que algunos de vuestros textos sagrados llaman el pecado original.
â¿Sois ángeles?
âNo, no soy un mensajero divino, salvo, tal vez, en el sentido muy humilde de que, como mis iguales, testimonio con mi vida la verdad y la justicia: verás, Osvaldo, cómo sabré demostrarte con certeza que somos criaturas benevolentes. Pero, entretanto, vuelve por favor a tu despacho y llévate también el móvil interdimensional. Sobre tu mesa hemos teletransportado un portátil: es muchÃsimo más potente y complejo que vuestro mejor notebook, aunque se parezca, se abre como uno terrestre y la conexión es wireless, pero interdimensional. Cuando lo abras, encontrarás todos los datos que nos conciernen, informaciones que te servirán para defender nuestra causa: te explicaré enseguida cómo funciona. Estamos seguros de que conseguirás darnos a conocer en todo el mundo como las personas justas y apacibles que somos, acabando asà con las infamantes acusaciones que nos lanza tu especie. âEn un tono enfático, la voz armoniosa añadióâ: Osvaldo, ¡defendiéndonos, harás valer la verdad! Tal y como el Creador pretende de todas las criaturas dotadas de razón. âVolvió a la entonación tranquilaâ: Si te resulta útil, podrÃamos teletransportar también los textos impresos de los ficheros, pero serÃa miles de tomos y no sé siâ¦
â... pero no, ¡menudo engorro! Los ficheros están muy bien ârespondió Osvaldo aceptando implÃcitamente la propuesta. Volvió al despacho con el móvil rojo en la mano y añadió: âBueno, no te lo he dicho hasta ahora: acepto representaros.
âBien. Considerémoslo ya como un contrato cerrado. Ahora yo, como representante legal de mi especie, puedo finalmente mostrarme y asà explicarte bien de qué se trata. Sin embargo, te advierto que te puedes asustar, ya que para los terrestres nuestro aspecto es monstruoso, como por otro lado lo es el vuestro parta nosotros, en realidad y⦠no sabes cuánto âDel móvil salió una especie de risita divertida.
Los labios de Osvaldo se tensaron en una expresión igualmente alegre. Dijo con curiosidad:
â¿Tal vez sois de color verde? ¿O gris? Tal vez tenéis grandes ojos negros yâ¦
âYa sé a quiénes te refieres: no, esos otros hijos del Creador viven en cuerdas distintas de la tuya y la mÃa. Y a vuestros ojos no son tan monstruosos como nosotros. Ahora me teletransporto y me verás. Pero, por favor, no te asustes, las apariencias engañan, como soléis decir, y el bien puede parece mal como, al contrario, Satán se disfraza a veces de ángel de luz, como escribÃa vuestro Pablo de Tarso en su neotestamentaria Segunda EpÃstola a los Corintios: «Estos tales son falsos apóstoles, gentes fraudulentas que se disfrazan de apóstoles de Cristo. No es una sorpresa, porque también Satanás se disfraza de ángel de luz. No es por tanto raro que sus ministros se disfracen como administradores de justicia. Pero su fin será de acuerdo con sus obras». âSin solución de continuidad, a unos cuatro metros de Osvaldo, el autor de la voz comenzó a aparecer, diáfano, luego semitransparente y finalmente, en forma sólida humanoide: sus ojos estaban dotados de una notable belleza, grandes y luminosos, pero el pasmado Osvaldo, lanzando un grito, solo advirtió el resto de su figura, similar a la descrita en fábulas y cuentos de fantasÃa para representar a⦠¡los orcos! El alienÃgena, de más de dos metros de alto, tenÃa la piel morada y verrugosa, de apariencia reptiliana, nariz pronunciada, una boca enorme sin labios, diez pequeños cuernos verduzcos sobre la frente, cabeza calva, cuello largo, enormes órganos auditivos en lo alto de los lados del cráneo, con forma similar a la de las orejas del elefante indio, manos grandes, de cinco dedos como las nuestras, y pies también grandes calzados con botines de color amaranto. El ser vestÃa un taparrabos turquesa en el que aparecÃa por delante en su parte baja un abultamiento del que debÃa ser responsable un correspondiente sexo masculino. El resto del cuerpo estaba desnudo y no tenÃa pelo visible.
Osvaldo, al estar ya en óptima salud mental, además de fÃsica y al haber sido siempre muy curioso culturalmente, recuperó rápidamente el autocontrol.
El anómalo visitante consideró:
âEra inevitable que te sobresaltaras. Lo siento, aunque veo que ya te estás tranquilizando.
âSÃ, estoy bien, ha sido solo un momento, y tengo mucha curiosidad.
âEnseguida te pongo al dÃa, pero después de ponernos cómodos en dos sillas, ¿vale?
âEn realidad estarÃa mejor de pie, por la emoción que tengo. âY Osvaldo puso el móvil rojo sobre la mesa junto al portátil alienÃgena, que era del mismo color y estaba colocado exactamente delante del sillón.
âComo quieras, pero, si me lo permites, yo en cambio me me voy a sentar: créeme, ser teletransportado entre dimensiones diversas cansarÃa a cualquier internauta. âY sin esperar al permiso del dueño de la casa, se acomodó sobre una de las dos sillas cercanas a la puerta, a la izquierda de la salida.
Contrariamente a lo que habÃa dicho, también Osvaldo se sentó, pero en su propio sillón, delante del notebook rojo. Listo para escuchar las palabras de su singular huésped, conteniendo una turbación natural, le miró, sin dirigir sin embargo la vista al rostro, sino al pecho.
Una vez obtenida su atención, el orco empezó:
âTe enseñaré cómo se usa nuestra computadora, pero antes de explico mejor la situación: Sabes que en el pasado no tenÃamos todavÃa el control de los pasos interdimensionales, pero en cierto modo ya existÃan desde tiempos muy antiguos. Se trataba sin embargo de apariciones por causas naturales, desconocidas para nosotros, de nuestras figuras, es decir, no de purkilatronalarcolmintranikianos corpóreos, sino solo de sus forma ilusorias, diáfanas. Sin embargo esas imágenes eran más que suficientes para aterrorizar a los terrestres que las veÃan, además de que la civilización de la Tierra era precientÃfica. Tal vez hayas entendido que se trataba de un fenómeno análogo a lo que vosotros llamáis fantasmas, que creéis que son ectoplasmas de personas ya muertas, mientras que, en realidad, son imágenes proyectadas a través de pasajes, en este caso pasajes intertemporales y no interdimensionales, es decir, que unen vuestro pasado con vuestro presente haciendo vislumbrar transparencias de personas y escenas de tiempos pasados: por eso surgieron sobre la Tierra leyendas sobre fantasmas y luego se escribieron cuentos y posteriormente se rodaron pelÃculas, sobre todo de los espectros escoceses, dado que muchos de esos pasajes temporales están en vuestra Escocia. Hacia el inicio de vuestro siglo XX no tuvimos conocimiento de los agujeros interdimensionales ni tampoco de los temporales, no habÃa conseguido todavÃa la tecnologÃa que finalmente, en su momento, nos permitió descubrir esas entradas y luego, a partir de la época correspondiente al inicio de vuestro tercer milenio, también lograr transportes controlados hacia y desde vuestra Tierra, además de hacia el pasado de nuestro Purkilatronalarcolmintranik: los accesos concretos, como el que acabo de hacer, ya no son solo pasajes de nuestra imágenes fantasmagóricas. En cuanto a la Tierra, pudimos estudiar vuestra civilización y, después de conocer muchos otros hechos, llegamos a conocer el terror suscitado durante milenios por nuestras figuras trasladadas a vuestro mundo a través de agujeros interdimensionales y descubrimos que nuestras inesperadas apariciones no solo habÃan aterrorizado a personas, como por otro lado habÃan hecho vuestros espectros domésticos, sino que habÃan hecho también surgir leyendas sobre nosotros, los malvados orcos u ogros, leyendas en las cuales, digámoslo también, habÃa intervenido asimismo mucha vuestra fértil imaginación. Y entendimos también que, igual que con vuestros fantasmas, las leyendas derivaban de obras literarias y después de las pelÃculas sobre orcos que comen seres humanos. Leyendas, literatura y filmografÃa absolutamente infamantes para nosotros y que afectan insoportablemente a nuestro sentido absoluto de verdad y de justicia: sin ninguna presunción, creo firmemente que somos criaturas de espÃritu angélico, aunque no seamos ángeles. Podrás aseverar nuestra perfecta conducta moral en los ficheros que hay en la computadora y además, dado que podrÃas pensar que esto sencillamente es falso, podrás verlo en persona viniendo conmigo a nuestro mundo y visitándolo: el aparato que te he dado es también un dispositivo para el transporte interdimensional. Más adelante te explicaré como activar esa función, por ahora no toques en absoluto las teclas violetas, por favor.